martes, 22 de marzo de 2011

Veritas veritatis

Seguramente no hay ningún aficionado a la filosofía que no sepa que fue un gobernador de provincia romano, llamado Pilatos, quien preguntó por primera vez “¿Qué es la verdad?” (Y lo preguntó como respuesta a la respuesta del que dijo ser la Verdad misma). Lo que quizá mucha gente no sepa es lo que hablaron Pilatos y uno de sus guardias personales, una vez que los soldados se llevaron a la Verdad al calabozo. (He traducido como he podido la cinta, en latín sureño):

Se oye a Pilatos quedarse pensativo y, al rato decirle a su guardia:

-¡Eh! ¡Tú!
-¿Yo?
-Sí, tú. ¿Tú no eras griego?
-Si, señor.
-Entonces tienes que saber algo de esto… Acércate. Verás, ¿has oído lo que le he dicho al judío? Aunque se lo he dicho sin pensarlo, la verdad es que… me he quedado pensando: ¿qué dicen los filósofos que es la Verdad?
-Señor, esto es muy discutible y discutido…
-No te hagas el interesante, y dímelo en tres o cuatro palabras.
-Bueno… yo diría que la verdad es la propiedad que tiene una aserción cuando es adecuada según los criterios epistemológicos adecuados.
-¿¡Qué!? No me hables en griego, háblame en cristiano, quiero decir, en romano, aunque necesites más palabras.
-Quiero decir que un pensamiento es verdadero si es correcto.
-¡Muy bien! Ya puedes irte. No, no, ven. Explícamelo un poco mejor. ¿Qué quiere decir eso de que es correcto?
-Tiene que haber, creo yo, algunas normas de lo que es verdadero.
-¿Unas normas? ¿Por encima de la ley de Roma? ¿Y si me invento yo otras?
-Me temo que ni siquiera usted y el emperador están sobre la ley de la Verdad.
-Bueno, ya hablaremos de eso otro día. ¿Y cuáles son esas normas de la verdad?
-Yo creo que todo el mundo, incluidos también algunos filósofos, cree que la norma principal es que los pensamientos se atengan a como son las cosas.
-Creo que te entiendo. Vamos a ver: imaginemos que yo tengo algo en mi mano, una moneda, por ejemplo. Si digo que tengo una moneda en mi mano, digo la verdad. Pero si digo que esta moneda es para ti, estoy mintiendo. ¿No es así?
-Así es, señor. Eso es lo que todo el mundo entiende: la verdad es cuando hay una correspondencia entre lo que pienso y lo que realmente pasa.
-¿Ves? No es tan difícil. ¡Anda!, tráeme otro problema filosófico.
-Señor, si me permite que se lo diga: no es tan fácil.
-¿Por qué?
-Conozco un hombre, amigo mío, que vive en un chalecito cerca de Corinto, que preguntaría: ¿cómo sabes que estás comprobando que lo que piensas se corresponde con lo que realmente pasa?
-¿¡Qué dices!? ¿Crees que estoy ciego?
-No, no es eso. Se trata de… ¿cómo sabes que ves lo que ves?
-Con los ojos de los ojos, ¿no te digo? ¡Que te compre quien te entienda! ¡Explícate!
-¿Cómo puedo comprobar que un pensamiento se corresponde con una realidad? Las dos cosas están en mi mente, así que, realmente, estoy comparando un pensamiento con otro. No puedo salir de nuestra mente.
-De donde no puedes salir es de palacio, sin mi permiso.
-¿Cómo se, por ejemplo, que realmente hay una moneda en su mano? Solo puedo saber, como mucho, que creo verla.
-¿Y qué más quieres?
-Cierto, señor. Para quien sólo esté interesado en explicar lo que ve (o sea, lo que cree que ve), ya tenemos suficiente.
-¿A quienes te refieres?
-A todo el mundo, por ejemplo a los artesanos. Para ellos, comprobar lo que creían que iban a ver con lo que creen que ven, es el final del viaje.
-O sea, que a todo el que se dedica a algo productivo, le basta con decir que la verdad consiste en que lo que uno cree se corresponda con la realidad, y sólo no sirve esa respuesta para los que no se dedican a nada…
-Para los que no se dedican a nada, salvo a pensar, eso es, señor.
-¡Tenéis respuesta para todo, hijos de la gran Hélade! Sigue hablando.
-El problema es que puede haber muchas maneras de representarse en la cabeza lo que ocurre fuera de ella. Unos creen que hay espíritus en las piedras, y que hablan con ellos; otros creen que ni siquiera en las personas hay espíritu (aunque siguen hablando con ellas); ni siquiera los físicos dicen siempre lo mismo que nosotros ni que ellos mismos. Así que ¿cuál de esos pensamientos es verdadero?
-¿¡Me tomas por idiota!? ¿Quieres decir que si creo que el judío pacifista está aquí todavía puedo estar tan en lo cierto como si lo niego? ¿No me has dicho antes que ni yo estoy por encima de la ley de la verdad?
-Muy bien visto, señor. ¿Por qué no se dedica usted a la filosofía?
-Una persona respetable sólo puede hacer esto a ratos y sin que nadie se entere. Por cierto, como se te ocurra contar a alguien esta conversación…
-No se preocupe, señor. Aunque, nunca puede uno estar seguro de que no te esté escuchando alguien que tenga un blog.
-Bueno, sigue.

