Casualmente, veo que Ted Sider (uno de los filósofos más activos) está trabajando ahora en una obra (a disposición de los lectores en su página) en la que defiende un “reduccionismo cuantitativista”,
lo llamaría yo (no él, seguramente). Voy a hacerme eco de su tesis y sus
argumentos, para discutirlos después.
¿Existen
las mesas, las sillas, los árboles, las personas…?, es decir, para precisar la
pregunta, ¿existen las cosas que están o parecen estar compuestas (a partir) de
otras, o bien existen solo cosas simples (partículas subatómicas elementales,
quizás), de las que las otras (aparentes) entidades están compuestas? El “nihilismo-acerca-de-la-composición”
es la tesis (metafísica) que dice que, en verdad, a un nivel fundamental, no
existe ningún compuesto o ente que conste de partes propias (o sea, excluida
ella misma). Las mesas, sillas, personas… son solo conjuntos de cosas simples organizadas
a “a guisa de mesa”, a guisa de persona (o mesiformemente,
personiformemente). En la metafísica
analítica reciente la renovación por el interés de este asunto se le debe a
Peter van Inwagen, filósofos materialista cristiano, quien cree, efectivamente,
que cosas como sillas y mesas no existen realmente, son solo apaños o montajes “a
guisa de mesa” (“arranged table-wise”) o “mesiformes”, aunque excluye de este
nihilismo a los seres conscientes. Sider no los excluye.
Supongamos un universo, U-3, con tres partículas
elementales, a, b y c. ¿Cuántas cosas existen en ese universo? Según el Nihilismo-acerca-de-la-composición
(en adelante, simplemente “nihilismo”), que Sider defiende en la versión más
radical, en U-3 solo existen tres cosas, las tres partículas a, b y c. El Composicionalismo
sostiene, en cambio, que existen (o pueden existir) otras cosas, compuestas, en
ese (o cualquier otro) universo, por ejemplo la entidad T, que es el compuesto
de a, b y c. En general, las (o ciertas) cosas compuestas a partir de simples,
existen también en sentido pleno: existen las mesas, las montañas y las
personas, además de las partículas que las constituyen o de las que están
compuestas.
¿Por qué no decir, incluso, que, en el universo U-3, existen
las entidades, d (=ab), e (=bc), (también, quizás, otras distintas formadas de
manera ba, cb), f (=abc), g (=ad),… h (=ga)…? De esa manera, con solo que haya,
en un universo, dos entidades (y quizás una, si, como dijo Nietzsche, uno es
compañía y dos son multitud) habrá infinitas.
El principal argumento positivo de Ted Sider a favor del
nihilismo acerca de la composición es que el nihilismo es la teoría metafísica
u ontológica más sencilla o de mayor “parsimonia ideológica”, y todos creemos
que hay algo así como un principio epistemológico que dice que lo conceptualmente
más sencillo es más verosímil.
Ted Sider (un “buen quineano”, según él mismo) asume los
siguientes quineanismos:
- la cuestión propia de la ontología es “qué existe” a nivel
fundamental o subyacente, lo que equivale a preguntarse “qué hay” a ese nivel, es decir, en
términos técnicos, sobre qué términos no tenemos más remedio que cuantificar (en
la mejor explicación global acerca de la realidad, con la que contemos), que es
el modo en que el lenguaje se compromete ontológicamente.
- hay que distinguir entre ontología e “ideología”. La ideología,
en el sentido estricto que le da Quine, es el conjunto de términos no-definidos
de una teoría.
Sider piensa que la parsimonia ontológica (postular pocas
cosas más bien que muchas) es menos interesante que la parsimonia ideológica.
Es decir, es mejor que reduzcamos al mínimo nuestras nociones indefinidas, aunque
tengamos que contar con muchas realidades o tipos de realidades en nuestro
universo teórico, siempre que estén bien definidas.
No obstante, este principio de parsimonia, dice Sider, tiene
que ser limitado a las ramas teóricas que más tratan de la naturaleza
fundamental del mundo (o sea, según él, la física, la matemática y la
metafísica fundamental), y su aplicación es menos clara en ciencias como la biología,
la economía, la psicología, etc. El nihilista puede, pues, usar perfectamente conceptos
como “a guisa de planta” o plantiforme, o,
simplemente, planta, etc. Solo cuando se está hablando del nivel fundamental o
subyacente de la realidad, el nihilista rechaza que existan plantas o personas.
