jueves, 20 de mayo de 2010

Filosofía como dialéctica

La Filosofía que subyace a estas páginas es la siguiente:

Las cosas (la realidad, los hechos…), en la medida en que se las puede pensar, tienen siempre dos aspectos o elementos muy generales, que son, entre sí, contrarios y complementarios a la vez:

-Por un lado, toda realidad pensable tiene unidad e identidad: toda cosa es unitaria, e idéntica, consigo misma y con las demás;

-Por otro lado, todo tiene el otro aspecto, el de la pluralidad y la diferencia: toda cosa es múltiple, y diversa, a las demás y a sí misma.


En la propia constitución del Pensamiento, al menos tal como lo entendemos, están presentes esos dos elementos o aspectos. Todo pensamiento completo, todo Conocimiento, debe:

-salvar la unidad, la identidad…, la Ley

-salvar la pluralidad, la diferencia…, el Fenómeno.


Ninguno de estos dos aspectos o elementos puede faltar, ninguno de ellos es suficiente para que podamos pensar algo, y, por tanto, para que haya algo reconocible como real.
Pero, a la vez, esos dos aspectos de toda realidad, Unidad y Multiplicidad, Identidad y Diferencia, en fin, lo Uno y lo Otro, son contrarios, los máximos contrarios que se pueda pensar. Todas las demás contrariedades, que también están presentes en las cosas, como Forma y Materia, Orden y Caos, Ley y Fenómeno…, pueden entenderse como epifanías de aquellos.


Ambos elementos de la realidad, complementarios y contrarios, aparecen también, si se piensa a fondo la naturaleza de las cosas, como necesarios e incompatibles a la vez, aunque en un modo de pensamiento parcial y no totalmente reflexivo, no se repare en esa incompatibilidad y esa necesidad.

Son incompatibles:

-Si se intenta pensar la unidad pura, la pura identidad, habrá que concebirla como totalmente indivisible, sin ninguna composición. Si hay composición o pluralidad, no hay verdadera unidad. La unidad pura repele cualquier pluralidad.
Y tampoco puede entenderse una presunta menos exigente unidad “impura”, que fuera una especie de compuesto de uno y múltiple, porque se supone que siempre debe ser aislable el elemento unitario de ese complejo.

-De manera análoga, si se intenta pensar la pluralidad en sí misma, habrá que concebirla sin ninguna unidad. Lo múltiple, en sí mismo, excluye toda unidad.
Y tampoco podemos pensar una multiplicidad impura, porque también aquí debe ser posible aislar cada elemento del concepto complejo.

Pero, a la vez, necesitamos los dos elementos para concebir cualquier cosa, incluidas la misma unidad y la propia pluralidad:

-no puede concebirse algo absolutamente indivisible y auto-idéntico, sin composición ni diferencia alguna. Cualquier pensamiento parece conllevar diferencias, como la división entre aquello de que se habla o piensa (el referente, el “objeto”, en sentido lo más lato posible) y el hablar o pensar sobre ello; o como su esencia (lo que es) y su existencia o ser (que es).

-no puede, tampoco, concebirse algo absolutamente múltiple. Nada puede concebirse sin una unidad que la encierre, sin una identidad propia, por ligera que sea.

Cuando el Pensamiento intenta ser completo o absoluto, es decir, pensar la constitución “íntima” de las cosas, inevitablemente “cae” (o “asciende”, más bien) en esta dialéctica.
La Dialéctica es, según la entendemos, el Pensamiento de la Identidad y Diferencia de los Contrarios.

El Pensamiento humano (al menos, tal como yo puedo concebirlo) no puede prescindir de esos dos elementos. A este hecho podemos llamarlo la Finitud del Pensamiento Humano.

****

Nuestro Pensamiento recorre todas las posibles vías que esa dualidad natural implica:

-Atendiendo, por una parte, a la ley o principio que le obliga a salvar la Unidad, la Identidad, la Ley…, el Pensamiento busca reducir y, al final, eliminar, lo múltiple, lo diferente, el fenómeno.

