miércoles, 11 de julio de 2012

¿Existen las sillas (y alguien que pueda sentarse en ellas)? El nihilismo de Ted Sider


Casualmente, veo que Ted Sider (uno de los filósofos más activos) está trabajando ahora en una obra (a disposición de los lectores en su página) en la que defiende un “reduccionismo cuantitativista”, lo llamaría yo (no él, seguramente). Voy a hacerme eco de su tesis y sus argumentos, para discutirlos después.


¿Existen las mesas, las sillas, los árboles, las personas…?, es decir, para precisar la pregunta, ¿existen las cosas que están o parecen estar compuestas (a partir) de otras, o bien existen solo cosas simples (partículas subatómicas elementales, quizás), de las que las otras (aparentes) entidades están compuestas? El “nihilismo-acerca-de-la-composición” es la tesis (metafísica) que dice que, en verdad, a un nivel fundamental, no existe ningún compuesto o ente que conste de partes propias (o sea, excluida ella misma). Las mesas, sillas, personas… son solo conjuntos de cosas simples organizadas a “a guisa de mesa”, a guisa de persona (o mesiformemente, personiformemente).  En la metafísica analítica reciente la renovación por el interés de este asunto se le debe a Peter van Inwagen, filósofos materialista cristiano, quien cree, efectivamente, que cosas como sillas y mesas no existen realmente, son solo apaños o montajes “a guisa de mesa” (“arranged table-wise”) o “mesiformes”, aunque excluye de este nihilismo a los seres conscientes. Sider no los excluye.

Supongamos un universo, U-3, con tres partículas elementales, a, b y c. ¿Cuántas cosas existen en ese universo? Según el Nihilismo-acerca-de-la-composición (en adelante, simplemente “nihilismo”), que Sider defiende en la versión más radical, en U-3 solo existen tres cosas, las tres partículas a, b y c. El Composicionalismo sostiene, en cambio, que existen (o pueden existir) otras cosas, compuestas, en ese (o cualquier otro) universo, por ejemplo la entidad T, que es el compuesto de a, b y c. En general, las (o ciertas) cosas compuestas a partir de simples, existen también en sentido pleno: existen las mesas, las montañas y las personas, además de las partículas que las constituyen o de las que están compuestas.
¿Por qué no decir, incluso, que, en el universo U-3, existen las entidades, d (=ab), e (=bc), (también, quizás, otras distintas formadas de manera ba, cb), f (=abc), g (=ad),… h (=ga)…? De esa manera, con solo que haya, en un universo, dos entidades (y quizás una, si, como dijo Nietzsche, uno es compañía y dos son multitud) habrá infinitas.

El principal argumento positivo de Ted Sider a favor del nihilismo acerca de la composición es que el nihilismo es la teoría metafísica u ontológica más sencilla o de mayor “parsimonia ideológica”, y todos creemos que hay algo así como un principio epistemológico que dice que lo conceptualmente más sencillo es más verosímil.

Ted Sider (un “buen quineano”, según él mismo) asume los siguientes quineanismos:

     - la cuestión propia de la ontología es “qué existe” a nivel fundamental o subyacente, lo que equivale a  preguntarse “qué hay” a ese nivel, es decir, en términos técnicos, sobre qué términos no tenemos más remedio que cuantificar (en la mejor explicación global acerca de la realidad, con la que contemos), que es el modo en que el lenguaje se compromete ontológicamente.

     - hay que distinguir entre ontología e “ideología”. La ideología, en el sentido estricto que le da Quine, es el conjunto de términos no-definidos de una teoría.

Sider piensa que la parsimonia ontológica (postular pocas cosas más bien que muchas) es menos interesante que la parsimonia ideológica. Es decir, es mejor que reduzcamos al mínimo nuestras nociones indefinidas, aunque tengamos que contar con muchas realidades o tipos de realidades en nuestro universo teórico, siempre que estén bien definidas.
 Por parsimonia o sencillez, pues, tenemos que preferir, en principio, el nihilismo, y sostener que, en un nivel fundamental, la realidad no consta de partículas subatómicas (como los bosones) más sillas, mesas o personas, sino solo de partículas.

