jueves, 17 de mayo de 2012

En qué le falta razón al Papa

La cuestión de la religión en la era “moderna” y postmoderna, no es, como está ya claro para todos, cuándo hay que fechar su defunción, sino qué tipo de religión se “quiere”. Todos los filósofos y teólogos modernos predican, en múltiples variantes, una religiosidad del “corazón” y no de la cabeza, una fe no-cognitivista, una religión de lo “absolutamente Otro”, hasta el cual no hay camino de analogía alguno... Todos, menos el catolicismo de la Iglesia de Roma, al menos según ella.
¿No es paradójico que la Iglesia (la “católica”, universal) sea adalid de la Razón? No, no es paradójico: es falso. Aunque Ratzinger acierta en (mucho de) lo que denuncia en el pensamiento moderno ( “luterano”, irracionalista, voluntarista, “antihelénico”), se equivoca, también, en todo, en todo lo que él cree (si es que lo cree y no es más bien que solo quiere creerlo) que representa la Iglesia.

Empezando por las falsedades históricas en las que incurre la historia-según-Ratzinger, la primera (que comparte con sus adversarios modernos) es el propio discurso historicista, con sus tópicos hermenéuticos de “lo griego”, “lo judío”… Todo esto son “topónimos” absurdamente sobredimensionados, aunque vistos como naturales e irrefutables por quienes creen que son los herederos y gestores del evento histórico por excelencia. Aunque todas las religiones se consideran, obviamente, la verdadera, el historicismo y el etnocentrismo son rasgos hipertrofiados en el cristianismo. Más etnocéntrico que el cristianismo, solo lo es el judaísmo (y, quizás, el Islam).

Pasando a los “hechos concretos”, no hay, en la versión de la historia que ofrece Benedicto XVI, una cosa que, en verdad, sea verdad:

     - El cristianismo, lejos de ser el heredero del racionalismo helénico, fue y pretendió desde el principio ser, su destructor. Locura para los filósofos. Los apologistas cristianos empezaron a usar y abusar de los filósofos griegos cuando vieron que era un medio útil para su propagación y proselitismo (lo mismo que se politizaron una vez que comprendieron que esa era la mejor manera de eclesializar a la sociedad). En honor a la verdad, también cuenta el hecho de que pocas personas son lo suficientemente fanáticas como para creer contra toda filosofía, y por eso no es posible un fideísmo extremo ortodoxo.

     - El irracionalismo en teología no apareció con Lutero y sus inmediatos predecesores, como olvidadizamente dice Benedicto XVI, sino que es una arteria principal de la Iglesia desde el principio. La Iglesia se instituye sobre la condena del gnosticismo, es decir, de la tesis de la salvación mediante el conocimiento. Se condenó y vilipendió, antiguamente, a Orígenes o a Escoto Erígena, y hasta Tomás de Aquino vio sus obras en el índice. La Iglesia católica (como todas las demás) usó y usa de los filósofos y su logos según su conveniencia, y ha venido echando a la hoguera a cuantos disienten (no hace mucho, unas monjas quemaron varios ejemplares de Harry Potter en el patio de una escuela).

     - La Iglesia tampoco aceptó, ni ha aceptado verdaderamente a día de hoy, algunos de los logros racionales en política, como la idea de ciudadano universal que se apuntó en Grecia y Roma, el derecho de la mujer o del menor, etc. Es verdad que no ha tenido más remedio que tolerar eso para el mundo secular, pero, de puertas para adentro, se mantiene como una institución teocrática y absolutista, patriarcal, totalitaria, alejada de la noción de Estado de Derecho, en la que un individuo es, al modo del faraón, infalible mediador y único soberano de todas las interpretaciones de los signos.

     - Aunque el discurso de Benedicto XVI dice que intentar convertir por la fuerza es contrario a Dios, la Iglesia ha santificado las guerras santas, y en esto no ha ido a la zaga de la yihad (como bastante insidiosamente se pretende hacer creer), ni al peor de los totalitarismos. Las famosas palabras de Lutero, azuzando a los soldados contra los campesinos rebeldes, las ha firmado también la Iglesia católica en diversos momentos de su historia, en cuanto ha habido ocasión, y es una falsedad incluso ridícula pretender que la historia de Europa ha sido un ápice menos cruel gracias a la Iglesia. La “santa Inquisición” fue la principal causa de muerte en la Edad Media, por encima de las pestes y hambrunas; fue la principal gestora de esclavos en la época de la colonización; etc. Todo el mundo conoce estos hechos, porque los han narrado y recordado incluso algún que otro teólogo católico (pienso, por ejemplo, en la Historia de la Iglesia escrita por Hans Kung).