-Sigo. Como usted decía, parece que no todo lo que pensemos va a ser verdadero. Pero sí que puede haber diferentes maneras coherentes. ¿Cómo podemos saber cuál es la mejor, o sea, que pensamiento es verdadero? Muy fácil, dicen algunos filósofos de estos tiempos (algunos de ellos viven en la capital del imperio): el pensamiento que nos resulte más útil, ese es el más verdadero.
-¿Esa teoría es de algún judío? Porque las gentes de aquí, según se dice, aprecian mucho el dinero.
-No, señor, es una teoría universal, como el aprecio al dinero.
-Total, que la verdad es lo útil. Está muy bien. Y… ¿útil para qué?
-Útil para lo que uno se proponga. Por ejemplo, para sobrevivir. Cada animal cree verdaderos los pensamientos que le permiten cazar, aparearse y esconderse a dormir.
-Entonces, si a los seguidores del judío ese, les resulta beneficioso para su vida creer que él es el hijo de Dios, ¿es que es verdadero para ellos?
-Claro, para ellos.
-Aunque, por otra parte, como me los voy a cargar, les voy a demostrar que estaban equivocados… Eso sí, no se van a enterar, y no podrán salir de su error, sólo podrán salir del mundo. Quizá sea buena esa idea: que la verdad es lo útil.
-Ahora bien, dice ese conocido mío de Corinto, ¿cómo sabes que estás comprobando que tus creencias te resultan útiles?
-¿¡Cómo!? ¿Por qué eres tan hábil en liar las cosas?
-Si yo creo que hay una moneda en su mano, para saber si es verdad tendré que sacarle la utilidad, o imaginármela.
-Si esa utilidad es robármela, ni te la imagines, o te vas a tener que imaginar de compañero de calabozo del judío.
-Comprobaré la utilidad de mi creencia si, por ejemplo, le pido que abra la mano y resulta que había una moneda.
-Sí, y confórmate con eso.
-Pero, dice mi amigo cuando llegamos a este punto de la conversación, ¿qué hemos ganado con eso?
-¡Ya! Has dicho antes que no puedo estar seguro de lo que veo…
-Muy pero que muy bien recordado. Si no puedo estar seguro de lo que veo, no puedo comprobar que lo que creo es útil. Así que el criterio de utilidad, o bien es inútil, o bien se reduce al de comprobar la correspondencia de mis pensamientos con lo que pasa.
-Entonces volvemos a donde estábamos.
-Eso es.

-¿Y si la verdad, dicen algunos, consiste sólo en que unas creencias no se peleen mucho con otras? Ya hemos dicho que ciertos juegos no admiten dos movimientos a la vez. A esto se le llama Coherencia.
-¿Coherencia? Yo no voy a compartir mi herencia con nadie.
-Siento llevarle la contraria, pero tanto usted como el gobernador de Egipto han coheredado del emperador sus gobiernos. Y ninguno de los dos puede gobernar en la provincia del otro.
-Eso es verdad (¡y mí me ha tocado esta provincia desértica!).
-Pues, con la verdad pasa lo mismo: puesto que parece que no se la puede encontrar comparando pensamientos con realidades, sino pensamientos con pensamientos, quizá consista sólo en la coherencia entre pensamientos.
-Ya me huelo que ese amigo tuyo de Corinto tendrá algún pero que ponerle a esto.
-Es que, como él dice que decían hace ya quinientos años unos filósofos griegos del sur de Italia, lo único que es coherente es uno consigo mismo.
-Ni siquiera uno consigo mismo.
-Eso es, ni siquiera. Y, aunque uno se ponga menos melindroso y crea que puede haber sacos de cosas coherentes entre sí, tendrá que aceptar que puede haber diferentes sacos, o sea, diferentes juegos con diferentes reglas, de manera que, aunque dentro de cada juego sea necesario respetar las normas, eso no quiere decir que haya la Verdad, una y con mayúsculas, como dice el judío. Existiría la verdad en este juego, la verdad en aquél, etc.
-¡Eso es anarquismo!
-Y ¿qué hay fuera, más que la tiranía…? -dicen ellos-
-¡Te estás tomando muchas libertades con eso de ser griego!
-La verdad, entonces, no sería más que la asertabilidad garantizada, de acuerdo con criterios internos a un sistema epistémico dado.
-¡Te he dicho que hables como los dioses mandan!
-Quiero decir que… “cada loco con su tema”.
-Pero, vamos a ver: ¿entonces, también la palabra ‘verdad’ significa diferentes cosas en diferentes pensamientos o maneras de pensar?
-No…, creo que debe de significar… lo mismo.
-¿Lo mismo? ¿En qué sentido?
-¿Quién lo sabe?

