Sus análisis y argumentos están hoy tan vivos y aspiran
tanto a la verdad como en la época en que fueron escritos. Es decir: no ha
habido avances importantes en ese nivel del análisis conceptual de las nociones
físicas básicas ni de metodología básica. Al menos, ese será mi postulado “caritativo”
a la hora de afrontar una interpretación de sus palabras (actitud muy diferente
a la de las hermenéuticas historicistas, para las que apenas tiene sentido
confrontar lo que Aristóteles dice de la physis
con lo que hoy decimos de la naturaleza, puesto que ambas nociones no serían la
misma ni conmensurables). Dejaré generalmente a un lado mis disensiones
“platónicas”, y procuraré presentar como defendibles, no tanto las tesis de
Aristóteles (todas o casi todas las cuales pueden, desde luego, estar
equivocadas), como la completa relevancia de los problemas que él se plantea y
la manera profunda y perspicaz en que los discute.
Antes de acercarme a las diversas nociones físicas que trata
Aristóteles, me detendré, en esta entrada, en una cuestión preliminar o
meta-temática: ¿Qué relación hay entre el nivel de análisis de lo físico en que
se mueve el texto de Aristóteles y el nivel en que se mueven (y se movían ya en
el siglo -III) los “científicos”, es decir, los que ejercen lo que hoy llamamos
propiamente “ciencia física”? Y también: ¿sigue teniendo sentido y validez la
posición de Aristóteles al respecto, o es algo superfluo hoy, en que la Física científica habría
asumido todos los problemas que se refieren al ámbito de lo natural, dejando
sin contenido a la filosofía, al menos en ese ámbito?
La concepción que Aristóteles y el aristotelismo se hacen de
la relación entre el nivel de la Física
Filosófica y la
Física científica es, decía, la de que se trata, básicamente,
de dos niveles diferentes de generalidad de la misma actividad intelectual, la Ciencia. El objeto de
ambos niveles es el mismo, las entidades naturales. Y la metodología es
fundamentalmente la misma: búsqueda de los “principios, causas o elementos” ( ἀρχαὶ ἢ αἴτια ἢ στοιχεῖα), o sea, de las formas y leyes,
necesarias y universales, de esas entidades, usando para ello el análisis
conceptual o “eidético” y basándose en lo que la experiencia sensible y la
“inducción” nos dicen al respecto. Es obvio que por tratarse de un nivel muy
general (el más general posible) de análisis, la experiencia sensible juega un
papel menos decisivo: casi cualquier experiencia verifica nuestras nociones más
básicas. Todo el mundo tiene experiencia de lo que es el espacio, el tiempo, el
movimiento…, como para entender un análisis básico de esas nociones, y esa idea
básica es presupuesta por cualquiera que se embarca en una investigación más
extensa. La ciencia tiene que seguir hablando siempre de aquello mismo que
pretende explicar o “salvar”. Incluso para un naturalista extremo, que sostenga
que ninguna noción es realmente a priori e irrevisable, las partes centrales de
nuestras teorías son las menos afectadas por la experiencia, de manera que hay
un cierto nivel analítico prácticamente inaccesible al impacto empírico, donde
los criterios son, más bien, la simplicidad teórica, la coherencia, etc. Pero
en Aristóteles la cosa tiene otro cariz, no-naturalista, ya que él no admite
que los “conceptos”, ideas o formas (eidos,
morphé) estén sometidos al flujo del
cambio (aunque sí están mezclados o “inmanentes” en las entidades naturales que
cambian -compuestos hilemórficos-), de manera que es posible un análisis
apriorístico de ellos. Llamemos, a ese nivel fundamental de la Física en que se analiza
los conceptos fundamentales, “metafísico” (con un nombre que no es de
Aristóteles ni siquiera de sus seguidores clásicos –que reservaban el nombre
para lo que va más allá o está fuera de toda investigación física-, pero sí el
de tantos filósofos que hoy, sobre todo en el ámbito de la filosofía analítica –algunos
de ellos, pero ni muchos menos todos, declarándose neoaristotélicos-, reivindican
para la metafísica un lugar muy semejante al que Aristóteles atribuía a esas
investigaciones). Debería ser innecesario decir que ni el naturalismo ni el
no-naturalismo son, por más que se empeñen algunos, parte de la ciencia (en
sentido estrecho o moderno). Las argumentaciones acerca de si ciertos conceptos
son eternamente indeconstruibles o “a priori” son cuestiones propiamente
“meta-físicas”, y no hay, ni puede haber, un argumento físico que solucione el
problema de lo a priori.
