La definición “mínima” de filosofía, de la que partimos, es esta: “la filosofía es teoría acerca de la naturaleza última o fundamental de la realidad”. Cuando nos hacemos preguntas filosóficas, nos preguntamos por cómo son en el fondo (o, al menos, por cómo no tenemos más remedio que concebir) las cosas, más allá de nuestras representaciones habituales de ellas. Queremos un conocimiento lo más pleno y completo posible, un conocimiento absoluto, un conocimiento de la esencia. ¿Qué es la Existencia (el ser, en su sentido más pleno)? ¿Qué es la Vida? ¿Qué es la Saber?, etc.
Pero ¿no nos proporciona ya la Ciencia un conocimiento lo más total y claro posible (dadas nuestras características, nuestra “esencia”)? Si por Ciencia entendemos ese género de conocimiento que normalmente llamamos así, la respuesta es No: la Ciencia no proporciona el tipo de conocimiento ideal en completad y claridad (otra cosa es si nos tenemos que conformar con algo menos que con lo ideal). ¿Por qué? Antes tenemos que determinar qué es Ciencia.
Ciencia, en sentido amplio, es un saber racional de las leyes que rigen los fenómenos.
Entendemos por fenómenos todo hecho o cosa caracterizados por darse en el espacio y en el tiempo. Los fenómenos son representaciones “indexadas”, cuyo contenido se ubica en un aquí y ahora. Se sigue que los fenómenos son, en sí mismos, contingentes (aunque puedan ser “necesitados” –hechos necesarios- por las “leyes naturales”).
Pero los fenómenos nos son conocidos racionalmente sólo en la medida en que se ajustan o responden a conceptos y leyes, es decir, a representaciones exentas de índices espaciales y temporales. En realidad, nadie ha sabido encontrar un “hecho” concreto, pelado y mondado, que no esté constituido en todos sus puntos por nociones inconcretas. No hay representación sin conceptos, ni más representación que la constituida por conceptos.
La Ciencia es la búsqueda de patrones conceptuales y legaliformes que “expliquen” los fenómenos, de manera que estos aparezcan como consecuencias necesarias, o simple implementación, de los conceptos y leyes propuestos por la ciencia.
Por supuesto, hay una irreducible inconmensurabilidad entre los fenómenos por un lado, y los conceptos y leyes por otro. Todo concepto y toda ley van infinitamente más allá que cualquier número de fenómenos. Ningún concepto puede reducirse a una mera extensión de sus implementaciones. Incluso es misterioso cómo podemos poner en relación una representación espacio-temporal con un concepto abstracto. El papel de intermediario hay que atribuírselo a la imaginación, pero esto no elimina el misterio, quizá incluso lo multiplica.
La ciencia, en conjunto, es decir, la interrelación de fenómenos y leyes, es y tiende a ser, en la mayor medida posible, un todo sistemático, es decir, una totalidad “anterior a las partes”, donde la unidad, propia de conceptos y leyes, predomina sobre la multiplicidad de fenómenos. Unas “partes” del sistema son superiores a otras en nivel de abstracción y legalidad. En el caso ideal, el “estado final” de la Ciencia, se trataría de un todo “completamente” sistemático, es decir, donde todas las partes estarían sometidas a legislación y, entre las leyes, hubiese el mayor grado posible de sistematicidad, orden o jerarquía y el menor grado posible de mera yuxtaposición y de desconexión. Por eso, si la Física, por ejemplo, puede conseguir reducirlo todo a fórmulas sobre un único elemento (energía, materia…), mejor; de la misma manera, la matemática soñará con tener una rama fundamental, lo más sistemática y simple posible, de la que se deduzcan todas las demás.
Por cierto, la matemática la consideramos parte del resto de la ciencia, es decir, relativa a los fenómenos (y no algo puramente “analítico”). Según Aristóteles, la matemática abstrae de lo corpóreo todo lo cualitativo para quedarse con lo meramente cuantitativo. Kant la considera la ciencia del espacio y el tiempo, es decir, de la forma a priori de la sensibilidad. Podemos aceptar también esta descripción, descontando su elemento subjetivista. O, mejor aún, como lo describió Platón, la Matemática es, sin más, la ciencia o dianoia, es decir, la actividad racional mixta o “impura”, que extrae su objeto de los fenómenos, del ámbito del devenir y las “imágenes”.