-¿Entonces, qué solución hay? ¡Más te vale que me des una respuesta clara!
-Hay personas, y también filósofos, que conocen una buena estrategia para deshacerse de un asunto embarazoso.
-¿De qué estrategia hablas?
-De negarlo.
-¿Y cómo se hace eso?
-Se trata de restarle importancia a lo que no entendemos bien. ¿La muerte? ¡Bah! Eso no es problema: si no piensas en ella, no existe. ¿La verdad?, ¡no es problema!, ¿quién la necesita? Al fin y al cabo, decir que “es verdad que en su mano hay una moneda” no es más que decir que “en su mano hay una moneda”. ¿Lo ve? Sobra “la verdad”.
-Es un ahorro. Pero, entonces, ¿para qué la hemos inventado, la verdad? ¿Fue algún griego, de Corinto o de Atenas?
-Me temo que no, que hasta los judíos la usaban antes de que nos ocupásemos de ellos (o sobre ellos).
-Deja de hacerte el gracioso. ¿Para qué la hemos inventado, te pregunto?
-Para abreviar, quizá.
-Pero ¡si lo que hace es alargar y necesitar más saliva!
-Estoy completamente de acuerdo, señor. Yo no creo que la palabra verdad sea un adorno, y sigo diciendo que la verdad es la característica que tiene un pensamiento cuando es correcto, o sea, cuando está de acuerdo con la realidad, con lo que existe. Quizá nos sobraría la palabra verdad si todo lo que pensásemos fuese verdad. Lamentablemente, no todo lo que pensamos o decimos es correcto. Y a veces cuesta mucho llegar a ver, o a creer, que un pensamiento es verdadero. Así que no es lo mismo decir “hay una moneda en su mano” que “es verdad que hay una moneda en su mano”.
-Lo veo. No tienes nada de tonto, la verdad.
-Eso es lo que pasa con otra palabra de la que se ocupan mucho los filósofos, incluso fuera de Grecia: existir. Aunque algunos de ellos dicen otra cosa, yo creo que no es lo mismo decir “Godofredo” que “Godofredo existe”.
-¿Quién es ese Godofredo?
-Es sólo un nombre, de algún personaje del futuro, que usan los filósofos para decir “cualquiera”.
-¡Ah!, bien. Sigue.
-Cuando digo Godofredo no me comprometo con que exista. Por eso tiene sentido decir “¿existe Godofredo?”, o “Godofredo no existe”. Pero no tiene sentido decir “No existe existe Godofredo”.
-A través de las gárgaras, creo que te he entendido. ¿Y?
-Pues que eso mismo pasa con la verdad, pero referida a pensamientos y no a cosas (como se refiere ‘existe’). Así que lo único de lo que estoy seguro (creo) es de que la verdad es la propiedad que tienen los pensamientos cuando son correctos. Y son correctos cuando se atienen a las leyes de la verdad. Aunque también hay filósofos que dicen que la Verdad es una característica de las cosas mismas, y no sólo de los pensamientos. Hay un filósofo de los bosques boreales, un bárbaro godo, que dice que, según mis antepasados griegos, la verdad es desocultamento del ser, pero que esa verdad, precisamente, se oculta cuando en lugar de pensar en el ser pensamos en los entes, o sea, en las cosas.
-¿Y tú sabes desocultar ese pensamiento de ese bárbaro?
-No estoy seguro. Podemos dejarlo para otro día.
-Mejor, sí: para las calendas griegas.
-Pero, ya que no has tenido a bien darme una respuesta a lo que amablemente te he pedido, ¿serías capaz al menos de explicarme por qué los filósofos no están de acuerdo en esto ni en nada?
-No lo sé, señor. Ni siquiera se si no están de acuerdo en nada.
-Pues yo te lo voy a decir: porque se les acabaría la manera de matar el tiempo, y de aburrir a los demás.
-Quizá, señor.
-¡No se yo si voy a crucificar a la persona correcta! Voy a proponerle a este pueblo de necios si no prefieren que me cargue a Barrabás el filósofo.

