En la entrada anterior he intentado mostrar que la tesis de
que toda actividad teórica que aspire a ser
legítima tiene que estar sometida a contrastabilidad empírica (tesis que he
llamado “del Continuismo en favor del Naturalismo”, TCN, o, también,
Naturalismo epistemológico holista), es una tesis inaceptable porque establece
un criterio de teoreticidad injustificado e imposible de aplicar a ciertas
áreas de la especulación humana que no hay buenas razones para rechazar sino
que, al contrario, están implicadas por la propia ciencia natural.
En esta entrada paso al argumento b: recordaré (una vez más)
el viejo argumento antipositivista (más en general, contrario a toda deflación
de la metafísica), que Béla Weismahr llamó “argumento de la torsión”, y que
mostraría que TCN es auto-inconsistente. Se trata de “torcer” o retorcer la Tesis Naturalista
sobre sí misma. Debemos preguntarnos si TCN cumple el criterio que ella misma
impone a todo posible aspirante al juego de la verdad:
¿Está TCN sujeta a sí misma, o no? Es decir, ¿la proposición “Debemos aceptar solo aquellos elementos teóricos (conceptos, hipótesis…) que mejor encajen con nuestra mejor teoría científico-natural” es una proposición que debemos aceptar porque y solo porque es la que mejor encaja con nuestra mejor teoría científico-natural?
(Suponemos aquí que una teoría es científico-natural si y
solo si es contrastable empíricamente)
No se trata, nótese bien, de si TCN encaja de hecho con
nuestra mejor teoría científico-natural (lo que, a decir verdad, carece de
sentido, por lo que veremos) sino de si debemos aceptarla por eso, si el fundamento para aceptarla es ese, o sea, que es la
mejor hipótesis de acuerdo con la ciencia-natural, con lo contrastable
empíricamente.
Pero, podríamos preguntarnos, ¿es pertinente esta cuestión?
¿Podría y/o debería estar obligada TCN a someterse a sí misma? Cabría pensar
que ni siquiera sería bueno que lo estuviese, porque en ese caso sería una
tesis circular.
Esta no me parece una buena idea. Toda tesis normativa (como
lo es TCN) tiene que ser o bien “hetero-fundante” (llamemos así a una tesis
cuando da fundamento a otras pero no a sí misma) o bien auto-fundante (cuando
se aplica y valida a sí misma). En el primer caso, o sea, si la tesis
epistemológica más general (presuntamente TCN), fuese solo hetero-fundante, y
no se aplicase a sí misma, el Continuismo u Holismo fuerte sería falso, pues
habría al menos una proposición (justo TCN) que no estaría sometida al criterio
al que están sometidas las demás proposiciones, esto es, al criterio empírico:
TCN no sería nunca falsable, como no lo son, según nuestra teoría TDM (Teoría
Discontinuista en favor de la
Metafísica ) las proposiciones metafísicas.
Por tanto, para que el Continuismo sea válido, el criterio
más general debe ser auto-fundante o, al menos, si se prefiere, auto-aplicable,
es decir, TCN debe comportarse de acuerdo con TCN. La “circularidad” no debe
ser un problema para ningún Continuismo u “holismo”, sino algo requerido por el
propio elemento holista. Si la circularidad es la ruina de una teoría, entonces
TCN no puede ser una teoría válida, como no lo podría ser ningún continuismo u
holismo fuerte. Concedamos al Continuismo la circularidad. Quizás no todos los
círculos son viciosos ni toda autorreferencia, contradictoria.
Volviendo, entonces, a nuestra pregunta, ¿es TCN
autoconsistente y, por tanto, auto-aplicable?, ¿TCN se da cobertura a sí misma?
