Los versos que se escriben inmediatamente bajo el dolor, no suelen ser buenos. Para quienes no están en el mismo sentimiento, resultan "patéticos", como quien no sabe presentarse en sociedad. Pero son, quizás, los más sinceros. El dolor alegre de pensar en Agustín, que no ha atardecido ni anochecido hoy ya, y con quien querría haber vuelto a hablar mil millones de veces, me ha provocado unos versos que quizás borraré dentro de unos días, pero que querría compartir con sus amigos.
No busques, buen amigo, ya, al amigo
aquel, a quien llamabas Agustín:
faltó esta tarde, y no estará esta noche
donde teníais la manía de verle.
Que esta mañana, como por milagro,
amaneció por siempre y se hizo tiempo
definitivo y limpio, sin ahora
ni luego ni jamás, tiempo inasible,
salvaje, como solo lo es amor.
No quieras, pues, vecino, saludarle.
Ni escarbes en el suelo, pues es aire…
Es aire y fuego y agua y tierra pura.
No sueñes tú, al maestro de la Lengua ,
analizarlo con la vil Gramática.
No lo hagas sustantivo, no es sustancia,
no es nombre propio, es lo común sin nombre.
Ni finjas ver su gesto en algún verbo:
no es voz activa ni voz media, es voz
que grita en el silencio y dice el no,
y no padece más que la pasión.
No pienses con pronombres señalarle:
no está ni aquí ni allí, su corazón
esta mañana fue tan grande ya
que no cupo en un trozo y se hizo todo
y nada, fuera y dentro, cerca y lejos.
Pero si de verdad quieres haberle
o que haya de él en lo que haya de ti,
velo en las hojas, las que caen sin cuando,
velo en el río que fluye sin adonde,
velo en la sierra, inmensa sin un quien,
tócalo en ti, en cada carne nuestra…
Y que esta noche, cuando nos juntemos,
amigo, los amigos a llorarle,
que nuestro llanto sepa hacerse canto,
un eco más del cuento que él cantaba
y cantan hoy las hojas, ríos y montes,
los que, como no saben de saberes,
no lloran ya por él, sino lo son.
triste coincidencia, Juan Antonio, que apenas descubiertos tus escritos descubra también que tuvimos común maestro. Mira que pensé veces en él leyéndote el otro día, mira que era el sócrates que necesitamos... y lo será, como dices, ahí lo seguiremos teniendo.
ResponderEliminarCon él viví unas maravillosas clases de Latín en la Complutense, y después, cuando me dirigí a la filosofía, siempre le seguí cercanamente en la distancia. Tengo muy manoseados sus libros. De lo que me arrepiento es de no haber estado más cerca de él, porque no le veía del todo como el sócrates que yo buscaba. Pero, sin duda es una de las caras más honestas y lúcidas del sócrates que necesitamos. Pero los que hemos entendido y vivido un poco de él, intentaremos mantener el fósforo.
ResponderEliminarMe alegra mucho que digas que te acordabas de él leyéndome.
Un abrazo
“… tiempo inasible,
ResponderEliminarsalvaje, como solo lo es amor (…)su corazón
esta mañana fue tan grande ya
que no cupo en un trozo y se hizo todo
y nada, fuera y dentro, cerca y lejos (...)
que nuestro llanto sepa hacerse canto…”
No los borres los versos. Nada que nace del corazón, de la emoción sincera y afectuosa merece ser borrado. Son más importantes los sentimientos que los ejercicios literarios. Gracias por ellos.