domingo, 18 de diciembre de 2011

Metafísica y física una vez más (acerca de la metametafísica de Ted Sider)

Estoy leyendo un interesante libro, todavía no publicado, de Ted Sider, Writing the Book of the World (hasta hace poco estaba disponible en formato digital en la web del autor). Es uno de esos libros de Metafísica analítica, en la estela de D. Lewis. La idea principal del libro es la idea de Estructura. Según Sider, la Metafísica trata de cómo es la realidad, y la idea de Estructura es metafísicamente más fundamental que ninguna otra. Hay nociones más fundamentales que otras, nociones que escarban más en la articulación natural de las cosas (joint-carving notions, llama Sider a estas nociones. No encuentro una traducción satisfactoria al castellano). En otra ocasión me gustaría comentar algunas muy sugestivas ideas de Sider. Pero ahora querría comentar, a partir de lo que Sider dice en este libro, la cuestión metametafísica, es decir, la del estatuto teórico y legitimidad de la Metafísica.


Cualquier persona que se presente hoy como metafísico tiene muchísimas probabilidades de encontrarse enfrente a solo una de dos clases de personas en el mundillo intelectual: las que le exigirían a uno una buena justificación para dedicarse a algo que todo el mundo sabe que murió ya varias veces, y las menos benignas o más escrupulosas, que directamente le mirarían como una especie de retrasado intelectual.

Por supuesto, ninguna de estas dos clases de personas suelen acogerse a la máxima de “no pidas a nadie lo que no te pides a ti”, pero tampoco les importa, porque las discusiones morales con estas personas suelen acabar muy pronto, con una frase del tipo de la que los alumnos menos dotados tienen contra toda enseñanza moral: “cada uno puede hacer lo que le guste”. Y, por supuesto, esto ocurre mucho más en países culturalmente atrasados como el nuestro, que eran metafísicos cuando el dragón metafísico había muerto a manos del sanjorge positivista, y son positivistas cuando san Jorge ha sido desenmascarado como un no-católico-santo.

No es que los profesores de metafísica de USA, Inglaterra, Alemania, países nórdicos o Australia tengan que pedir permiso para existir. No obstante, todo metafísico se hace cargo de la cuestión metametafísica. Es parte del sino de nuestro tiempo.

¿Cómo justifica Sider las investigaciones metafísicas? Aunque, reconoce Sider, la epistemología de la metafísica (o sea, cómo es el conocimiento que tenemos de las nociones metafísicas) no es clara (pero ¿qué epistemología es clara?, ¿es clara y no-metafísica la epistemología de la sensación, o del recuerdo, o de la imaginación?), podemos adscribirnos a una versión ligeramente quineana: la metafísica está en continuidad con (el resto de) la ciencia, siendo aquella parte más recalcitrante o quizá completamente recalcitrante a la revisión. Sabemos que nuestro equipo teórico se presenta como un todo ante la experiencia (sea eso lo que sea). Unas partes del constructo sufren más directamente la confrontación con los datos, pero otras partes, más generales, nucleares o básicas, pueden quedar intactas, porque los niveles teóricos intermedios amortiguan el golpe. Toda tesis científica concreta tiene necesariamente a sus espaldas una “ideología”, un sistema de nociones que la sustentan y le otorgan coherencia y sistematicidad. Las virtudes propias de la parte más fundamental del sistema son tales como la simplicidad, el orden... Se trata de una aplicación del argumento de inprescindibilidad quineano: tal como en la física hay ciertas nociones fundamentales (joint-carving), tales como espacio-tiempo o masa, también en la metafísica las hay: un ejemplo privilegiado es Estructura.

Esta parte, metafísica, del edificio teórico no tiene nada de subjetivo ni de arbitrario, o no más de lo que pueda tenerlo cualquier otra parte, más cercana a los datos. Suponer que la noción de estructura es subjetiva (en un sentido en que no sería subjetiva la noción de tiempo o masa), es suponer que no hay, realmente, cuestiones sustantivas o no convencionales. Ningún conocimiento podría ser objetivamente objetivo.

Es en el capítulo 5 del libro donde Sider se centra en la cuestión metametafísica. ¿Trata la Metafísica de cuestiones sustantivas, objetivas? Después de rechazar en breve las posturas positivistas y empiristas (que proceden, dice, de una visión corta de lo que significa observable), enfrenta la respuesta deflacionista: las cuestiones metafísicas serían meramente conceptuales o verbales. El deflacionismo se apoya en el argumento de que, lo que puede ser sustantivo dado un cierto uso de los conceptos o términos, puede ser insustancial desde otra interpretación. Ahora bien, ¿es una cuestión meramente conceptual si cierta partícula p está en una galaxia lejana? También esto puede ser verdadero o falso según diversas interpretaciones del castellano (recurriendo a un expediente goodmanniano, como el de “verdul”: si llamamos partícula a todo menos precisamente a p, por ejemplo). Algunos deflacionistas de la metafísica no lo son de la física, pero ¿cuál es la razón? No hay ninguna razón importante para no seguir ese camino hasta el final (como hacen algunos) y reducir toda cuestión a puro uso.

