Agustín García Calvo ha decidio, al fin, desprenderse incluso de su nombre e identidad, y regresar a vivir allí donde, como nos decía incansablemente, todos somos uno y ninguno, al tiempo verdadero sin número, inasequible a la mentira del Lenguaje. Algunos no sabremos nunca desprendernos de sus canciones y razones, esos ídolos de voces que amorosamente talló para nosotros a ver si así nos acordábamos de olvidar, y siempre le tendremos por el mayor maestro, cuando en verdad era solo una buena gente y un buen amigo. Un abrazo, Agustín.
Bellas y acertadas palabras que leo como mías. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Mobesse.
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