viernes, 11 de noviembre de 2011

Reduccionismo materialista y dicotomía hecho-valor. La crítica de Putnam a Williams

El debate que estamos manteniendo en otra entrada de este blog me ha traído a la memoria la crítica (demoledora, a mi juicio) que, en Cómo renovar la filosofía, páginas 125-159 (Cátedra), Hilary Putnam (foto) hace de la filosofía de Bernard Williams, especialmente, tal oomo este la expone en su obra Ethics and the Limits of Philosophy.

La metafísica, materialista, de Williams, consiste básicamente, en las siguientes tesis:

-Hay una manera en que son las cosas, una “concepción absoluta del mundo”, “el mundo tal como es, independientemente de nuestras creencias”, a la que converge la ciencia en un plano ideal (y no la ética, ni en un plano ideal siquiera).

-Hay, pues, una serie de propiedades objetivas o “primarias” (como masa, carga, intensidad de campo…) y otras propiedades “secundarias” o subjetivas (como el calor o el color).
El motivo de Williams para la distinción cualidades primarias / secundarias es, especula Putnam, la idea de que antes de haber animales capaces de percibir colores, hubo leyes físicas. Ahora bien, señala Putnam, “con la aparición de seres vivos y sociedades aparecieron leyes nuevas, pero no leyes contrarias a las de la física, sino leyes aplicables a cosas sometidas a descripciones inexistentes en la física”. Muchas de estas nuevas entidades no tienen descripción en la física, como Oferta y Demanda. ¿No podemos, entonces, hablar de ellas? Para salvar este problema, Williams recurre a la metáfora de la perspectiva. Idealmente podríamos, sostiene, traducir nuestro lenguaje perspectivo al de la física básica (inexplicablemente, señala Putnam, admite que quizá esto no sirviese para seres “que sean distintos de nosotros” –luego veremos esto-).

-Los valores no son parte de la “concepción absoluta del mundo”. Es más, son más relativos aún que las cualidades secundarias, aunque tienen, ciertamente, un contenido cognitivo, porque Williams admite, con McDowell y otros, que es imposible separar el lado factual y el lado valorativo de los conceptos morales: para entender la palabra cruel el hablante tiene que ser consciente de los “intereses evaluativos” que dan significado a la palabra. Williams también rechaza el relativismo crudo, al que ve cayendo en el absurdo: “sé de dónde eres, pero, verás, es que el relativismo no es verdadero para mí”. Pero sí cree que hay una verdad en el relativismo: que la verdad de los juicios de valor es local, circunscrita a una cultura, y no tiene sentido comparar entre mundos morales muy distintos, donde la forma de vida de uno no es una opción real para el otro. El mundo, tal como es en sí, es indiferente a valores.

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Putnam ofrece las siguientes críticas a esta metafísica (que pasa por ser lo más moderno que hay -según pretende el propio Williams-):

-Respecto de la distinción entre cualidades primarias (o absolutas) y secundarias (o relativas), Williams no es capaz de justificar por qué los colores o los calores no existen realmente. En general, dice Putnam, muestra una clara tendencia a confundir las cualidades secundarias con la sensación de ellas. Por ejemplo, argumenta que el calor no puede ser físico porque se transforma imperceptiblemente en dolor, lo que es mezclar el calor (temperatura) con la sensación de calor. La temperatura ha sido identificada, de hecho, por los físicos, como una propiedad objetiva. ¿Quiere decir Williams que no había cosas más o menos calientes, antes de que viniésemos nosotros? Decir aquí que la sensación de calor no se parece a la temperatura es cierto, pero vale también para la sensación (o “idea”) de distancia. Lo mismo puede decirse con el color: hay maneras suficientemente precisas redefinir color, y, por otra parte, como dijo Wheeler, un segundo no está ni estará nunca definido con total precisión.
Si Williams aduce que hay una traducción, un sinónimo de “caliente” o “verde” a la concepción absoluta, se le debe objetar, como hizo Davidson (contra el reduccionismo de conceptos mentalistas a físicos) que no se podría saber si, al usar los nuevos términos, la gente no seguía refiriéndose a los viejos mohosos términos: una traducción preserva las viejas nociones.

