sábado, 25 de enero de 2014

¿A qué se dedica un nietzscheano? (Especulaciones sobre el futuro de las maneras de hacer filosofía, IV)

Nietzsche llegó a la conclusión de que todas las nociones metafísicas, tales como sustancia, causa, fin..., eran un epifenómeno de lo único que no deviene: el propio devenir. La muerte de Dios es el suceso “histórico” en el que todas esas invenciones trasmundanas dejan de tener crédito. Se considera a Nietzsche el gran hito en la muerte de la Metafísica. Sus descendientes dan por hecho que vivimos ya, “irreversiblemente”, en una época “post-metafísica” (a este ‘post-’ hay que ponerle, por supuesto, comillas, porque sin ellas es una noción metafísica).

Pero ¿cómo hemos de llamar a esa actividad a la que se entregó Nietzsche, o a la que se entregan sus seguidores? Nietzsche no hizo uso del distingo kantiano entre trascendente y trascendental. Por supuesto, despreciaba lo trascendental (la ley formal) como un intento mendaz de salvar la metafísica. Pero ¿qué era entonces eso a lo que se dedicaba él? Puede que hubiera alguna época en que jugase con la idea de que hacía ciencia: a veces se describe como un fisiólogo o un psicólogo. Pero era demasiado inteligente como para creer eso en serio. De hecho, su postura más madura es que la propia ciencia padece el mal de la metafísica, es decir, la creencia en unas leyes que rigen el devenir. Por tanto, él no podía pretender estar haciendo alguna ciencia. Esas leyes de la ciencia (de la psicología, de la genealogía…) no podrían ser puro inmanentismo, aunque fuesen inmanentes a lo inmanente: no pueden cambiar porque rigen el cambio. De igual modo, en lo ético-político esas leyes de la igualdad de todos, que legitiman a los Estados, no pueden ser puramente inmanentes (históricas, sociales…), puesto que tienen que servir para juzgar a la historia y a la sociedad (como hace el propio Nietzsche). Al pseudo-inmanentismo que algunos atribuyen a las leyes científicas es a lo que Nietzsche considera “secularización”: ciencia y democracia-socialismo.

Pero, entonces, una vez más, ¿qué es lo que hace Nietzsche, si no es ni metafísica ni ciencia? ¿Es quizás alguna forma de arte, o de ritual religioso? Según una concepción que el propio Nietzsche insinuó, efectivamente lo que hacen él y los nietzscheanos no es nada teórico, salvo aparente o accidentalmente: hacen, por decirlo al modo de Wittgenstein, otro uso del lenguaje, un uso, digamos, performativo (si bien el propio Wittgenstein no creía estar haciendo algo no-teórico, sino, más bien, Trascendental: análisis sin compromisos ontológicos y metafísicos –en lo que estaba tan equivocado como Kant, a mi juicio-). Cuando dicen que “Dios ha muerto”, o que el sujeto ha muerto, o que la diferencia es más “antigua” que la identidad…, no estarían haciendo proposiciones, lo que dicen no sería ni verdadero ni falso, aunque nos lo parezca. No estarían, por decirlo de una manera quizás más favorable para ellos, diciendo que la Metafísica ha muerto, estarían haciéndolo. Abandonar la metafísica no sería un acto del conocimiento, sino de una decisión, o incluso un evento del que nadie es responsable o dueño. Por supuesto, los textos de Nietzsche y de los nietzscheanos parecen filosofía (no poemas en prosa), e incluso parecen afirmaciones que optan a la verdad (todo es devenir, “la diferencia es más antigua, si así puede hablarse”), pero sería solo un juego no-metafísico con las palabras: no hay que tomar todo eso como afirmaciones que podrían ser falsas pero son verdaderas. El conocimiento no tiene aquí nada que decir.

Si eso fuese así (y sería muy necesario saber si eso es lo que “quieren decir”), la “cuestión” (si en realidad seguía siendo una cuestión) se desplazaría a otro lado: se trataría de qué “queremos hacer”: si pensar acerca de las cosas o, mejor, actuar en ellas (dejando el conocimiento como un mero medio, técnico, para la acción, es decir, prescindiendo de las preguntas no técnicas); o, incluso, si ni siquiera hay Voluntad, se trataría de Ocurrir o Suceder. Es esencial darse cuenta de que esa decisión (o este suceder) no podría porvenir de una meditación acerca de qué debemos hacer, qué deberíamos querer hacer. Una reflexión tal sería, obviamente, metafísica. Por tanto, la decisión de dejar atrás la metafísica, si es que es siquiera una decisión (una Voluntad, como cree Nietzsche), es simplemente una decisión, sin pensar, sin que la sustente una teoría acerca de cómo son las cosas, sin que la sustente una metafísica.