No obstante, este principio de parsimonia, dice Sider, tiene que ser limitado a las ramas teóricas que más tratan de la naturaleza fundamental del mundo (o sea, según él, la física, la matemática y la metafísica fundamental), y su aplicación es menos clara en ciencias como la biología, la economía, la psicología, etc. El nihilista puede, pues, usar perfectamente conceptos como “a guisa de planta” o  plantiforme, o, simplemente, planta, etc. Solo cuando se está hablando del nivel fundamental o subyacente de la realidad, el nihilista rechaza que existan plantas o personas.

Pero ¿es que no hay más criterios teoréticos que la sencillez o parsimonia? Sí los hay: tales como salvar los fenómenos, tener poder predictivo… La sencillez se tiene en cuenta cuando esas otras virtudes han sido salvadas. Entre dos teorías igualmente predictivas y explicativas de los fenómenos, escogeremos la más simple. Ahora bien, cree Sider, cuanto es posible explicar con el Composicionalismo, es posible explicarlo con el nihilismo, que, sin embargo, es más simple. Por tanto, el nihilismo es preferible.
El nihilismo se ahorra las ideas, “cuasi-lógicas” de Compuesto y Parte. Con ello, no perdemos nada (y ganamos vacío y austeridad, que es, al parecer, algo interesante –como en el budismo y en la política económica centro-europea actual-).

Después de exponer su argumento positivo, Sider se entrega a rechazar los argumentos anti-nihilistas.

Según uno de ellos, el nihilismo va contra el sentido común, y debemos preferir teorías que encajen con el sentido común. Es preferible (cree el defensor del sentido-común) decir que existen sillas y personas, además de partículas. Sider, que califica de “mooreanismo” la corriente reciente en defensa del sentido común (Krikpe, por ejemplo), responde que, además de que el sentido común no puede ser un criterio epistemológico, en verdad el nihilismo no entra realmente en conflicto con el sentido común (más de lo que podría hacerlo, por ejemplo, la famosa reflexión de Eddington de que, según la física cuántica, la mesa no es sólida aunque lo parezca), porque hay que distinguir el nivel corriente y el nivel profundo del lenguaje. Seguramente nadie creerá que va contra el sentido común decir que, “a un nivel subyacente, las mesas no son sólidas, y las cosas compuestas no existen”. ¿Cree, acaso, el sentido común que las mesas son entidades fundamentales?

Algo semejante hay que decir, según Sider, de la objeción de que el nihilismo no salva lo que percibimos. Si distinguimos entre el nivel ordinario y el subyacente, el nihilismo salva lo que vemos. El objetor podría comparar el nihilismo con el escepticismo, que piensa que acaso somos cerebros en una probeta. Si a tal escepticismo podemos contestarle (según hacen algunos) que tal tesis socava injustificadamente la validez de nuestra percepción, lo mismo podríamos hacer con el nihilismo. Sin embargo, Sider observa que, a diferencia del nihilismo (que es una mera “posibilidad” sin argumentos a favor) el nihilismo es una teoría con argumentos positivos a su favor y relevancia teórica.

Y la misma estrategia defensiva hay que adoptar contra la objeción de T. Williamson, según la cual es un error psicologizar la creencia y, con ella, la epistemología, lo que lleva de cabeza al escepticismo. El nihilismo no hace tal cosa, y es totalmente compatible con una concepción “externalista” (los pensamientos no están –solo- en la “cabeza”). Solo desestima el carácter presuntamente último de las creencias de nivel ordinario, cuando se trata del nivel subyacente de la realidad.

Algunos (por ejemplo, el propio van Inwagen) dirigen contra el nihilismo una objeción “cartesiana”: la consciencia tendría algo de irreducible, de unitario, que la salvaría de ser un compuesto o arreglo de partículas. Pero Sider no ve esto convincente. No basta, (aquí como en ningún asunto), dice, con la “certeza” fenomenológica: nuestra “percepción” directa de la mente. Una teoría puede intentar explicar la composición subyacente que hace posible ese fenómeno. Tampoco le basta al cartesianismo, según Sider, con rechazar el materialismo, porque incluso aunque la consciencia fuese irreducible y no superveniente, podría ser que la mente esté correlacionada con una multiplicidad de partículas, y no con una unidad material. No hay razones para rechazar que la unicidad de la conciencia podría deberse a una pluralidad de partículas.