-Un problema más grave aún surge cuando Williams pretende dar cuenta de cómo la concepción absoluta daría cuenta de (y subsumiría a) nuestras concepciones perspectivas, propias de humanos (y de él mismo). Williams llega a admitir: “A la vista de esto [que al hacer ciencia estamos, a la vez, dando ejemplos de lo que deberíamos reducir] las ideas más ambiciosas que se han llegado a expresar respecto de la concepción absoluta, tienen que fracasar. […] ¿Qué más por debajo de esa fantasía positivista [sic –Putnam-] lo hará?”
El problema de Williams es (como lo fue el de Sellars), dice Putnam, que no es lo mismo predecir que se producirán ciertos ruidos o marcas, que explicar de qué modo tales marcas y ruidos son concepciones, ni de qué modo describen algo, siquiera perspectivamente. Para ser una perspectiva, las marcas y ruidos tienen que figurar de algo; para ser una descripción objetiva, las marcas y ruidos tienen que describir. Esta relación semántica es ineliminable. Cuando Williams reconoce que la “concepción absoluta” a la que podríamos acceder (y que nos ayudaría a explicarnos a nosotros mismos), no serviría necesariamente a otros investigadores distintos, ¿está diciendo que es nuestra perspectiva local el que justamente haya una concepción absoluta? “Incluso Richard Rorty podría estar de acuerdo con esto”, dice Putnam irónicamente.

-Un problema paralelo se le presenta a Williams por aceptar, por una parte, la indeterminación de la traducción de Quine y la ausencia de elementos normativos en la concepción absoluta.

-Pasemos a “la verdad en el relativismo” (moral). Según Williams, los juicios morales tienen verdad, pero solo local, inaplicable entre formas de vida que no serían viables para el otro.
Dejando a un lado que, señala Putnam, Williams exhibe el mismo poco rigor que Rorty en su tratamiento de Verdad (tan pronto es asertabilidad garantizada, como desentrecomillación, etc.), su pretensión de que no tiene sentido comparar entre opciones “no reales” produce, para empezar, la insatisfactoria conclusión de que entre nazis y judíos no había posible confrontación moral (ya que no era una opción real ser parte del otro). Seguramente esto sería un resultado que Williams no querría compartir.
Pero más grave es la completa contradicción en que incurre Williams cuando dice, por una parte, que en un conflicto nocional (entre culturas muy diferentes) “la cuestión de la verdad no se plantea”, y dice, por otra, que los miembros de la otra comunidad tienen conocimiento ético, y que sus creencias (cuando usan sus conceptos de manera bien definida en su contexto cultural) son verdaderas. Es una contradicción absoluta decir que el juicio de alguien (de que, por ejemplo, determinado acto es no casto) es verdadero, y decir también que no podemos decir que es verdadero o falso.

Esto le pasa a Williams, sentencia Putnam, porque, en su intento por defender un perspectivismo de las cualidades secundarias y, todavía más de lo ético, junto a un no-perspectivismo físico, se olvida de la interrelación de lo fáctico y lo ético (contra su propia pretensión de tenerlo en cuenta).
Consideremos el ejemplo de los sacrificios humanos entre los aztecas. Williams sostiene que las creencias fácticas en que se apoyaban, eran falsas, pero piensa que no podemos decir que la forma de vida (con sacrificios humanos) de los aztecas era equivocada. Sin embargo, la forma de vida de los aztecas era interdependiente de la concepción equivocada que tenían de la realidad. ¿Por qué no podemos decir que la forma moral de vida a que condujo esa errónea creencia fáctica, era equivocada?
“Lo denominado “absoluto” y lo ético están sencillamente tan interrelacionados como lo “fáctico” y lo ético.”
Igualmente, podríamos aprender moralmente de modos de vida que, sin embargo, no son verdaderas opciones reales para nosotros: mucha gente admira ciertos valores amish sin pensar por ello que tiene que compartirlos todos. Pero la teoría de Williams implica que es cuestión o de quedarse con toda su cultura, o no poder decir nada de ninguno se sus elementos morales. Putnam concluye:

“Es imposible que el conocimiento fundamental (la física fundamental futura) sea absoluto y nada más lo sea, porque la física fundamental no puede explicar la posibilidad de referirse a o enunciar algo, incluida la propia física fundamental. Por tanto, si todo lo que no es física, “depende de una perspectiva”, entonces la noción de “ser absoluto” depende irremediablemente de una perspectiva. Y la idea de un relativismo de la distancia, aplicable a la ética pero no a la ciencia, también se viene abajo, porque la ética y la ciencia están tan interrelacionadas como la ética y los “hechos”.

