lunes, 18 de octubre de 2010

"Dios ha muerto" ha muerto. II

Las respuestas modernas al “problema teórico”, y sus aporías

Empezando por el problema teórico, es decir, ontológico-gnoseológico, la filosofía moderna ofrece dos (tres) respuestas, ambas antimetafísicas. La primera, el inmanentismo puro, puede adoptar una forma “positiva” y otra más radical o “negativa”.

A) La respuesta naturalista o “positiva” (positivista) dice que lo real es lo contingente o “natural” (o fenoménico, etc.), y la universalidad que supone el conocimiento es reducible a (porque emanó de) lo contingente. Esta solución incurre en lo que podríamos llamar Falacia naturalista teorética, es decir, en el error de que se pueda inferir (o extraer, o emerger, etc.) lo universal de lo particular, lo normativo de lo descriptivo, el debe-ser del es contingente. Una de las formas de esta falacia es el llamado problema de la inducción.

Por poner un ejemplo, supongamos una tesis biologista, según la cual los conceptos humanos, de cualquier tipo, son fruto de la evolución natural de ciertos organismos (el biologismo no es biología, sino una ideología o filosofía reduccionista, naturalista y, por eso, contingentista). Según eso, pues, los conceptos matemáticos, lógicos, físicos, etc, serían dependientes de la situación biológica del organismo que los produce. Esto supondría que la validez de lo matemático es menor (teoréticamente) que la de los conocimientos biológicos, lo cual destruye la presunta validez autónoma de la matemática (ningún matemático recurrirá a un biólogo para resolver un problema matemático), y destruye, de paso, la propia validez de la biología, que está amparada en la presunta validez incondicional de los principios lógicos, epistemológicos, etc que determinan que algo sea ciencia. Esta relativización lleva al relativismo.
Otro ejemplo: cualquier historicismo (por ejemplo, el marxista, o las hermeneúticas radicales. o la teoría de paradigmas de Kuhn) que sostenga que las ideas son dependientes del contexto histórico, anula su propia validez trashistórica: el marxismo no sería más que un epifenómeno de la sociedad burguesa, incapaz de trascenderla. Nuevamente, esto conduce al relativismo autonegador.
Ni siquiera puede aceptarse que el dato sea anterior a la teoría, lo contingente a lo universal y normativo. Sin universalidad y normatividad, no hay dato positivo.

B) La radicalización del inmanentismo lleva a posturas como las de Nietzsche o Rorty y el constructivismo, que niegan que haya ningún conocimiento privilegiado o más cerca de la Verdad en sí de las cosas. No hay tal. Cada teoría o cosmovisión es relativa a un sujeto y sus intereses (y hay que tener en cuenta que los propios sujetos son construcciones). Galileo no estaba más cerca de la verdad que Belarmino, sólo usaban criterios epistémicos diferentes. Los postgalileanos, por razones pragmáticas, preferimos a Galileo, pero eso no significa que estemos más cerca de la verdad. Distinguimos a una jirafa del aire que la rodea debido sólo a nuestra perspectiva. Una pulga o un astronauta no lo harían. No hay nada en sí mismo, sólo perspectiva o interpretación…
Esta posición es inconsistente, como se ha argumentado ya desde el Teeteto, por lo menos:
-Si no hay ninguna teoría más verdadera, tampoco puede serlo el propio relativismo. Éste da cobertura a su contrario.
-Si no hay hechos puros, sino relativos a un código o sujeto, no puede haber hechos puros acerca de esos códigos o sujetos. Habría que relativizar esos hechos a otros, y esos a otros, ad infinitum, o aceptar hechos no relativizables.
-Si no hay hechos puros, ¿por qué sólo hay millones de descripciones posibles de la jirafa, y no tantas como uno quiera? Claro que un astronauta no distingue el cuello de la jirafa, pero ¿podría ser que ese astronauta, si se acercara a cinco metros, viera (y no, según decidiera) ver el cuello de la jirafa? Si hay restricciones a las posibles descripciones de algo, hay algo no construido ni puramente perspectivo.
-Si todo es construido, ¿qué sentido tiene añadir que elegimos esta o aquella construcción “dados nuestros intereses”? Dados mis intereses yo construiría un hecho según el cual salgo por la ventana y no caigo. Si no puedo construir ese hecho, es porque hay algo externo a mí que lo impide.