A continuación Sider rechaza la objeción deflacionista (que ya ha tratado en otros lugares, como recordé aquí ). Según el deflacionismo metafísico (representado recientemente sobre todo por Eli Hirsch), la disputa entre el nihilismo y el composicionalismo es meramente verbal. El deflacionismo no afecta solo a esta cuestión que estamos tratando, sino a toda la metafísica: sería meramente verbal afirmar o negar que existen las proposiciones (ya que existen sentencias sinónimas) o que existen los agujeros ya que existen los donuts. La réplica al deflacionismo más conveniente aquí es, cree Sider, similar a la que se ha dado a la objeción del sentido-común: aunque la frase “existen los compuestos si existen partículas subatómicas apropiadamente organizadas” es una verdad conceptual en el lenguaje ordinario, no lo es en el lenguaje fundamental de la ontología. En ese nivel, la cuestión es relevante, y tiene contraste.

Pasemos a otro asunto. ¿Y si la realidad es “sucia” o pringosa (“gunky”), o sea, tal que cada una de sus partes, incluida ella misma, tiene partes propias? Dado que el nihilismo tiene que rechazar esa posibilidad a nivel fundamental, se ve obligado a rechazarlo también a cualquier nivel de lenguaje. Sin embargo, un argumento habitual pretende demostrar que la realidad es “sucia” y que (o “porque”) no existen partículas últimas. El argumento opera inductivamente, mostrando que, cuantas veces en la historia se ha propuesto ciertas partículas últimas, se ha descubierto que eran compuestas. Este argumento, dice Sider, es malo por varias razones: por ejemplo, se trata de una pobre inducción; además, da un salto de un número finito de casos al infinito.

Además, y sobre todo, el argumento ataca a la noción de “partícula última”, pero es mejor pensar que, en lugar de partículas, el nivel fundamental está formado de puntos en el espacio-tiempo (o en un espacio de orden superior), de modo que lo que hubiera, más propiamente, que decir acerca de las partículas fuese “la partícula x está localizada en el punto p”.

No parece que haya buenos argumentos para creer que la realidad es “sucia”, pero no puede descartarse esa posibilidad, que haría falso al nihilismo. (Sider no cree que la metafísica sea el campo de la necesidad: la metafísica, que trata de la estructura última de la realidad, depende de y está en continuidad con la(s) ciencia(s), y el precio que paga es que sus teorías no son necesarias o imposibles).
Dado que el nihilismo es más sencillo, quien quisiera argumentar contra él tendría que mostrar que el atomismo es falso.

El más formidable argumento que encuentra Sider contra el nihilismo es que nuestra mejores teorías físicas incluyen una geometría-física (es decir, una teoría de la estructura intrínseca del espacio físico, o del espacio-tiempo) que cuantifica sobre trayectos y regiones, que son objetos compuestos que contienen puntos como Partes. No parece esperable que la topología (con sus intervalos abiertos y cerrados) pueda explicarse en términos de puntos últimos, como sí sucede en la axiomatización de Tarski de la geometría sólida. Y, lo que es pero (porque, al fin y al cabo, no hay por qué considerar a la topología como parte de la estructura última de la realidad), no parece que se pueda prescindir de la composición en el espacio-tiempo curvo de la relatividad general (donde la distancia entre dos puntos se define por la longitud del camino más corto que los conecta, y eso implica necesariamente los conceptos de Parte y Compuesto).

Ahora bien, en estos casos de la geometría física se trata de conjuntos de puntos, no de compuestos mereológicos de puntos. Como la teoría de conjuntos es necesaria de todas formas, es preferible reducir a ella la topología. Nos ahorramos, a nivel fundamental, la relación <, y nos basta con la de pertenencia .
Que esto sea correcto depende de que tenga éxito el proyecto, iniciado por Hartry Field (en Science without Numbers) de “eliminar” los números en el lenguaje científico.