-Pero atendiendo, a la vez, al principio que le exige salvar lo múltiple, lo diverso, el fenómeno…, el Pensamiento busca, en sentido contrario, negar la unidad, la identidad, la ley.

-Y, a la vez, atendiendo a ambos principios, el Pensamiento intenta conjugar y compatibilizar los dos elementos, ya haciendo surgir, “deductivamente”, lo múltiple a partir de lo uno, ya pretendiendo que emerja, “inductivamente”, lo uno a partir de lo múltiple.

Hay un tipo de Pensamiento que evita la dialéctica negándose a pensar la realidad de forma absoluta. Este pensamiento, relativo o parcial, que podemos llamar con el término platónico ‘dianoia’ y asimilar a lo que llamamos “ciencia”, supone ambos aspectos de la realidad, la Unidad y la Pluralidad, la Ley y el Fenómeno, la Forma y la Materia, pero lo hace de manera inconsciente, es decir, sin pensar sus propios supuestos o “hipótesis” dialécticas. Este pensamiento dianoético busca, como estado último, una sistematización total, es decir, una descripción legaliforme de los fenómenos, de lo dado. En ese estado final, el Todo o Sistema es una síntesis de lo Uno y lo Otro, donde los dos elementos deben estar del todo intrincados y, al mismo tiempo, completamente separados.

Cuando se pregunta uno qué relación guardan forma y materia, ley y fenómeno, analítico y sintético…, no hay más remedio que hacerse filósofo, es decir, dialéctico. Y lo mismo pasa si se pregunta uno por la validez del propio conocimiento científico o dianoético.

La tesis que sostiene que el único conocimiento posible (al menos para un pensamiento finito como el “nuestro”) es el conocimiento científico o dianoético, no es una tesis científica sino filosófica, ya que hace afirmaciones absolutas y trasfenoménicas (normativas) sobre el todo, incluido él mismo.

La dialéctica (tal y como la expone, creemos, Platón por boca de Parménides en el Parménides) tiene la siguiente estructura, resultado de la “combinación” de los dos elementos o aspectos de la realidad:

-Hay dos vías generales del Pensamiento, según atienda a la Unidad e Identidad, o bien a la Pluralidad y Diferencia.

-Cada una de esas dos vías se bifurca en dos, según el papel que juegue el otro elemento: ya se le intente negar radicalmente, ya se le intente hacer de alguna manera compatible, derivable del elemento tomado como principal.

Surgen así cuatro vías del Pensamiento dialéctico. Cada una de ellas equivale a una de las principales teorías filosóficas parciales.

Simbolizamos esas diferentes vías dialécticas como 11, 12, 21 y 22, y a las dos ramas generales, como 1 y 2.

Las podemos exponer de la siguiente forma, acompañadas de sus dificultades o “aporías” propias:

1.- Una vía general atiende, principalmente, a la Unidad e Identidad, y entiende la realidad como lo que posee unidad e identidad. Podemos llamarla (entendiendo los términos en el sentido más general y menos idiosincrásico posible) Trascendentalismo, Racionalismo, etc. Según el papel que otorgue al otro elemento, el de la Alteridad y la Pluralidad, puede adoptar dos formas:

11. En una de sus formas, el Pensamiento, en su búsqueda de la unidad e identidad absoluta, afirma, como lo único pensable y auténticamente real, la unidad pura, idéntica sólo a sí misma. Lo Otro, lo Múltiple, es lo contradictorio e impensable, y, por tanto, ilusorio o aparente. Podríamos llamar a este camino, Monismo, Trascendentalismo o Racionalismo absolutos.
Las aporías de esta vía del Pensamiento son:

-no “salva el fenómeno”, no explica lo múltiple y diferente, sólo lo niega, lo condena como “apariencia”, pero al negarlo no lo explica.

-no salva a la propia unidad o razón, porque no hay manera de entender lo Uno puro sin lo múltiple y diverso. Cualquier pretensión de pensarlo incurre en contradicción o inefabilidad, pues tiene que diferenciar a la cosa misma de su pensamiento y su expresión. Esta tesis, pues, al negar lo Otro, se contradice al expresarse.

