Filosofía es amor al saber. Pero ¿saber qué?, ¿saber cómo? Saberlo todo de una manera total o absoluta. Filosofía es el deseo de un conocimiento y comprensión plena.
Cuando el Pensamiento intenta un conocimiento pleno y absoluto, en el que todo sea “claro y distinto”, en que nada se de por supuesto y nada sea “inconsciente”, se encuentra con dos aspectos fundamentales de toda realidad, al menos de toda realidad pensable. El Todo es una “síntesis” de Uno y Múltiple. El Todo, en el sentido más absoluto, es la “mezcla” completa de esos elementos.
Si, de alguna manera, esos elementos quedasen separados, la realidad no tendría unidad, y hablar de Todo sería imposible. Pero hasta quienes dicen que, en verdad, no se puede hablar de Todo, entienden perfectamente los dos aspectos de la realidad. Y cualquier cosa es un Todo de esos elementos. Si no se puede hablar de todo, no se puede hablar de nada.
Esos elementos, Unidad y Multiplicidad, Identidad y Diferencia (y sus epifanías, Forma y Materia, Ley y Hecho, Acto y Potencia…) son contrarios, son ideas que, de manera inmediata (al menos, para nuestro pensamiento relativo o finito) se constituyen o “definen” excluyendo al otro: lo absolutamente uno e indivisible no puede tolerar pluralidad alguna; lo absolutamente diferente no acepta la identidad. Pero, al mismo tiempo, se definen uno gracias al otro: la unidad pura no es comprensible si no es mediante un pensamiento articulado, compuesto, complejo… múltiple; la multiplicidad no es entendible si carece de unidad e identidad.
Este juego de contradicciones es la dialéctica.
De esta dialéctica apenas tiene consciencia el pensamiento “natural”, y el pensamiento científico se constituye dándola por resuelta, partiendo de una idea de Totalidad como Sistema, en la que los elementos de identidad y alteridad quedan irreducidos, aunque el discurso pretende ser unívoco y completo sobre la realidad. Así, la ciencia, o pensamiento dianoético, “avanza”, pero no accede a la “esencia” de las cosas, a la estructura última del ser. La Filosofía, en cambio, busca justo lo contrario, aclarar los supuestos últimos o primeros, las ideas fundamentales de todo ser, incluido el pensamiento (y, dentro de él, ese modo que es el pensamiento científico). Así, queda “encerrada” en el laberinto dialéctico, afirmando cada una de las vías dialécticas, y negando las otras, alternativamente.
Pero la dialéctica no es, como “parece”, el punto final de la Filosofía, ni el Pensamiento es sólo un juego simétrico de lo Uno y lo Otro, porque esos elementos de toda realidad no son iguales en realidad, en prioridad, en cognoscibilidad. No puede haber pensamiento basado en la pura simetría.
Entre Unidad y Pluralidad, entre Identidad y Diferencia, hay una desigualdad fundamental, e irreducible a univocidad o equivocidad. A la comprensión de esa “asimetría” fundamental e irreducible entre lo Uno y lo Otro, la llamamos Analogía. Todo pensamiento filosófico es, además de dialéctico, analógico, lo sea con mayor o menor consciencia.
Las filosofías trascendentistas, consideran a lo Uno, la Forma, el Acto, como la realidad fundamental e irreducible, y a lo Múltiple, Materia, Potencia… como análogo a aquello. Las filosofías inmanentistas toman por fundamental lo Otro, lo Múltiple, Diferente, Potencial… y creen a lo Uno una sombra, análoga, de esa naturaleza básica. Pero si la realidad no puede ser simétrica, debe haber una Analogía más fundamental que las otras.
Aunque todas las vías dialécticas, tanto las que parten de afirmar como básico lo Uno e idéntico como las que parte de lo Múltiple y la Diferencia, parecen igualmente necesarias (y a la vez, sin embargo, contradictorias y aporéticas), en realidad el Pensamiento encuentra una diferencia entre ellas, entre la afirmación de lo Uno e Idéntico y la de lo Múltiple y Diferente:
Lo Uno y auto-idéntico no es contradictorio o aporético en sí mismo, sino en su manifestación, incluida esa que es la Representación, por más pura que sea, del Pensamiento (al menos del pensamiento finito o “Humano”). Lo Otro, en cambio, es intrínsecamente contradictorio, y el Pensamiento no puede ni representarlo ni postularlo como su referente puro, más allá de la representación. Lo Otro no sale de la aporía de la Representación, que es la identidad de los contrarios. No está más allá, sino más acá.
