El libro primero de la Física empieza con los presupuestos metodológicos
o epistemológicos, que diríamos hoy. La ciencia (entendida en el sentido amplio
que le da Aristóteles, que incluye cualquier grado de generalidad) es un saber
de las causas, principios y elementos
de las cosas. No es retórica que Aristóteles use tres términos en vez de uno:
es esencial para el aristotelismo rechazar que todos los fundamentos o
principios se reduzcan a un género unívoco. Es aristotélicamente un error,
tanto de los racionalistas-idealistas (desde Pitágoras a Platón) como de los
“materialistas” (desde Tales a Demócrito o Antístenes) reducirlo todo a un tipo
de principio. La causa (aitía) tienen
un carácter plenamente ontológico, y lo mismo puede decirse de los elementos
(en un ámbito más restringido), mientras que los principios (arkhai) tienen más bien un carácter
lógico, o, en un sentido más general (pero no unívoco sino analógico), un
significado que engloba tanto a los fundamentos ontológicos como a los lógicos.
Espero discutir esto más detenidamente en otro momento, pero es muy importante
ver qué situación aporética genera esta tesis: ¿qué relación hay entre los
principios ontológicos y los lógicos, si no son inter-reducibles? En otras
palabras, ¿qué relación hay entre ontología (saber general acerca de la
realidad) y lógica (saber general acerca de cualquier pensamiento)? ¿Es la
lógica más general o universal que la propia ontología –y, en ese caso, cuál es
su objeto: es el pensamiento más extenso que la realidad-, o son lo mismo –como
dirá explícitamente Hegel-, o son simplemente disjuntas…? La no univocidad de
todas las explicaciones supone la irreducibilidad, de alguna manera, de la
realidad misma, al menos en cuanto conocida por nosotros.
Los principios, causas y elementos de la naturaleza no son
obvios e inmediatos en nuestro conocimiento habitual, sino que se descubren
tras el “análisis” de lo que se nos presenta como confuso o complejo:
“Puesto que el saber y la ciencia, en todos las investigaciones acerca de principios, causas y elementos, procede del conocer estos (pues nos parece que conocemos algo cuando conocemos las causas primeras, y los primeros principios y aun sus elementos), es claro que también en la ciencia de la naturaleza hay que procurar aclarar primero lo que se refiere a los principios. El camino va desde lo más conocido y más claro para nosotros, hacia lo más claro por naturaleza y más cognoscible. Porque no es lo mismo lo que lo es para nosotros que lo que es cognoscible en sentido absoluto.
Lo que para nosotros es primeramente manifiesto y claro, es más bien confuso. Pero llegan a sernos, después, conocidos sus elementos y principios, cuando los analizamos. Por eso es preciso avanzar desde lo compuesto a lo que le pertenece a cada cosa” (184 a).
Ἐπειδὴ τὸ εἰδέναι καὶ τὸ ἐπίστασθαι συμβαίνει περὶ πάσας τὰς μεθόδους, ὧν εἰσὶν ἀρχαὶ ἢ αἴτια ἢ στοιχεῖα, ἐκ τοῦ ταῦτα γνωρίζειν (τότε γὰρ οἰόμεθα γιγνώσκειν ἕκαστον, ὅταν τὰ αἴτια γνωρίσωμεν τὰ πρῶτα καὶ τὰς ἀρχὰς τὰς πρώτας καὶ μέχρι τῶν στοιχείων), δῆλον ὅτι καὶ τῆς περὶ φύσεως ἐπιστήμης πειρατέον
διορίσασθαι πρῶτον τὰ περὶ τὰς ἀρχάς. πέφυκε δὲ ἐκ τῶν γνωριμωτέρων ἡμῖν ἡ ὁδὸς καὶ σαφεστέρων ἐπὶ τὰ σαφέστερα τῇ φύσει καὶ γνωριμώτερα· οὐ γὰρ ταὐτὰ ἡμῖν τε γνώριμα καὶ ἁπλῶς. […] ἔστι δ' ἡμῖν τὸ πρῶτον δῆλα καὶ σαφῆ τὰ συγκεχυμένα μᾶλλον· ὕστερον δ' ἐκ τούτων γίγνεται γνώριμα τὰ στοιχεῖα καὶ αἱ ἀρχαὶ διαιροῦσι ταῦτα. διὸ ἐκ τῶν καθόλου ἐπὶ τὰ καθ' ἕκαστα δεῖ προϊέναι·
Si nuestro conocimiento inmediato (nuestro “estado de
naturaleza” teórico) conociese la constitución y origen completo de los
fenómenos, no necesitaríamos dedicarnos a la ciencia, pues ya la tendríamos (o
la seríamos). Por eso hay que distinguir entre el orden quoad nos y el orden propio de las cosas.