12. La segunda vía, que podríamos llamar Trascendentalismo o Racionalismo dualista o “moderado”, da aún el papel principal de la realidad al elemento de Unidad e Identidad, pero, intentando evitar las aporías anteriores, afirma que, además de lo Uno e Idéntico, existe, de alguna manera, también lo Múltiple y Diverso. Esto, lo fenoménico, emana de lo Uno puro e idéntico.
Las aporías de esta vía son las siguientes:

-no salva el fenómeno: no puede sacarse lo múltiple de lo uno, la materia de la forma, lo diverso de lo idéntico. A partir de la pura identidad no hay “razón” para la diversidad. Lo Otro aparece como una especie de “milagro”, irreduciblemente irracional.

-No se salva la consistencia, porque si Uno y Múltiple, Identidad y Diferencia, son de alguna forma reales ambos, entonces se dan los puros contrarios. Sólo un bicéfalo, dijo Parménides, pueden pensar lo totalmente diverso, siendo él uno. Y lo parcialmente diverso no es más que un compuesto de lo totalmente idéntico y lo totalmente diverso. Si no es pensable lo diverso, no es pensable nada. Un Todo no es Unidad.

2. El otro camino general que sigue el Pensamiento al intentar pensar las cosas de manera absoluta, consiste en afirmar lo múltiple, la Diferencia, y considerar a la Unidad e Identidad como secundaria, o incluso nula o ficticia. Podemos llamar a esta segunda rama de la dialéctica Inmanentismo, Fenomenismo, Naturalismo, Materialismo…, entendiendo todos estos términos en el sentido más general posible. Hay dos maneras de defender esta opción:

21. Una de ellas, aunque da prioridad al elemento de lo Otro, de lo Diferente y Múltiple, no niega completamente la realidad de la Unidad y la Identidad, como única forma de salvar el conocimiento (al menos, el racional -si es que hay otro-). Lo Uno emerge de, surge de, “superviene” a… lo Múltiple, a lo Material…. Podemos llamar a esta vía Inmanentismo “moderado” o dualista.
Las aporías de esta opción, similares a las de la vía 12, son:

-no hay manera de extraer unidad a partir de lo múltiple, forma a partir de la materia, ley a partir de los hechos. Es un puro milagro, un imposible, sacar de donde no hay. Todas las formas de inmanentismos que intentan salvar la legalidad de lo real, incurren en la "falacia naturalista", la falacia de la inducción, etc. No puede extraerse el orden, lo normativo, a partir de los hechos, de lo “descriptivo”.

-no salva la propia consistencia de la teoría, porque ambos elementos, unidad y multiplicidad, ley y fenómeno, forma y materia… constituyen una unidad, no una auténtica pluralidad. No hay pluralidad alguna sin unidad que la abarque y preceda.

22. La última vía del Pensamiento dialéctico, lo que podríamos llamar inmanentismo absoluto, afirma la Multiplicidad y Diferencia radical de la “realidad”. La Unidad y la Identidad no existen, son puras ficciones.
Las aporías de este camino son:

-no salva el “hecho de la razón”, el que se da la unidad y la identidad, el Pensamiento racional. Tal como el monismo racionalista niega el fenómeno, el pluralismo irracionalista niega la unidad, la ley, la forma. Pero negarla no la elimina.

-no salva su propia consistencia. Al expresarse se auto-contradice. El pensamiento de la pura pluralidad, de la diferencia, del fenómeno puro, no puede expresarse sin unidad e identidad, sin ley.


Estas son las diferentes vías que el Pensamiento sigue cuando pretende pensar de forma completa o absoluta una realidad. Ninguna de ellas es “falsa”, todas tienen su necesidad, y deben ser verdaderas de alguna forma.

