La estrategia de la deconstrucción, decía, es el ataque más demoledor que el racionalismo y la metafísica en general han recibido. Derrida, ese nietzscheano-rousseauniano (que es lo que él en síntesis quiso ser, según confiesa) muestra que el sujeto ideal en que debería producirse el discurso puro, idéntico consigo mismo y, por tanto, libre del cuerpo y el tiempo, está calado indefinidamente por el tiempo. Cuando digo “yo soy” (o simplemente “esto es tal o cual”, como también argumenta García Calvo en Lecturas presocráticas I) hay un tiempo, que va desde el yo al soy (o desde el esto al tal-y-cual), y que hiere de “muerte” a la identidad pura. A esa identidad pura que desde Parménides y su escudero Platón ha sido el sueño de la razón.
Sin embargo, precisamente en el Parménides de Platón, ese lugar en alto desde el que se divisa toda la filosofía y todo el pensamiento conocido y quizás posible, el argumento deconstruccionista está pulcra y exactamente presente. Se trata del primer movimiento del “ejercicio” dialéctico, en que Platón deja decir a Parménides qué consecuencias tiene cada hipótesis acerca de si “es lo Uno” (o “es uno”). Si es lo Uno, tiene que ser, razona el ejercicio, indivisible, no un todo (porque un todo es necesariamente múltiple y, en esa medida, falto de identidad). Pero si lo Uno (la Idea, el Sujeto, o cualquiera otra de sus epifanías en la historia de la metafísica) es solo uno y no divisible, entonces no puede tener ninguna propiedad, ni siquiera estar aquí o allí o ahora o luego, porque toda propiedad diferente de la pura unidad lo haría complejo y no-uno, no absolutamente auto-idéntico. Y, en especial en lo que se refiere al tiempo, dice el texto (uso la traducción –imperfecta en varios aspectos, mi juicio- de Guillermo R. de Echandía, en Alianza):
[Parménides] -¡Pues qué! ¿El “fue”, el “ha llegado a ser”, el “llegó a ser” no parecen significar una participación en un tiempo que ya ha sido?
[Aristóteles] -Ciertamente.
- ¿Y qué? ¿El “será”, el “llegará a ser” y “habrá llegado a ser”, en un tiempo futuro?
- Sí.
- ¿Y el “es”, el “llega a ser”, en un tiempo presente?
- Sin lugar a dudas.
- Luego si el Uno no participa de ningún modo del tiempo, antes no ha sido, ni era, ni fue; ahora no ha llegado a ser ni llega a ser ni es; después no llegará a ser, ni habrá llegado a ser ni será.
- Es la pura verdad.
- Pero ¿hay otros modos de participar en el Ser que estos?
- No los hay.
- El Uno, entonces, no participa en ningún modo en el Ser.
- Parece que no.
- Luego el Uno no es de ningún modo.
- Eso parece.
- Por tanto, ni tan siquiera sería uno, porque si lo fuese participaría en el Ser. Pero, según parece, el Uno ni es uno, ni es, si hemos de fiarnos de la argumentación.
- Temo que sea así.
- Pero lo que no es, precisamente por no ser, ¿podrá tener algo en sí o de sí?
- ¿Y cómo?
- Entonces no tiene nombre, ni razón, ni ciencia, ni sensación ni opinión.
- No lo parece.
- Pero ¿es posible que suceda esto con el Uno?
- Me cuesta creerlo. (Parménides, 141d y ss).
Los mismos argumentos de la deconstrucción (la inefabilidad e incomprensibilidad de lo puramente autoidéntico), en el principio de la filosofía. Esto debería obligarnos a leer el resto del Parménides, ¿no?
Creo que el Parménides tiene fundamentalmente una lectura: las presuposiciones que nos hacen llegar a todas esas contradicciones son tesis que no hay que tomarse demasiado en serio, aunque no sepamos cómo quitárnoslas de encima. Tal vez la ficción de que hay algo ahí fuera que nuestro lenguaje puede "captar" sea la fuente de todos esos espejismos.
ResponderEliminarEso puede ser una tesis filosófica que uno saque legítimamente leyendo el Parménides, pero creo que no puede ser la lectura correcta del Parménides, es decir, de la intención de Platón. Y tampoco creo, claro (ya me conoceis) que sea una tesis correcta.
ResponderEliminarEn próximas entradas querría seguir indagando en lo que creo que nos quiere decir Platón en ese texto. La interpretación que propongo (y que he explicado en el tercero de mis Diálogos de Filsoofía) me parece original, y me gustaría que se diese opinión sobre ella. La expondré en breve. De momento sugiero solo una pregunta: ¿por qué creéis que eligió Platón a Parménides para desarrollar todo ese juego de aporías que afectan a cualquier posición filosófica?
Porque el Parménides también tiene en cuenta esa posibilidad que insinúas, o sea, que no haya nada ahí a lo que el lenguaje tenga que captar (y que, en verdad, se parece mucho a lo que quiere decir Derrida). Precisamente en la próxima entrada citaré el pasaje del texto donde se deconstruye la deconstrucción.
no puede ser la lectura correcta del Parménides, es decir, de la intención de Platón
ResponderEliminarPor supuesto. No va a cerrar él mismo su propio chiringuito. Pero le honra la honestidad de contar los problemas que ve al bajar a los cimientos del palafito.
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¿por qué creéis que eligió Platón a Parménides?
Supongo que por joder, como casi siempre.
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Supongo que por joder, como casi siempre.
Eliminar¡Ay, ay, tu caridad hermeneútica! ¡Menos mal que no lo haces por joder!
Cuando te cuente mi hipótesis (ya quizás no te acuerdes de cuando leiste mi libro) vas a ver (no sé qué, pero vas a ver).
No va a cerrar él mismo su propio chiringuito.
Es que cuando Platón examina los cimientos, ve muy bien los problemas de todos, pero tamibén ve en qué unos superan a otros.