Pero ¿es que no hay más criterios teoréticos que la
sencillez o parsimonia? Sí los hay: tales como salvar los fenómenos, tener poder
predictivo… La sencillez se tiene en cuenta cuando esas otras virtudes han sido
salvadas. Entre dos teorías igualmente predictivas y explicativas de los
fenómenos, escogeremos la más simple. Ahora bien, cree Sider, cuanto es posible
explicar con el Composicionalismo, es posible explicarlo con el nihilismo, que,
sin embargo, es más simple. Por tanto, el nihilismo es preferible.
El nihilismo se ahorra las ideas, “cuasi-lógicas” de
Compuesto y Parte. Con ello, no perdemos nada (y ganamos vacío y austeridad,
que es, al parecer, algo interesante –como en el budismo y en la política económica
centro-europea actual-).
Después de exponer su argumento positivo, Sider se entrega a
rechazar los argumentos anti-nihilistas.
Según uno de ellos, el nihilismo va contra el sentido común,
y debemos preferir teorías que encajen con el sentido común. Es preferible (cree
el defensor del sentido-común) decir que existen sillas y personas, además de
partículas. Sider, que califica de “mooreanismo” la corriente reciente en
defensa del sentido común (Krikpe, por ejemplo), responde que, además de que el
sentido común no puede ser un criterio epistemológico, en verdad el nihilismo
no entra realmente en conflicto con el sentido común (más de lo que podría
hacerlo, por ejemplo, la famosa reflexión de Eddington de que, según la física
cuántica, la mesa no es sólida aunque lo parezca), porque hay que distinguir el
nivel corriente y el nivel profundo del lenguaje. Seguramente nadie creerá que
va contra el sentido común decir que, “a un nivel subyacente, las mesas no son
sólidas, y las cosas compuestas no existen”. ¿Cree, acaso, el sentido común que
las mesas son entidades fundamentales?
Algo semejante hay que decir, según Sider, de la objeción de
que el nihilismo no salva lo que percibimos. Si distinguimos entre el nivel
ordinario y el subyacente, el nihilismo salva lo que vemos. El objetor podría
comparar el nihilismo con el escepticismo, que piensa que acaso somos cerebros
en una probeta. Si a tal escepticismo podemos contestarle (según hacen algunos)
que tal tesis socava injustificadamente la validez de nuestra percepción, lo
mismo podríamos hacer con el nihilismo. Sin embargo, Sider observa que, a
diferencia del nihilismo (que es una mera “posibilidad” sin argumentos a favor)
el nihilismo es una teoría con argumentos positivos a su favor y relevancia teórica.
Y la misma estrategia defensiva hay que adoptar contra la
objeción de T. Williamson, según la cual es un error psicologizar la creencia y,
con ella, la epistemología, lo que lleva de cabeza al escepticismo. El
nihilismo no hace tal cosa, y es totalmente compatible con una concepción “externalista”
(los pensamientos no están –solo- en la “cabeza”). Solo desestima el carácter presuntamente
último de las creencias de nivel ordinario, cuando se trata del nivel
subyacente de la realidad.
Algunos (por ejemplo, el propio van Inwagen) dirigen contra
el nihilismo una objeción “cartesiana”: la consciencia tendría algo de
irreducible, de unitario, que la salvaría de ser un compuesto o arreglo de
partículas. Pero Sider no ve esto convincente. No basta, (aquí como en ningún
asunto), dice, con la “certeza” fenomenológica: nuestra “percepción” directa de
la mente. Una teoría puede intentar explicar la composición subyacente que hace
posible ese fenómeno. Tampoco le basta al cartesianismo, según Sider, con
rechazar el materialismo, porque incluso aunque la consciencia fuese
irreducible y no superveniente, podría ser que la mente esté correlacionada con
una multiplicidad de partículas, y no con una unidad material. No hay razones
para rechazar que la unicidad de la conciencia podría deberse a una pluralidad
de partículas.
