La tesis "negativa" principal de la Crítica de la Razón pura de Kant, es que no es posible, para nosotros, seres finitos, un conocimiento de objetos que esté más allá de todo posible contraste empírico (o sea, la Metafísica). El lado “positivo” es que podemos tener conocimientos universales y necesarios, como los que parece que constituyen la Física. Si todo esto es válido, quedan separadas la legaliformidad y la sustantividad ontológica. Lo universal sería un aspecto meramente formal o “vacío” de la teoría, sin importe ontológico.
Es interesante observar el caso de Kant porque de diferentes maneras otros (por ejemplo, muchos positivistas) han intentado una separación similar, entre el aspecto lógico-sintático-“meramente”-formal, y el aspecto sustancial que sería empírico.
La tesis (“negativa”) principal de la Crítica de la Razón pura se alcanza mediante la siguiente argumentación:
(1) Estamos en posesión de verdades universales y necesarias (todas las referidas al Espacio y al Tiempo en sí mismos, o sea, la Matemática; y todos los principios y leyes de la ciencia natural). Esto es un hecho (un factum) de nuestra ciencia. (llamemos a esto el momento de “RACIONALISMO” moderado en Kant.)
(2) Toda nuestra intuición (o sea, nuestro contacto inmediato con las cosas) es sensible. No hay, para nosotros, otro tipo de intuición o contacto directo con lo que es en sí mismo. (EMPIRISMO –“moderado”-).
(3) La información sensible no puede proporcionar universalidad y necesidad.
(4) Luego (por (2) y (3)) la universalidad y necesidad del conocimiento no nos viene de las cosas en sí mismas.
(5) Pero en el conocimiento no están implicados más que el Sujeto y la Cosa.
(6) Luego (por (4) y (5)) la universalidad y necesidad del conocimiento procede del Sujeto. (SUBJETIVISMO)
(7) Pero el sujeto particular o psicológico es un simple objeto sensible o fenoménico (de la “sensibilidad interna”).
(8) Luego la universalidad y necesidad del conocimiento procede de un Sujeto Universal, no empírico (IDEALISMO, NO-PSICOLOGISMO)
(9) Pero (por (2)) siempre es necesaria una base empírica para que los conceptos-funciones universales y necesarios tengan aplicación.
(10) Luego, la universalidad y necesidad es cosa de la Subjetividad Trascendental (ni inmanente –empírico-psicológica- ni trascendente –espiritualista-). (IDEALISMO TRASCENDENTAL): la Sensibilidad pura (espacio y tiempo) y los Conceptos puros, son ideal-trascendentales, condiciones de posibilidad, no conocimiento (en sí, están vacíos).
(11) Luego la Metafísica (presunto saber de objetos más allá de toda sensibilidad) es imposible.
Discutiré algunos de estos puntos. Demos por válidos los puntos 3 y 5: si todo nuestro conocimiento dependiese de la intuición sensible, entonces la universalidad y necesidad serían subjetivas.
Hasta llegar a 9 (o sea, a que hace falta algo externo que “hiera” nuestra sensibilidad y ponga en movimiento nuestra capacidad a priori meramente formal de pensar) Kant no puede rechazar la metafísica. De hecho, según como se interprete el requerimiento empirista, cualquier metafísico aristotélico (tomistas, etc.) estaría matizadamente de acuerdo. También estos rechazan cualquier argumento metafísico a priori (el “ontologismo”): nuestro conocimiento debe partir de la sensibilidad. Pero no exigen que toda entidad que se postule para explicar (causalmente) los hechos materiales haya de ser también empírico-material. La exigencia de Kant es mucho más radical: la noción de causalidad sólo es aplicable entre fenómenos, así que preguntarse, por ejemplo, por una causa de todo lo material es dar un salto al vacío.
Veamos el punto (1): según Kant, estamos en posesión de conocimientos universales y necesarios (por ejemplo, toda la matemática, o, por poner un ejemplo del entendimiento “más común”, el principio de que todo efecto tiene una causa. Según se dice en el parágrafo 14, este hecho (Factum) prueba que la teoría empirista de la causalidad (la de Hume) es falsa, inadecuada para explicar ese hecho.
