sábado, 5 de junio de 2010

Decisión y Saber, III

¿Qué es más fundamental, más esencial, el Saber o el Querer, el Conocimiento o la Decisión? ¿Qué fué al principio, la Idea (el Logos) o la Acción?
Esto se decide viendo cuál de ellos es más "simple", cuál de ellos puede subsistir sin el otro.

¿De qué podemos prescindir en la idea de Decisión, y de qué en la idea de Idea?

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Un ahorro importante consiste en quitarse de encima la distinción Sujeto - Objeto, en el sentido más amplio de estas palabras. ¿Necesita el Conocimiento esa dualidad? ¿La necesita el Deseo?

Muchos piensan que la mejor manera de argumentar que la Decisión es heterogénea y anterior al saber es hacer ver que todo conocimiento es Representación, y toda representación implica un dualismo insalvable (el desdichado dualismo epistemológico, y cartesiano, que es el padre de todos los problemas sin solución), en tanto el Acto de la Voluntad es indiviso, porque no presupone ninguna realidad externa, sino que, más bien, la crea o produce ella misma en su propio acto.
Es más, si se quiere acabar con el representacionismo teorético, el camino que habría que tomar, según algunos, es, precisamente, intentar reducir el conocimiento a una actividad, a una forma de vida o algo similar.

Así creen todos los que creen que hablar es hacer cosas con palabras, que los problemas con el Significado se resuelven en una teoría causal o de la referencia directa.

Sin embargo todo este argumento es poco concluyente, porque no es más difícil pensar en un Conocimiento sin Sujeto (o, al menos, sin la distinción Sujeto – Objeto) que en una Decisión o actividad sin esa dualidad. Muchas teorías antiguas lo hacían. ¿Por qué es más necesaria una "sustancia pensante" que una sustancia deseante o decidiente? Tan fácil es decir “se piensa” o “se da pensamiento” (en vez de “yo pienso” o “Dios sabe”) como decir “se desea”, “se da deseo” (en vez de “yo deseo” o "Dios quiere").

¿En qué sentido puede ser más indivisible una decisión que un saber? Si la decisión es instantánea, sin tiempo, también, según los intelectualistas (al menos los más místicos) lo es la comprensión. Si es difícil imaginarse lo segundo, no parece que lo sea menos lo primero.

No hay nada en el Mundo de las Ideas que lo haga más complejo que el Mundo de las Actuaciones.

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Pero -volviendo a pensarlo-, ¿no es verdad que el Conocimiento presupone siempre la existencia de algo ya dado, una realidad que él debe captar, o a la que debe adecuarse para convertirse a la verdad, de manera que, por mucha originalidad que queramos suponerle a nuestra “capacidad cognitiva”, siempre habrá que atribuirle una pasividad irreducible? En otras palabras, ¿no es verdad que la Verdad es la aceptación de algo por parte del ser que la alcanza, mientras que la Bondad es el producto de algo por parte del ser que la instituye, que la decide? ¿No es eso lo que, según Kant, le da la prioridad a la "razón práctica" sobre la teórica?

Es cierto que los teólogos se estrujaron los sesos distinguiendo dos maneras de Conocimiento, uno Finito, que sí presupone la realidad dada (las formas reales, las Ideas de la Mente Divina, las Leyes "con las que el buen Dios ha hecho el mundo"...), y otro Infinito o Absoluto, que no presupone sino que produce de la nada sus ideas. Pero ¿no es eso Voluntad, y no Conocimiento, Acción y no Saber?

La Voluntad, al parecer, es pura cuando crea lo que ha de ser, mientras que el Conocimiento es puro sólo cuando re-crea o reproduce o representa lo que es. Esto hace que la Decisión verdadera (o, para que no parezca un juego de palabras, digamos "la Decisión decisiva") sea incalculable.

Esto es todo lo que se me ocurre a favor del Voluntarismo. Ahora, lo que se me ocurre en contra, o, mejor, a favor del Intelectualismo.

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¿Necesita la Decisión, para existir, una realidad previa, una Idea ya dada?, ¿o puede haber Decisión (o, más bien, debe haberla) a partir de la nada, tal como, según el existencialismo, hay existencia sin esencia?

Creo que hay que defender que no hay Decisión alguna si no le precede el Saber, y no sólo como intrumento o consejero, sino como causa y soberano. Es más, una Decisión (una volición, un deseo), aunque en cierto sentido es irreducible a Idea, en un sentido más profundo, es sólo la exteriorización o aparecer de la Idea. No es el Conocimiento una Actividad o conducta, sino que la actividad es una "representación" o Idea:

-Si suponemos que una verdadera y auténtica Decisión debe ser autónoma, heterogénea, irreducible…, más allá de todo lo que se sepa y de cómo son las cosas es del todo ininteligible, para mí al menos, en qué se diferencia una Decisión de un suceso al Azar, qué diferencia hay entre una Acción y una Pasión, entre Autonomía y Aleatoriedad, entre Responsabilidad y Ceguera.