Es un tópico que aquí Aristóteles está enmendando a los
racionalistas, como, por ejemplo, Platón y los suyos. Esto, ya sea que lo
sostuviese el propio Aristóteles o no, es falso. En ningún lugar dice Platón
que tengamos un conocimiento inmediato y suficiente de la esencia de las cosas.
Al revés, insiste que partimos de imágenes (eidola)
a partir de las cuales nos remontamos hacia la comprensión de la
Idea. Este camino puede ser tan escarpado
como se cuenta en República o en El Banquete: solo unos pocos, si alguno,
llegan a una intelección de lo Bello en sí, lo Bueno en sí, etc. Sin embargo
hay aquí un problema filosófico fundamental, a mi parecer. ¿Cómo conciben
Platón y Aristóteles, cada uno a su modo, los conceptos de General, Concreto,
Principal, Complejo…? Según Aristóteles el conocimiento va desde lo
general-confuso (los niños llaman primero padre a todo varón, llamamos árbol a
todo tipo de árbol) hacia lo específico-formal o lo “distinto”. En ese camino
“analizamos” el compuesto, que era, en un primer momento, borroso (no
distinguíamos sus partes) y el resultado son las formas (principios, elementos)
que constituyen el compuesto real. En Platón, partimos de imágenes concretas
(el fenómeno de la luna, o el fenómeno de un ser humano) hacia la esencia que
subyace a los fenómenos, lo que conseguimos depurando (analizando, también aquí)
el fenómeno de todo lo que es “material” o ininteligible, y destilamos la forma,
que solo es inteligible, no perceptible ni imaginable. ¿Qué papel juega en
Platón lo universal o general? ¿Son, las esencias platónicas, “géneros”? No:
son individuos (incluso personales, como se dice en El sofista, por ejemplo). Es verdad que Platón, cuando pone
ejemplos de Ideas, pone ejemplos de “géneros”, pero esto es porque hablamos
genéricamente: “tenemos primero un fenómeno de caballo y luego la Idea Caballo ”. Igualmente
podríamos haber puesto como ejemplo un individuo: Sócrates y la esencia de
Sócrates (que en Platón no es lo mismo que la esencia de todos los humanos,
como sí lo es en Aristóteles). Ahora bien, ¿no es verdad que Platón caracteriza
a menudo la Idea
como aquello que tienen en común todas las cosas que la participan? Sí, pero
eso es así porque la esencia es una e individual, no porque sea un colectivo o
conjunto. Para entender el platonismo es imprescindible entender que las
esencias no son meros conjuntos, sino identidades coherentes, que dan lugar a
un conjunto de fenómenos que las participan. Por eso, el dialéctico distinguirá
correctamente, y no como un “mal trinchador”. Es un error básico atacar la
teoría de las ideas desde la interpretación que las identifica con conjuntos o
extensiones.
También está en Platón (en la boca del Extranjero, en El Sofista) el axioma epistemológico de que
es preciso “salvar los fenómenos”, es decir, que nuestra teoría racional tiene
que permitir explicar lo que vemos. Y este es el segundo elemento metodológico
de la Ciencia ,
según Aristóteles: partir de lo que experimentamos y explicarlo o “salvarlo”
mediante su análisis y su etiología. Sin embargo, sí hay alguna diferencia
importante entre aristotelismo y platonismo en cuanto al papel de los
fenómenos: el racionalismo puede admitir que una buena manera de salvar los
fenómenos es negarlos radicalmente, si son inconsistentes. El aristotelismo
intentará adecuar la razón para que haga consistentes a los fenómenos. Después
trataré de esto.