De entre las diversas vías dialécticas es, por tanto, el monismo o trascendentalismo o racionalismo (en el sentido más amplio de estas palabras) el “más” verdadero, el punto de vista absolutamente verdadero, y los otros son relativamente verdaderos (“menos” verdaderos) en la medida en que se alejan de aquel.
Por supuesto, este resultado es el resultado de la Razón, así que es “circular”, en el sentido de que es la Razón la que se auto-justifica, después de haberse supuesto a sí misma. Esto es verdad. Pero eso significa que no hay discurso racional posible contra la razón, como sin embargo pretenden las vías irracionalistas.
Si el irracionalismo tiene alguna defensa posible, no es en el terreno de la propia razón. En este terreno ni siquiera puede expresarse sin contradicción, y no puede demostrar la contradicción pura del racionalismo, sino “sólo” su inefabilidad cuando pretende afirmar la unidad y trascendencia del ser, más allá de toda representación. El racionalismo necesita, para ser coherente, reconocer la dialéctica y analogía de todo pensamiento finito, como el humano.
Podríamos llamar, pues, a esta filosofía, racionalismo dialéctico-analógico:
- racionalismo en el sentido más universal de Razón (Logos), entendido como exigencia de Unidad (y sus epifanías: universalidad, “necesidad”…)
- dialéctico en el sentido antiguo (no en el moderno, kantiano-hegeliano), es decir, diádico, no triádico.
- analógico en el sentido más absoluto de esta idea, es decir, afectando a toda idea y a todo elemento de toda idea: analogía absoluta.
Según esta filosofía, toda filosofía es verdadera, aunque unas sean más verdaderas que otras; ninguna es falsa, aunque unas sean menos verdaderas que otras. El monismo trascendente racionalista es la posición absolutamente verdadera, aunque sea relativamente falsa; las otras vías filosóficas son relativamente verdaderas, y, en términos absolutos, falsas (no verdaderas). Lo que esta filosofía rechaza lo más completamente que se puede es el nihilismo, es decir, la afirmación absoluta de lo Otro, del No-ser, la negación absoluta de lo Uno, de la Identidad. El nihilismo no es absolutamente falso, es sólo la más alejada de la verdad absoluta entre las diversas vías dialécticas, su verdad es “infinitesimal”.
Este sistema dialéctico-analógico hay que aplicarlo a toda Idea, es decir, a toda realidad considerada filosóficamente. Para eso, además de tener el esquema dialéctico-analógico general, será necesario reconocer qué Ideas ocupan qué lugares en un sistema de las Ideas filosóficas.
Una manera sistemática de proceder expondría todas las vías dialécticas, con sus virtudes y problemas propios, y haría ver cómo una de ellas, la racionalista, es analógicamente más verdadera que las otras.
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¿En qué sentido es esta perspectiva filosófica una “solución”?, y ¿a qué problema? ¿Qué valor tiene?
Como debe hacer toda filosofía, esta filosofía puede, quizás, darnos una “nueva” forma de ver las cosas, o, más bien, renovar una vieja o perenne manera de ver las cosas. Puede hacernos comprender cómo es posible que todo sea Uno y a la vez todo sea Plural, Igual y Diferente, aunque, también al mismo tiempo, todo sea más bien Uno que Múltiple, más bien lo Mismo que Diferente.
Desde la antigüedad los filósofos formularon en términos de lo Uno y lo Múltiple el tema del Pensamiento y la Realidad, y situaron el Amor y el Bien en la Unidad, y, en la Pluralidad, el Odio y la Destrucción, el Mal, la negación de realidad. Los pensadores de la alteridad, en cambio, han reivindicado una ética de lo Otro, y denunciado la ética logocéntrica del racionalismo. Lo que hay de verdad en esto, habría que decir, es que lo Otro no puede ser excluido y negado, como hace el pensamiento no-dialéctico-analógico, sino que es la expresión necesaria de lo Uno. Pero lo Otro ni puede ser puesto como “más antiguo que la identidad” ni como simultáneo absoluto (unívoco-equívoco). Lo Otro no desaparece en lo Uno, porque lo Uno no excluye lo Otro, sino que lo incluye, no negándolo, sino “comprendiéndolo”.
