viernes, 4 de mayo de 2012

Heidegger contra Platón, I

Heidegger se presenta como el destructor (uno más) de la Metafísica, lo que es lo mismo que decir, de Platón, y como el profeta de otra cosa. ¿Qué se puede pensar de esto?

En algún tiempo –este es el mito que, acerca de la historia de la Filosofía, Heidegger teje a base de ignorar muchísimas cosas y de inventar por lo menos otras tantas en sus “traducciones”- los griegos más originarios, Parménides y Heráclito, estuvieron más cerca del Ser. Eso fue antes de la Metafísica. Platón, en su símil de la caverna, transformó la auténtica comprensión de la Aletheia como desocultamiento, por la incomprensión que se llama teoría de la Idea, es decir, de lo que se manifiesta o presenta. Desde entonces, el asunto más propio del pensar, el asunto del Ser, queda olvidado, e incluso se olvida ese Olvido; el Ser y su diferencia con lo ente, quedan suplantados por el orden de los entes, en ese ejercicio de fundamentación de unos entes a partir de otros, que es la onto-teología o Metafísica.
Por si fuera poco, Platón identificó a la primera de las ideas con la idea del Bien, moralizando de esa manera el asunto (presuntamente más allá del bien y del mal) del Ser.
La Metafísica (sigue la profecía hermenéutica) ha agotado su camino, pasando por la energeia de Aristóteles, la actualitas medieval, el Sujeto moderno y la Voluntad de voluntad de Nietzsche, que es la última forma posible de la Idea. Con tintes apocalípticos y ecologistas, Heidegger advierte de que la completa “globalización” de lo óntico-calculador emanado de Platón, o sea, la técnica, está a punto de arrasar con todo, con la Cosa (con esos modestos aserraderos de la Selva Negra, con los jarros de agua…), a no ser que seamos capaces de recuperar nuestra misión de dejar darse al Ser en el Acontecimiento apropiador (Ereignis).

Hay una manera, lícita pero no la más interesante, de rechazar esta hermeneútica de Heidegger: haciéndole ver que, por una parte, él no ha ido más allá de la metafísica (ha seguido asumiendo sus términos –esencia, fundamento, originario…-) ni ha moralizado menos (cuando habla de que la esencia de la verdad es la libertad, de nuestra caída, etc.) Sería lícito rechazar su pretensión de que él usa todas esas palabras con “otro” sentido, ya no metafísico ni moral. ¿Qué metafísico, desde Platón a Hegel, no se ha quejado de la inadecuación de las palabras? La otra faz de la misma estrategia rechazaría como empobrecedora la interpretación que Heidegger hace de Platón: el Bien de La República no es algo especialmente “moralizante”, sino que hay que entenderlo como la idea axiológica de Validez, que es fundamental para cualquier discurso, y que el propio Heidegger implica; podríamos recordar, también, que Platón coloca a la Idea de las ideas “más allá de la esencia (usía)”, lo que se puede interpretar como una ruptura explícita del “orden de los entes” y de una teología vulgar.

Una estrategia así, si fuese adoptada por el metafísico (como lo ha sido –por ejemplo, entre los aristomistas-), sería válida. Pero propongo otra estrategia que creo más interesante. Supongamos, en efecto, que Heidegger tiene, para ofrecernos, algo “completamente” diferente de lo que ofrece Platón. ¿Qué es? Y ¿es algo “mejor”? 