9 comentarios:

  1. Humm... si la verdad es la propiedad que tienen los pensamientos cuando son correctos entonces la virtud dormitiva es la propiedad que hace efectivos a los somníferos y si con esta última proposición no creo que hayamos avanzado algo en farmacología, con la primera no lo hemos hecho en filosofía.

    Mi teoría es que la Verdad no existe porque el concepto de verdad no debe tomarse como un sustantivo con su esencia a definir, sino como un adjetivo que denota una cualidad en determinada proposición o hipótesis.

    Esta cualidad diferencial es el grado de predictibilidad que dicha hipótesis posee, entendida ésta como la capacidad de ser útil para el avance del conocimiento o bien útil como base de pronósticos técnicos. Es decir, que una hipótesis científica de cualidades verdaderas es la hipótesis más predictiva y heurística de la ciencia. Su valor reside en que las personas lo aceptan a cambio de poder intercoordinarse mutuamente por el puro y simple hecho de que esperan poder coacoplarse, gracias a ella, al entorno circundante, ya que como tal, es una proposición que no posee valor por sí misma —con lo cual carece de validez la irreal suposición de los realistas de que las verdades son fruto de simplemente el atesoramiento de proposiciones lingüísticas con hechos extralingüísticos isomorfos.

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  2. Hola, Héctor,
    menos mal que no has dicho que la verdad es que la verdad no existe. Aunque, me imagino que de alguna manera crees que lo que propones ("tu teoría") es correcta. Pues di que yo llamo verdad a esa "cualidad" que consiste en que tu teoría sea correcta.

    Que la verdad es, de alguna manera, un sustantivo, lo prueba el mero hecho de que tú mismo te refieres a ella en sustantivo. ¿Por qué tú podrías sustantivarla y yo no? Por otra parte, no se deduce de nada de lo que digo, que la Verdad sea un "sustantivo" en algún sentido especialmente interesante de esta palabra. Digo que es la propiedad (o "virtud", si eso te ofrece un flanco más adecuado para morder) que tienen las proposiciones correctas. Lo que, al respecto, no he entendido bien, es qué diferencia importante hay entre que yo diga que la verdad es una PROPIEDAD de ciertos pensamientos y que tú digas que es una CUALIDAD (DIFERENCIAL). ¿Cualidad está más lejos de la virtus dormitiva? No estoy muy seguro.

    Esa "cualidad" (no oculta, supongo, sino manifiesta) es, dices "el grado de predictibilidad que una hipótesis posee". Curiosamente, tu propia proposición al respecto carece de todo grado de predictibilidad, porque no es una hipótesis científico-natural sino una tesis completamente apriorística (como tesis filosófica que es), así que, cuando menos, es no-verdadera según ella misma. ¿Qué grado de predictibilidad tiene que la verdad es el grado de predictibilidad?

    Si todas las proposiciones que no tienen poder de predictibilidad fuesen no-verdaderas, me temo que mucha gente que cree que se dedica a encontrar verdades tendría que empezar a creer que está completamente equivocado: por ejemplo, los lógicos, los matemáticos, yo... y tú mismo.

    Tú defines la verdad a partir de la predictibilidad, y yo la defino a partir de la corrección epistémica. Realmente no intento definirla a partir de otra cosa, sino clarificar el concepto en la medida de lo posible. Creo que no adviertes lo básico que es el concepto de verdad, y, por tanto, lo difícil (o, más bien, imposible) que es definirlo a partir de otros conceptos más fundamentales. De hecho, Predictibilidad no se puede definir más que a partir de Verdad, o, cuando menos, de Corrección. Supongo que a lo que quieres apuntar es al trasfondo pragmático de las hipótesis, como criterio epistémico último. Eso lo he tratado en el diálogo.