* * * *
¿Cuál es el objeto, el tema, el asunto, el ente, del que
trata la Física ?
“En cuanto a nosotros, daremos por supuesto que las cosas que son por naturaleza (lo Natural), todas o algunas, se mueven. Esto es claro a partir de la experiencia” (185 a).
ἡμῖν δ' ὑποκείσθω
τὰ φύσει ἢ πάντα ἢ ἔνια
κινούμενα εἶναι· δῆλον δ' ἐκ τῆς ἐπαγωγῆς.
(A veces se traduce epagogé
por inducción. Y no es incorrecto, pero en Aristóteles tiene un sentido menos
estrecho y técnico que el que ha acabado teniendo ‘inducción’).
El tema de la
Física se nos presenta como un conjunto de entidades y hechos
claramente unitario, caracterizado por un hecho tan básico y primitivo como el
del cambio. No está dando aquí Aristóteles una definición de naturaleza, sino,
a lo sumo, una definición-preliminar (es decir, una delimitación que recoja lo
que ya “sabemos”, el fenómeno del que partimos, y que hay que analizar más
profundamente).
De hecho, esa cuasi-definición de lo natural como lo móvil,
aparece en un contexto dialéctico, en que Aristóteles discute con los
“metafísicos” que podrían amenazar la existencia de la propia Física. Ocurre
así: Si hemos dicho que la
Ciencia lo es de los principios, causas y elementos
(abreviadamente, cuando los tratemos en general, “principios”), uno podría
intentar remontarse hasta los primeros principios de todas las cosas, y
entonces se plantearía, como los filósofos antiguos, si la realidad tiene uno o
varios principios, si es móvil o inmóvil, etc. Aristóteles empieza haciéndose
eco de esto, pero enseguida advierte de que tales problemas desbordan a la Física (pertenecen a la Filosofía Primera), aunque dadas las repercusiones que
tienen en la propia Física (que es una filosofía segunda) decide dedicarles los
primeros capítulos del libro primero. Es en este contexto donde Aristóteles
ofrece la caracterización o definición-preliminar que he citado, pero que es lo
más parecido a una definición que hay en todo ese libro primero: La física está
constituida, en cuanto a su objeto, por el ente móvil (“o parte de él”, añade
curiosamente).
Dejaré a un lado (ya que es una cuestión extra o
meta-física) la refutación que hace Aristóteles tanto de los inmovilistas, que
todo lo quieren reducir a forma estática (Parménides, etc.), como de los
“físicos” antiguos, o materialistas o naturalistas, que lo pretenden reducir
todo a un único principio amorfo pero dinámico. Quedémonos con que, según
Aristóteles, el objetivo principal de la Física es explicar y definir profundamente el
movimiento, hallar sus principios, causas y elementos. Cuanto vaya más allá de
lo móvil (y de hecho Aristóteles cree que existen cosas más allá) es un
problema tras-físico, incluso aunque afecte indirectamente a la Física. Por tanto, la Física tiene su autonomía (aunque
también su dependencia) definida por el estudio de “todo lo que se mueve”. Colinda,
por encima, con la Ciencia
más general (la Ontología
general), y, lateral o específicamente, con la Matemática y la Teología (ver Metafísica
L). Esas dos ciencias se ocupan de lo que no se mueve: la Matemática , de lo que
no se mueve pero no es separable realmente (sino solo por abstracción) de lo
que sí se mueve: los objetos matemáticos, en realidad, son inmanentes a lo
natural, pero pueden ser separados de la materia y estudiados
independientemente. La teología trata de lo que no se mueve pero está separado
realmente de lo que sí se mueve, o sea, de inteligencia(s) no inmanentes, si
la(s) hay.
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