El relativismo o perspectivismo radical confunde el hecho, inocuo, de que cada uno estamos en un punto del “espacio común” y vemos todo relativizado a ese punto y as nuestros intereses, con la tesis, inaceptable, de que los puntos de vista relativos son relativos a nada, salvo a nuestros intereses. A menudo se recurre a la errónea analogía con la relatividad en física. Si los sistemas de referencia son relativos es precisamente porque son intertraducibles o conmensurables, y eso es así porque hay unos absolutos (por ejemplo, la velocidad de la luz, las características matemáticas de la realidad…). Pero supongamos que se afirma que la matemática, la lógica o la epistemología (la metodología científica) es a su vez puramente relativa a cada “observador”. ¿Respecto de qué puede decirse eso? El lenguaje se ha vuelto completamente equívoco ahí.
Así pues, ni el inmanentismo positivo (naturalismo-positivismo) ni el inmanentismo negativo (perspectivismo, relativismo, constructivismo) salva la lógica.
Pero (como nos recordó alguien entre el público) ¿no será la lógica una petición de principio? Podemos llamarla así, si se quiere. Es la petición de principio del lenguaje racional, valga el pleonasmo (petición hecha incluso por quien pretende negar la lógica). Creo que nos basta con demostrar que las tesis perspectivistas están fuera del campo de lo racional: no podemos forzar a nadie a admitir la racionalidad.

C) Algunos filósofos modernos (paradigmáticamente, Kant) han visto que el inmanentismo radical no es aceptable: hacen falta a prioris. Pero, negándose a aceptar toda trascendencia o sustancialidad de las ideas, han situado lo a priori en un ámbito “meramente” formal, sea el Sujeto Trascendental, el Lenguaje, o algún pariente. El problema con estas alternativas (hoy menos de moda que el perspectivismo, por lo que les dedicaré menor atención, dado el interés de esta charla) es que no salvan la relación entre un ámbito y otro, ni explican el status ontológico. Una versión más actual del asunto es el de la relación entre lo Analítico y lo Sintético. Los positivistas más clásicos y moderados (incluido Carnap y similares) creen necesaria esta distinción, aunque lo que dicen sobre lo analítico (por ejemplo, que es convencional) ni mucho menos explica cómo eso analítico nos puede permitir comprender la realidad. Los más aguerridos, como Quine, intentan negar esa distinción, pero con eso acaban, como dice Davidson, con cualquier resto de empirismo. A decir verdad, no se atreven a todo (como sí lo hizo Nietzsche) porque no están dispuestos a relativizar la lógica.

Las "soluciones" modernas al "problema práctico", y sus aporías

Pasando al problema práctico, o moral y político, podemos encontrar las mismas tres posiciones básicas, con similares aporías.

A) La versión inmanentista o naturalista positiva (naturalismo ético y político, positivismo ético y político) pretende, falazmente, fundamentar o reducir las normas prácticas en hechos naturales. El famoso pasaje en que Hume denuncia la falacia del paso del ser al deber ser, o la falacia naturalista enunciada por Moore (foto), estaban dirigidas en primer lugar contra este naturalismo ético (aunque, como hemos visto, afectan igual al teórico). Efectivamente, del hecho (descriptivo) de que todos los seres vivos intentan persistir en la existencia, o del hecho de que tales magistrados redactaron tal constitución, no se sigue la norma (prescriptiva) de “debe buscarse la supervivencia” o “debe cumplirse la constitución”. Lo normativo es irreducible a fáctico. Lo normativo o prescriptivo tiene que tener una autonomía a priori, y son dos cuestiones muy diferentes la de qué costumbres se dan (cosa que puede estudiar la sociología, la biología o cualquier otra ciencia), de la cuestión de qué habría que desear hacer (cosa que es propia sólo de la ética y la política como actividades prescriptivas).
Nuevamente, podría valer el ejemplo del biologismo (que algunos biólogos amateur en filosofía confunden a menudo con su ciencia), o del historicismo.
Es curioso que el propio Hume, quien denunció de manera clara la falacia, se mueva en la ambigüedad de o bien incurrir en ella cuando pretende hacer ética normativa (debemos seguir lo que más nos plazca) o bien no tener nada que decir en ética, sino sólo en psicología. Según Rawls, Hume carece de una teoría de la razón práctica, pues él mismo, dado su contingentismo, se impide todo planteamiento de la pregunta moral, que es: ¿qué debo querer (hacer)?