Pero, se podría preguntar uno, ¿por qué no hacerse ya del todo "pitagórico" e identificar las partículas y los puntos del espacio con meros conjuntos? Nótese, responde a esto Sider, que ello no introduciría ninguna simplificación: harían falta los mismos primitivos físicos (partículas y leyes). No añadiría parsimonia ideológica o conceptual. Solo añadiría parsimonia ontológica. A cambio, ese “pitagorismo” introduciría arbitrariedad, porque no hay una única colección de simples conjuntos con los que sea particularmente natural identificar partículas y puntos del espacio-tiempo.

En resumen, el Nihilismo radical acerca de la composición de la realidad, es la hipótesis metafísica según la cual la realidad consta solo de entidades simples, no compuestas, a saber, partículas atómicas situadas en puntos o regiones del espacio-tiempo (o algún espacio abstracto), cuya geometría se puede describir toda en términos de teoría de conjuntos. Esta hipótesis es más sencilla que su contraria, y solo sería falsa si el atomismo y/o el reduccionismo de números (de H. Field) resultasen estar equivocados. Mientras tanto, es preferible pensar que no existen, realmente, mesas, sillas, plantas, personas… sino solo quarks, leptones, bosones…, a veces “organizados” a guisa de mesas, sillas, plantas o personas.

Como puede verse, se trata de una tesis y una argumentación muy radical e interesante, y con gran significado “existencial” o filosófico, tras su aparente frialdad de la pulcritud analítica. Sin embargo, a mi juicio, Sider, que formula aquí una versión bastante clara del extensionalismo y “materialismo” radical, no puede estar más equivocado, como intentaré mostrar en otro momento.

3 comentarios:

  1. DIALECTICA Y ANALOGIA

    el filosofo kitaro nishida como abordo el tema de "sin sentido" de la existencia? desde un nihilismo activo como el de camus? o como el del pesimismo ruso donde el hombre se hunde en la nada y en la angustia sin creer en nada.

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  2. dialectica y analogia

    porque el existencialismo se asocia al nihilismo?, en que aspecto se puede considerar a nishitani como un existencialista y nihilista?

    el filosofo kitaro nishida como abordo el tema de "sin sentido" de la existencia? desde un nihilismo activo como el de camus? o como el del pesimismo ruso donde el hombre se hunde en la nada y en la angustia sin creer en nada.

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    1. Estimado anónimo, el sentido en el que el existencialismo es nihilismo, a mi juicio, es porque el existencialismo considera al hombre algo sin ninguna esencia, como no sea la existencia misma... lo que nos equipararía con el Dios de la tradición (cuya esencia consistía en ser pura existencia) pero con la enorme diferencia de que nosotros no somos seres absolutos, sino finitos. Ahora bien, ¿de dónde puede producir un sentido, una orientación, un curso de acción..., un ser que no tiene esencia? Aunque los existencialistas abogasen por una ética concreta, esta de ninguna manera se deduce de la premisa existencialista. tan existencialista es exterminar a la humanidad como ser solidario. En esto Nietzsche (ese otro gran nihilista) tenía razón: es bueno lo que cada uno, por su pura voluntad de poder, "decida"... pero, por supuesto, Nietzsche se equivocaba también al decir que no tenemos esencia. La deconstrucción de todo lo humano, hasta dejarlo en nada, es el más pernicioso de los movimientos de la modernidad, consecuencia última de la renuncia moderna a la metafísica, en aras de solo la ciencia y la fe inescrutable.
      En cuanto al budismo, aunque quizás hay varias interpretaciones posibles de los textos clásicos, creo que el maestro advaita Sankara (y Nietzsche también) tenían razón en verlo como un nihilismo (quizás heredero del escepticismo griego, o quizás independiente de él). No conozco suficientemente a Nishida, y no creo que encajase suficientemente en esa descripción que he hecho. Pero creo que el concepto de nihilidad propio de la especulación budista es el camino opuesto a la mística gnóstica del platonismo, etc., que yo considero la bienencaminada (como argumento en varios lugares), por lo que no es raro que los más irracionalistas pensadores occidentales modernos (como Heidegger) sientan fascinación por el pensamiento budista japonés.
      Espero no haber sido excesivamente confuso.
      Un cordial saludo

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