Pero la verdad es que para lo que no hay ninguna buena razón es para aceptar el deflacionismo, sea metafísico o físico, sino más bien para rechazarlos a ambos. Obviamente, hay un sentido, trivial, en que todos los términos dependen del uso (podemos estipular lo que nos dé la gana), pero, señala Sider, el deflacionista necesita que todo dependa del uso en el sentido no trivial, en el cual no sería extraña cualquier otra interpretación, por peregrina o absurda que nos pueda parecer. Esta tesis reduce toda ciencia al mismo nivel que la magia y hace trivial toda discusión (incluida la metadiscusión en la que el deflacionismo está embarcado). Como no hay ninguna buena razón para aceptar esa explicación tan peregrina de nuestro conocimiento, la mejor respuesta del metafísico realista será que la metafísica se refiere a la estructura del mundo, a la naturaleza fundamental de la realidad, y esperar a que el deflacionista (sea el parcial o el total) ofrezca una razón que no sea una inofensiva trivialidad.

Es más, dice Sider, hemos de ver al deflacionismo metametafísico (y a cualquier otra postura metametafísica) como siendo precisamente “más” metafísica, como una metafísica más. Si uno atribuye falta de sustantividad y objetividad a ciertas cuestiones, es que sabe qué otras cuestiones son sustantivas y objetivas (o sabe que la realidad es no-sustantiva, o sabe que nosotros somos tales que no sabemos nada de la sustantividad de las cosas). Y esto significa que cree haber dado con las verdaderas joint-carving notions, con cierta estructura fundamental de la realidad.

Sider tiene también interesantes observaciones que hacer acerca de muchas otras cuestiones, como, por ejemplo, la relación entre metafísica y lógica. Por supuesto, rechaza todo convencionalismo lógico. La lógica, como dijo Russell, trata tanto de cómo es el mundo como la zoología. Recomiendo la lectura del libro a todo el que esté interesado en la Metafísica o al menos esté interesado en estarlo.

Aunque mi postura metametafísica (“platónica”) no coincide con la postura “aristotélica” de Sider (yo veo una mayor heterogeneidad entre ciencia natural y metafísica), considero posturas como la de Sider un mínimo aceptable respecto de toda postura crítica antimetafísica. Solo voy a plantearme ahora una cuestión. ¿La continuidad de la metafísica con la ciencia natural supone que las cuestiones metafísicas, si bien más ajenas a la revisión, son también revisables por la confrontación con los datos de la experiencia sensible? ¿Depende la metafísica de lo que ocurra en la Física? Por supuesto, de ser revisable por confrontación con la experiencia empírica, lo sería en el ultimísimo extremo, como un “cambio de paradigma” no de un ámbito de una ciencia concreta (aunque sea tan fundamental como la física) sino completamente general.

No estoy seguro de lo que diría Sider, pero yo al menos diría que las nociones metafísicas no dependen de ningún resultado de las ciencias físicas. Las cuestiones metafísicas son completamente a priori, y es un error pretender tanto asentarlas como refutarlas en base a las teorías físicas aceptadas en cada momento.
Entonces ¿qué hay de la continuidad de la metafísica con respecto de la física? ¿No implica esta continuidad que todas las tesis concebibles sean concebiblemente revisables de acuerdo con la experiencia, o sea, verificables y falsables? No: la continuidad solo implica que todas las nociones metafísicas sean significativas en relación con la física, pero algunas de esas nociones pueden y de hecho tienen que ser infalsables, o sea, verificables por todas las experiencias concebibles y posibles, porque se refieren a características esenciales de toda realidad física. En este caso estarían, además de la Metafísica, la Lógica y la Matemática (o parte de ella, y dependiendo de cómo haya que defenirla). Es una extraña idea la de que una proposición que es verificada siempre es asignificativa. Esta extraña idea procede del supuesto (o prejuicio) empirista de que solo es significativo lo que puede ser contrastable empíricamente. Una mera argumentación “lógica” o a priori no sería nunca suficiente (incluso denotaría que hablamos en el vacío).