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  3. El párrafo citado era una variación de uno sobre el dinero en donde se defiende que éste no es un bien diferente al resto sino una propiedad diferencial o, si se quiere, un adjetivo que se aplica a ciertos bienes a razón de tener determinados atributos (escasez, liquidez, ...) Es decir, el concepto dinero NO es un sustantivo o no debiera serlo, sino un adjetivo aplicado a algún bien.

    Otro tanto diré de la verdad. Diré que es equivocado pensar que existe como tal y no que lo que existe es lo verdadero que se aplicará o no a una proposición.

    Dicho esto me dices que al definir lo verdadero como adjetivo estoy cayendo en una tésis apriorística pero eso es absurdo puesto que sabemos, desde Witti 2, que los conceptos no se definen a priori sino que rellenan con su uso y, como los economistas que dan cuentan de que el dinero como tal no existe sino bienes más dinerarios que otros, yo simplemente doy cuenta, registro, anoto que usamos proposiciones más verdaderas que otras sin hacer uso de una Verdad.

    Por otro lado, niegas que los matemáticos, lógicos y yo mismo usemos tésis predictibles pero me parece que aquí simplemente soy kripkeano y pienso que una proposición que en última instancia no se funda, no puede ser considerada verdadera y así evitamos paradojas autorreferenciales, o sea, que no es que aceptemos el modus ponens como verdadero sino que aceptamos usarlo como regla de juego. Otro caso será que su aceptación sea neurobiológicamente impuesta o gramaticalmente o lo que sea y entonces constatemos su uso.

    Por último, si por ejemplo aceptamos que la relatividad es verdadera es solo si y solo si su uso, insisto en lo de uso, genera conductas más adaptativas que, por ejemplo, la mecánica newtoniana (v.gr: con Newton no podríamos ir a Marte, con Einstein sí). Pero si no aceptamos, por ejemplo, la teoría de supercuerdas como más verdadero es porque NO genera más o mejores conductas adaptativas. No tenemos modo de dilucidar si es verdad o no las supercuerdas sino que tenemos que ceñirnos a su valor de uso.

    Trata de pensar en la verdad como si fuera dinero y piensa que hay bienes (o proposiciones) más dinerario que otros (v.gr: el oro sirve como bien atesorable en vez de la madera) a razón de que se usan más porque generan más transacciones (conductas adaptativas) que otros bienes (proposiciones) y así, si yo dijera que "la gravedad no existe" es una proposición verdadera seguramente sufriría las mismas penosas consecuencias que si atesorase madera a modo de ahorro, es decir, perdería fitness biológico

    No he visto, en este sentido, que tu diálogo hiciese referencia a esta visión biologicista de la verdad

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  4. Héctor,
    en cuanto a sustantivos y verbos, no voy a discutirlo, porque creo que no tiene directamente que ver con la diferencia entre nuestras tesis de lo que es la verdad. Acepto, en aras del diálogo presente, que la verdad es equivocado pensar que existe como tal y no que lo que existe es lo verdadero que se aplicará o no a una proposición..

    Pasando a lo más importante;

    Tu frase que sabemos, desde Witti 2, que los conceptos no se definen a priori sino que rellenan con su uso no es correcta. En todo caso podrías decir algo como: que ALGUNOS CREEMOS, desde Witti 2, que los conceptos no se definen a priori sino que rellenan con su uso . Por supuesto, yo no estoy en ese grupo. Y creo que no soy el único. A diferencia de los descubrimientos científicos, las tesis filosóficas, como las de Witt. son dialécticas, y no son LA VERDAD.
    Para mí, el uso es secundario al significado, en términos ontológicos, aunque para cierto tipo de proposiciones el mejor y quizá único modo de descubrir el sifnificado sea a través del uso (es decir, con un criterio empírico-pragmático).

    No creo que sea una tesis económica que "el dinero no existe" (más bien diría que es la contraria). Esa es más bien una tesis metafísica (de tipo naturalista). El Dinero, a mi juicio, "existe" tanto como pueda existir la Energía o la Psique, por ejemplo. Si tú quieres defender una teoría filosófica que prescinda de abstractos, necesitas mucho más que querer remitirte a algún científico en sus momentos de filosofo-aficionado. Pero todo esto quedaría pendiente de que definiésemos EXISTE. No quiero hablar por ti, pero me imagino tu definición (funcional-biologista). Para mí eso es una ontología completamente desencaminada, como he criticado en otras ocasiones (y podemos volver a discutir).

    pienso que una proposición que en última instancia no se funda, no puede ser considerada verdadera

    Luego tus tesis metacientíficas y filosóficas no son ni verdaderas ni falsas. ¿Qué son?
    Como, además, si quieres "fundar" ciertas proposiciones, necesitas otras que, en último extremo no se fundan, entonces las tesis verdaderas no heredan la verdad de aquellas en las que se "fundan". ¿Para qué necesitan fundarse, entonces? Yo creo que tu argumento (perdona el chiste) más que fundar tus tesis, las funde.