Pero esto exige un pensamiento que piense positivamente la alteridad, y sea capaz de aceptar la identidad de los contrarios, aunque comprenda, también, que es una Identidad Analógica, no la falsa identidad de la univocidad, ni la falsa pluralidad de la equivocidad.
Algo común a todo o casi todo pensamiento filosófico, a toda manera de ver las cosas, ha sido, hasta ahora, una actitud “negativa”, “polémica”. Esto ha sido así porque los pensadores nunca han aceptado de verdad la posibilidad y necesidad de un pensamiento auténticamente dialéctico, en que los contrarios fuesen lo mismo (y no lo mismo, a la vez), y han rechazado las vías que menos prometedoras les parecían, intentando negarlas completamente, aniquilarlas.
Precisamente, y para paradoja, esa actitud “psicológica” de rechazo, que en el mejor de los casos (el de los “partidarios del bien”) se ha dedicado a luchar contra el no-ser, contra lo otro, le ha dado demasiada entidad a lo Otro. Así ha creado las ideas de Mal positivo, de Culpa, basadas en la creencia de la realidad plena del no-ser, de la diferencia.
Y en los pensamientos en que mejor se ha asumido la dialéctica, se ha llegado en cambio, por falta de analogía, a la indiscriminación de bien y mal. “Para el dios todo es bueno y justo”. Y eso es así desde una perspectiva absoluta, pero inefable; desde una perspectiva relativa, como la que necesariamente tenemos que asumir junto con la absoluta, tenemos que creer más verdaderas ciertas verdades, y valorar más unas cosas que otras.
Deberíamos aprender a mirar la Diferencia como positiva, como no radicalmente contraria, sino como radicalmente complementaria, pero por eso mismo, asimétrica, absorbida por la unidad y la identidad.
Tendríamos que ejercitar nuestro pensamiento para comprender la multiplicidad de las cosas como compatible con la unidad de todo. Este pensamiento es la analogía.
Perderíamos, entonces, la justificación para pensar que existir, actuar, pensar… son existir, actuar o pensar contra, que las “esencias” se definen por negación de las otras. Viendo en lo Otro el aspecto relativo de lo Mismo, viendo en el no-ser sólo la perspectiva relativa de lo que, en verdad, es ser, eliminamos la negatividad de lo negativo sin eliminar su “productividad”, su trabajo, su creación.
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Otra forma de expresar todo esto es en términos de lo relativo y lo absoluto. ¿Qué relación hay entre absoluto y relativo? ¿Se excluyen?
Es común pensar que la relatividad de las cosas excluye lo absoluto: si lo verdadero y lo falso, lo bueno y malo, lo bello y lo feo… es relativo a la perspectiva (“perspectivismo”, inmanentismo) entonces no puede haber nada verdadero, bueno y bello en términos absolutos. Por supuesto, la historia de la filosofía es la historia de las demostraciones de que ambas cosas, la perspectiva absoluta y la relativa, son necesarias e ineliminables, aunque, a la vez, incomprensibles.
Al contrario, hay que defender que sólo puede haber perspectivas relativas si hay lo absoluto, y que lo absoluto sólo se expresa en las diferentes perspectivas. Si no hay una forma absoluta, aunque inefable, de la Verdad, no pueden ser verdaderas tampoco las perspectivas relativas; si no hay una idea absoluta del Bien, no hay perspectivas del bien. Pero, precisamente si hay una Verdad o un Bien absolutos, tiene que contextualizarse y particularizarse absolutamente, así que nunca puede ser un conocimiento el mismo para diferentes perspectivas, ni pueden valorar igual las cosas dos seres, precisamente porque la misma cosa no puede verse igual desde diferentes lugares.
Una comparación: el hecho de que cada espectador físico esté en su propio sistema de referencia no implica que no exista una medida absoluta de lo físico: justo al contrario, es la realidad absoluta la que permite traducir de un sistema de referencia a otro; no habría puntos de referencia si no hubiera una referencia, ni hay perspectivas de nada.
Así, en cierta forma puede decirse que es verdad que “cada uno es la medida de todas las cosas”, que todo es relativo, que todo es perspectiva, y, a la vez, que hay una verdad absoluta, que se refleja en todas las perspectivas. Pero la perspectiva absoluta (la de la Razón) sirve de norma a las demás, y el cambio de perspectiva debe caminar a la identificación con la perspectiva absoluta, en el asunto de la Verdad, y también en el del Bien y en el de la Belleza.