                                                                                     
Creo que podemos describir la presunta ruptura de Heidegger con la metafísica con los siguientes elementos :

     -El Ser, o sea, la noción fundamental de su pensamiento, no es el Ser como Ente-Idea de Platón, porque el Ser de Heidegger no es objeto de la Razón o Logos, al menos entendido en el sentido de la Lógica y el cálculo, como principio de identidad, etc.
     -El pensamiento al que nos quiere conducir Heidegger no es el pensamiento de la Luz (la Presencia, la Parusía), sino un pensamiento de la Lichtung, es decir, de un “claro” (en el bosque) que deje desocultarse al Ser.     
     -La diferencia “ontológica”, es decir, la diferencia entre el Ser y los entes, no es la diferencia que propone Platón, es decir, una diferencia que hace juego con la idea de Orden y Participación, de Imitación, de AnalogíaLa Diferencia que piensa Heidegger es la idea de una heterogeneidad pretendidamente más radical, o quizás completamente radical. Esta diferencia podría entenderse ya al modo “trascendental” kantiano (así la entendió Heidegger en sus primeros libros), o bien de otra manera, con una cierta “trascendencia” postmetafísica, que no se oponga a ninguna inmanencia, etc.

¿Nos lleva esto a algún lado mejor que la Metafísica, que Platón? Es difícil saberlo. Para empezar, porque el lugar al que nos llevaría, es descrito por Heidegger de una forma tan misteriosa y elusiva, que no es difícil pensar que él mismo no tenía una idea clara (si es que la tenía siquiera oscura) de qué es lo que quería proponernos.

Parece ser que tendríamos que hacer más caso a los poetas (al menos a los auténticos, Hölderlin, Rilke, Trakl…) que a los filósofos (y, por supuesto, que a los científicos). La ciencia no piensa, los metafísicos piensan pero mal, pero los poetas son los pastores del ser. Esta es una gran diferencia con Platón, que decía que el poeta está tres veces alejado de la verdad (tras el dialéctico y el matemático) y debía ser vigilado e incluso expulsado si no educaba según los dictados de la Razón o del filósofo. Podemos llamar “poeticismo” a esta actitud de Heidegger, y es, desde luego, una forma de anti-racionalismo.
Sin embargo, cuando uno lee a esos poetas, a Hölderlin, a Rilk (y no digamos a Trakl) sin los velos y distorsiones heideggerianos, para su decepción se encuentra (al menos yo) con simples idealistas, platónicos de un nivel más bien exotérico o vulgar, y poco más. Me extraña imaginar a uno de estos poetas, por muy engreído que sea, creyéndose sinceramente la alabanza que Heidegger les dedica. ¿Sabía Hölderlin algo que no comprendía Hegel? ¿Tienen Rilke, o Trakl, algún secreto que fuese más allá de Nietzsche o Bergson? No lo creo, ni creo que sea creíble.

¿Qué más? Parece ser (este es el momento ecologista y “cuasi-budista” de Heidegger) que también tendríamos que preocuparnos menos por fabricar cosas en serie o hablar por teléfono, porque la jarra se destruye con la técnica, y las cosas están más lejos que nunca cuando creemos que podemos llegar a ellas en un instante (La cosa). En lugar de eso, deberíamos disponernos para una actitud receptiva, que permita que se muestre aquello para lo que estamos destinados. En el simple acto de servir a otro una jarra con bebida, los “cuatro” o la cuaternidad (el cielo y la tierra, los mortales y los inmortales), se congregan para una danza en corro. Nada más lejos, desde luego, de la Cuaternidad pitagórica.
Ahora bien, aquí no hay, en un sentido, tanta diferencia con el metafísico: incluso Platón predicaba la austeridad. Sin embargo, la actitud poético-receptiva heideggeriana no es lo mismo que la actitud racional-activa del dialéctico.

Toda la cuestión se desplaza, en verdad, a la diferencia entre la Diferencia platónica (Analogía), y la Diferencia “ontológica” que Heidegger piensa entre Ser y Ente. Dejo esto para la siguiente entrada.

(Por supuesto, sé lo que van a decir enseguida los heideggerianos que lean todo esto: estamos vulgarizando completamente su pensamiento, llamándolo irracionalista, etc. Heidegger no es ni eso ni lo otro. Sus términos tienen “otro” significado. Lamentablemente, está dejando de ser creíble este cuento erudito, esta especie de teología negativa. ¿No hay manera de hablar de Heidegger, sin estarlo malinterpretando?)