8 comentarios:

  1. Me gustó mucho el último párrafo de Putnam: muy cierto.

    Coincido en que, como recién dije y reinsisto, la distinción ontológica entre Verdad y Belleza carece de rigor, ahora, sigo sin ver cómo se le podría demostrar a un extraterrestre, como los insectores, que nuestra noción cognitiva de la individualidad tiene consecuencias éticas irrenunciables y que para nosotros un individuo dentro de la sociedad no es igual de eliminable que las uñas de un superorganismo como así piensa la mente colmenar de los mentados extraterrestres, o sea, el sustrato neurobiológico, el fundamento perceptivo, importa y mucho.

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  2. Héctor, lo que pasa es que el último párrafo de Putnam (bueno, era el penúltimo, en el artículo que he resumido) concluye, según Putnam, en lo contrario de lo que concluyes tú. Porque Putanm cree que es tan absurdo decir que las teorías solo tienen una verdad local, como decirlo de la ética.

    Quien entiende lo que es un individuo humano, es decir, un ser realmente capaz de entender, etc, no puede considerarlo parte de un superorganismo, salvo que ese organismo fuese superior en capacidades al individuo. La sociedad humana es inferior a cualquier individuo humano (tienen menos unidad, autoconciencia, autonomía...), a diferencia de lo que pasa con el organismo compuesto de células. Los fascismos y demás totalitarismos se basan en una devaluación objetivamente equivocada del individuo humano. Por eso, una sociedad donde los individuos son respectados en su libertad (cosa que no se puede hacer con una uña) es una sociedad mejor, porque se apoya en una teoría objetivamente mejor de lo que son las cosas.

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  3. Pero es que estoy de acuerdo con Putnam, insisto: TAN absurdo decir que las teorías solo tienen una verdad local, como decirlo de la ética

    Efectivamente, TAN absurdo o lógico es decir de una cosa una cosa que de la otra la misma, o sea y hablando en plata, la Verdad y el Bien merecen el mismo tratamiento pues hay un continuo entre lo perceptivo y lo predictivo y quienes consideran que lo ético trabajo lo normativo, no lo descriptivo (clásica actividad quirúrquica de separación); equivocan la genealogía de la percepción moral pues el hecho es que nos repugna ver a alguien, pongamos, comer heces pero NO nos indigna moralmente y por tanto podemos dejarle (supuesto de que no lo consideremos loco, tonto, etc.: pongamos por una apuesta...) pero si vemos a alguien violar a un bebé no sólo quedamos asqueados sino que también nos sentimos impelidos a actuar, por lo tanto, el sentimiento moral es ya de por sí una llamada a la actuación TAN perceptible como la caída desde un árbol de una manzana al suelo.

    Aclarado esto, pregunto lo siguiente: ¿se puede instaurar una percepción moral tal que así con mayor facilidad que la de hacer creer a alguien que un burro vuela o más bien ambas experiencias cognitivas apuntan a una misma fuente proyectiva, a saber: la estructura cognitiva?

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  4. ¿se puede instaurar una percepción moral tal que así con mayor facilidad que la de hacer creer a alguien que un burro vuela o más bien ambas experiencias cognitivas apuntan a una misma fuente proyectiva, a saber: la estructura cognitiva?

    Claro, pero lo que decimos siempre (y viene a decir Putnam) es que, el hecho de que tanto la ciencia como la moral estén relativizados a nuestra esctructura cognitiva, no alimenta la idea de que no hay una forma en que son las cosas. La imagen que vemos en el espejo está determinada, en parte, por las características de la superficie pulida, pero está tambień determinada por el objeto reflejado, y tanto él como el reflejo son algo objetivo y cognoscible (idealmente)

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  5. Correcto, querido Juan, veo que estamos de acuerdo. Déjame ahora apretarte un poco la tuerca:

    Imagina que quieres archivar una imagen pero ésta tiene un tamaño que excede con mucho tu memoria. Pongamos que si quieres registrar varias en proceso cinemático debes buscar un equilibrio entre información relevante de una imagen y el número de las mismas (por ejemplo: no te interesa distinguir entre el perro de las 15:14 y las 15:15 porque sus detalles distintivos son olvidables) pero también quieres fijar la atención (como ejemplo del cálculo de la gravedad donde uno se fija sólo, recordemos, en el Sol y la Luna), en definitiva, queremos procesar una imagen con cierta pérdida de información.