Podría pensarse en una alternativa más (3), similar a 12 y 21, pero “neutral”, en la que los dos elementos tendrían la misma consideración: un dualismo radical. Esta alternativa no resuelve nada, y, por razones que tienen que ver con lo que diremos después sobre la Analogía, la consideramos una opción imposible, “abstracta”, en el sentido de que no piensa los términos, Unidad y Pluralidad, a fondo, atendiendo a su fundamental asimetría.

Esta dialéctica afecta a cualquier Idea, porque de todo puede pretenderse un pensamiento completo y absoluto, aunque es más visible en las nociones más genéricas, y se hace más confusa e intrincada cuando se trata de conceptos muy específicos y donde se mezclan muchas cuestiones diversas.
Lo que distingue al Pensamiento Dialéctico (Filosófico) del Pensamiento Dianoético (Científico) no es, creemos, el “objeto”, sino la manera de intentar conocerlo, absoluta en un caso, y relativa y parcial en el otro.

****

Aunque todo pensamiento filosófico es dialéctico, los filósofos, buscando coherencia e identidad, rehuyendo la asunción de los contrarios, han optado normalmente por “especializarse” en una sola de esas vías, y rechazar las otras. Desde la posición adoptada, se han dedicado a señalar las aporías de las vías restantes y a defender como pueden las de la suya propia. El precio que han pagado por esa “coherencia” monogámica, es haber sido parciales, no lograr “ver” el reverso de su tesis, ver negativamente todo otro pensamiento. Pocos de ellos han sido conscientes de que el Pensamiento filosófico es necesaria y positivamente dialéctico. Platón, si nuestra interpretación es correcta, ha sido plenamente consciente de esa dialéctica y de su estructura exacta.

Queremos sostener que la Filosofía, si toma conciencia plena de su carácter propio, debe abandonar la pretensión reduccionista de afirmar una sola de las vías dialécticas a costa de las otras. El Pensamiento Filosófico, que es el más completo que posee el hombre, tiene que asumir los contrarios como algo positivo, no negativo, como verdadero, no como falso.

Pero ¿cómo puede ser que la contrariedad no sea negativa y destructiva del pensamiento racional pleno? Para comprender esto hay que pensar a fondo la relación entre esos dos elementos o aspectos de la realidad pensable, y reparar en que la Dialéctica no es la “última palabra” de la Filosofía, del Pensamiento con pretensiones de absoluto. La otra cara de este Pensamiento es la Analogía.

12 comentarios:

  1. Es muy redoda su tesis, me surgían muchos comentarios a medida que leía, pero usted mismo los ha ido contestando.

    A ver si lo he entendido bien:

    Lo Uno y lo Otro, son necesarios e incompatibles para el pensamiento. La unidad racionalmente debe excluir toda pluralidad y viceversa. Pero en la realidad, en la vida, necesitamos de los dos elementos, no podemos concebirlos de manera aislada o separada.

    Dialéctica es el pensamiento de la identidad y la diversidad de los contrarios, búsqueda del noúmeno de un fenómeno, la razón del hecho.

    Ahora me surgen varias dudas.
    Este sistema al mismo tiempo parte de la idea dual de la realidad-idea. El fenómeno es externo al sujeto de conocimiento, pero esto no es así, en mi opinión. Y si la dualidad no fuera así. Y si no existiera dualidad. El sujeto de conocimiento es interno al fenómeno, pero el sujeto de conocimiento no es más que la ley que rige este conocimiento, el mismisimo noúmeno.
    Si nuestro objetivo es determinar las leyes que rigen el conocimiento, y consideramos que este es un fenómeno, cómo entonces podremos determinar el noúmeno, esto es el objeto metasensible, lo que relaciona inteligiblemente a este fenómeno, y que no se puede conocer por la experiencia?
    Tratamos al noúmeno, a la ley, a la razón, como un objeto sensible, pero es inteligible. Puede ser entendido, pero no sentido.
    Qué es lo que no se ve pero se sabe? La fe. Mi teoría es que toda teoría del conocimiento parte de una creencia.
    Cree usted que la realidad está dividida en dos? O más bien que es una, pese a lo que nos lleven nuestros pobres razonamientos? Qué es más armonioso y bello, que haya dos realidades o solo una? Creemos que una.
    Ok. Hay una realidad y ésta elegimos descomponerla entre lo Uno y lo Otro, con las consecuencias que hemos visto que tiene. Este hecho permite la dialéctica. Porque en el fondo es una elección, no es así? más cercana de la realidad que aquella de todo es múltimple, o aquella de todo es uno. Supongo que después de esto habrá que ir pasando por todos los números, y si son primos, mejor que mejor. ;)

    Excelentes reflexiones y creencias.