5 comentarios:

  1. buen blog.

    recomiendeme por favor esa poesía que no busque la belleza ni la representación sino la "nada"? hay algún poeta u obra en particular? occidente ha logrado eso?

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    1. Estimado Rene, bienvenido a este blog, que es el suyo también, y gracias por sus palabras. Mucha poesía, y mucho arte, moderno ha creído no buscar la belleza (aunque mi tesis es que la buscan por el camino indirecto de la negación: lo que los teólogos llamaban teología negativa o apofática). Hay un poeta que creyó tener mucho que ver con Heidegger y, pese a ser judío, fue a visitarle en los últimos años del filósofo: Paul Celan. Le invitaría a buscar en él en qué medida escapa o pretende escapar al representacionismo y analogismo platónico. Otros poetas muy queridos por los antiplatónicos de los últimos tiempos son, por ejemplo, Mallarmé y Artaud. No tengo conocimiento suficiente como para recomendarle otros. Quizás habría que buscar entre poetas japoneses recientes (y clásicos, pero de otra manera). Un cordial saludo

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  2. Creo que resulta iluminadora la lectura que Marzoa hace de la historia de la filosofía y, para interpretar a Heidegger en la clave de lo no-pensado, como algo previo incluso pre-ontológico eso que resulta indecible de suyo, ahí entraría en juego la poesía y ese violentar el mismo lenguaje. Eso nos podría acercar a ese seyn, o incluso ser tachado con que Heidegger se refiere a ese ser en los escritos tardíos. Abrazo

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    1. He disfrutado mucho leyendo a Marzoa... también he salido "decepcionado" (y con esto no quiero restarle ningún mérito): ¿de verdad que Platón, Aristóteles, Kant... no estaban hablando de lo mismo?, ¿de verdad que la Historia de la Filosofía (si no la Historia sin más) se ha acabado con Heidegger? Creo que el heideggerianismo (con todos mis respetos y reverencias) ha leído mal a Platón y a la Filosofía. Heidegger, a mi juicio, se queda corto en su interpretación de Platón, y va demasiado lejos en sus propias pretensiones. Respecto de lo primero, me parece equivocado pensar que Platón no se planteó el problema del Ser (sino solo del Ente primero): se lo planteó prpofundísimamente, pero no llegó a la conclusión que Heidegger, es decir, a la conclusión de que hay una heterogeneidad radical entre Ser y Ente, sino a que hay entre ellos una heterogeneidad Analógica, que permite conectar al ente con el ser. En cuanto a lo segundo, Heidegger pretende conducirnos a un lugar en el que no hay nada, por ausencia de luz. Al menos, yo no he sabido ver a dónde nos lleva, ni he encontrado en sus palabras conductoras más que... "oscurantismo". Creo que lo peor de la hermenéutica (y sobre todo en la forma hedieggeriana) es que vuelve (pretende volver) imposible el diálogo entre Platón y Heidegger: si ya este ha desenmascarado a aquel, si aquel se quedó en un nivel no-suficientemente-profundo... ¿de qué pueden dialogar? Y esto es un error: la Diferencia Ontológica de Heidegger tiene que ser confrontada con la diferencia ontológica de Platón. Y entonces veríamos cómo la modernidad padece precisamente esa creencia en una diferencia insalvable (o salvable solo irracional, poética, místicamente...), que es lo que más daño ha hecho al mundo moderno, porque, si Ser y Ente no están en una relación de Analogía... ¿qué valen todos los entes? Nada.
      Todo esto, insisto, con todos mis respetos a Heidegger, y con la convicción de que es necesario leerle... pero para no permanecer siempre en él.
      Un abrazo

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  3. Heideger habla de conceptos que estan superados.....el tiempo no existía en su época como unitario, es parte indisoluble del tejido de nuestra realidad..Espacio/Tiempo....son indisolubles....surgen de procesos cuánticos....
    El dijo el tiempo es la temporalidad humana......(esa frase no tieme sentido)....

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