Hemos visto que, para Aristóteles, naturaleza es actividad,
principio de cambio. Son realidades naturales aquellas cosas que tienen en sí
una ley de transformación propia: hay una dinámica vital, por eso hay seres
vivos, los seres vivos son sustancias. Pero ¿cómo es, esencialmente, la naturaleza?
¿Cuál es la naturaleza última de la naturaleza? ¿Es la Naturaleza , en esencia,
una sustancia subyacente a los diferentes procesos naturales, que ocurrirían en
ella (la materia); o es, más bien, la estructura que ese sustrato sufre (la
forma o concepto); o ambas cosas? Ambas
cosas, según Aristóteles, pero más lo segundo que lo primero:
“Parece que la naturaleza o la sustancia de los seres que son por naturaleza es el constituyente primero de cada uno, algo sin estructura por sí mismo. Así, la naturaleza de la cama sería la madera, y la de la estatua, el bronce. Es signo de esto, dice Antifonte, que, si se plantase una cama y tomase fuerza la materia en descomposición como para dar brote, no se generaría cama sino madera, de modo que solo por accidente tiene esa estructura según las reglas y el arte; pero sustancia es lo que permanece al recibir esa estructura continuamente (…) En un sentido, pues, se llama naturaleza a la materia primera subyacente de cada cosa que tenga en sí un principio de movimiento y transformación. Pero en otro sentido, a la forma y la idea de acuerdo con el concepto. Pues tal como se llama arte a lo que es según arte y a lo artificial, así se llama natural a lo que es conforme a naturaleza y a lo natural. Y así como no diríamos de nada que es artificial si solo es cama en potencia pero no tiene forma de cama, ni que es arte, así tampoco en las cosas que se constituyen por naturaleza. Pues lo que en potencia es carne o hueso no tiene aún su propia naturaleza antes de tomar la forma de acuerdo con el concepto, por cuya delimitación decimos qué es carne o hueso, ni es aún algo natural. Así que, en este otro sentido, la naturaleza será, en aquellas cosas que tienen en sí el principio de movimiento, la forma y la idea, que no es separable más que conceptualmente. Y esta es más naturaleza que la materia, pues de cada cosa decimos que es cuando está en acto más que cuando está en potencia”. (193 a y b)
δοκεῖ δ' ἡ φύσις καὶ ἡ οὐσία τῶν φύσει ὄντων ἐνίοις εἶναι τὸ πρῶτον ἐνυπάρχον ἑκάστῳ, ἀρρύθμιστον <ὂν>καθ' ἑαυτό, οἷον κλίνης φύσις τὸ ξύλον, ἀνδριάντος δ' ὁ χαλκός. σημεῖον δέ φησιν Ἀντιφῶν ὅτι, εἴ τις κατορύξειε κλίνην καὶ λάβοι δύναμιν ἡ σηπεδὼν ὥστε ἀνεῖναι βλαστόν, οὐκ ἂν γενέσθαι κλίνην ἀλλὰ ξύλον, ὡς τὸ μὲν κατὰ συμβεβηκὸς ὑπάρχον, τὴν κατὰ νόμον διάθεσιν καὶ τὴν τέχνην, τὴν δ' οὐσίαν οὖσαν ἐκείνην ἣ καὶ διαμένει ταῦτα πάσχουσα συνεχῶς (…) ἕνα μὲν οὖν τρόπον οὕτως ἡ φύσις λέγεται, ἡ πρώτη ἑκάστῳ ὑποκειμένη ὕλη τῶν ἐχόντων ἐν αὑτοῖς ἀρχὴν κινήσεως καὶ μεταβολῆς, ἄλλον δὲ τρόπον ἡ μορφὴ καὶ τὸ εἶδος τὸ κατὰ τὸν λόγον. ὥσπερ γὰρ τέχνη λέγεται τὸ κατὰ τέχνην καὶ τὸ τεχνικόν, οὕτω καὶ φύσις τὸ κατὰ φύσιν [λέγεται] καὶ τὸ φυσικόν, οὔτε δὲ ἐκεῖ πω φαῖμεν ἂν ἔχειν κατὰ τὴν τέχνην οὐδέν, εἰ δυνάμει μόνον ἐστὶ κλίνη, μή πω δ' ἔχει τὸ εἶδος τῆς κλίνης, οὐδ' εἶναι τέχνην, οὔτ' ἐν τοῖς φύσει συνισταμένοις· τὸ γὰρ δυνάμει σὰρξ ἢ ὀστοῦν οὔτ' ἔχει πω τὴν ἑαυτοῦ φύσιν, πρὶν ἂν λάβῃ τὸ εἶδος τὸ κατὰ τὸν λόγον, ᾧ ὁριζόμενοι λέγομεν τί ἐστι σὰρξ ἢ ὀστοῦν, οὔτε φύσει ἐστίν. ὥστε ἄλλον τρόπον ἡ φύσις ἂν εἴη τῶν ἐχόντων ἐν αὑτοῖς κινήσεως ἀρχὴν ἡ μορφὴ καὶ τὸ εἶδος, οὐ χωριστὸν ὂν ἀλλ' ἢ κατὰ τὸν λόγον. καὶ μᾶλλον αὕτη φύσις τῆς ὕλης· ἕκαστον γὰρ τότε λέγεται ὅταν ἐντελεχείᾳ ᾖ, μᾶλλον ἢ ὅταν δυνάμει. (193 a y b)
La naturaleza es una síntesis (“mezcla”, no física, sino
metafísica, solo separable conceptualmente) de lo informe y la forma. La forma
es inmanente a lo informe, pero no se reduce a ello (no se genera la forma de
lo informe –ni de nada, porque la forma no se genera: se genera el compuesto de
forma y materia-).