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    1. Estimado CarlSquare,
      intentaré contestar como pueda a sus profundas e incisivas dudas. Empiezo por decirle que ha entendido perfectamente lo que quiero decir con que la realidad es dialéctica, y que esa dialéctica es la que hay entre lo Uno y lo Múltiple. Vayamos ahora a las observaciones puntuales que va proponiendo usted a continuación:

      -La dualidad de la realidad es, por decirlo así, nuestro Dato. Somos seres finitos, nos preguntamos, etc. No importa, a mi juicio, si esa dualidad hay que situarla en el interior del Sujeto. El "hecho" es que no estamos instalados plenamente en lo Uno. Sin embargo, tampoco creo que la dualidad tenga, por decirlo así, la misma entidad que la Unidad: la realidad es "más" una que dual. Para describir esta asimetría es para lo que uso el término Analogía: Unidad y Dualidad no se oponen como dos ideas paralelas, de las que se pudiera predicar unívocamente una idea superior: no hay tal univocidad. Aunque el pensamiento abstracto se empeñe en buscar la univocidad, la filosofía, creo yo, tiene que ser "valiente" para pensar esa noción no-unívoca (ni equívoca), irreducible a cuantificación, que es la Analogía. esa relación es la que hay entre Uno y Dos (y, después, el resto de primos :) ). Otra manera de decirlo es que, en términos Absolutos, todo es Uno, pero en términos relativos, es múltiple, y la relación entre absoluto y relativo es asimétrica. lo absoluto (uno) es absolutamente absoluto, mientras que lo relativo no es absolutamente relativo, sino solo relativamente relativo.
      -No debemos aceptar, creo yo, que el noúmeno, o la ley, es solo objeto de fe, y solo lo conocemos a través de lo sensible: esto sería conceder el empirismo de manera apriorística. Yo creo que la razón es un "hecho", pero no empírico (es inadecuado decir que es un hecho, pero este término se usa aquí analógicamente, como lo usa kant cuando habla de la ley moral como un "hecho de la razón").
      En fin, espero haber contestado inteligible aunque precipitadamente a sus excelentes cuestiones.
      Un cordial saludo

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    2. Gracias por su pronta contestación.
      Por continuar con la dialéctica contestaré a su respuesta, aunque obiamente en algún momento la conversación tiene que acabar.
      Sobre la dualidad de la realidad, Usted entonces lo considera como punto de partida, como dato empirico. Yo entiendo que esto lo hace para que precisamente exista el dialogo a partir de la confrontación de dos ideas, pero que como mente abierta que soy confío en que lo mismo se puede hacer dividiendo la realidad en tres, cinco y siete, sino más realidades.
      Ahora creo que es muy acertado lo que hace usted al no asignar univocidad, pues el dos se compone de uno pero no a la inversa. Creo que es un buen ejercicio el buscar la división de la realidad en más que el número dos, pero nos aferramos a las ideas siemples, como el uno.
      Sobre la segunda cuestión, más relacionada con la realidad del noúmeno o ley, analogamente como hacemos al vislumbrar el uno en el numero dos pero no a la inversa, me dice que vislumbramos un fenómeno en la razón. Sin embargo, la ciencia se dedica a buscar razones a los fenómenos, no al contrario, luego no me lleva a pensar que la razón (no su uso, sino sus principios) sea o tenga parte de fenómeno. Si la razón fuera un hecho empirico no sería análogo a la relación de lo uno con lo múltiple, pues el número uno no tiene parte del número dos.
      Por tanto, no puedo comprender que los principios lógicos y formales, como las matemáticas, las leyes y las razones, sean empiricos. Solo puedo creer que son principios de fe, pues son objetos metasensibles por definición. En este sentido la ciencia que se basa en observaciones saca conclusiones metasensibles basadas en la fe del cientifico porque su teoría se cumpla en la práctica, y se cumplirá, hasta que se demuestre lo contrario, como cualquier religión o sistema de creencias.
      Me gustaría que me contestara a este punto, pues creo que choca (en el sentido positivo del término) con la ética y la moral, pudiendose formalizar una ciencia de la ética.
      Mis indagaciones personales han ido siempre por este sentido y no encuentro una refutación convincente que me aparte de pensar que toda teoría es un acto de fe. Hasta las matemáticas se basan en axiomas, y a su vez, la ciencia en las matemáticas.