    En informática, existen muchos formatos de imágenes con pérdidas, el más típico, el más usado, el JPG: los archivos tipo jpg no guardan la matriz entera sino que si en el pixel 1, 2, 3, 4, 5 y 6 está el mismo color, simplemente se apunta que del pixel 1 al 6 el color es el mismo. Obviamente los colores no suelen ser el mismo de un pixel a otro pero a veces la diferencia no es notable, puede ser obviada y con la compresión, la comprensión de la imagen puede mantenerse.

    Los archivos JPG, por cierto, pertenecen a ese tipo de imágenes procesadas mediante algún tipo de Algoritmo de compresión con pérdida.

    Te pregunto muy cuidadosamente: ¿es en algún sentido una imagen JPEG algo independiente de un algoritmo de comprensión con pérdida?

    ¿Y ese mismo algoritmo muestra colores auténticos pertenecientes a la imagen real?

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  6. Héctor,
    no hace falta que te quiebres la cabeza buscando ejemplos tan sofisticados como el JPG. Cuando vemos algo desde lejos, perdemos detalles, y si tuviésemos una resolución un millón deveces mayor, no veríamos nada (de lo que imaginamos). Esto solo prueba que somos finitos, y nuestra comprensión de los fenómenos tiene un ámbito. Pero ¿qué tiene que ver esto con sostener que hay una sola realidad, y que no depende ni de intersubjetividades ni de entornos culturales ni de nada de eso? Para probar todo esto último, tendrías que aducir que, puestos a la misma distancia, vemos cosas diferentes. Pero no es así (no vemos nada parecido): cuando uno tiene el mismo nivel de resolución que yo y está en el mismo sitio, ve lo mismo, y la razón de esto (lo único razonable de postular) es que lo que ve (así como la propia consitución del propio sujeto) es algo objetivo (otra opción sería decir que un espíritu, maligno o benigno, nos hace ver lo mismo por coincidencia -pero entonces sería objetivamente cierto que existe ese espíritu-).

    Y esto no tiene nada que ver con la intersubjetividad, porque aunque todo el mundo menos yo haga una piña como el equipo de rugby neozelandés, y se empeñen en ver una jirafa donde hay un riconceronte, no conseguirán más que, a lo sumo, jugar con las palabras.

    Si todo lo que quieres decir es que, lo que vemos, depende del lugar en el que estamos y de nuestras capacidades cognitivas, no has dado un solo paso para decir que inventamos lo más mínimo.

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  7. Sufres, me temo, una recurrente ilusión óptica con tus metáforas al confundir, como ahora, la espacialidad inherente a la colocación linguística que usas para expresarte con espacialidad auténtica y es por eso que te hago a las preguntas, vamos, como terapia lingüística (Witti dixit). Sea otra vez, pues:

    ¿En una imagen JPEG existe un solo pixel que no esté construido por el algoritmo?

    ¿Y puede el algoritmo JPEG replicar exactamente siquiera un solo pixel de una imagen BMP (las imágenes BMP no tienen algoritmo con pérdida y por tanto son imagenes literales (y obviamente de mayor tamaño)?

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  8. Héctor,
    te aseguro que, más que ilusión óptima lo que sufro es ceguera para ver en qué se diferencia la manera en que el programa fotográfico selecciona ciertas diferencias y prescinde de otras dado su algoritmo, y nuestra visión selecciona ciertas cosas y no otras dado su algoritmo. Ni entiendo en qué se diferencia la diferencia entre JPG y BMP y la diferencia entre la visión humana y la de la mosca. Te agradecería que fueses más explícito en donde colocas la diferencia.

    Pero lo que desde luego no veo es cómo eso puede apoyar la tesis de que no existe una realidad objetiva. Porque lo que qujiero que me expliques es por qué cuando fotografío una jirafa no sale un rinoceronte (a mí, si me pasase eso, tiraría la cámara).

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