¿Esta “opción” es sostenible? Quizás. ¿No dicen los filósofos hindúes que no todos siguen el camino de la gnosis, sino que algunos se dedican a la acción (al yoga karma)? E incluso algunas escuelas (filosóficas) dicen que el yoga karma es preferible: estos son los equivalentes de todos los no-intelectualismos, para los cuales la “razón práctica” (o simplemente, la facultad práctica) es superior a la teórica. Pero esta misma tesis es, claro está, metafísica: se basa en la idea metafísica (que yo personalmente comparto) de que el ser es acción o acto, y en la idea, metafísico-psicológica (quizás equivocada) de que el Conocimiento es menos acción que la Decisión.

Pero creo que, en verdad, Nietzsche y los suyos no quieren prescindir del concepto de Verdad y “salirse por la tangente” al mundo de la pura decisión o del suceder. Desde luego, de hacer eso, la metafísica no debería tomarlos como una refutación: la afirmación “Dios ha muerto” carecería de contenido de verdad, y solo expresaría una ciega decisión de algunos: ¿por qué preocuparse por ello? Pero, repito, creo que Nietzsche, y los suyos, aunque a veces crean otra cosa, siguen haciendo y quieren seguir haciendo proposiciones que esperan nuestro asentimiento teórico, siguen ofreciendo argumentos que no son solo el decorado ajeno al cuadro, siguen pretendiendo la Verdad. No puede deconstruirse teóricamente la verdad, como no puede demolerse el suelo (aunque se le pueda remover).

Entonces el dilema es este. O Nietzsche y los suyos pretenden convencernos de alguna verdad (y una verdad no científica, sino acerca de la esencia de las cosas –aunque sea la de que las cosas no tienen esencia o que su esencia es Voluntad, o Evento o…-) y entonces siguen haciendo Metafísica, o bien no pretenden convencernos de verdad alguna y entonces no suponen ninguna refutación de la metafísica. Las frases “Dios ha muerto” o “vivimos irreversiblemente en un mundo postmetafísico” o bien son proposiciones, y entonces son metafísicas (y, entonces, autocontradictorias, como lo son en alguna manera todas las proposiciones metafísicas –pero no todas en la misma “medida”-), o bien no son proposiciones, y tampoco son verdaderas (ni falsas), aunque pretendan parecerlo.

Los cien años siguientes a la muerte de Nietzsche los nietzscheanos se han dedicado, como hizo el propio Nietzsche, a hacer ontología, es decir, metafísica, de alguna manera encubierta, disfrazada de algún “análisis” (lingüístico, psíquico o subsíquico, existencial, textual…). Las viejas preguntas de la metafísica seguían ahí con otros nombres: ¿qué es el ser en cuanto tal?, ¿cuáles son sus categorías?, ¿hay algo trascendente, o todo es inmanente? Filosofías como las de Deleuze (el Empirismo trascendental, la Diferencia), Derrida (la Diferance) o Agamben (el Cualquiera, el Ejemplo…), son ontologías. Sus análisis son, en el fondo (y hasta en su superficie) reflexiones racionales sobre lo Mismo y lo Diferente, lo Uno y lo Múltiple, lo Genérico y lo Individual…  Aunque haya habitualmente falta de autorreflexión acerca de su propia actividad (ya se sabe que todo filósofo tiene su impensado, y normalmente este es el de “aplicarse el cuento”), no están haciendo nada de lo que quizás les gustaría poder decir que están haciendo (literatura, psicología, historia…); no están haciendo, sobre todo, nada distinto a la metafísica.

En el futuro es muy probable que los herederos de Nietzsche sigan explotando maneras “genealógicas”, “suspicaces” y "deconstructivas" de abordar los problemas metafísicos. Quizás lleguen incluso a aplicárselo sistemáticamente a sus propios hermanos, desenmascarándose unos a otros como metafísicos. Pero creo que quien esté interesado en aprender de ellos algo de buena filosofía tendrá que ir más allá de lo que ellos creen estar haciendo y buscar qué respuesta metafísica con una nueva formulación y unas nuevas connotaciones hay en lo que escriben y dicen.

1 comentario:

  1. hay que partir de que la separación entre teoría y práctica si bien es real en el sentido de que pueden diferenciarse ambas actividades, fue establecida por la sociedad con intereses específicos y distinciones de clase, etc., pero debe ser claro que el pensamiento es inevitablemente producto de las necesidades que nos acusan y en general de lo que nos rodea, decir que Nitzsche fue metafísico, es decir que la religión católica es práctica o materialista porque quemo brujas (¿reales?), colonizó países y saqueó culturas enteras. La teoría debe necesariamente que enfrentarse con la realidad y es en ella donde se constata, y a mi modo de ver desde lo poco que he leído de Nietzsche, su gran trabajo fue recordarnos esto, que nos habían hecho olvidar a golpe de hacernos huecos en el craneo para que nos saliera el demonio, el ser humano es de la tierra, y esto último es un descubrimiento de la biología, pero este filósofo logra darle a ello toda la importancia que en realidad tiene, safándose de las venias a las instituciones que por ello lo marginaron, la tarea del filósofo es quizá preguntarse por el mundo y tratar de comprenderlo, pero eso no quiere decir que un historiador, un científico, un técnico no puedan ser filósofos....

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