Es dudoso que la Iglesia de hoy haya separado de sí la actitud que hizo posible toda su oscurantista historia. Pero todas estas cosas son asuntos menores, desde el punto de vista filosófico. Mucho más importante que los errores y descuidos que pueda cometer la Iglesia al interpretar la historia de su relación con la racionalidad, es que, constitutivamente, por esencia, la Iglesia no puede ser más que anti-filosófica y anti-racionalista. La fe no puede ser alimento ni siquiera hermana de la razón; el teólogo no puede ser, no ya el tutor, sino siquiera un aliado del filósofo.
La fe es inmune a la crítica racional, y se considera, respecto de ella (como respecto de cualquier otra instancia) soberana. En el mejor de los casos, el teólogo querrá suponer que “tiene que haber” alguna concordancia entre fe y razón, pero que esa concordancia se manifestará, en todo caso, como un acercamiento de los filósofos a lo que la fe ya “sabe” de antemano. Si no ocurre así, es que el filósofo se equivoca. Pero esto es simplemente incompatible con la filosofía y la racionalidad.

La cuestión de la relación entre fe y razón, para un “griego” (para un platónico) está sometida a la pregunta que Sócrates hace a Eutifrón: ¿los mandatos de los dioses, son buenos porque los mandan los dioses, o los mandan los dioses porque son buenos?

    - Si es lo primero, puede ser buena cualquier cosa: basta con que uno esté armado de una fe a prueba de todo argumento (como le pasa a Lutero) para que encuentre en su corazón de carbonero, o en su libro sagrado, la verdad infalible (e inescrutable para esa “prostituta de Satanás” que es la Razón). Esta es la religión que predican, sin disimulo, los modernos, los pensamientos débiles, los Heidegger y los Wittgenstein…

     - Si es lo segundo, no hay lugar alguno para la fe. Qué sea bueno o malo y los dioses tengan, por tanto, que aprobar (o, en otros términos, qué sean los propios dioses) es algo que puedo evaluar yo objetiva e independientemente de la fe, con mi sola razón. Ni “sola scriptura, sola fides”, ni “creer para entender”. La Razón o es autónoma o no es.

¿Qué lugar ocupará, entonces, el mito en la Polis? Como señaló Platón, el mitólogo creará, bajo la dirección del filósofo, mitos adecuados, que presenten a los dioses dignamente. Y esto será solo para consumo de mentes aún sin formar, que no han conocido la matemática (no digamos ya la dialéctica). Al resto de teólogos (con Homero a la cabeza) habrá que "expulsarlos" de la Polis ideal, por pretender que saben cuando no saben nada.
Es cierto que la inmensa mayoría, esa mayoría que no logra ver lo que está más allá del tiempo, que necesita propiedad privada, que tiene como objetivo la maximización del placer y minimización del dolor…, no sabe pasar del nivel mítico. Es “utópico” creer que habrá una sociedad sin sacerdotes, es decir, sin administradores de mitos y ritos, y de esas tesis absurdas del Pecado, la Pena, la Gracia… (ninguna Iglesia ortodoxa puede dejar de sostener estas cosas).
Pero, lo mismo que es un gran mal que gobiernen quienes solo piensan en la riqueza material, así de grave (porque son los mismos, o sea, la población mítica) sería que tuviesen alguna parte de poder los sacerdotes.

Un pensador débil, al oír todo esto, sin duda pensará que lo que digo no es más que totalitarismo, el totalitarismo de la razón… Esto es muy irónico: es similar a cuando los sofistas y retóricos llaman retórica y sofística a la filosofía.

8 comentarios:

  1. ¡Menos mal! Me habías dejado preocupado con la entrada anterior

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  2. La cuestión de la relación entre fe y razón no está sometida, en mi opinión, a la pregunta que tú planteas, esto es:
    "¿los mandatos de los dioses, son buenos porque los mandan los dioses, o los mandan los dioses porque son buenos?", sino más bien a esta conclusión: ¿los mandatos buenos son rastreables por la Razón porque ésta es endógena a nuestro ser y por tanto la ejecutamos del mismo modo que una termita se da buenamente al canibalismo o tienen una raíz trascendental por tanto por encima de lo humano/natural?

    Por cierto, yo también creo que la Iglesia tiene en su seno y ya desde el principio y no solo con Lutero, una vena apofática (léase a Pseudo Dionisio) pero esta teología negativa fue barrida del mapa por el puntilloso, al punto de funcionarial, pensador Tomás de Aquino quien, a mi ver, supuso una auténtica catástrofe intelectual para las élites eclesiásticas y herederas

    Termino: Lo de Homero me intriga, de hecho, ese odio de Platón para con él es un motivo más para despreciar al pensador griego.