Si el criterio que impone TCN a toda proposición aspirante a
válida, se aplica a la tesis “TCN”, resulta que TCN será una tesis (o
hipótesis) aceptable sólo si encaja con nuestra mejor teoría científico-natural,
es decir, con la mejor teoría contrastable empíricamente. Esto implica que
TCN debería ser, por muy indirectamente que se quiera, falsable por los hechos. Debería ser concebible (concebiblemente concebible) la posibilidad real de que experiencias empíricas futuras nos obligasen lógicamente a pensar (implicasen) que es falso que “debemos aceptar solo aquellas hipótesis que mejor encajan con los datos empíricos”.
(Obsérvese, entre paréntesis, que los propios datos empíricos
no pueden, por sí mismos, implicar algo así, o sea, que TCN es falso (ni lo
contrario). Los datos empíricos implican la aceptabilidad o validez de ciertas
hipótesis solo bajo el supuesto de que los datos empíricos son la base correcta para inferir validez de
hipótesis. No ellos por sí mismos. Es la tesis epistemológica normativa del
Empirismo la que daría validez a la inferencia).
¿Es concebible la falsación o, simplemente, la contrastación
empírica de la proposición “debemos aceptar solo aquellos elementos teóricos
que mejor encajen con nuestra mejor teoría contrastable empíricamente” o TCN? Obviamente,
no: TNC no es una tesis o hipótesis falsable, porque sencillamente, y por su
propio carácter, no podría ser falsa:
Si resultase falsa, dejaría de darse validez a sí misma. Si tuviésemos que abandonar TCN cumpliendo con lo que nos prescribe TCN, no tendríamos ninguna razón o justificación para abandonarla, porque habríamos abandonado a la propia justificación. Por tanto, a TCN solo le quedan dos opciones: o es falsa o es infalsable. Pero, si es infalsable, entonces es falsa. Luego TCN es necesariamente falsa. TCN → ¬TCN
No es verdad, pues, que debamos aceptar solo aquellos
elementos teóricos (conceptos, hipótesis) que mejor encajen con nuestra mejor
teoría científico-natural o contrastable empíricamente. TCN es un ejemplo de
tesis que deberíamos aceptar (de ser aceptable) sin que cumpla ese criterio.
Pero como precisamente ella es la que afirma que ese criterio es omniabarcante,
TCN es falsa e inaceptable.
Obsérvese que el problema no emana de la circularidad de
TCN, o sea, de que deba ser auto-fundante o auto-aplicable. Si el principio
básico que se nos propone no implica que toda tesis sea revisable o falsable,
no surge este problema de inconsistencia, incluso aunque sea un principio
auto-aplicable. Por ejemplo, supongamos TCC, la Tesis Continuista
en favor de criterios lógicos (amplios) de Coherencia, que afirmaría que hemos
de elegir solo aquellos elementos teóricos (conceptos, hipótesis…) que mejor
encajen con el Criterio de Coherencia. Según esta tesis, es concebiblemente
concebible, por ejemplo, que el día de mañana tuviésemos que prescindir de los datos
empíricos (como ilusorios, quizás) y con ellos de toda la ciencia natural en
pro de la coherencia, pero no podría ser que tuviésemos que prescindir de la
propia tesis TCC: nunca va a justificarse coherentistamente que haya que
prescindir de la coherencia. TCC se autojustificar. Pero en esta
autojustificación, aunque haya circularidad, no hay inconsistencia, como sí la
hay en que nunca vaya a ser falsable el omni-falsacionismo.
Esta aporía del holismo naturalista es análoga a lo que en
la filosofía del derecho se conoce como la paradoja de Ross: el artículo
fundamental de una Constitución no puede ser revisable, porque dejaría sin
validez a la propia revisión.
Esto indica que al menos el principio más general no puede
ser falsable, revisable. Y, por tanto, no puede ser una tesis omniabarcante la
de que toda tesis es falsable.
