Agustín, buen amigo,
me han contado que está algo pachucho el que lleva tu nombre
y tu percha,
y que se anda mezclando en su paso el traspiés, y el
trasmano en sus teclas,
porque, claro, es que es ya muy mayor, si se tienen en cuenta
las fechas
que traemos, cual traen en el culo gravadas por ley las
conservas,
y es normal (y tú mismo -o tú otro, que llevas tu nombre-
recuerdas
tantas veces) que envases y botes, por ley, y también gentes
buenas,
toda cosa que a ser individuo con nombre y medida se atreva,
aunque esté fabricada, y estemos, de cifras que son siempre
eternas,
empachuchan al roce constante de aquello mismito que niegan:
el del agua del tiempo; eso ya dejó escrito que es ley
justiciera
quien primero escribió sobre el todo y su ley (que de nombre
y de tierra
se llamó anaximandro milesio, mas fue, como todos,
cualquiera):
que se dan justo pago las cosas al fin por osar salir fuera
de la nada en que todo lo había aunque justo por eso no era;
así es ley que lo que es imposible, aunque existe, al final
allí vuelva;
pero lo verdadero, que es tiempo y no más (según tanto
dijera
el que llevas por nombre) eso no, nunca nace, ni pasa ni
queda,
o si nace y si pasa eso pasa y se fuga a tan fiera carrera
que ni el rayo incorpóreo de einstein alcance de vista le
diera,
como el rápido Aquiles no alcanza a la lenta tortuga, ¡tan
lenta
es la luz si se quiere medir con lo que ni Dios mismo
midiera!,
eso quiere y no quiere (según tu querido heraclito dijera)
ser llamado, sea Dios u otro nombre.
Y por eso no sé a ciencia cierta
a qué cosa deseo con estas palabras que se ponga buena,
si al que firma por ti los papeles, o al otro, al que no
deja seña
(también tú estás así: que a la vez no conoces mi nombre quién
lleva
pero sabes quién soy donde sabes que yo es solo uno); Mas,
venga,
no es preciso, quizá, conocer a quien hace uno ruego u
ofrenda;
y yo quiero pedirte, maestro del ritmo y la voz, que sostengas
algo más esa voz, y ese no y ese sí, par e impar, dentro y fuera,
y que aguantes, por mí (y otros muchos que somos) un poco
esta guerra.
Que es que siempre es amable (¿no crees?) tener alguien ahí
que se atreva
a de veras decir la verdad, por más que esa verdad solo sea
que no hay Quien ni Tener; y nos gusta (¿no crees?) escuchar a
quien sepa
dar del tiempo el latido, aunque al tiempo se pague por ello
la prenda
de falsear lo que pasa, y quererle otorgar su sustancia y su
esencia.
¿Eso es mucho pedir…? El que lleva mi nombre no se cómo
pueda
sin tus genios vagar: sin aquel García Calvo, de voz honda y
fresca,
profesor de latín complutense que ahí por los años ochenta
se atrevía a desmentir, de su amado Machado, el monótona-escuela
y lograba el milagro, mayor que el de hacer brotar agua en
las piedras,
de que vida y pasión rezumasen las raíces indoeuropeas,
como si fuera cierto que Logos a veces de carne se hiciera,
mientras tedio e insidia plagaban el mundo del aula hacia
fuera;
o sin ese Agustín García Calvo en canciones, proverbios y
endechas
tan del pueblo que el pueblo, aturdido que está con señores
y rentas,
casi no logra oír, o le duele cual duele la fuente muy
fresca;
o Agustín García Calvo el que a griego y romano ha prestado
una nueva
castellana garganta en que el paso más largo y más breve
pasea
sin perder la canción; o el guerrero sofista, Agustín el de
Elea,
contra la
Realidad , contra el Tiempo, el Dinero, el Señor, la Pareja ,
a argumento partido (cual lucha el amor cuando apenas da
tregua),
cuya sangre hecha prosa he bebido mil veces y de mil maneras
con mis ojos y manos; o el componedor Agustín de comedias;
o, en fin, buen amigo, otros tantos sin fin, que en tu
nombre tú llevas.