      Saludos cordiales

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    3. Estimado CarlSquare,
      intentaré aclararle lo que creo en relación con su segundo punto, en el que está más interesado. Efectivamente, tiene usted razón en que no es correcto hablar de fenómeno en lo racional. En mi comentario anterior no solo ponía la palabra 'hecho' entre comillas, sino que advertía de que esa palabra se usa anlógica y, en cierto modo, inapropiadamente. Por tanto,estamos de acuerdo en que no tenemos un fenómeno (en el sentido de sensible) de lo racional, de las leyes y principios.
      Pero ¿significa eso que o no tenemos ningún conocimiento de ello (como sería del noúmeno en Kant) o que solo tenemos al respecto "actos de fe"? Tomando la propia comparación que usted hace con los axiomas matemáticos, me parece muy diferente decir que no se pueden demostrar y que son actos de fe. Serían actos de fe, para mí, si no se pudieran demostrar ni fueran inmediatamente evidentes (por ejemplo, que Dios es uno y trino). Pero los axiomas matemáticos, y, por extensión, todos los principios racionales, incluso en ética según yo lo veo, me parecen el extremo opuesto a lo no-evidente. Por tanto, yo no identificaría "no demostrable" y "acto de fe". Hay dos tipos de cosas no demostrables: unas lo son por encima y otras por debajo. Si no, nada podría tener valor epistémico alguno, ya que las cosas demostrables reciben su valor de los principios indemostrables. Por ejemplo, en el caso de las ciencias, creemos en la veracidad de los fenómenos empíricos porque utilizamos un criterio trascendental (indemostrable empíricamente) según el cual las experiencias empíricas (algunas al menos) son válidas.
      Por tanto, pienso que tenemos que rechazar que toda ciencia se base en actos de fe o que toda teoría es un acto de fe. Su propia teoría ("que toda teoría es un acto de fe") sería un acto de fe, y entonces creo que tendría que reconocer que vale, epistémicamente, lo mismo que la contraria, si otro tiene una fe diferente.
      No sé si le resultará convincente esto.
      Un cordial saludo

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    6. Me resulta convincente.
      Estamos entonces de acuerdo en que los principios matemáticos, y así los fundamentos epistemológicos, son indemostrables empiricamente. Ahora comprendo que pese a ello, se deben presentar como evidentes. Es ahí lo que me choca comprender. ¿Qué es lo evidente? Alguno puede pretender no percibir ciertas realidades, entonces...¿tomaríamos el criterio de la mayoría, o el de las personas con mayor prestigio, o simplemente le apartamos de la sociedad? A veces incluso, lo que parecía evidente a la mayoría o a los tomados como sabios, resulta no ser así. Que dos rectas paralelas no se toquen nunca se ha demostrado como falso en un espacio curvo!!
      No quiere decir que no crea en que haya una razón o una ley en el universo, precisamente lo que reinvindico es que creo en que la hay, llamemosla nous, Allah, o simplemente ley del universo.
      Recojo su afirmación (no con estas palabras) sobre que no se trata de creer simplemente con un 'acto de fe', si no de demostrarlo hasta que a uno le resulte evidente y no requiera mayor demostración. Pero no me sacio nunca en cambio otros, con leer el corán tienen más que suficiente. Supongo que como a todo filósofo, me ha tocado ser así.
      Un saludo muy cordial, desde el respeto y la admiración.