    Dices que creemos en cierta hipótesis porque genera conductas adaptativas. Repetiré lo que pienso acerca de esta teoría filosófica:
    -No todas las teorías tienen valor adaptativo, así que ese criterio no mide ni mucho menos todo el campo de conocimiento posible.
    -La propia tesis Biologicista o bien es una hipótesis más, y en ese caso debería ser contrastable desde otro criterio que no fuera el suyo propio, o bien es una tesis apriorístca, y por tanto entra en contradicción con lo que ella misma afirma (pues habría al menos una tesis que no es biológicamente contrastable). Lo que te pregunto, en definitiva, es si tú crees que la teoría de que nuestro conocimiento es fruto de un estado evolutivo natural, etc, es una teoría que podría resultar ser falsa, o la consideras inamovible y, por decirlo así, la perspectiva desde ninguna parte o divina. Si la consideras una hipótesis cinetífica, solo puedes darle la validez que tiene una tesis científica de un determinado ámbito. Puede describir los fenómenos de su dominio, pero pretender que explique otros (como por ejemplo las Matemáticas, o la Metafísica) es precisamente Hipostasiar la hipótesis científica. O sea, el Biologismo no es biología.
    -Aun concediendo (que no se concede) que todas las proposiciones fuesen sometibles al criterio adaptativo, eso no implica que no existan hechos verdaderos más allá de nuestras creencias adaptativas, sino precisamente todo lo contrario: sólo porque haya hechos verdaderos, pueden ciertas creencias ser más adaptativas que otras. Porque, si la realidad, más allá, no tiene ni cara ni culo, ¿qué es lo que hace a unas creencias más adaptativas que otras?

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  5. Creo que no me hago entender. Supongo que porque soy una mezcla algo heterogénea de influencias.

    Dices por ejemplo no saber qué quiero decir con entender la Verdad bien como adjetivo, bien como sustantivo pero luego tú mismo te das cuenta de que no se puede manipular teorías filosóficas sin abstractos y eso es lo que justo discuto como buen nominalista.

    Respecto al significado es el uso, te concedo tu disidencia pero es algo admitido hoy por lingüistas o semióticos, en suma, científicos del lenguaje por lo que di por hecho que no serías tan heteredoxo, incluso herético. No obstante, me conformo con que entiendas mi postura sobre semántica y así no me achaques falsas ideas algo que no haces al afirmar que mis tesis metacientíficas y filosóficas no son ni verdaderas ni falsas puesto que yo SÍ estoy fundando mis tesis, es decir, las significo en función del uso que le da la gente cuando realiza juicios veritativos. Quiero decir, no parto de un apriori sino que me fijo por ejemplo que cuando un físico del s.XIX dice que "el espacio y el tiempo son absolutos" es una proposición verdadera lo que hace al usar el concepto de verdadero es afirmar que la proposición que dice que es verdadera es la que más conductas adaptativas ofrece. Por volver al símil, se reafirma en la aterosabilidad de la proposición, v.gr, llendo a la Luna (que se puede aún desde los presupuestos falsos de la mecánica newtoniana). En este punto no he visto ninguna crítica salvo a priori y en bloque de mi supuesta, pero a la postre malentendida, visión construcitivista (más que biologicista a secas)

    Eso te pasa especialmente en tus críticas a bloque del biologicismo que considero un hombre de paja pues, y brevemente, la tésis biologicista, ni es una hipótesis más, ni una tesis apriorística pues simplemente es una descripción de nuestras conductas cognitivas. Por otro lado, me fijo en que sueles confundir (¡y eso que eres filósofo!) lo que significa apriorismo al menos para un empirista ya que piensas que el apriorismo nos parece una suerte de cruz para vampiros. ¡Falso! Lo que nos da grima a los que tenemos vocación empírica son los juicios SINTÉTICOS a priori. La palabra a temer, es "sintético", no "a priori". Yo puedo descreer del solipsismo y ser esto un apriorismo pero mientras que la realidad no tumbe mi idea, esto NO es un problema. El problema aparece cuando niego de raíz la refutabilidad de la hipótesis.

    Por cierto, yo estoy con Quine en que la distinción sintético/analítica es insostenible.