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Muchos (todos, quizás) rechazaréis esta perspectiva. Dejando aparte los que, simplemente, lo harán por “sencillez” mental, otros muchos lo harán por motivos “racionales”. Los problemas de esta teoría son su aire “místico” y que, como toda filosofía, en un sentido “natural” deja las cosas como están.
En cuanto al “misticismo”, en el sentido en que este pensamiento es místico, lo es como todo pensamiento que quiera ir al fondo de las cosas, más allá de lo ya sabido. En ese sentido, es siempre algo “para todos y para nadie”. ¿A quién le va a preocupar que sea algo místico? A quien eso le preocupe, con seguridad no puede asumir esta filosofía.
En cuanto a lo de dejar las cosas como están, la filosofía deja siempre las cosas concretas como están, pero a la vez las cambia absolutamente, porque cambia el sentido de todas ellas, y sólo la filosofía les puede encontrar sentido, o dar sentido. Sólo lo que cambia completamente las cosas las deja como están. Los cambios concretos, en verdad dejan todo como estaba: la “sustancia” permanece, cambia el accidente.
¿saber qué?, ¿saber cómo? Saberlo todo de una manera total o absoluta.
ResponderEliminarPero, ¿de verdad no te da la risa al llegar a la palabra "todo"? Venga, confiesa...
Jesús,
ResponderEliminarla verdad es que, de buenas a primeras, entiendo tu comentario. He consumido durante mucho tiempo esa simulada humildad moderna (que en el fondo es un gran engreimiento). Pero hace un tiempo (bastante ya, en verdad) sospecho bastante de la sospecha, y estoy hastiado del hastío.
Ahora ya en serio, ¿qué consideras exactamente irrisorio en "pretender" comprenderlo todo?
Juan Antonio:
ResponderEliminar¿qué consideras exactamente irrisorio en "pretender" comprenderlo todo?
Fíjate que ahora dices "comprenderlo", mientras que en la entrada dices también "conocerlo" y "saberlo".
Pues hombre, a uno que intentara averiguar TODO lo relativo a las hojas que comió hace exactamente cien millones de años el diplodocus más grande que había ese día en el hemisferio norte... lo tomaría por MUCHÍSIMO más loco que don Quijote. Y eso es una parte infinitesimal de "todo".
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Por otra parte, porque el que pretende encontrar una explicación "total" a las leyes del universo está pidiendo algo que, dado lo que aceptamos sobre la lógica, es imposible.
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Y por último, porque el tener, no sólo la pretensión de explicarlo TODO, sino además de que la explicación que a uno buenamente se le OCURRA va a ser: 1) correcta, 2) la única correcta, y 3) las dos cosas anteriores se van a demostrar fuera de toda duda razonable... Pues no sé... creo que antes se enrollaría la Scarlett Johanson con un servidor.
Jesús,
ResponderEliminaren la entrada hablo del deseo de saberlo todo. No veo mucha diferencia con "comprenderlo".
a uno que intentara averiguar TODO lo relativo a las hojas que comió hace exactamente cien millones de años el diplodocus
Me parece estupendo el sentido del humor, pero ¿te has parado a pensar que al hablar de "deseo de conocerlo todo" estaba diciendo algo análogo a cuando los físicos dicen a veces que estamos a putno de comprender las leyes de todo?
Realmente, esto exigiría hablar del concepto TODO, pero como es una cuestión larga, quizá le dedique una entrada o millones de entradas a ellos solo.
Lo que dices de la imposibilidad lógica está mejor. Pero, como tú mismo crees que todo conocimiento es revisable, quizá los teoremas lógico-matemáticos de imposibilidad también lo sean ¿no? De hecho, yo creo que pueden reinterpretarse.
No obstante, si lees lo que digo en la entrada, verás que yo acepto que esta cuestión es "dialéctica", es decir, que genera aporías o contradicciones. Pero evadirla no es menos dialéctico. ¿No usamos muchas veces el cuantificador irrestricto? Como ha dicho Williamson, si decimos cosas como "Toda cosa es tal que es autoidéntica", entocnes es que podemos hablar de todo.
el tener, no sólo la pretensión de explicarlo TODO, sino además de que la explicación que a uno buenamente se le OCURRA va a ser: 1) correcta, 2) la única correcta, y 3) las dos cosas anteriores se van a demostrar fuera de toda duda razonable...