Hay al menos tres tesis posibles acerca de la relación entre
el nivel metafísico (a priori) y el nivel empírico de la física.
- El racionalismo extremo (atribuible a Platón, a Descartes,
y quizás a Leibniz, a Schelling, a Hegel, etc.) dice que toda la naturaleza es,
en principio, deducible lógicamente de las nociones fundamentales. En
principio: es decir, un racionalista no tiene por qué rechazar el valor
heurístico, incluso la necesidad, de la observación y la experimentación
empírica. Dado que no somos mentes perfectas, no estamos en condiciones de
seguir el orden deductivo. Pero sí es esencia del racionalismo sostener que
cualquier descubrimiento al que se haya llegado mediante inducciones
experimentales, podría haber sido hallado, en principio, por el camino
deductivo. Para el racionalismo, en último extremo, todo tiene un carácter de
necesidad lógica, y no hay varios “mundos posibles” o, mejor, varias opciones
posibles para este mundo. No existe una necesidad física diferente de la
necesidad metafísica, ni esta es diferente de la necesidad lógica (entendiendo
la lógica en un sentido más sustantivo que el habitual en la “lógica” moderna).
Si nosotros encontramos ciertas cosas como contingentes (por ejemplo, el valor
concreto de las constantes de este universo) es por falta de comprensión de los
“principios, causas y elementos” de toda realidad. Aristóteles no es
racionalista, en este sentido, creo yo: hay indeterminación en la naturaleza, y
no todo puede deducirse lógicamente.
- La opción opuesta, el naturalismo y positivismo, sostiene
que nada puede deducirse de manera a priori y tal que no pueda ser falsado por
la experiencia: toda metafísica podría, en principio, ser “deconstruida” a
posteriori. Aún así, dentro del naturalismo hay sitio para concepciones más o
menos cerradas. Hoy pocos naturalistas niegan que haya un nivel muy general y
bastante a priori, de investigación, incluso en lo que se refiere a las
condiciones de posibilidad o estructura fundamental del mundo. Cuestiones como
cuál es la estructura última de la naturaleza, si los números son ficciones o
entidades, etc., no son objeto de la ciencia física, sino de la metafísica,
incluso aunque ciertos descubrimientos físicos pudiesen afectar a la metafísica.
Aristóteles tampoco es naturalista.
- Una posición “intermedia” (aunque escorada hacia el
racionalismo) es la que sostiene Aristóteles: debemos salvar el fenómeno de la physis, que conocemos por experiencia o
“inducción” (epagogé). Los logikoi (pitagóricos, eleatas,
platónicos), que pretenden hablar de la naturaleza con meros argumentos
lógicos, no pueden dar una respuesta adecuada, porque la naturaleza incluye un
elementos irreducible a mera forma, lo material o potencial, que es elemento
esencial del cambio. Pero tampoco los physiologoi
o “naturalistas” antiguos, que pretendían sacarlo todo de la materia primera
(agua, aire, lo indefinido, etc.), son capaces de explicar el aspecto formal de
lo natural.
Todas aquellas personas que hoy no aceptarían que las
nociones matemáticas y formales en general puedan considerarse a posteriori, están
en el bando de Aristóteles. Muchos de ellos son los que sostienen, recientemente, que la
metafísica estudia las cosas que son verdad en todos los “mundos posibles” (quizás
solo una pintoresca manera de decir “lo necesario”). Aristóteles no habría
aceptado los mundos posibles, pero habría compartido con estos metafísicos que
existe un ámbito de lo necesario. (¿Qué habría dicho Aristóteles de las ideas
de Krikpe, tales como la de lo “analítico a posteriori”? Quizás en otra ocasión
trate este interesante tema).