    Por último, dices:si quieres "fundar" ciertas proposiciones, necesitas otras que, en último extremo no se fundan, entonces las tesis verdaderas no heredan la verdad de aquellas en las que se "fundan".

    Pero eso ya lo explicó Lakatos cuando habló del núcleo metafísico de toda teoría y no por ello se acabó el empirismo. La refutabilidad es siempre holista. De lo único que debemos tener cuidado entonces es confundir a las nociones abstractas e inverificables de ese núcleo metafísico (v.gr: en la teoría newtoniana el concepto de Energía o de Fuerza) como representaciones realistas y no más bien como ficciones operativas.

    Ahora si todo concepto más que representar algo del mundo resulta ser una ficción operativa para poder manejarnos en él, ¿qué sentido tiene hablar de verdades y no más bien de proposiciones más verdaderas que otras?

    A mi, mientras no me explique alguien por qué durante siglos se han considerado verdaderas ciertas teorías científicas correctas, no volverá a creer cualquier vertiente representacionista o realista de la filosofía. Ese es el gran hueso que teneis que morder los realistas.

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  6. Héctor,

    Dices por ejemplo no saber qué quiero decir con entender la Verdad bien como adjetivo, bien como sustantivo pero luego tú mismo te das cuenta de que no se puede manipular teorías filosóficas sin abstractos y eso es lo que justo discuto como buen nominalista.

    Pero, vamos a ver, alma de Dios: ¿es que tú no defiendes una teoría filosófica? ¿Entonces, puedes escapar de la sustantivación? (Ya te digo que yo no tengo interés en escapar de ella, sino todo lo contrario, pero no veo cómo puede esto afectar a nuestra discusión, si además dices que no se puede filosofar sin ello.

    Respecto al significado es el uso, te concedo tu disidencia pero es algo admitido hoy por lingüistas o semióticos, en suma, científicos del lenguaje por lo que di por hecho que no serías tan heteredoxo, incluso herético.

    Tienes razón, soy un herético. Pero en la propia filosofía (no en la ciencia, que no tiene nada que decir acerca de un problema filosófico como qué es la verdad y cuales son los criterios de verdad -al contrario, es algo que da por supuesto como solucionado-). Es cierto que toda la filosofía actual, y podríamos decir toda la filosofía moderna, es la tesis de la prioridad de la razón praćtica sobre la teórica, de la voluntad sobre el intelecto, de la acción sobre la comprensión... "Al principio fue la acción", era el lema goehtiano de Wittgesntein, pero es el de Nietzsche, Marx, Kant, Lutero y Occam. Pero no es el mío. Mi tesis es que, sin tener Idea no tenemos ninguna acción ni uso.

    En todo caso, respecto a lo de los lingüistas, debes saber que la teoría sobre la verdad y el significado no es competencia de la lingüística (ni Wittgenstein, ni Quine, etc, son lingüistas), sino de la filosofía. Cuando los lingüistas dicen que la pragmática es la parte primaria del lenguaje sólo están hablando de la prioridad histórica del lenguaje, no de la prioridad lógica y ontológica.

    lo que significa apriorismo al menos para un empirista ya que piensas que el apriorismo nos parece una suerte de cruz para vampiros. ¡Falso! Lo que nos da grima a los que tenemos vocación empírica son los juicios SINTÉTICOS a priori. La palabra a temer, es "sintético", no "a priori".

    Creo que te equivocas. El a priori es un problema para el empirismo y afines, porque lo apriori es independiente de toda experiencia y naturaleza. Lo que pasa es que la mayoría de los empiristas hacen la jugada tramposa de calificar a lo a priori de "vacío" (como ya he discutido en otra entrada). Yo estoy de acuerdo contigo y con Quine en que no hay distinción catastrófica entre analítico y sintético. Si es así, todo juicio es, de alguna manera, sintético (es decir, informativo). Ahora bien, ¿es todo juicio aposteriori? Obviamente, no (esa propia proposición sería un desmentido -como he argumentado en la entrada sobre Quine-). Por tanto, sólo queda que sea sintético a priori. Así que, en lugar de darte grima, piensa en cómo tienes que encajarlos.

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  7. Héctor, acabo:

    A mi, mientras no me explique alguien por qué durante siglos se han considerado verdaderas ciertas teorías científicas correctas, no volverá a creer cualquier vertiente representacionista o realista de la filosofía. Ese es el gran hueso que teneis que morder los realistas.