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    7. Haces muy bien, CarlSquare, en no saciarte. El ser humano es falible. Ahora bien, igual que no hay que entregarse a la fe en lo invisible, tampoco hay que entregarse a la fe en lo visible o los fenómenos, y permitir que se consideren el tribunal último. Muchos falibilismos suponen inconscientemente que lo que no puede darse a la experiencia, con los rasgos de la experiencia (la contingencia, etc) es pura ilusión. He combatido esto en algunos lugares. Por ejemplo, en este mismo blog, aquí: http://dialecticayanalogia.blogspot.com.es/2012/02/es-necesariamente-falsa-la-creencia-de.html
      y en un escrito algo más largo:
      http://es.scribd.com/doc/81345581/Por-que-hay-que-rechazar-el-Relativismo-panfleto-filosofico

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  2. A mi su exposición me recuerda cosas de Heidegger, por ejemplo, que el problema básico de la Filosofía es, efectivamente, ¿por qué existe lo uno si existe lo múltiple? Segundo, que la solución es dialéctica (no mediante la introducción de la negación lógica hegeliana, sino mediante la paradoja de la dialéctica platónica. Esto es, recuperar la dialéctica, bastante maltrecha por loas interpretaciones románticas. Esto también es Gadamer, o sobre todo es Gadamer). Yo creo que hay una postura que no es racional (sino mítica) y que sin embargo (aunque no sé si muy filosófica) debe ser tenida en cuenta: la que afirma que lo múltiple surge de lo uno por emanación. Spinoza cree escapar de esto y al final , en parte, es lo que late sobre sus modos (rabínicos) del ser. Si uno no acepta el pensamiento mítico como válido, al menos debería considerarlo como límite o espejo.

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  3. Por otra parte, después de leídos los comentarios de Carlsquare, me parece evidente que las ciencias también empiezan por una creencia. Incluso puede preguntarse uno ¿no existe el concepto de dos en uno? ¿No es uno dos mitades, y ya, de alguna forma, dos unidades, en cuanto decidamos considerar unidad 0'5 mejor que 1? Mi objetivo no es incordiar, sino insistir con Carlsquare en la idea de que las matemáticas parten de axiomas, y 1 parece ser uno de estos axiomas, desde mi punto de vista. Por eso decía que Spinoza, muy racionalmente, cree escapar de esto, pero al final no tiene más remedio que plantar un axioma desde la definición 1 del libro 1 (causa sui). Si la creencia de lo múltiple (modos) surge de la creencia de lo único (lo que se concibe por sí), no puede hacerlo más que por emanación que es la forma mítica de generación. Pero insisto, no es una alternativa, es un límite.

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  4. El límite de lo indeterminado y, por ende, de lo que se desconoce si es uno o múltiple.

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    1. Estimado amigo Enrique,
      muchas gracias por ofrecer su comentario en este foro, que espero que pase a considerar suyo. Efectivamente, la noción de "emanación", tan mítica, parece lo más parecido a una explicación. Creo que tiene razón al ver en Gadamer una cierta reivindicación de la dialéctica, aunque no tanto en Heidegger, pienso yo, que dice eso de manera transitoria y lo considera, en el fondo, "metafísica". No se puede conciliar fácilmente el fuerte antiplatonismo de Heidegger y la dialéctica.
      En cuando a la unidad misma, el problema dialéctico es que la unidad, entendida en sentido estricto, y como dice Parménides en el Parménides de Platón, no puede ser divisible, pues entonces la sería múltiple. la unidad pura sería totalmetne indivisible, y, entonces, inefable e incomprensible (como dicen los platónicos). Pero, a la vez, esa unidad tiene que "convivir" con su multiplicidad en todas partes: todos los seres son una unidad indivisible y una multiplicidad a la vez. Y esto es lo que está encargada de pensar la dialéctica.
      Un cordial saludo

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