¿Se trata de un dualismo ontológico o gnoseológico?
Aristóteles quiere que sea las dos cosas, es decir, que tenga las “virtudes” de
cada uno: las formas no son una creación de la mente humana en el intento de
entender la naturaleza: tienen un verdadero importe ontológico. Sin embargo, no
son separables de la materia más que conceptualmente. Me parece dudoso que esto
sea una superación del platonismo. ¿De dónde se deduce que las formas no son
separables de la materia? ¿De dónde que la aniquilación de la naturaleza (que
Aristóteles considera imposible pero que no tiene nada de lógicamente
imposible) implica la aniquilación de las formas? ¿Adquieren las formas alguna
característica intrínseca por el hecho de ser inmanentes a una entidad natural?
¿Qué pasa con las formas que no tienen ejemplar natural (los espacios de
infinitas dimensiones, por ejemplo, o el número natural siguiente al número de
objetos existentes en este mundo)? ¿Hay que identificar existencia con
existencia-natural? Ni siquiera para Aristóteles es así, puesto que concibe la
posibilidad e incluso la necesidad de seres inmateriales.
El quizás principal
argumento aristotélico contra las formas separadas, basado en que las ideas son
universales y, por tanto, no tienen individualidad, es una confusión de la
intensión con la extensión: cada forma es un individuo (un concepto, una
intensión), independientemente de que sea implementado múltiplemente (su
extensión de aplicabilidad).
Tampoco parece válido el argumento de que la
separación ontológica de las formas no explica nada: explica la posibilidad
lógica y metafísica innegable de que este mundo no existiese sin que ello
afectase a las características propias de las formas, y la posibilidad de que
existan, en otros meta-lugares y/u otros meta-tiempos) otros mundos naturales
distintos a este, que necesariamente deberían respetar las leyes de las formas.
El inmanentismo aristotélico implica que este mundo existe de forma lógicamente
necesaria (pues solo él puede dar soporte a la necesidad lógica de las formas o
estructuras, de manera que no podemos concebir que no existan pares de cosas si
no podemos concebir que dos no sea par).
La naturaleza es más propiamente forma que materia. Aristóteles
aduce otros argumentos además del que aparece en el texto citado. Incluso
ateniéndonos al razonamiento de Antifonte, arguye, un hombre nace de un hombre,
luego la forma hombre es una cosa natural. Además, tercer argumento, todo
proceso natural es un proceso hacia una forma, puesto que las cosas naturales
no ocurren de manera azarosa.
Una versión actual del materialismo al que se refiere
Aristóteles es el reduccionismo materialista radical. La verdadera sustancia de una mesa son las
partículas que la constituyen, y de estas, lo que subyazca más al fondo…, en
último extremo, la energía (sea eso lo que sea). La energía no se crea ni se
destruye, se transforma. Pero ¿qué es la energía, sin estructuras? Solo por
analogía puede concebirse una sustancia previa a toda estructura. Pocos, si alguno,
entre los filósofos modernos y actuales sostendrá que la naturaleza última de
la realidad es algo completamente informe en sí mismo (un reduccionismo
materialista absoluto, que es lo mismo que un extensionalismo absoluto) sino
que reducirán su reduccionismo a uno de tipo relativo, en que las formas “son
inmanentes” en una sustancia intrínsecamente dinámica. Las estructuras
(limitémonos, en el espíritu de la modernidad, a las estructuras matemáticas o
topológicas) están intrínsecamente “mezcladas” en la sustancia universal, pero son
(lógica, metafísicamente) irreducibles a lo informe.
Si un científico pensase
en este asunto (es decir, se hiciese cargo de los presupuestos filosóficos de
su ciencia), quizás reconocería, aristotélicamente, eso mismo: que las
estructuras matemáticas son conceptualmente heterogéneas a la noción de una
sustancia completamente dúctil en la que se implementarían sucesivamente
aquellas estructuras. Si existe el cambio, tiene que haber, por una parte,
nociones inmutables (las formas matemáticas), en segundo lugar, la noción de
algo informe que soporte las diversas estructuras, y en tercer lugar, el
compuesto de ambos ámbitos, que es lo que propiamente es la naturaleza.
Sin embargo, si las formas (la estructura matemática) no se
reducen a la materia, ¿por qué no habrían de ser separables, y tener
subsistencia propia? De hecho, es muy difícil resistirse a ello. Hoy, entre las
especulaciones limítrofes de los físicos, se dice a veces que el mundo (este
mundo) “comenzó” a existir en virtud de, por ejemplo, ciertas asimetrías matemáticas
(u otras entidades puramente estructurales)… en la nada. Quien dice eso concibe
las estructuras “antes” de toda materia, antes del tiempo.
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