    Como te he dicho en el barco de Jesús, la historia no demuestra tal cosa. Que la teoría relativista sea mejor que la newtoniana, no significa que esta fuese una ficción completamente alejada de la "realidad". Lo de la inconmensurabilidad de las teorías es un mito inconsistente (te remito a mi resumen del libro de Boghossian, en este mismo blog). Si dos teorías fuesen inconmensurables, no estarían hablando de lo mismo, o sea, no serían teorías de lo mismo. Pero, si están hablando de lo mismo y son, por tanto, conmensurables, tiene que haber entre ellas una relación de proyección, y un acuerdo en los criterios desde los que medir que una es MEJOR que otra.
    Un realista no es el ingenuo que cree que conocemos ya completamente algún rasgo de la realidad, sino el que cree que, los rasgos que hacen a una teoría mejor que otra, son índices de la estructura de lo real. Las teorías se aproximan a ello, si es que van hacia algún lado. Otro asunto es que, para muchos casos, el criterio eurístico sea la predictivilidad y su pragmatismo.

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  8. Termino (puesto que no hace falta extender ad infinitum las discusiones habiendo como hay tiempo) haciendo una última acotación:

    En puridad hay una bagaje cognitivo propio incorporado a nuestros juicios que no es desechable pero en última instancia las teorías -no una proposición aislada- o salen a la calle o no podemos saber de su validez (aunque sepamos, insisto, que si nuestro sistema cognitivo evoluciono fue porque se adaptaba al entorno)

    Respecto a la inconmesurabilidad de las teorías, sólo dire que si aceptamos -en terminología de Lakatos- que existe un núcleo metafísico y otro empírico, tenemos que la dimensión empírica se parecera a la nueva teoría pero no en su núcleo metafísico del mismo modo que dos especies pueden coincidir en su fenotipo en tanto que ambas se acoplan , con mejor o peor tino, al ecosistema pero, desde luego difieren y mucho, en tanto que son dos especies distintas, en su genotipo.

    Por cierto, respecto a la abstracción o sustantivazión creo que lo explicó muy bien (con otras intenciones) Umberto Eco quien decía que es teóricamente imposible concebir un diccionario de primitivos universales estructurados de modo tal que constituyan un conjunto finito y, más concretamente, dirá que:

    De esto se deduce que las propiedades o marcas conceptuales son meros artificiosn estenográficos que los diccionarios utilizan para no tener que proporcionar otras informaciones 'sobreentendidas' y no complicar las definiciones. Si la comunidad de los hablantes acepta que un líquido es una sustancia evaporable, contenible, capaz de mojar, entonces definir el agua como líquido entraña un notavle ahorro de energía. Esta y no otra es la función de los hiperónimos en un sistema léxico. Las marcas 'semánticas' de Putnam no poseen ningún régimen lógico o metafísico especial: sólo tienen un régimen lexicográfico. Son artificios hiperonímicos. Así como los géneros y las especies de un árbol de Porfirio sólo son nombres para paquetar diferencias, estas marcas conceptuales son meras abreviaturas léxicas para paquetes de propiedades fácticas cuyos detalles no se considera oportuno mencionar.

    Es por esto que se puede recurrir a las marcas de diccionarios: hay infinitos contextos en los que cabe poner en tela de juicio diversas propiedades de /agua/, /hombre/, o /gato/, salvo las propiedades de ser, respectivamente, un líquido, un ser humano y un animal. La organización local de un diccionario establece cuáles de las propiedades, asignadas anteriormente a una unidad de contenido, no deben ser puestas en tela de juicio en el ámbito de determinado discurso, porque cada discurso (cada contexto) presupone que algunas nociones 'se aceptan sin discusión' [N. de Héctor: "el frustante deíctico"]. Esto último no significa que dichas nosciones se consideren en mayor o menor grado semánticamente necesarias, sino sólo que, para la buena marcha de la interacción comunicativa, es pragmáticamente neceisario que se acepten algunas cosas como presupuestas.
    (...)
    En este sentido, pues, organizamos un diccionaria cada vez que nos interesa circunscribir el área de consenso en que mueve un discurso.

    Si la enciclopedia es un conjunto no ordenado (y potencialmente contradictorio) de marcas, la estructura de diccionario que le vamos imponiendo trata de reducirla, en forma transitoria, a unos conjuntos lo más jerarquizados posible


    Esto es un sano nominalismo, vamos.

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  9. La unica verdad cierta es,que vivimos una mentira, pues nosotros no poseemos la verdad la verdad nos posee a nosotros y los conceptos perfectos incluidas las matematicas son errores de un universo imperfecto.

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