A continuación Sider rechaza la objeción deflacionista (que
ya ha tratado en otros lugares, como recordé aquí ). Según el deflacionismo
metafísico (representado recientemente sobre todo por Eli Hirsch), la disputa
entre el nihilismo y el composicionalismo es meramente verbal. El deflacionismo no afecta solo a esta cuestión que estamos
tratando, sino a toda la metafísica: sería meramente verbal afirmar o negar que
existen las proposiciones (ya que existen sentencias sinónimas) o que existen
los agujeros ya que existen los donuts. La réplica al deflacionismo más
conveniente aquí es, cree Sider, similar a la que se ha dado a la objeción del
sentido-común: aunque la frase “existen los compuestos si existen partículas
subatómicas apropiadamente organizadas” es una verdad conceptual en el lenguaje
ordinario, no lo es en el lenguaje fundamental de la ontología. En ese nivel,
la cuestión es relevante, y tiene contraste.
Pasemos a otro asunto. ¿Y si la realidad es “sucia” o
pringosa (“gunky”), o sea, tal que cada una de sus partes, incluida ella misma,
tiene partes propias? Dado que el nihilismo tiene que rechazar esa posibilidad
a nivel fundamental, se ve obligado a rechazarlo también a cualquier nivel de
lenguaje. Sin embargo, un argumento habitual pretende demostrar que la realidad
es “sucia” y que (o “porque”) no existen partículas últimas. El argumento opera
inductivamente, mostrando que, cuantas veces en la historia se ha propuesto
ciertas partículas últimas, se ha descubierto que eran compuestas. Este
argumento, dice Sider, es malo por varias razones: por ejemplo, se trata de una
pobre inducción; además, da un salto de un número finito de casos al infinito.
Además, y sobre todo, el argumento ataca a la noción de “partícula
última”, pero es mejor pensar que, en lugar de partículas, el nivel fundamental
está formado de puntos en el espacio-tiempo (o en un espacio de orden superior),
de modo que lo que hubiera, más propiamente, que decir acerca de las partículas
fuese “la partícula x está localizada en el punto p”.
No parece que haya buenos argumentos para creer que la
realidad es “sucia”, pero no puede descartarse esa posibilidad, que haría falso
al nihilismo. (Sider no cree que la metafísica sea el campo de la necesidad: la
metafísica, que trata de la estructura última de la realidad, depende de y está
en continuidad con la(s) ciencia(s), y el precio que paga es que sus teorías no
son necesarias o imposibles).
Dado que el nihilismo es más sencillo, quien quisiera
argumentar contra él tendría que mostrar que el atomismo es falso.
El más formidable argumento que encuentra Sider contra el
nihilismo es que nuestra mejores teorías físicas incluyen una geometría-física
(es decir, una teoría de la estructura intrínseca del espacio físico, o del
espacio-tiempo) que cuantifica sobre trayectos y regiones, que son objetos compuestos
que contienen puntos como Partes. No parece esperable que la topología (con sus
intervalos abiertos y cerrados) pueda explicarse en términos de puntos últimos,
como sí sucede en la axiomatización de Tarski de la geometría sólida. Y, lo que
es pero (porque, al fin y al cabo, no hay por qué considerar a la topología
como parte de la estructura última de la realidad), no parece que se pueda
prescindir de la composición en el espacio-tiempo curvo de la relatividad
general (donde la distancia entre dos puntos se define por la longitud del
camino más corto que los conecta, y eso implica necesariamente los conceptos de
Parte y Compuesto).
Ahora bien, en estos casos de la geometría física se trata
de conjuntos de puntos, no de compuestos mereológicos de puntos. Como la teoría de conjuntos es necesaria de todas formas, es
preferible reducir a ella la topología. Nos ahorramos, a nivel fundamental, la
relación <, y nos basta con la de pertenencia .
Que esto sea correcto depende de que tenga éxito el
proyecto, iniciado por Hartry Field
(en Science without Numbers) de “eliminar” los números en el lenguaje científico.