B) Como ocurría en el ámbito teórico, la postura “negativa” del inmanentismo, consciente de la falacia del naturalismo positivo, llega a negar toda moral. La moral es una pura construcción, con base extramoral. O en moral no hay nada normativo. Aquí las aporías son algo menos evidentes, debido a que la validez propia de lo práctico no es (puramente) veritativa. Pero es aporético.
-Para empezar, habría que señalar claramente que, quien niegue el discurso moral, carece de toda justificación para sus juicios morales. Sin embargo no es inusual ver a los a-moralistas o los relativistas morales condenar tal o cual ética. En su defensa pueden intentar decir que sólo condenan tal o cual acto desde su código propio, no en términos absolutos. Pero este paso es inútil, porque mientras que la proposición, p, “la lapidación de mujeres es moralmente aberrante” es valorativa, la proposición “p respecto de mi código” es meramente descriptiva, de lo que a mí me gusta. Un sistema así relativizado no puede tener validez moral ni para el propio sujeto, pues no prescribe, sólo describe. Además, no justifica por qué este código y no otro.
-Además, y como consecuencia, el negador de “hechos morales” incurre en una contradicción pragmática al hablar, porque no tiene una justificación mayor para decir p que no-p.
Nuevamente, el relativista confunde el hecho débil de que los valores están relativizados a los contextos, con la tesis de que el contexto lo produce todo. Dado, por ejemplo, el principio de igualdad de derechos, eso implica que se trate desigualmente a los que se encuentran en situaciones diferentes. Sin ello sería razonable tratar a dos seres con exactamente las mismas circunstancias, de modos diferentes. Pero eso es justo lo que consideramos una manera irrazonable de comportarse.
Está por presentar un caso de supuesto relativismo moral, sea cultural o individual, que no pueda explicarse por las diferencias de contexto o por un error en el razonamiento moral, más que por una disensión fuerte de principios (esto puede considerarse un reto, por mi parte, a los que sostengan el relativismo moral).

C) Por último, también en moral hay una posición trascendental, desde Kant hasta Rawls o cualquier otra ética deontológica. Nuevamente, el problema es cómo conectar lo meramente formal con lo sustantivo, y explicar el carácter ontológico de las normas formales a priori.

Conclusión

Podemos ver todo esto en Nietzsche, como representativo de este pensamiento burgués decadente, perspectivista, nihilista y voluntarista. Nietzsche es muy inconsistente. Un participante exclamó: “¿¡es que no lo sabías ya!?”. Quizás sí lo sabíamos, pero ¿soluciona eso la cuestión? ¿Quién está dispuesto a vivir según un pensamiento completamente inconsistente?

Veamos algunas de esas inconsistencias:
-No hay verdades absolutas – sin embargo, sí es verdad que no hay verdades, que llega el nihilismo, etc, etc.
-La realidad es perspectiva, construcción, fruto de la voluntad – sin embargo, la perspectiva lo es de nada, la construcción lo es de nadie (porque el sujeto tampoco existe), y la voluntad no existe (la libre voluntad es parte del cuento metafísico).
-No hay causas, ni fines, ni sustancia. - Sin embargo, podemos dar explicaciones genealógicas o psicológicas de la moral; o predecir lo que vendrá y lo que debe venir.
-“Debemos” vivir en el eterno retorno de lo mismo, del presente – sin embargo debemos soñar con la llegada del ultra-hombre.
-No hay moral – sin embargo, el rebaño es pernicioso para la vida, porque la vida es un gran valor (como para Derrida la justicia es ideconstruible).

En conclusión, podemos y debemos ver las aporías de un pensamiento que es propio de una época y que, como ocurrió otras veces, pasará a la historia. Hoy ya no es lícito ver la metafísica como algo del pasado, sino precisamente como algo del futuro. Aunque la metafísica futura tiene que interiorizar y superar el pensamiento tardo-moderno, burgués, de la muerte-de-Dios.
¿Por qué (preguntó también algún asistente) debemos repetir una y otra vez los mismos pensamientos, a lo largo de una historia cíclica sin fin? Más bien deberíamos ver la historia como espiral (esperemos que creciente), en que vuelven pensamientos equivalentes, pero no vuelven de la misma manera, sino profundizados. Ahora bien, dado que el pensamiento filosófico es dialéctico porque, a diferencia del pensamiento parcial de la ciencia, pretende pensarlo todo en absoluto, implicando así su contrario, todo pensamiento filosófico es aporético. Yo creo, sin embargo, que las aporías del pensamiento de la muerte-de-Dios son más catastróficas, tanto teorética como prácticamente, que las de la creencia en el sentido real y objetivo de las cosas.

2 comentarios:

  1. Lo bueno que tiene tu discurso, es que si hablas verdad, él mismo lo demostrará.

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  2. Antonio, si quieres decir que el discurso racionalista es auto-consistente, mientras que el discurso relativista, etc, es auto-inconsistente o auto-destructivo, estoy de acuerdo contigo. (Aunque, en otro nivel más profundo -dialéctico- el racionalismo tiene sus propias aporías, pero ahora no se trataba de esto...). Es como la diferencia entre decir "Esto es falso" y "esto es verdadero"; o entre decir "estoy allí" y "estoy aquí". El relativista dice, implícitamente, "estoy allí", "esto es falso".
    Saludos

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