¿Cómo somos capaces de distinguir quién actúa y decide, quién es responsable de sus actos, quién, siquiera, está vivo, de quién simplemente padece y está muerto, si nada en la realidad de las cosas puede determinar una decisión o una acción? La Actividad no se define por sí misma, sino por la Idea. Para saber qué entidad es activa y cuál pasiva, es más, para saber qué es una entidad, es necesario conocer su grado de unidad, de orden, es decir, su Forma (en el sentido más profundo de esta palabra).

La Voluntad, para existir, necesita responder a la Idea de lo Bueno. Sin la Idea de lo Bueno en sí, cualquier deseo es "bueno", es más, cualquier cosa es un deseo.

No basta, por tanto, con decir “hay que saber, y lo más y lo mejor posible, para tomar una decisión o asumir una responsabilidad”. ¿Para qué hay que saber, si eso no determina la decisión, si la decisión puede ser cualquiera, no se mide por cómo responde al saber?


-Además de esto, y lo que es "peor": si la Decisión es, realmente, heterogénea al Saber, no hay saber alguno posible, no puede haber ninguna certeza, ni absoluta ni relativa. Si la Decisión es la que decide lo que ocurre, la que lo causa, la que lo determina, y si la decisión es irracionalizable en último extremo, nada de lo que ocurre puede ser racionalizable, ni cognoscible (si cognoscible significa algo que yo pueda concebir).
Si el Conocimiento es producto de la Voluntad (el Interés, el Deseo...), si los Significados son creados por los Usos y formas de vida, nada es realmente comprensible. A toda afirmación de verdad, debería preceder una toma de dicisión irracional e inescrutable.

No es raro que los hechos no salven, ni digan nada de nada, si Dios es pura Voluntad de Voluntad, y si la Voluntad absoluta "podría haber decidido que lo bueno fuese odiarla". Esto sí que nos lleva del todo a la "inescrutabilidad de (toda y cualquier) referencia".

Y esto, sin embargo, es la esencia del pensamiento moderno, desde Lutero hasta Derrida, pasando por Kant y Nietzsche. Al menos éste fue "consecuente" y reconoció que si la esencia de todo es Voluntad, no hay idea posible alguna ni libertad ni responsabilidad. No fue lo suficientemente consecuente (hubiera sido ya inconsecuente) como para callar y no predicar ídolos futuros. Como todo pensador, "cayó" en la dialéctica, de la que quiso salir, como todo pensador, mediante la analogía.

Pero esa vía, la del Voluntarismo y el irracionalismo, tiene su reverso positivo, el Intelectualismo. A aquella le ha llegado el momento de callar hasta otro tiempo "histórico" que le sea más propicio, y está ya sus estertores, y casi tan muerta como puede estarlo una filosofía, es decir, estando casi completamente viva.

Hoy tenemos derecho a preguntarnos qué es una Decisión, por qué a ciertas cosas se les considera una decisión y a otras no, por qué ciertas cosas nos parecen activas y otras pasivas, a unas vivas y a otras muertas. Y no puede contestarse a nada de esto sin ideas o esencias, y sobre todo sin la Idea de las Ideas, la Idea del Bien, la que está más allá de las esencias, dándoles el ser y la inteligibilidad.

Derrida quiere salvar la responsabilidad, la Justicia más allá del Derecho, ante lo Otro absoluto. Pero ¿qué es más otro absoluto que una piedra? ¿Por qué debo dar hospitalidad a un subsahariano y no, antes, a una piedra? ¿Qué significa Responsabilidad cuando no puede haber, por definición, nada que responder, ni nadie ante quien responder? Porque ¿quién es ese Otro, que es nuestro Juez y Dios, según cree o quiere creer Derrida?
Quien afirme que la Decisión está más allá o al menos es heterogénea a un saber, no puede tener ni idea de la justicia. Dicho en términos “antiguos”: si las cosas valen porque así se decide (si bona quia preacepta) no hay más justicia que el derecho positivo que un monarca establece; pero ¿qué es un monarca?, y ¿qué es establecer?, ¿qué es poder, fuerza…?

Hay que decir que el propio Derrida es muy consciente de la aporética de su teoría:
“…y, por eso, lo que estoy diciendo aquí [el carácter aneconómico e incalculable de la Decisión y la Responsabilidad] soy consciente de ello, entraña un riesgo muy grave”.

Es "consciente" de lo imposible de su teoría o de su decisión, y quiere sostenerla, pese a ello. Pero no basta con eso. Necesita tener razón.

2 comentarios:

  1. Precisamente el saber me lleva a tomar la decisión de poner este comentario.
    En la piedra existe toda una colonia de extremófilos y no se yo, por ello, que decisión tomaría.

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    1. Exacto, Antonio Soltero: sin conocimiento, no hay decisión. Hay, a lo sumo, un fenómeno aleatorio

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