Según la hemos definido, la Ciencia es, necesariamente, un pensamiento articulado e hipotético:
-Articulado quiere decir que consta de elementos irreducibles últimos (“categoriales”, podríamos llamarlos), que son los que la caracterizan como un sistema. La principal articulación de la Ciencia es la dualidad Formal / Material, o, en otros términos, Sintaxis / Semántica, Analítico / Sintético, etc. Esta articulación se da en todos los niveles: a nivel semántico (entre sincategoremas y categoremas), a nivel sintáctico o proposicional (entre onoma y rhema, es decir, elemento sustantivo-referencial y elemento predicativo), a nivel supraproposicional (entre elementos formales y materiales de cualquier inferencia). La Ciencia, en cuanto tal no puede analizar, deconstruir o dialectizar estas articulaciones: la constituyen.
-Hipotético. Una “hipótesis” es una proposición cuya verdad, aunque no plenamente evidente, se postula como medio para explicar otras verdades lógicamente “inferiores”. Una “hipótesis máximamente general” es una hipótesis inevaluable desde otro sistema de hipótesis lógicamente “anteriores” o superiores. La Ciencia, en cuanto tal (en su exposición sistemática o “contexto de justificación”) se basa en hipótesis máximamente generales a partir de las cuales intenta, deductivamente, salvar los fenómenos (y las hipótesis intermedias). Las principales hipótesis de las que parte la ciencia son, precisamente, que la realidad tiene un aspecto formal (lógico y matemático) y otro material; que las leyes (lo formal) explican deductivamente los hechos contingentes (la creencia en la regularidad de la naturaleza), etc. La Ciencia, en cuanto tal, no puede evaluar esas hipótesis sumamente generales, porque le son constitutivas. No hay una solución matemática al problema ontológico de lo matemático, ni una solución biológica al problema filosófico de la vida, etc. Por lo que la Ciencia tiene necesidad de partir de hipótesis es porque su objetivo es “explicar” racionalmente los fenómenos, es decir, la realidad de lo espacio-temporal. Se trata de “salvar las apariencias”.
La concepción de la Filosofía como protociencia o ciencia primera o más universal, se basa en ese modelo de conocimiento, articulado e hipotético.
Pero hay un tipo de pensamiento, racional y dialéctico, que no acepta el carácter último articulado de la realidad ni la irreducibilidad de lo hipotético, sino que pretende una comprensión absolutamente unitaria y anhipotética de la realidad. A esto es a lo que debemos llamar más propiamente filosofía, o Dialéctica, practicada con mayor o menor consciencia por todos los filósofos, y no sólo en occidente ni desde Grecia. Se trata de una actividad teórica claramente (aunque no absolutamente) heterogénea a la ciencia. Reconocemos a un filósofo cuando encontramos ese pensamiento dialéctico que “busca” una comprensión absoluta, anhipotética, de la realidad. (Dejo para otro momento el asunto de si esta pretensión no es más que ilusoria: estoy intentando definir sustantivamente la Filosofía, no probar que es realizable).
La filosofía como Dialéctica tiene como objetivo salvar exclusivamente la exigencia de la razón, es decir, la unidad, identidad, universalidad y necesidad. Aquello de donde la Ciencia (y la filosofía que se identifica con ella) tomaba su punto de partida más universal, es decir, las articulaciones e hipótesis, para deducir de ahí las hipótesis menos universales hasta llegar a los fenómenos, es lo que la dialéctica toma como “dato”. La filosofía, que no quiere dar nada por supuesto o inanalizado, no puede aceptar como dado el carácter articulado e hipotético del conocimiento. Desde un punto de vista estrictamente racional, esas articulaciones e hipótesis son insatisfactorias. No es racionalmente satisfactorio que la realidad conste de dos (o más) elementos heterogéneos e irreducibles, ni que la base de todo nuestro conocimiento sea menos que absolutamente clara y evidente.
La Dialéctica, en cuanto racionalismo “intransigente”, no encuentra tanto problema en salvar el fenómeno. Al fin y al cabo, incluso afirmar que todo lo que vemos es pura ilusión, es una buena manera de salvarlo.
-Considera, pues, ahora de qué modo hay que dividir el segmento de lo inteligible.