La mejor prueba de la infalsabilidad natural de la metafísica es que, incluso quien pretenda que la metafísica es falsable, estará ya embarcado en una cuestión infalsable, y sus argumentos, por más escépticos que pretendan ser, dependerán de la aceptación de que hay argumentos válidos y que son a la vez a priori respecto de todo fenómeno natural.

11 comentarios:

  1. Pues yo soy deflacionista, sin duda, y quiero decir, y por seguir con tu ejemplo (vilmente) modificado: ¿es una cuestión meramente conceptual si cierta partícula p está en un planeta lejano?

    Sí y no. No es cuestión ni enteramente arbitraria ni enteramente inamovible pues la misma noción de planeta está sujeto a revisión (recordemos el caso Plutón)

    Al final, como siempre digo, es una cuestión holista, esto es, las reducciones, es decir, las inevitables imprecisiones merecerán la pena según la aplicabilidad que otorguen su uso y eso hace no inexistente la metafísica (v.gr: las fuerzas newtonianas) pero sí diferente según el emparejamiento teórico (v.gr: la mecánica newtoniana) y la reproducción empírica (v.gr: ir a la luna)

    Y cuando al deflacionista se le dice que alguna metafísica debe haber aunque usáramos siempre algunas erradas, sólo cabe responder: el movimiento se demuestra andando y lo que es imposible es imposible y además es que no se puede hacer.

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  2. Héctor,
    como bien dices, es una modificación un poco vil, porque el concepto de Planeta no es tan claro como el de electrón ni como el de galaxia siquiera. Lo cual es un déficit. Pero el deflacionismo da a entender que todos los conceptos están en el mismo caso.
    Por supuesto que tenemos que conformarnos con inevitables precisiones, y son hasta cierto punto útiles, pero ese no es el ideal. Ahora bien, según el deflacionismo, ningún ideal es mejor que otro. Por tanto, podráimos conformarnos con lo que ya tenemos.

    Por otra parte, que sea una cuestión holista no implica que todo esté al mismo nivel teórico. Hay conceptos inmodificables, y otros poco modificables.

    ¿El movimiento se demuestra andando? Bueno, un platónico solo aceptaría que andar demuestra el fenómeno del movimiento. Pero, dando por válido el criterio, lo que debería hacer el deflacionista para andar y demostrar así el movimiento universal, es ofrecernos un ejemplo de teoría en la que todos nuestros conceptos consideraros inamovibles (por ejemplo, los de la lógica o la matemática o la metafísica) sean diferentes. Mientras tanto habla de un supuestamente supuesto que nadie puede poder entender.

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  3. Es curioso que lo que me pides a mí, bien podría pedírtelo a ti, de hecho, y según tú, es lo que piden los deflacionistas (con un poco, a mi parecer, tendencias solipsistas, si lo hacen así), quiero decir, al platonista se le pide una teoría con conceptos enteramente inamovibles, y al deflacionista, por el otro lado, se le pide una teoría con conceptos enteramente movibles (o movidos como bien aclaras tu), ahora, no tenemos ni lo uno ni lo otro luego ¿por qué unos tendrían que tener más razón que otros?

    Si no existen colores enteramente blancos (todo la atropellada conjunción de colores) ni enteramente negros (toda ausencia de colores), ¿qué sentido tiene evaluar los colores en función de su proximidad con el blanco y el negro salvo para situarnos? ¿La existencia del amarillo demuestro un ideal negruzco o más bien ese color lo ponemos idealmente nosotros?

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  4. Yo no diría que no tenemos ni lo uno ni lo otro, sino que tenemos ambas cosas. Tenemos conceptos borrosos y móviles, pero tenemos también conceptos que no hay dios que pueda mover (hay quienes dicenque alguien podría moverlos, pero no lo hemos visto, y además sabemos que si los moviesen, el mismo ser que los dice se desintegraría en el mismo instante -por ejmplo, si movemos nociones lógicas o metafísicas fundamentales-).

    El platónico, de todas maneras, no dice que tengamos conceptos ya perfectos, o sea, que conozcamnos ya la idea o esencia delas cosas (eso sería ser perfectos, y si conociésemos una, las conoceríamos todas), sino que tenemos conceptos o nociones que implican que hay ideas perfectas como referentes de esos conceptos. Si eso no fuera así, colapsaría la noción de validez y la de error. Y dice, también (el platónico -y aquí es donde se separa de los que postulan noúmenos pero incognoscibles-) que nuestras nociones reflejan parcialmente (o módicamente) aquellas ideas precisamente en la medida en que son nociones correctas.

