El primero de los dos volúmenes contiene un capítulo introductorio y los capítulos dedicados a los problemas del conocimiento, la realidad, la axiología, la teocosmología y la filosofía del lenguaje platónicas.
Volumen I. Conocimiento, Realidad, Lenguaje
Prólogo
Introducción. La pregunta socrática
y la respuesta platónica
I. Del Conocimiento: Saber y Creer.
Razón e Imagen
II. De la Realidad: Ser y Suceder
III. Del Valor: Ser y Bien, y
Belleza
IV. De las sustancias. Divinidad y
cosmos natural
V. Filosofía del Lenguaje y lenguaje
de la Filosofía
Volumen II. El Hombre y
sus actos
VI. Del Hombre: la Razón y el Deseo
VII. De la Vida Buena: Virtud y
Satisfacción
VIII. De la Comunidad justa y feliz
IX. De la Educación
X. Del Arte: Belleza, Representación
y Gusto
XI. De la Religión
XII. De los asuntos últimos o del
Juicio y Destino del Alma «tras» la Muerte
Bibliografía
1* Al
final de cada volumen puede verse un índice detallado de su contenido.
Prólogo
Ofrecemos en este libro un comentario filosófico
sistemático a los textos de Platón.
El intento de justificar la publicación de un nuevo libro
sobre Platón parece tarea tan desesperada como innecesaria: tantos han escrito
ya sobre él que se diría imposible añadir algo digno de consideración, y sin
embargo subsiste intacta la necesidad de leer una y otra vez a quienes han
pensado de forma más lúcida y muestran poseer una profundidad inagotable. No es
preciso, además, que cada nueva lectura aporte una visión «original», en el
sentido de que nos induzca a ver al autor como nunca antes fue visto, sino que
es suficiente con que nos ayude en alguna medida a volver la mirada, una vez
más por vez primera, a lo que podríamos llamar lo «originario», que yace (al
menos para nuestros ojos poco habituados a esa luminosidad) «escondido» en sus
textos. La interpretación que aquí presentamos puede, en efecto, calificarse de
«clásica», pero creemos que arroja cierta luz en el texto platónico: si no una
luz nueva, sí una «vieja» luz reavivada.
Es innecesario también defender el valor de la obra de
Platón, tanto en sí misma como, por eso, para nosotros. Creemos que aquel
enigmático filósofo griego propone en sus elaboradísimas obras un planteamiento
profundo y una respuesta merecedora de discusión a los problemas, todavía
fundamentales para nosotros, en torno a la naturaleza de la realidad y su
valor. Ese pensamiento, además, según vamos a intentar mostrar a lo largo de
este comentario, se yergue como la principal alternativa al pensamiento o los
pensamientos que dominan y definen nuestra época Moderna y Tardomoderna, de
modo que es para estos un espejo y su necesaria piedra de toque. Y, si la
Historia se mueve a menudo mediante la alternancia entre una concepción y su
contraria, no es inverosímil que el futuro conozca la renovación de ciertas
ideas platónicas, aunque sin duda con un aspecto y un lenguaje muy diferentes
al de Platón. Pero incluso si Platón representa el gran error, del que los
hombres deberíamos deshacernos definitivamente, es necesario que antes lo
conozcamos bien, no sea que estemos peleando con una sombra.
A lo que sí quiere oponerse nuestra
lectura es a cualquier intento de reducir a Platón y apropiarse de él por
parte de alguna versión de esos pensamientos más contrarios al suyo, de lo
cual los tiempos recientes conocen varios intentos. Aprovechando el carácter de
«obra total» de las obras platónicas, siguen tales lecturas la inclinación
vigente (pero perfectamente antiplatónica) a sobredimensionar el aspecto
retórico del texto para devaluar o incluso disolver su contenido de teoría y
pretensión de verdad. Por eso, uno de los puntos en que se insistirá en varios
lugares de este libro es el de cómo hay que entender lo que Platón hace y dice
de la relación entre lo literario y lo filosófico. Pero, también por eso, tal
cuestión no será para nosotros la principal, como intentaremos mostrar que no
lo fue para el propio Platón.
Que este sea un comentario sistemático no significa
solo que lee el pensamiento platónico atendiendo a todos sus textos, sino
también y sobre todo que propone (otra vez contra el gusto de los tiempos) la
reconstrucción de un sistema filosófico, atendiendo tanto a su unidad o idea
fundamental como a su multiplicidad y riqueza de aspectos (aunque sin pretender
la exhaustividad). Y tampoco se limita a ser un comentario «interno», sino que
intenta poner a Platón en discusión con los otros grandes sistemas filosóficos
que se han dado desde Grecia hasta hoy. En verdad, el orden que damos a ese
sistema no se encuentra en el propio Platón (así ocurre en alguna medida con
toda lectura), pero creemos que, al menos, lo habría considerado una manera no
del todo equivocada de entender lo que él quiso decir. En un capítulo
introductorio presentamos, casi a modo de índice, las tesis interpretativas,
tanto respecto del contenido como de la forma, que desarrollamos a lo largo del
libro.
Que sea, en segundo lugar, un comentario filosófico, significa que no es filológico ni historiográfico (ni siquiera de Historia de la Filosofía). Desde luego, puesto que lee unos textos, se apoya de manera básica en lo que la filología y la historiografía nos enseñan de ellos, pero en ese aspecto no pretende aportar nada. Ahora bien, donde acaba el trabajo filológico e historiográfico comienza el más propiamente filosófico, y, aunque toda lectura tiene parte de ambas cosas y hay alimentación entre ellas, están regidas por criterios diferentes. Ello tiene ciertas consecuencias en este libro, como notará el lector. Entre otras, por ejemplo, las referencias a otros autores, en él contenidas (de forma directa o indirecta), no lo son tanto a expertos platonistas como a pensadores tales como Heráclito, Aristóteles, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger o Derrida.
Dado el carácter sistemático de este comentario, el
lector no encontrará en él una lectura diálogo por diálogo, sino que estos
aparecerán «desmembrados» a través de varios capítulos, según el asunto de que
se trate. Con todo, cada uno de los textos platónicos (al menos aquellos a los
que se considerará principales y se analizará con más detenimiento) merecerá
una lectura relativamente continua en aquel o aquellos capítulos en los que
tenga su lugar principal. No se han evitado las varias repeticiones de ciertos
pasajes en diversos momentos, a las que invita este género de comentario. Por
otra parte, el libro es tan largo en buena medida porque a menudo sigue de
cerca el decurso del texto leído, parafraseándolo. Gracias a ello no solo se
hace explícito lo más elemental que entendemos en él sino que, además, no se
presupone su conocimiento por parte del lector (pero, desde luego, este conocimiento
es muy recomendable). Aunque los diversos capítulos del libro están en una
conexión sistemática, pueden también ser leídos de manera relativamente
autónoma. Y los mismos asuntos son tratados a veces en varios de ellos, de
acuerdo con la perspectiva propia de cada uno.
*
Nuestra traducción de los textos de Platón (habitualmente, decimos, en
forma de paráfrasis o de resumen) se apoya en las mejores traducciones que
hemos podido manejar. Ante el problema de cómo verter adecuadamente varios de
los términos platónicos hemos optado por aceptar, en la medida de lo posible,
la traducción más común, definiendo detenidamente, allí donde aparece por
primera vez o en su lugar más relevante, cómo lo entendemos nosotros. Las
citas de términos y frases griegos están destinados a los lectores que sepan
algo de esa lengua, pero el libro se entiende perfectamente sin ellas.