-¿Cómo?
-De modo que el alma se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como de imágenes, de aquellas cosas que antes eran imitadas , partiendo de hipótesis y encaminándose así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda, partiendo también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas y sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría. (Platón, La República 510-b)
Hola, Juan Antonio:
ResponderEliminaraquí estaba yo tan contento con la llegada (por fin) de las entradas sobre qué SÍ es filosofía, cuando me encuentro con que el contenido de la entrada sigue correspondiendo a las de qué NO es filosofía. Pues en realidad hablas de la ciencia, más que de la filosofía (y menos de la dialéctica). Así que seguiré esperando.
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Pero, en fin, para abrir boca (y con la esperanza de que te tomes un poquito en serio mis comentarios, y no sigas la estrategia fácil de trivializarlos como "mero -y absoluto- relativismo"), un par de cosillas:
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Queremos un conocimiento lo más pleno y completo posible, un conocimiento absoluto, un conocimiento de la esencia.
Eso ya parte de la SUPOSICIÓN NO DEMOSTRADA Y NO AUTOEVIDENTE de que hay una cosa como "el conocimiento" (por no hablar de "las esencias", nada más y nada menos), cuya ESTRUCTURA (¿"esencial"?) consiste en una GRADACIÓN desde los casos de "conocimiento menos absoluto" a los de "conocimiento más pleno y completo posible".
NO HAY RAZONES PARA ADMITIR ESO. El tipo de cosas que nos encontramos empíricamente y a lo que podemos llamar "fenómenos cognitivos" (cosas como que fulano sabe por dónde llegar a Logroño, o que mengano sabe que el oxígeno puede ser líquido, o que zutano cree que su mujer le pone los cuernos, o que la ardilla sabe dónde escondió las nueces, o que el granado "sabe" cuándo tiene que florecer...) pueden ser CONCEPTUALIZADOS de muchas maneras; UNA de esas maneras es la famosa "línea" de Platón, pero no veo por qué esa línea vamos a tener que aceptar (sin más demostración que la presunta autovidencia de ese mero "símil", o "metáfora") que representa algo así como "la naturaleza esencial de los HECHOS cognitivos", ni por qué vamos a tener que asumir ni siquiera que hay algo así como esa "naturaleza esencial".
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hay un tipo de pensamiento, racional y dialéctico, que no acepta el carácter último articulado de la realidad ni la irreducibilidad de lo hipotético, sino que pretende una comprensión absolutamente unitaria y anhipotética de la realidad. A esto es a lo que debemos llamar más propiamente filosofía, o Dialéctica,
¿Por qué "debemos"? ¿Con qué AUTORIDAD lo dices? Eso será, en todo caso, UN modo de entender la filosofía. ¿Por qué "el único", o el "más propio"? ¿Por ORDEN de quién?
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La filosofía como Dialéctica tiene como objetivo salvar exclusivamente la exigencia de la razón,
¿Y si la razón no es más que un "sueño", un "autoengaño", y sus aparentes "exigencias" no fueran más que la transposición de las relaciones reales de poder, o de las ideologías dominantes, o de lo que fuera...? No digo yo que lo sea, pero ¿cómo sabemos que no? Tal vez la realidad no sea racional (en el sentido de que la razón sea una tal vez una PARTE INSIGNIFICANTE de la realidad, que SUEÑA con gobernarlo todo, pero que sólo gobierna una diminuta provincia). ¿Cómo averiguar si sí o si no?
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Por otro lado, ¿y si dialéctico lo es TODO? Si, empecemos por donde empecemos, podemos montar un argumento dialéctico, en ese caso, ¿qué sentido tiene intentar separar la filosofía de todo lo demás?
Hola, Jesús,
ResponderEliminarme alegro de que ya encuentres algún hueso que roer.
Espero no trivializar tus palabras ni recurrir a trucos fáciles (ni difíciles). Aunque, dado que no tengo la sensación de haberlo hecho hasta ahora, ¡me temo que se va a tratar más bien de que estás a una altura argumentativa tal que no puedo permitirmela! (es broma, por supuesto).
