Heidegger, en su primera época por lo menos, se sintió un filósofo trascendental, “kantiano”. La distinción que nos insta a hacer entre lo óntico y lo ontológico (dejar entre paréntesis la cuestión de cómo se fundamentan unos entes sobre otros, para preguntarse por el (sentido del) ser) es equivalente, formalmente, a la distinción kantiana entre la ontología (o metafísica, dogmática) y lo trascendental:
"...Kant quiere decir: no “todo conocimiento” es óntico, y dónde lo hay se hace posible gracias a un conocimiento ontológico". (Kant y el problema de la Metafísica, FCE pg 21)
"El conocimiento trascendental no investiga al ente mismo, sino la posibilidad de la comprensión previa del ser" (op. cit pg 24).
Platón y Aristóteles dejaron, dice Heidegger, abierto el problema de la unidad o diferencia entre ser y theos, el problema “onto-teológico”, como lo denominará luego. Los seguidores lo confundieron definitivamente y le dieron el aspecto “matemático” de la metafísica tradicional. Frente a ello Kant se plantea de nuevo el problema del Ser, de una forma trascendental, es decir, no inmersa en la metafísica. Que no se trata, en Kant, de una fundamentación de tipo platónico, metafísico, trascendente, es claro porque:
"Los fenómenos son el ente mismo, no apariencia". (op. cit., pg 36)
Pero el principal motivo de la Crítica de la Razón Pura que entusiasma a Heidegger es el papel que Kant hace jugar a la Imaginación como centro del sistema, como aquella fuente única de la que entendimiento y sensibilidad serían dos afluentes.
Al menos en la primera edición, porque, para disgusto de Heidegger, Kant en la segunda edición reduce drásticamente el papel de la Imaginación, vertiendo así hacia un Idealismo en que el Entendimiento se hace productivo:
"Sin embargo, si, como sucede en la segunda edición, se elimina la imaginación trascendental como facultad fundamental autónoma y se confiere su función al entendimiento como espontaneidad pura, desaparece la posibilidad de comprender la unidad de la sensibilidad y el pensamiento puros en una razón humana finita; desaparece aun la posibilidad de plantearla como problema". (op. cit., pg 168)
Este movimiento equivocado de la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura supone ni más ni menos que Kant recae en la Metafísica, en su versión moderna de representación creativa del Sujeto. Heidegger, a medida que se vaya distanciando de la actitud trascendental, irá insistiendo en que el acceso al Ser es más de tipo poético (“poéticamente habita el hombre...”, según dice el verso de Hölderlin que da nombre a uno de los últimos escritos de Heidegger) que de tipo “lógico”. Si Kant estuvo a punto de adivinar eso lo frustró enseguida.
En verdad, pese a la simpatía por Kant (que Heidegger nunca abandonará), hay en el pensamiento kantiano elementos inaceptables desde el punto de vista de la filosofía heideggeriana. Esta diferencia se va agrandando a medida que, por un lado, Heidegger va aumentando la distancia entre su propio pensamiento y todo pensamiento anterior, en su remonte hasta Parménides y compañía, y que, por otro lado, el propio pensamiento de Heidegger se va tornando de Trascendental en Trascendente o “místico”. Posteriormente Heidegger consideró equivocado su intento de acercar Kant a su propia analítica existencial. En la tercera edición de Kant y el problema de la Metafísica , en una nota (año 1965) Heidegger remite a su La tesis de Kant sobre el ser, de 1963, y a La pregunta por la cosa, donde Kant es casi solo una figura más en la serie de errores que es la historia de la Metafísica.
En Kant hay rasgos que ni el propio Husserl, mucho menos “exigente” que Heidegger, y mucho más “clásico” (lo histórico, por ejemplo, apenas juega ningún papel en su pensamiento), aceptaba de la Filosofía Trascendental tal como estaba en Kant:
- En Kant se trata, en primer lugar, de una analítica de la Razón, concretamente de la razón finita. El hombre es un ser racional (como desde Aristóteles y los griegos, logon ekhon), y la Razón es la facultad de lo universal o de principio(s). En cambio el pensamiento de Heidegger repudia desde el comienzo la prioridad de lo racional. Incluso en su etapa más “trascendental” la filosofía de Heidegger es una analítica de la existencia, no de la razón. Incluso si el hombre es el ser con lenguaje y pensamiento esto es más por su poética que por su lógica. En esto Heidegger no hace sino seguir el “esteticismo” (en sentido amplio y “profundo”) el antirracionalismo y antimatematicismo de Hegel a Nietzsche: la ciencia es inferior a la poesía. En Kant seguía rigiendo el cartesianismo según el cual el modelo de lo a priori es lo matemático. Este cartesianismo es objeto de crítica por parte del mismo Husserl.
- En Kant, en segundo lugar, lo hermeneútico-histórico apenas tenía presencia. En Heidegger el ser-ahí es un ser en el mundo, y este viene determinado por la cotidianeidad y por la temporalidad. El preguntar por el ser se caracteriza por la historicidad.
- La analítica del ser-ahí, posibilidad de comprensión del Ser, no es la analítica del Sujeto Trascendental, obviamente. Lo único que queda en común es el afán trascendental en el sentido amplio de la palabra, es decir, la reflexión sobre las condiciones de posibilidad del ser, haciendo epojé de lo sustancial o sustantivo. Queda, pues, que se trata de un análisis “formal”, aunque, desde luego, no en sentido logístico.
En resumen, Kant, cree Heidegger, pese a que tuvo una intención trascendental, no se liberó del prejuicio de la Metafísica clásica al plantear la cuestión como forma (matemática) del Sujeto. Con ello permanecía no sólo en la forma moderna (subjetivista) de la comprensión del ser como presencia, que es lo propio de la Metafísica, sino incluso en consonancia con el matematicismo:
"...por qué no pudo menos de serle rehusado a Kant el ver a fondo en los problemas de la temporariedad. Un doble obstáculo se opuso a que viese así. En primer lugar la omisión de la pregunta que interroga por el ser en general, y en conexión con esto la falta de una ontología del “ser ahí” como tema expreso, o, dicho en términos kantianos, de una previa analítica ontológica de la subjetividad del sujeto. En lugar de esto, y a pesar de todos sus esenciales progresos, toma Kant dogmáticamente la posición de Descartes". (Ser y Tiempo, edición de J. Gaos, FCE, pg. 34)
La orientación de Kant, dice Heidegger, “sigue siendo griega”.
No obstante, Kant es el filósofo más próximo a Heidegger en su actitud trascendental, de puesta entre paréntesis de la metafísica, para plantearse la cuestión de las condiciones de posibilidad, o cuestión “ontológica”, en términos de Heidegger. La inestabilidad e inviabilidad de esta actitud, de este intento de dejar al margen la Metafísica, de saltar fuera de la mirada de Platón, les afectará a los dos de manera similar.
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