    Así que el platonista tiene a su favor: a) tenemos nociones que ni dios sabe mover (identidad, dos, yo, causa, tiempo, espacio, justicia, etcetcetc). b) sin presuponer referentes objetivos e invariables de nuestras nociones, colapsa la idea de validez (del ámbito que sea). El platónico no necesita, además, traerte a la propia Belleza o al propio Dos (que está en el mundo de las Ideas), sino "señalarte" en la dirección adecuada para que lo veas tú y veas que lo ves (como el que te quiere enseñar que hay un sol no te lo tiene que traer y metértelo a través de la retina). Negar que exista el Blanco porque lo ves "de lejos" sería como negar que existe el sol.

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  5. Tu mismo te lo admites en la última frase: los supuestos conceptos inamovibles no son ideas definibles sino ostensivamente, o sea, incorporadas neurobiológicamente, quiero decir, como parodiaba el propio witti II, cuando a un perro le señalas algo con un dedo entonces te huele el dedo: la definición ostensiva necesita de un precomprensión deíctica y justo por eso averbal

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  6. Héctor,
    uso "señalar" en sentido analógico, referido a señalar conceptualmente. Uno no necesita los dedos para orientarse en la lógica, en la matmeática o en la metafísica, porque, como digo en la entrada, no hay hecho material posible que los false. La deicsis ahí es conceptual.

    Otra cosa que no comprendo nunca es el "o sea" que colocas entre ostensión y neurobiología. ¿Qué leches tiene que ver?

    El chiste de Wittgenstein significa, para mí, que no hay datos fenoménicos puros, o sea, que cualquier empiria presupone conceptos, incluida la que los pobres empiristas tomaban como la base de todo, el señalar. Pero esto no va contra el platonismo, sino todo lo contrario.
    Lo que dices de que la precomprensión deíctica tiene que ser aberval se basa en el supuesto erróneo de que la deicsis es la base de todo lo verbal. No, lo "verbal" (el logos) es anterior a la deicsis, y la incluye como un caso pobre.

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  7. ¿Cómo no va a haber una ostensibel relación entre ostensión y neurobiología si NO puedes enseñarle el color rojo ni a un perro (2 colores primarios que alcanza a ver) ni a una mariposa (4 colores primarios que alcanza a ver), sólo a un humano (3 colores primarios que alcanza a ver)?

    Lo que tú tendrías que por ejemplo para yo aceptar el caso de la deixis como algo excepcional es poder ser capaz de explicarle a Mary el rojo sin hacerla salir de la habitación para ver mundo

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  8. Claro que tiene que ver así ostensión y neurología, pero solo porque hay una relación entre neurología (o, más en general, física) y pensamiento. Lo que quiero decirte es que cuando nos planteamos un problema lógico o epistemológico (como es el caso de la deixis) no añade nada la neurología: cualquier cosa tiene un trasunto neurológico, pero si estamos discutiendo de matemáticas no se nos ocurre mencionar al cerebro.

    El caso de Mary: aun concediendo que no podamos explicarle a Mary cómo es el rojo (o, más bien, el rojo en este mundo) sin deixis, eso no implica que todo conocimiento dependa de la deixis. Puedo explicarle a Mary conceptos metafísicos, o lógicos, sin que ella vea ni ni necesite ver nada. Lo que yo he dicho es que la deixis afectaría, en el mejor de los casos, a un campo estrecho del conocimiento. Pero, además, por muy bien que tenga Mary la vista o muy fuera que salga de la habitación, si no posee conceptos a priori, no solo es que no entiende matemáticas, es que ni siquiera ve nada.

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  9. No estoy de acuerdo, Juan, olvidas que todo texto necesita de un contexto para adquirir coherencia como bien señalan los lingüístas y así sucede que si Mary piensa "los relampagar verdes colinas" NO será capaz de saber si esa frase es gramaticalmente incorrecta y sin sentido, gramaticalmente correcta pero sin sentido o gramaticalmente correcta y con sentido, no sabrá, como digo, si no sale a la calle

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  10. Por otro lado eso de que la neurología no explica nada es tan erróneo como decir que un lugar NO explica una visión, correcto, pero SÍ explica de estar ambos en un mismo lugar porque SÍ vemos lo mismo

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  11. La neurología explica lo que pasa en el cerebro. No explica nada de lógica, de matemáticas, de ética o de metafísica, por ejemplo. Eso es lo que quiero decir cuando lucho contra la tentación reduccionista o la genética.
    Todo texto requiere un contexto, sea, pero no todo texto requiere todo contexto, sino que un texto de matemáticas se entiende perfectamente sin saber nada del mundo material. su contexto es otro, el de los objetos matemáticos. Y lo mismo pasa con las nocioens metafísicas: son cuestiones acerca de todo contexto concreto posible, por tanto, ningún contexto concreto las limita.

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