miércoles, 15 de febrero de 2012

De probetas, prácticas y cavernas

¿Cómo sé que no soy un cerebro en una probeta, al que unos malvados científicos están suministrando experiencias? O, mejor dicho (dado que quien piensa no es el cerebro, sino la mente) ¿cómo sé que mi mente no está bajo el poder de una mente maligna superior, que me induce con sus poderes mentales (quizás superadoctrinamiento escolar) a creer en un mundo ficticio?

Algunos filósofos modernos, de inspiración wittgensteiniana, como H. Putnam (y, a su manera, D. Davidson), han argumentado que eso es imposible porque el lenguaje no puede ser privado, sino que es algo social. Estas teorías “socialistas” solo tiene de verdad lo que coincide con lo que piensa Descartes (y es eso, una coincidencia): tienen de verdad que hay una parte del lenguaje, lo racional, universal, etc., que no puede ser fruto de una entidad contingente, aunque sea un sujeto consciente. La razón es universal. Pero, por la misma razón, tampoco puede ser social: ninguna sociedad tiene facultad para prescribir qué es lógico y qué no. Por tanto, estos sociofilósofos confunden el hecho de que la sociedad, como no podía ser menos, aplaude nuestras conductas racionales, con que es ella la que las sanciona (de hecho, si la sociedad no aplaude lo que a mí me parece razonable, peor para la sociedad). Ese sociologismo es tan falso como que si hubiese un solo sujeto en el mundo, yo por ejemplo, debería respetar la lógica y pensar racionalmente.
Es más, toda la parte equivocada de estos filósofos, consiste en que yo no puedo siquiera tener la certeza de que estoy comprobando cómo una comunidad asiente a mis usos: ¿Y si soy un cerebro individual en una probeta, al que los malvados genios le están suministrando la creencia de que ve a otras personas asentir? Esto podría ser cierto, pero no influye nada en la lógica y en la capacidad racional en general. Descartes tiene razón, y los intentos anticartesianos de los últimos decenios, fracasan.

Volvamos entonces a la pregunta: ¿cómo sé que las ideas que me hago acerca del entorno material (que tengo este cuerpo, que el mundo tiene estas o aquellas propiedades) son correctas? Como dije en la entrada anterior, mis alumnos y yo (en una especie de coincidencia que no puede ser una coincidencia) vimos una salida mediante el concepto de Acción. Aquí pondremos a bailar en corro a Descartes con Aristóteles y con (lo mejor d)el pragmatismo.
Todos tenemos un conocimiento de primera mano de lo que es actuar: cuando actuamos nuestras representaciones (voliciones) preceden a lo que ocurre. Yo deseo mentalmente mover el brazo, y el brazo va y se mueve. Es más, como dicen los aristotélicos (esos filósofos mil veces más sabios que la mediocridad de la filosofía contemporánea que los desprecia) operar y ser son lo mismo: el ser es energeia. Yo soy idéntico a mi voluntad, es decir, a mi acción. Las representaciones pasivas, es decir, aquellas en que yo no soy la causa, pueden ser ficticias. Pero mi acción no puede ser ficticia: si alguien pudiese fabricar mi acción, simplemente me estaría fabricando a mí mismo. Por eso, la manera que tengo de poner a prueba la realidad es actuar sobre ella (interactuar con ella). Este es, en esencia, el método científico: creo reales aquellas cosas que responden a mi acción, a mi experimentación. Cuanto es mi acción y coherente con mi acción, es real.