Pero, podría decirse, ¿cómo va a ser un “hecho” o factum que hay necesidad y universalidad en algunos de nuestros pensamientos? ¿No son incompatibles las nociones de “hecho” y “necesidad”? ¿No es “el hecho de que hay necesidad y universalidad” o bien un anacoluto o bien un uso metafórico (no empirista) de ‘hecho’?
El empirista más radical (y consecuente) diría que, efectivamente, la necesidad y universalidad es un mero factum (por ejemplo, así diría Mill), pero que, precisamente por eso, no existe necesidad más que como el fenómeno psicológico (empírico, fenomenológico) del sentimiento de una gran certeza que acompaña a algunas de nuestras representaciones. Porque un hecho, entendido en el sentido empírico (asumido incluso por Kant, al menos tácitamente) es un evento localizado espacial y temporalmente, por lo que sólo puede ser un fenómeno.
Así que “hecho” (factum) tiene que estar siendo utilizado por Kant, aquí (como en otros lugares –recuérdese el Factum de la razón práctica-) de una manera traslaticia.
Seguramente Kant quiere decir que la universalidad y necesidad es una “parte” o “aspecto” de toda representación matemática o científica en general. Pero, si eso es así, eso no puede probarse en virtud de un Factum o Hecho, salvo que se pueda aplicar el concepto de Hecho a algo que no es ya una experiencia sensible, sino un aspecto formal o trascendental. Y esto introduciría un analogismo en el concepto de Factum o Hecho.
Al conocimiento (si lo es) de que hay universalidad y necesidad no se puede llegar mediante una experiencia “fáctica”, sino en todo caso, a partir del análisis de la experiencia. Pero entonces la universalidad y necesidad no será nunca un hecho (en el sentido básico de “hecho empírico”), sino otra cosa. Pero si podemos aceptar el uso de ‘hecho’ para conocimientos no directamente empíricos, ¿seguirá siendo cierto que sólo poseemos una intuición sensible? El problema es, ¿cómo captamos las formas? Una cuestión es si, para llegar a ellas, tenemos que empezar por hechos físicos (lo que sería una cuestión meramente psicológica) y otra es si hay hechos objetos de intuiciones no empíricas (que es la cuestión epistemológica o lógica en sentido trascendental).
(Continua en otra entrada)
Es interesante observar el caso de Kant porque de diferentes maneras otros (por ejemplo, muchos positivistas) han intentado una separación similar, entre el aspecto lógico-sintático-“meramente”-formal, y el aspecto sustancial que sería empírico.
La tesis (“negativa”) principal de la Crítica de la Razón pura se alcanza mediante la siguiente argumentación:
(1) Estamos en posesión de verdades universales y necesarias (todas las referidas al Espacio y al Tiempo en sí mismos, o sea, la Matemática; y todos los principios y leyes de la ciencia natural). Esto es un hecho (un factum) de nuestra ciencia. (llamemos a esto el momento de “RACIONALISMO” moderado en Kant.)
(2) Toda nuestra intuición (o sea, nuestro contacto inmediato con las cosas) es sensible. No hay, para nosotros, otro tipo de intuición o contacto directo con lo que es en sí mismo. (EMPIRISMO –“moderado”-).
(3) La información sensible no puede proporcionar universalidad y necesidad.
(4) Luego (por (2) y (3)) la universalidad y necesidad del conocimiento no nos viene de las cosas en sí mismas.
(5) Pero en el conocimiento no están implicados más que el Sujeto y la Cosa.
(6) Luego (por (4) y (5)) la universalidad y necesidad del conocimiento procede del Sujeto. (SUBJETIVISMO)
(7) Pero el sujeto particular o psicológico es un simple objeto sensible o fenoménico (de la “sensibilidad interna”).
(8) Luego la universalidad y necesidad del conocimiento procede de un Sujeto Universal, no empírico (IDEALISMO, NO-PSICOLOGISMO)
(9) Pero (por (2)) siempre es necesaria una base empírica para que los conceptos-funciones universales y necesarios tengan aplicación.