Aquí se plantea, pues, una disensión esencial, entre quienes
sostienen que no hay nada a priori y quienes sí. Pero se trata de un debate, no en el interior de la ciencia
física, sino de la Filosofía.Y es esencial ver, también, que no reciben una convincente
respuesta naturalista consecuente (es decir, que no sostenga que todo es
material y sujeto al cambio, con una mano, y con la otra reconozca que hay
nociones formales y necesarias irreducibles). Pongamos como ejemplo las propias
nociones que constituyen a la ciencia física (incluso en sentido estrecho o moderno).
¿Podría un “físico” presentarse en un congreso y sostener tesis en las que no
aparece ningún concepto físico actual (sino solo conceptos, por ejemplo,
mentalistas o animistas o totémicos), y ningún recurso a la experiencia y la
deducibilidad? Obviamente no. Eso no es física hoy ni lo será nunca, salvo que
cualquier cosa pueda ser cualquier otra. La Física está “cerrada” por unas nociones básicas y
unos métodos (lo que el propio Quien llama el “juego en que consiste la ciencia”).
Solo se puede aceptar que esas nociones constitutivas y definitorias cambien,
en la medida en que las “nuevas” nociones y recursos sean profundización en las
mismas, nunca heterogéneas o inconmensurables. Y, para eso, algo tiene que
conservarse siempre, en cada transformación, y ese algo tiene que ser siempre
lo mismo. Quien rechace esto, tiene que aceptar que, dentro de cien años, por
ejemplo, sea ciencia física lo que hoy llamamos magia, sin que haya cambiado
una coma. Y, si puede serlo dentro de cien años, ¿por qué no ahora? ¿Qué
permite calificar de verdadera ciencia a algo, si todo lo normativo es
contingente? Este problema no afecta, obviamente, solo a los conceptos que
definen a cada ámbito de conocimiento, sino también a todo concepto. El
naturalismo consecuente, fracasa como explicación. Pero lo importante, en este
momento, es darse cuenta de que fracasa como explicación metafísica,
que es el único tipo de explicación que es. Porque el propio naturalismo se
presenta como verdad indeconstruible, no como ciencia empírica. ¿Desde dónde
sería deconstruible?
* * *
Pero, aunque aceptemos que hay cuestiones meta-científicas,
que no son parte de la propia ciencia, ¿no es cierto que las nociones temáticas
de la Física
(en Aristóteles), tales como Cambio, Espacio, Tiempo… han recibido otras
respuestas, e incluso han aparecido nociones hoy consideradas muy básicas (como
Energía, Electricidad, Fuerza Gravitatoria, etc.) que Aristóteles ni se podía
imaginar, y que se han modificado o han nacido influidas por la labor
científica moderna, basada en la experimentación? ¿No han supuesto la
relatividad y la física cuántica, una completa revisión de las nociones de
Tiempo y Espacio, por ejemplo?
Creo que Aristóteles podría contestar lo siguiente: si nos
situamos en el grado máximo de generalidad, la ciencia ni ha cambiado ni puede,
seguramente, cambiar las nociones, análisis y aporías propias de cada noción,
de las que discute Aristóteles. Hoy sigue siendo tan pertinente como entonces,
pero tan exento de toda influencia inferior, el análisis básico de esas ideas. Qué
es, conceptualmente, el Cambio, el Espacio, o el Tiempo no es objeto de la
ciencia en sentido moderno, sino que se da por sabido en cualquier ámbito teórico
salvo en el de la filosofía. Los científicos se dedican, más bien, a estudiar
las relaciones secundarias y completas que esas nociones tienen, tal como
ocurren en nuestro mundo. Los estudios aristotélicos del cambio (en términos de
actual y potencial, o de sustrato, forma y privación), del tiempo (como número
del movimiento) o del espacio (con sus
discusiones acerca de la relación entre topología abstracta y física, o del
infinito, etc.) no están un ápice desactualizados, ni han sido ni pueden ser
subvertidos por ninguna teoría científica contemporánea. Es verdad que han
surgido otras nociones, bastante fundamentales (tipos de “fuerzas”, etc.) No
eran, sin embargo, conceptualmente desconocidas, aunque eran entendidas de otra
manera (no inconmensurable) y se les atribuía un lugar menos fundamental, quizás.
Pero, dado que se trata de grados de generalidad, aristotélicamente no hay ningún
problema en que ocurra algo así, sobre todo en los niveles no últimos o
fundamentales.
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