A esos todos lo pido, y a ti, seas quien seas que eres
quien los congregas,
aunque dicen que está feo pedir (y es de gente, además,
pedigüeña).
Porque no es nada fácil dejar que nos deje quien tanto nos
deja,
o quedarnos sin ese que cuando se va mucho más se nos queda,
o ver cómo se apea el demon del tren de Zamora. Así que, ¡ea!,
¡que ese mono pelón que ha dejado el Señor hasta aquí que
florezca,
Agustín, no se canse en su buen corazón!, ¡que levante
cabeza!,
pues no hay prisa en nosotros por ya no poder dirigirse al
que eras.
Pero si un día lejano, como es ley de leyes, ya no amanecieras
con tu nombre de pila, mas libre de ello, de crisis, de
haciendas,
sabes bien que tu canto y razón (que es al fin lo más puro que
fueras),
estará en toda cosa que hay, como el dios de la nada de eckhart,
y ya no al Ateneo, que las gentes te irán a escuchar donde
sea
cómo cantas a alguna muchacha que a ser libre aun de ella se
atreva
o nos vas recordando, en el aire, olvidar, mientras tú nos
esperas
donde tú, buen amigo, y los otros sin cuento formamos madeja.
Gracias por las palabras que dedicas a tan gran persona,tengo la suerte de conocerlo a él y a su grandísima familia!!desde muy pequeña he podido compartir la sencillez y la felicidad que se respira en su casa.No has podido definirlo mejor,para.mi es un maestro de la vida,el viento que mueve sus bohemios pañuelos, crea poesía y da a su Zamora un aire especial...Dios quiera que pueda disfrutar de todos los que lo queremos...
ResponderEliminarArantía, Espero que sea como dices, que siga dando vida y sabiduría unos cuantos años más.
EliminarOjalá...ayer vimos a una de sus hijas y está regular per Agustín es grande,saldrá de esto, tiene que salir mucho logos de su boca aún...ah,y soy Arantxa, esk escribir desde L móvil me cambia las letras..:(saludo
ResponderEliminarBueno, Arantxa, si le ves o a hablas con alguien de la familia, dale recuerdos de un exalumno que siempre le recuerda y recordará con el mayor respeto y admiración. Saludos
ResponderEliminarPalabras preciosísimas, Juan Antonio, y bien compuestas. Enhorabuena y gracias!!!!
ResponderEliminarElena Diez de la Cortina
Muchas gracias, Elena, me alegro de que compartas esto.
EliminarMe ha gustado lo escrito. Me parece que está bien hecho y se acomoda muy bien al modo de escribir de Agustín. Gracias por contactar conmigo.
ResponderEliminarGracias a ti, Loiayirga, por tu comentario. Un saludo
ResponderEliminarSorprendentemente, tras la muerte de este pensador, poeta,dramaturgo, lingüista y ácrata lúcido y vehemente, entre otras cosas, nada se ha movido en los ámbitos institucionales para hacerse eco de la noticia, poner de relieve su obra y reconocer el gran valor de sus aportaciones a la filosofía, el conocimiento del lenguaje, la política, el teatro y la poesía.
ResponderEliminarPoema homenaje al hombre desvestido de dioses, encarnado de realidad desnuda de prejuicios. Gracias por tan estupendos versos largos asonantados en un canto sincero al autor de Contra el hombre, De Dios, Valorio...
Con un abrazo.
Julio G. Alonso
Muchas gracias, Julio,
ResponderEliminarsí, es a la vez extraño aunque esperable el vacío que se le hace a Agustín. Eso quiere decir que su discurso no era, en verdad, repetir lo ya sabido y alabado por el sistema.
Un abrazo
Precioso poema. Me ha removido, como lo hacen los textos del gran Agustín. Muchas gracias.
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