(10) Luego, la universalidad y necesidad es cosa de la Subjetividad Trascendental (ni inmanente –empírico-psicológica- ni trascendente –espiritualista-). (IDEALISMO TRASCENDENTAL): la Sensibilidad pura (espacio y tiempo) y los Conceptos puros, son ideal-trascendentales, condiciones de posibilidad, no conocimiento (en sí, están vacíos).
(11) Luego la Metafísica (presunto saber de objetos más allá de toda sensibilidad) es imposible.
Discutiré algunos de estos puntos. Demos por válidos los puntos 3 y 5: si todo nuestro conocimiento dependiese de la intuición sensible, entonces la universalidad y necesidad serían subjetivas.
Hasta llegar a 9 (o sea, a que hace falta algo externo que “hiera” nuestra sensibilidad y ponga en movimiento nuestra capacidad a priori meramente formal de pensar) Kant no puede rechazar la metafísica. De hecho, según como se interprete el requerimiento empirista, cualquier metafísico aristotélico (tomistas, etc.) estaría matizadamente de acuerdo. También estos rechazan cualquier argumento metafísico a priori (el “ontologismo”): nuestro conocimiento debe partir de la sensibilidad. Pero no exigen que toda entidad que se postule para explicar (causalmente) los hechos materiales haya de ser también empírico-material. La exigencia de Kant es mucho más radical: la noción de causalidad sólo es aplicable entre fenómenos, así que preguntarse, por ejemplo, por una causa de todo lo material es dar un salto al vacío.
Veamos el punto (1): según Kant, estamos en posesión de conocimientos universales y necesarios (por ejemplo, toda la matemática, o, por poner un ejemplo del entendimiento “más común”, el principio de que todo efecto tiene una causa. Según se dice en el parágrafo 14, este hecho (Factum) prueba que la teoría empirista de la causalidad (la de Hume) es falsa, inadecuada para explicar ese hecho.
Pero, podría decirse, ¿cómo va a ser un “hecho” o factum que hay necesidad y universalidad en algunos de nuestros pensamientos? ¿No son incompatibles las nociones de “hecho” y “necesidad”? ¿No es “el hecho de que hay necesidad y universalidad” o bien un anacoluto o bien un uso metafórico (no empirista) de ‘hecho’?
El empirista más radical (y consecuente) diría que, efectivamente, la necesidad y universalidad es un mero factum (por ejemplo, así diría Mill), pero que, precisamente por eso, no existe necesidad más que como el fenómeno psicológico (empírico, fenomenológico) del sentimiento de una gran certeza que acompaña a algunas de nuestras representaciones. Porque un hecho, entendido en el sentido empírico (asumido incluso por Kant, al menos tácitamente) es un evento localizado espacial y temporalmente, por lo que sólo puede ser un fenómeno.
Así que “hecho” (factum) tiene que estar siendo utilizado por Kant, aquí (como en otros lugares –recuérdese el Factum de la razón práctica-) de una manera traslaticia.
Seguramente Kant quiere decir que la universalidad y necesidad es una “parte” o “aspecto” de toda representación matemática o científica en general. Pero, si eso es así, eso no puede probarse en virtud de un Factum o Hecho, salvo que se pueda aplicar el concepto de Hecho a algo que no es ya una experiencia sensible, sino un aspecto formal o trascendental. Y esto introduciría un analogismo en el concepto de Factum o Hecho.
Al conocimiento (si lo es) de que hay universalidad y necesidad no se puede llegar mediante una experiencia “fáctica”, sino en todo caso, a partir del análisis de la experiencia. Pero entonces la universalidad y necesidad no será nunca un hecho (en el sentido básico de “hecho empírico”), sino otra cosa. Pero si podemos aceptar el uso de ‘hecho’ para conocimientos no directamente empíricos, ¿seguirá siendo cierto que sólo poseemos una intuición sensible? El problema es, ¿cómo captamos las formas? Una cuestión es si, para llegar a ellas, tenemos que empezar por hechos físicos (lo que sería una cuestión meramente psicológica) y otra es si hay hechos objetos de intuiciones no empíricas (que es la cuestión epistemológica o lógica en sentido trascendental).
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