¿Y dónde has encontrado que diga yo algo así? Aunque si puede favorecer lo tuyo con Scarlett, lo digo cuando quieras.
Juan Antonio:
ResponderEliminarestaba diciendo algo análogo a cuando los físicos dicen a veces que estamos a putno de comprender las leyes de todo?
Si es así, OK. Ni la "teoría del todo" del todo de los físicos (cuando la encuentren), ni la tuya (cuando la encuentres) EXPLICARÁN REALMENTE "TODO" (p.ej., no explicarán por qué mi padre conoció a mi madre), pero como PROPAGANDA, no pongo objeciones al uso de la palabra "todo", sólo el que se sea consciente de que no es más que propaganda.
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tú mismo crees que todo conocimiento es revisable, quizá los teoremas lógico-matemáticos de imposibilidad también lo sean ¿no?
Efectivamente. Cuando encuentre un argumento lo suficientemente potente que me convenza de que algún teorema lógico-matemático hay que eliminarlo, pues lo eliminaré. Se han dado casos a patadas en la historia. Si eso lleva a que cambie de opinión sobre algún otro tema, pues lo haré. No veo por qué no. Lo que digo es la opinión que tengo ahora y los argumentos que me hacen aceptarla. Y aquellos que se basen en las mismas ideas que yo, llegarán a las mismas conclusiones.
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esta cuestión es "dialéctica", es decir, que genera aporías o contradicciones
En eso estoy totalmente de acuerdo. De hecho, a eso (en parte) es a lo que llamo yo que algo sea "revisable". De hecho, cada vez me cae mejor Hegel (un Hegel naturalizado, naturalmente, que empieza la historia de la conciencia IN MEDIA RES, y que la sigue hasta donde DE HECHO le lleva, sin ínfulas absolutistas).
Saludos Juan Antonio,
ResponderEliminarme gustaría saber qué opina sobre la siguiente reflexión: ¿No cae/genera aporías el pensamiento en el intento de saberlo Todo (se corta el paso el mismo? No comprendo cómo podemos siquiera hablar de "Todo" en el más absoluto de los saberes, ya que de hecho no podemos entender la "Nada" de la que no se puede decir absoluta, ni relativamente, nada). Y respecto al lenguaje, el mejor medio del pensamiento, por supuesto también se da esta contradicción, ya que no hay nada que no puede ser dicho (en el lenguaje todo es). Esto me lleva a pensar que el No-Ser de la metafísica lo es tan absolutamente como el Ser (es decir Todo) ya que el No-Ser absoluto, o nada, ni es, ni mucho menos se puede decir.
Respecto al comentario anterior, para matizar, quizá el fallo de la visión sea precisamente la "abstracción" de la Nada, caer en la tentación de pensarla de manera relativa (al Ser), que al ser-pensada forma parte del Ser, mi pregunta sería ¿Puede pensarse Todo, de tal forma que nada escape al pensamiento?
ResponderEliminarUn abrazo
Estimado anónimo:
Eliminarefectivamente, pienso que las aporías proceden de intentar pensar el Todo. Lo que ocurre es que no existe, a mi juicio, la opción de evitar ese intento de pensar el Todo, puesto que el más mínimo pensamiento está comprometido con la universalidad, con la necesidad, etc.
En cuanto a la Nada, seguramente el concepto más peliagudo, el problema, a mi juicio, es que no tenemos más remedio que intentar pensarlo como cualquier concepto, es decir, como universal, auto-idéntico, etc., pero realmente es el concepto de lo sin-concepto. ¿Es también el concepto de lo sin-ser, sin-realidad? Para un pensamiento que acepte que solo lo real es racional, desde luego que la nada es también el concepto de lo irreal. Pero, como mostró Platón, quizás podemos pensar el no-ser como relatividad, como carencia de ser, etc.
Un abrazo
Interesante... estos temas ya fueron tratados por la filosofía latinoamericana de la liberación... LA ANALÉCTICA (dialéctica analogía)... Los libro de Enrique Dussel pueden despejar varias dudas escritas en este blogger... también podrían leer al filósofo rumano Gabriel Vacariu y su postura sobre los mundos epistemológicamente diferentes... También les sugiero leer al Teólogo Juan Carlos Scannone y al antropólogo Rodolfo Kusch que hablan de la analéctica.
ResponderEliminarMuchas gracias por las referencias, estimado Jeff. Intentaré suplir esas lagunas en mis lecturas.
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