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  3. Héctor,
    no veo que el interrogante que propones sea más fundamental que el que propone Platón. ¿Qué significaría el supuesto de que los valores tengan "una raíz trascendente"? ¿Es que la fe tiene algo más que decir ahí que la razón?

    La teología negativa no es lo mismo que el irracionalismo, sino más bien al contrario. El Pseudo-Dionisio, como Escoto Erígena y otros, eran más racionalistas que cualquier otro. Simplemente se estaban acogiendo a la dialéctica del Parménides, que presenta dos desarrollos de la hipótesis de lo Uno: primero, si lo Uno es completamente uno, entonces es incomprensible e inefable; pero, a la vez (vía positiva) lo Uno es lo sumamente inteligible.
    Lo que diferencia a los fideístas, como Lutero, es que esa negatividad es de tipo no-analógico, sino del tipo de una heterogeneidad absoluta, como la que he atribuido al pensamiento moderno (Heidegger, etc) en entradas anteriores.

    Lo de Homero: Homero ha educado a los griegos, hace notar Platón, mostrando a unos dioses egoístas y violentos. Los poetas no pueden ser autónomos: lo mismo pueden decir la verdad que una gran falsedad muy atractiva. ¿No estamos hartos de ver el poder del marketing? ¿Cómo consiguió el vendedor de monoraíles venderles un monoraíl a los ciudadanos de Springfield? Tocando el piano y cantando una animada canción.

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    1. SObre razones morales trascendentes:

      ¿Qué significaría el supuesto de que los valores tengan "una raíz trascendente"?

      Pues que esto no serían desechables según el contexto pues si los valores han nacido así por una cuestión interna, vamos, simplemente porque somos así y no asá, significa que hay cabida para otros en otro momento lugar o especie, ahora, si no es el caso, si es la Razón ls que los encuentra, los valores digo, entonces éstos no pueden ser desestimados. ¿Muy abstracto todo? Un caso: ¿es racional mantener el derecho a tener hijos, ser fértil, incluso en escenarios demográficamente repletos? ¿O más bien en tales casos hay que promover (incentivar) políticas de estirilización forzosa como han propuesto algunos alguna vez? Siempre se ha dicho que los abortos crecen en épocas de sobrepoblación y que por tanto el derecho a tener hijos no es racional según en qué situaciones...etc. No te pido discutir sobre el aborto, obvio, sino apenas te mostré la diferencia que hay entre pensar en razones morales o pensar en utilidades morales.

      sigo->

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    2. Sobre Homero:

      Siguiendo tu tésis sobre lo feo, pienso que Homero, al que Platón malentendió, no afeó la conducta de los dioses en aras de promocionar su inexistencia sino con el objetivo de exiliar los intentos de humanizar, y por tanto comprender cabalmente, a los moradores del Olimpo (de ahí que, a pesar de humanizarlos tanto, nos resulten tan confusos), o sea, lo suyo fue una teología apofática de hecho.

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  4. Termino: ¿Pseudo Dionisio y Escoto Erígena y otros, eran más racionalistas que cualquier otro? Y entonces Tomás de Aquino, ¿qué es? ¿alguien de ese mismo grupo? ¿un irracional?

    Pseudo Dionisio, a diferencia de Santo Tomás, y a mi ver, no creía en que lo Uno era enteramente inteligible sino que justamente siendo tan finita nuestra mente y siendo todo Uno, el Todo resultaba por fuerza demasiado inteligible, o sea, ininteligible...para nosotros, claro.

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  5. Héctor,

    respecto de los valores y el ejemplo del aborto, no veo un conflicto entre fe y razón, sino entre una aplicación pobre y asbstracta y una más minuciosa de la capacidad racional.

    Respecto de Homero: ¡no le eches geta (cargándome a mí la salvación de Homero)! Homero no tiene la intención (nada en su obra puede interpretarse así) de remitirnos, por contraposición, a una pureza desantropomorfizada de los dioses. Homereo está muy contento de que los dioses sean como los héroes de la época aquea (igual que el autor del Mio Cid está muy contento de que el Cid sea un héroe como el que es). simplemente, representan una etapa mítica y guerrera de la civilización.

    Respecto de Tomás y compañía: Tomás es, como aristotélico, menos racionalista que los platónicos medievales. El pseudo Dionisos habla de dos vías, simultáneas, la negativa y la positiva. La negativa (ni-ni-, el nete-neti de las Upanisadh) dice que nada relativo puede expresar lo absoluto; la positivia dice que lo absoluto es lo relativo llevado al infinito, o sea, lo Hyper- (existente, bello, bueno). No puede apostarse solo por una de las vías.

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