En esta entrada, dices, sólo ves que hablo de qué no es la filosofía. Quizá puedes inferir, entonces, a partir de lo que he escrito, que la filosofía es un género de patinaje, o un método de pelar patatas. No, no he definido de manera puramente negativa qué entiendo por filosofía (que ya sería una definición). He dicho que la Filosofía es una actividad teórica (es decir, no cualquier otro tipo de actividad), acerca de la Realidad (no acerca de otras "cosas", como letras o pensamientos -intenté argumentarlo en entradas anteriores-) y que pretende un saber Absoluto, es decir, en que no se dé por supuesta ninguna articulación categorial ni ninguna "hipótesis". Una manera (dialectica) de aclarar una cosa, especialmente en casos, como este, alejados de lo que el otro puede compartir, es recurriendo a buscar una demarcación con otro algo muy cercano y más reconocible.
Dices: Eso ya parte de la SUPOSICIÓN NO DEMOSTRADA Y NO AUTOEVIDENTE de que hay una cosa como "el conocimiento" (por no hablar de "las esencias", nada más y nada menos), cuya ESTRUCTURA (¿"esencial"?) consiste en una GRADACIÓN desde los casos de "conocimiento menos absoluto" a los de "conocimiento más pleno y completo posible".
Vamos a ver. Ya te he dicho en otras ocasiones que no todo puede (ni necesita) demostrarse. También te he dicho que no estoy dispuesto (porque es absurdo) a discutir si ciertas cosas son autoevidentes para ti como lo son para mí. Sencillamente, si no compartes mis evidencias básicas, no hay discusión posible. No pasa nada: tampoco las comparte la pared, o el gato, o quizá mentes supersabias. Las comparto yo conmigo (y, quizá por casualidad con otras personas) y es suficiente, como las tuyas te satisfacen a ti y a otros.
Otra advertencia: la metafilosofía (es decir, lo que estamos discutiendo tú y yo ahora) no es el principio de la filosofía. La filosofía, si existe, deberá empezar por aquello que uno considere más fundamental. Dado que yo no creo que la noción de Filosofía sea la más fundamental, acepto que la metafilosofía presupone otras tesis filosóficas (metafísicas, etc., como esa de si hay una realidad en sí o si es cognoscible, etc.)
Ahora, yendo a lo que dices: que existe conocimiento más o menos correcto es un principio, además de autoevidente (para mí), un postulado por parte de quien abre la boca con pretensiones de discutir argumentativamente (excepto para Rorty y dos o tres más), y es una cosa que ya hemos discutido muchas veces, así que no me voy a parar.
Que si existe un conocimiento más correcto y otro menos, eso presupone que hay un criterio de cómo sería un conocimiento absoluto, aunque resultase quizá inalcanzable para nosotros, ya lo hemos discutido también muchas veces. Un conocimiento es más correcto (incorrecto) cuanto más cerca (lejos) está de la corrección absoluta, como un número natural es más pequeño cuanto más se acerque a cero y una cosa es más blanca cuanto más se acerque al blanco perfecto. Puede que (de hecho, yo comparto algo así) ese "conocimiento absoluto", ese "cero absoluto" o ese "blanco absoluto" sean singularidades, pero no pueden ser cualquier cosa o ninguna. si no hay la Verdad absoluta, no hay posibilidad de definir las verdades relativas.
En cuanto a las "esencias" no debes preocuparte tanto. Como sabes, hay otras maneras más modernas de definirlas (a partir de la necesidad, etc). Si a un físico le preguntas que si una partícula con carga positiva es un electrón, o si una teoría sin contraste empírico es una teoría científica, y por qué, te dirá que no, porque eso son rasgos esenciales de esas cosas. Por supuesto, uno puede discutir de cuáles son las verdaderas esencias, y cuales son meras apariencias, pero eso gracias a que asume el concepto de esencia.
ResponderEliminarla famosa "línea" de Platón, pero no veo por qué esa línea vamos a tener que aceptar (sin más demostración que la presunta autovidencia de ese mero "símil", o "metáfora") que representa algo así como "la naturaleza esencial de los HECHOS cognitivos"
La teoría epistemológica de Platón (que no es una metáfora -no trivialicemos- sino que la ilustra con una metáfora, como hace Popper con el cubo, por ejemplo) se argumenta como toda teoría: mostrando que lo que propone es necesario para comprender el asunto en cuestión, o que no hay, al menos, alternativa mejor. Es evidente que, como dice Platón, hay un tipo de actividad racional mixta (lo que hoy llamamos ciencia) que toma como objetos los "fenómenos" y parte de ciertos supuestos que no se cuestiona. Y también es evidente que nos planteamos los fundamentos de esa articulación y esas hipótesis. Y, sobre todo, es evidente que hay que plantearselo.