Pero, se podría
preguntar uno, ¿por qué no hacerse ya del todo "pitagórico" e identificar las
partículas y los puntos del espacio con meros conjuntos? Nótese, responde a
esto Sider, que ello no introduciría ninguna simplificación: harían falta los
mismos primitivos físicos (partículas y leyes). No añadiría parsimonia ideológica
o conceptual. Solo añadiría parsimonia ontológica. A cambio, ese “pitagorismo” introduciría
arbitrariedad, porque no hay una única colección de simples conjuntos con los
que sea particularmente natural identificar partículas y puntos del
espacio-tiempo.
En resumen, el Nihilismo radical acerca de la composición de
la realidad, es la hipótesis metafísica según la cual la realidad consta solo
de entidades simples, no compuestas, a saber, partículas atómicas situadas en
puntos o regiones del espacio-tiempo (o algún espacio abstracto), cuya geometría
se puede describir toda en términos de teoría de conjuntos. Esta hipótesis es más
sencilla que su contraria, y solo sería falsa si el atomismo y/o el
reduccionismo de números (de H. Field) resultasen estar equivocados. Mientras
tanto, es preferible pensar que no existen, realmente, mesas, sillas, plantas,
personas… sino solo quarks, leptones, bosones…, a veces “organizados” a guisa
de mesas, sillas, plantas o personas.
Como puede verse, se trata de una tesis y una argumentación
muy radical e interesante, y con gran significado “existencial” o filosófico,
tras su aparente frialdad de la pulcritud analítica. Sin embargo, a mi juicio, Sider, que
formula aquí una versión bastante clara del extensionalismo y “materialismo”
radical, no puede estar más equivocado, como intentaré mostrar en otro momento.
DIALECTICA Y ANALOGIA
ResponderEliminarel filosofo kitaro nishida como abordo el tema de "sin sentido" de la existencia? desde un nihilismo activo como el de camus? o como el del pesimismo ruso donde el hombre se hunde en la nada y en la angustia sin creer en nada.
dialectica y analogia
ResponderEliminarporque el existencialismo se asocia al nihilismo?, en que aspecto se puede considerar a nishitani como un existencialista y nihilista?
el filosofo kitaro nishida como abordo el tema de "sin sentido" de la existencia? desde un nihilismo activo como el de camus? o como el del pesimismo ruso donde el hombre se hunde en la nada y en la angustia sin creer en nada.
Estimado anónimo, el sentido en el que el existencialismo es nihilismo, a mi juicio, es porque el existencialismo considera al hombre algo sin ninguna esencia, como no sea la existencia misma... lo que nos equipararía con el Dios de la tradición (cuya esencia consistía en ser pura existencia) pero con la enorme diferencia de que nosotros no somos seres absolutos, sino finitos. Ahora bien, ¿de dónde puede producir un sentido, una orientación, un curso de acción..., un ser que no tiene esencia? Aunque los existencialistas abogasen por una ética concreta, esta de ninguna manera se deduce de la premisa existencialista. tan existencialista es exterminar a la humanidad como ser solidario. En esto Nietzsche (ese otro gran nihilista) tenía razón: es bueno lo que cada uno, por su pura voluntad de poder, "decida"... pero, por supuesto, Nietzsche se equivocaba también al decir que no tenemos esencia. La deconstrucción de todo lo humano, hasta dejarlo en nada, es el más pernicioso de los movimientos de la modernidad, consecuencia última de la renuncia moderna a la metafísica, en aras de solo la ciencia y la fe inescrutable.
EliminarEn cuanto al budismo, aunque quizás hay varias interpretaciones posibles de los textos clásicos, creo que el maestro advaita Sankara (y Nietzsche también) tenían razón en verlo como un nihilismo (quizás heredero del escepticismo griego, o quizás independiente de él). No conozco suficientemente a Nishida, y no creo que encajase suficientemente en esa descripción que he hecho. Pero creo que el concepto de nihilidad propio de la especulación budista es el camino opuesto a la mística gnóstica del platonismo, etc., que yo considero la bienencaminada (como argumento en varios lugares), por lo que no es raro que los más irracionalistas pensadores occidentales modernos (como Heidegger) sientan fascinación por el pensamiento budista japonés.
Espero no haber sido excesivamente confuso.
Un cordial saludo