El Requiem de Penderecky expresa una tristeza profunda y apenas consolable, aunque también una casi imposible esperanza; La flauta mágica rebosa vitalidad y elegancia… Las obras musicales, como los vinos y como cualquier obra artística (e incluso más, según aquellos que tienen a la música por la más pura de las artes), expresan o significan cosas. La respuesta intelectual y sentimental del oyente es la correcta si es sensible a ese significado. Admiramos a los que son más capaces de oír los verdaderos matices del significado de una obra musical genial, y admiramos aún más al genio que sabe expresar en sonidos significados y verdades profundos. Es más, para algunas personas lo que expresan o significan las obras artísticas, al menos en ciertos aspectos o contextos, no puede expresarse “con palabras”, es decir, en un lenguaje verbal (y esto vale para las obras literarias). Aunque, desde luego, todo el mundo cree que también hay muchas cosas significables con el “lenguaje verbal” que no puede expresarlas ningún arte. Por ejemplo, una teoría. ¿En qué consiste el significado de una obra musical? ¿Cómo puede ese juego con los sonidos ser significativo? ¿Hasta dónde llegan sus posibilidades semióticas? Dando por supuesto que el lenguaje musical (o escultórico, o el que sea) es un lenguaje,´y que, por tanto, significa, empezaré preguntándome, en una reflexión quizá algo abstrusa, cómo significa el Lenguaje en general, para ver luego cómo se concreta esto en el lenguaje musical o artístico en general.
¿En qué consiste el significado? ¿Qué es el significar del lenguaje? Una viejísima respuesta dice que el lenguaje “representa” la realidad. Esto es fácil creerlo con ejemplos simples: una interjección como ¡ay!, representa el (o al) dolor, una gráfica representa un movimiento. Pero, aparte de que hay cosas que no se ve tan fácilmente qué y cómo pueden representar (como “y”, “no”, etc.) hay una paradoja esencial en el representacionismo. El “¡ay!” representa al dolor, pero el dolor es también una representación nuestra, en el sentido de que es algo interno al lenguaje. ¿Cómo saber lo que representa el lenguaje, en general, si no podemos salir de él? La idea de representación parece presuponer la posibilidad de comparar el modelo con la copia. Pero eso no podemos hacerlo: solo los ingenuos creen en los datos puros, sean naturales o ideales. No hay un acceso no-mediado a las cosas, si es que hay cosas.
Por tanto, probemos de otra manera. ¿Cómo explicar el significado del lenguaje desde dentro, sin presuponer algo a lo que representar? ¿Cómo explicar que, cuando oímos o pensamos un término o una ristra de ellos, entendamos algo? El propio lenguaje (empezando por el lenguaje mental) tiene que tener algún mecanismo organizador, significativo, discriminatorio. El significado es, al menos en parte, el hecho de que ciertas estructuras del lenguaje son correctas y otras no. Si buscamos los criterios de corrección y significatividad, encontraremos dos muy abstractos, y subespecies de ellos: por un lado, está la exigencia de identidad, coherencia, unidad…, o sea, la lógica. Un discurso ilógico o caótico es asignificativo, y es más significativo cuanto más coherente. El otro principio es el viejo “salvar los fenómenos”, es decir, hacer parte de esa coherencia toda la pluralidad o la mayor cantidad posible de ella, de la que el lenguaje tenga constancia. Un lenguaje es más significativo cuanto más lógicamente trata lo múltiple.
¿Hay que abandonar del todo, entonces, el concepto de representación? En absoluto. Para empezar, en un sentido inocente (no comprometido con o contra el idealismo) podemos llamar representaciones a todo lo que el lenguaje (empezando por el mental) contiene, sea en su lado más material o en el más formal, en la semántica o la sintáctica. Tenemos derecho a hablar así desde que el sujeto es consciente de los contenidos de su conciencia, o sea, cuando tiene conciencia. En algún sentido es verdad que somos espectadores de nuestros contenidos de conciencia, y el yo acompaña, como decía Kant, a todos nuestros juicios. Pero, además, puesto que algunas de estas representaciones son más incorrectas que otras, damos por supuesto algo externo al lenguaje, que introduce la discriminación. El lenguaje, la conciencia, es intencional, es decir, se refiere a algo. Y esto es tan esencial para el concepto de significado como el hecho de que haya una estructura del lenguaje. Podemos decir que, cuanto más significativo y verdadero es el lenguaje, más se acerca a lo que realmente es. El lenguaje, o la conciencia, solo puede adoptar, desde un punto de vista lógico, dos relaciones con su referente intencional: o difiere o coincide. Y, desde un punto de vista práctico, el sujeto titular de la representación o bien es activo o bien es pasivo (el pragmatismo del significado, se basa en la idea de que lo más correcto produce actividad: utilidad. Operari sequitur esse, decían los escolásticos, siguiendo a los filósofos griegos). En resumen: que el lenguaje es significativo significa que está estructurado discriminativamente según los criterios de la mayor unidad de lo diverso, y, también, que representa lo real externo a él (al propio lenguaje).
Esto vale para el lenguaje musical y artístico en general. La significatividad del lenguaje musical consiste, estructuralmente, en la posibilidad de organizar todo el mundo sonoro de diversas maneras, con diversas proporciones de orden (entendiendo “sonoro” en sentido abstracto). Pero, a la vez y por lo mismo, el lenguaje musical, al significar, refiere, y referir es referir a la realidad. El referente último de la música son las cosas (no solo y quizá de ninguna manera importante los sentimientos –según discutiré en otro momento-), y lo hace expresando la estructura de esas cosas mediante la estructuración de sus elementos (del propio lenguaje musical) de acuerdo con los mismos criterios que el Lenguaje en general y el lenguaje “verbal” en particular, o sea, la mayor unidad de la mayor multiplicidad, pero adaptados o especificados a lo que es el Lenguaje artístico y, más en concreto, el Lenguaje musical.
Pero ¿qué es el lenguaje artístico? ¿En qué estriba la diferencia, la especificidad del lenguaje artístico? Y, en especial, ¿cuál es la diferencia entre el “lenguaje verbal” (con el que expresamos todo tipo de cosas, desde nuestros conocimientos filosóficos y científicos hasta nuestras emociones) y el lenguaje artístico (con el que, según parece, podemos expresar profundamente ciertas cosas, pero nos es imposible expresar otras)? Ofreceré mi opinión acerca de esto en la próxima entrada. De momento, os recomiendo disfrutar con esto (supuesto que no seáis "sordos"):
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