A esto es a lo que debemos llamar más propiamente filosofía, o Dialéctica, --¿Por qué "debemos"? ¿Con qué AUTORIDAD lo dices?
Bueno, esto no lo voy a discutir. Quizá tú sepas quién tiene la autoridad última para poner los nombres. Yo creía que cuando damos una caracterización que creemos correcta del sentido que tenía cierto término, X, tenemos derecho a proponer: "esto es lo que debemos llamar X". Pero si tú quieres llamar "tiempo" al piano, yo no te voy a discutir de palabras. Llámalo como quieras. Ahora bien, hace pocas líneas has escrito (con cierta humildad, eso sí): El tipo de cosas que nos encontramos empíricamente y a lo que podemos llamar "fenómenos cognitivos" . Pero, preguntaría yo ¿por qué podemos? ¿Podemos todo lo contrario, o cualquier otra cosa? Y en ese caso, ¿qué quieres decir con tu frase? Pero todo esto me parece enredar las cosas, metiendo asuntos que no vienen directamente a cuento.
¿Y si la razón no es más que un "sueño", un "autoengaño", y sus aparentes "exigencias" no fueran más que la transposición de las relaciones reales de poder, o de las ideologías dominantes, o de lo que fuera...? No digo yo que lo sea, pero ¿cómo sabemos que no?
Si la razón es un sueño, cuando despierte te lo digo (si existías o existíamos). Sólo necesito que me digas qué considerarías tú "despertar". Para mí, eso no existe. No me interesa plantearme una posibilidad imposible para mí.
Si nuestras ideologías fueran epifenómenos de lo que "en verdad" serían relaciones de poder, o de lo que "en verdad" serían estados de la evolución, etc, todos esas teorías serían falsas. Así que, como se autodestruye toda tesis que intenta negar la razón, la razón es innegable.
Pero, ya puestos, sí que podrías preguntarte: ¿y si los fenómenos son un sueño, y su exigencia de ser "salvados" es fruto de una ilusión absoluta? Para la filosofía, esta última pregunta es más sensata que la que haces tú. Negar los fenómenos no es "tan" inconsistente como negar la razón.
¿y si dialéctico lo es TODO? Si, empecemos por donde empecemos, podemos montar un argumento dialéctico, en ese caso, ¿qué sentido tiene intentar separar la filosofía de todo lo demás?
ResponderEliminarEsto es muy interesante. Pienso dar mi opinión en entradas futuras. Pero, por adelantar mi postura: sí, todo es dialéctico, en cuanto estás dispuesto a examinarlo a fondo, sin dar nada por supuesto en su constitución o naturaleza. Lo que diferencia a la filosofía (dialéctica) de "todo lo demás" no es su objeto, sino su modo de considerarlo. La misma cosa puede verse a científicamente (como una colección de eventos apenas irrelacionados), científicamente pero adiléctica o afilosóficamente (como un sistema de hechos relacionados por leyes), o filosófica y dialécticamente.
Aquí lo dejo. Por cierto, tendrás que templar tu sano deseo de saber del todo la verdad, porque los próximos días no voy a poder atender el blog.
Un saludo anhipotético
También muy interesante. Los científicos deberíamos pensar más en las "limitaciones" racionales de nuestro método.
ResponderEliminar¿Me permite una pregunta? ¿Es realista la filosofía que defiende, un poco a lo Tomás de Aquino (quitando la religión, claro)?
Un saludo,
Dolores
Ununcuadio,
ResponderEliminarMaxwell decía que habría que escribir con letras doradas que el científico debe conocer y no sobrepasar sus límites.
Mi filosofía es "realista", sí, en el sentido de que defiendo que existen realidades trascendentes. Es lo más parecido que se puede a Tomás de Aquino siendo platónico, como soy. Tomás de Aquino es un gran sabio, comparado con el cual la inmensa mayoría de sus críticos modernos no saben ni de qué hablan.
Un saludo