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martes, 11 de octubre de 2011

Materialismo "sensato" (pero equivocado) III: ficciones-no-arbitrarias

En la entrada anterior objetaba a las objeciones que Mario Bunge ofrece contra el antirrealismo en cualquiera de sus formas, en el libro A la caza de la realidad.

Veamos ahora la defensa que hace Bunge del materialismo contra el platonismo (o, en general, es de suponer, todo no-materialismo). No existen, realmente, entidades inmateriales, como serían los objetos matemáticos u otras ideas platónicas. ¿Por qué? Repasando su exposición en busca de la argumentación, no he sido capaz de encontrar más que esto, que comento críticamente:


- Se empieza por definir “materia”. Material se define como mudable y energético. En esta definición podría estar perfectamente de acuerdo el no-materialista.

- Ahora se define “materialismo”. El Materialismo, según Bunge, es la tesis de que todo objeto es, o material o conceptual. Esto ya no puede aceptarse tranquilamente. El materialismo debería ser la tesis de que todo objeto, incluidos los conceptos, son materiales, reducibles a material. La tesis expresada por Bunge en esa frase sería la tesis de un dualismo ontológico, y no de un monismo materialista. Esto es solidario con lo que veremos a continuación.

- Ahora, una matización al materialismo craso. El Materialismo, dice Bunge, no es reductivo, sino emergentista. No se puede, sencillamente, prescindir de todo concepto no directamente mudable o energético. Sin embargo, no por ello hay que admitir que tengan realidad o existencia independiente. Esto es también inadmisible, como tesis ontológica fuerte. Quien dice que los únicos objetos que existen son los materiales, tiene que poder reducir todo lo demás a eso, porque ¿cuál es, si no, el criterio de lo que es real o no, más allá de la irreducibilidad e imprescindibilidad de ese algo? Antiguamente se presumía de haber reducido antológicamente a los dioses griegos o troyanos cuando algún otro concepto no deiforme podía hacer el mismo trabajo, y se podía recluir a los dioses en la cárcel de la literatura fantástica. Hoy, sin embargo, algunos quieren estar “al plato y a las tajadas”, admitiendo, por una parte, que ciertos conceptos son irreducibles e ineliminables del lenguaje, pero afirmando muy convencidos de que eso no les confiere realidad. Estas personas han descubierto el poder de las cosas inexistentes. El propio Bunge define realidad como lo que es independiente de todo sujeto, algo con lo que también el platónico estará de acuerdo.

- Ahora, por fin, la tesis fuerte del materialismo (aunque debilitado o licuado por el no-reduccionismo): Solo lo material existe realmente. Increíblemente, esta tesis no es sino un “postulado”, es decir, algo que damos por sentado, y que no se deduce de ninguna otra proposición más evidente (o yo no he sido capaz de encontrar esa deducción). ¿Cree acaso Bunge (o cualquiera que se dedique a postular el materialismo) que es una tesis tan evidente que no necesita discusión? Si es así, ¿con quién piensa que está discutiendo? No, desde luego, con un platónico, porque este ve justo lo contrario, y desde luego, no puede admitir que sea cuestión de mera postulación (o sea, de petición de principio). Y con toda la razón:

Si real es, como acepta Bunge, lo que es independiente del sujeto (es decir, aquello que no puede reducirse a subjetivo -es decir, habrá que inferir, lo que el sujeto necesita reconocer como teniendo validez autónoma si es que quiere explicar las cosas-), las entidades abstractas o “conceptuales” son tan objetivas como el que más.

Toda la tesis de Bunge se apoya en lo que el denuncia como error quineano, es decir, la identificación de “es” con “existe”. No siempre que nos vemos obligados a hablar de algo (decir que es tal o cual) estamos obligados a decir que existe. Esta es la vieja estrategia del equivocismo: ser se dice de varias maneras, pero no todas ellas con importe ontológico. Ahora bien, incluso si eso fuese admisible, habría que discutir cuál es el criterio para otorgar a un objeto el carácter de auténticamente existente o real. Yo no soy capaz de ver qué hace Bunge al respecto, aparte de postularlo.

Vamos a ver esto aplicado al “platonismo matemático” (tesis, dicho sea de paso, que no tiene mucho que ver con Platón). Según Bunge el platonismo está equivocado. ¿Cuál es la justificación de este aserto? Porque el platonismo no puede demostrarse empíricamente, y, según hemos postulado, solo lo que puede estar en algún almacén o yacimiento, existe de verdad. O sea, todo se reduce, repito, a postular el materialismo y deducir de ahí lo errado del platonismo o realismo. El problema ontológico no existe, porque una de las opciones hay que postularla…

Pero no es solo que lo que Bunge pretende se reduzca a una mera postulación o petición de principio, sino que es una tesis auto-contradictoria. Porque, repito, si hay que aceptar como real lo que no depende del sujeto, la matemática, por ejemplo, es completamente autónoma. Los intentos que hace Bunge por considerarla una ficción son insostenibles:

Bunge aduce que la matemática, al ser meramente formal, no puede ser objetiva. Esto no es, obviamente, argumento contra la realidad de lo formal. Las propiedades formales son condición necesaria y suficiente de realidad. Son imprescindibles para explicar el mundo material, y no implican lógicamente ni a este ni a ningún otro mundo material, porque la validez de, por ejemplo, el teorema de Pitágoras, es independiente de cualquier evento físico, de este o de cualquier otro mundo. El propio Bunge admite que en ellas no entra ningún dato neurológico. Pero tampoco biológico ni químico, etc.

Bunge dice que el teorema de Pitágoras es relativo a contexto, porque solo sirve para superficies planas, en tanto un fotón es absoluto. Dejando aparte la discutible absolutez del fotón, el teorema de Pitágoras es absolutamente válido para el ámbito para el que es válido, y ese ámbito tiene validez teórica independientemente de que haya implementaciones materiales de él o no.

Bunge dice que las matemáticas son artificiales, creadas. Sin embargo, no son arbitrarias. ¿Qué quiere decir esto? ¿No es una pura contradicción? Yo no he logrado entender cómo algo puede ser creado (no descubierto) y, sin embardo, estar constreñido por disciplinas de validez autónoma.

Y, en cuanto a la rentabilidad de la matemática (cómo es que funciona y es imprescindible para explicar la estructura de la realidad) lo más parecido que se da a una explicación es que eso se debe a su carácter simbólico, no icónico, es decir, que no necesita tener ninguna relación estructural objetiva con aquello a lo que describe. Pero eso es poner una palabra (simbólico) donde se necesita una explicación. ¿Por qué un elemento “simbólico”, es decir, cuya relación con lo simbolizado es “convencional” o artificial, puede explicar lo simbolizado? ¿Qué hace que algo sea simbólico? No puede ser la mera arbitrariedad, porque en ese caso valdría cualquier engendro.



¿Qué se puede extraer de esta discusión? Creo que se puede aprender que las cuestiones ontológicas ni se reducen a postulados científicos ni se dirimen desde la ciencia. Son cuestiones (como la de si materialismo o idealismo) trascendentales (en cuanto son presupuestas por las ciencias inmanentes pero no solubles desde ellas) y trascendentes, en cuanto se refieren a un ámbito de sentido que desborda lo inmanente.

Y, concretamente de la observación de los argumentos materialistas de Bunge, yo no tengo más remedio que concluir que el naturalismo, también en esta versión moderada o sensata, es inviable como teoría ontológica y gnoseológica. Pretende estar en misa y repicando, quedarse con los conceptos in-mutables pero considerarlos, por decreto, no realmente existentes.

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