El Naturalismo es intrínsecamente contradictorio, no porque
pretenda autojustificarse, sino porque no puede hacerlo. Otra cosa es el
Empirismo circunscrito al ámbito de las Ciencias Naturales, pero sujeto a la
prescripción epistemológica de Empirismo. La Ciencia Natural , que funciona
de manera relativamente autónoma con su método adecuado, el empírico, ni
necesita ni justifica al Naturalismo, que es una posición
metafísica equivocada. El Científico tiene todo su derecho a expulsar de su ámbito
de trabajo las “meras especulaciones”, es decir, teorías metafísicas o, más
bien, pesudocientíficas. Y el Metafísico tiene el suyo para especular más allá
de lo natural, sin creerse sometido al método de la ciencia natural.
Hoy el argumento de la torsión es o debería ser ya viejo
hasta para el pensamiento contemporáneo. Fue una de las primeras
cosas que se le objetó al Círculo de Viena, o a A. J. Ayer: si todo lo que no
es ciencia natural o matemáticas, es sinsentido, el propio positivismo debe
estar en este segundo saco: es el sinsentido del sinsentido. Al menos el
Wittgenstein del Tractatus era
consciente de que, de acuerdo con su “positivismo” lingüístico-trascendental
(todo lo que no cae bajo la ciencia es mejor callarlo) el propio Tractatus carece de sentido. Él creyó
que, no obstante, podía servir de escalera para salir de sí mismo. Yo creo que
más bien es un pozo que conduce a su propio abismo.
H.. Putnam se ha referido al extraño atractivo que tienen las
ideas equivocadas. Aquí podría caerse en la tentación de decir eso mismo.
Cuando explico a mis alumnos el argumento de la torsión, siempre alguno exclama
algo como: “Si es tan evidente como nos lo parece ahora, ¿cómo es que sigue
habiendo gente lista que sigue cayendo en el error?”. Yo no creo que sea una “idea
equivocada” sin más. Creo que es una idea más bien equivocada, sí, pero que es,
como todas las teorías metafísicas equivocadas, una equivocación interesante e
inevitable, algo así como lo que Kant llamó “ilusión trascendental”, pero
vuelta hacia el otro lado.
No es que el Naturalismo esté completa y científicamente equivocado,
sino que es uno de los momentos dialécticos del pensamiento metafísico. El naturalismo
siempre tendrá sus argumentos a favor: los argumentos a favor de lo Otro y lo Múltiple.
Y siempre los antinaturalistas repetirán (o repetiremos) el argumento de la
torsión y los argumentos a favor de lo Uno y lo Mismo. ¿Qué prueba esto? Justo
lo contrario de lo que pretende el Naturalismo epistemológico: es decir, que
hay pensamiento más allá de la
Ciencia , la cual no sabe nada de la dialéctica, porque no es
una investigación acerca de lo absoluto.
Platón hablaba (en El Sofista) de una constante lucha entre Titanes y
Olímpicos, entre Materialistas y Amigos de las Ideas. Los primeros toman su
fuerza de la Tierra ,
y se intentan sacar de ella tirando de sus cabellos, como aquel barón famoso de
Munchausen; los celestes intentan apagar sus humos con la Luz de arriba. En nuestro
mundo de la mezcla, esta guerra es constitutiva: es el estar-vivos mismo.
¿Qué hace a uno decantarse por una cosa o por la otra, por
el materialismo o por el espiritualismo (más allá de que el primero sea la opción equivocada)? No diré que esta sea la causa, pero sí
estoy convencido de que luchar del lado de los Titanes, aunque tiene de "bueno" ese
aire rebelde e iconoclasta (hay gente, casi completamente equivocada, que
cree que para ser de “izquierdas” hay que ser materialista), pone a uno en una
visión vacía y sinsentido. Parece un poco lo que Nietzsche dijo de los filósofos
ingleses: que se alegrasen con demostrar las miserias de todo lo que creíamos noble, la falta de sentido y
de grandeza de las cosas. Hay, creo yo, mucho de falsa humildad en esta actitud, quizás la enfermedad moderna (muy luterana). Sin embargo, están equivocados y se han puesto del lado feo, como se puede mostrar racionalmente.
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