Ahora bien, ¿eso me permite discriminar si el escenario en que me muevo es la última realidad, y no más bien un escenario intermedio, dado que mi libertad de acción es siempre limitada? No, no parece. Por tanto, toda parte de la realidad que sea contingente (es decir, que podría ser de otra manera), puede ser un sueño. De hecho, es una caverna, porque, como dice Platón en el Fedón, vivimos en una de las muchas simas de la realidad. Y aquí cito la parte de mi libro donde me ocupo de ese pasaje:

M.–Según Sócrates, nosotros, los humanos, vivimos en una de las muchas simas de diferente profundidad que hay en la Tierra, en la auténtica Tierra, que es esférica. No vivimos en la superficie, sino en un hueco inundado de agua y comunicado con otros mediante conductos subterráneos. En la superficie auténtica todo tiene un color y unas cualidades mucho más brillantes y puros que en nuestro lugar, porque lo que nosotros vemos aquí son copias de aquellas cosas perfectas de la verdadera superficie. Lo que tomamos aquí por aire es, en realidad, un medio más denso, algo así como el agua para quienes habitan en la superficie real. Para ellos, nosotros vivimos sumidos en el mar, como los calamares. Lo que ellos llaman aire es más puro que nuestro aire, es éter. Entre los habitantes de la superficie hay también templos, pero con la diferencia de que en ellos habitan realmente los dioses. ¿Qué os parece?
Beatriz.–Que es mucha la imaginación de Platón.
A.–¿Y qué dices que significa todo eso?
M.–Me parece fácil. Está claro que esa Tierra, toda, no es ni más ni menos que toda la Naturaleza, de la que nosotros somos una parte. La Tierra completa, es decir, el mundo, es esférico, y por fuera comunica solo con el éter, o sea, con el cielo perfecto o mundo de la realidad real. Todos esos huecos que hay en la tierra, habitados por diferentes tipos de seres ¿qué pueden ser?
A.–¡Cavernas!, ¡como en el símil de la caverna, ya lo veo!, porque has dicho que las cosas que se ven aquí son imágenes de las de la superficie.
M.–Exacto. No es ni más ni menos que lo que Platón ha dicho en otros lugares: habitamos un antro, un hueco oscuro de la realidad redonda. Todo ese inmenso cielo que vemos por las noches, lleno de estrellas, es solo un hoyo del ser. Hay otros muchos mundos o, mejor, trozos de mundo, unos más puros y otros menos, y todos forman uno solo, la Tierra completa.
A.–Me recuerda a los físicos que hablan de otros mundos paralelos, o convergentes… Pero ¿por qué inundado de agua?
M.–Creo que bastaría con que quisiera significar que el medio en que vivimos es más denso que el que habitan quienes tienen una inteligencia perfecta. Sócrates dice que por causa del agua los objetos se corrompen.
A.–Tenemos ciencias oxidadas.
M.–Eso es. Pero el agua tiene, quizá, más cosas que decir. Siempre he asociado esto con unos fragmentos que se conservan del luminoso Heráclito, en que identifica las almas con el agua. También hay que tener en cuenta que el agua es intermedia entre la tierra, que es lo más denso y pobre, y el fuego.
Beatriz.–A mí me recuerda al cuento de la Sirenita. También ella es mitad animal y mitad humano, o sea, mezcla de irracional y racional, como nosotros, según tú. Además, aspira a ser humana y casarse con el príncipe.
A.–Eso está bien visto.

12 comentarios:

  1. Descartes tiene razón

    ¡Dios mío! Se suele decir en el Arte que lo retro retro pero retro es tan retro que al final es vanguardia y pienso en Ligeti admitiendo inspirarse en Ockeghem o veo tu aserto y no sé si no ha llovido nada (o en balde) desde el siglo XVII o ya es hora de volver a dar un viraje que nos reinserte en la Tradición... sea como sea, ¡me niego! ¡me resisto a volver a escuchar al francés! así que allá voy:

    Segismundo, habiendo tenido por único lugar habitado su torre y siguiendo aún allí, ¿podría alcanzar a descubrir alguna verdad sobre el mundo?

    A priori, podríamos juzgar que aún no pudiendo validarse empíricamente las hipótesis planteadas sobre el mundo, al menos sí que se podría acotar el potencial abanico de las mismas al punto de poderse aseverar que, sin ir más lejos, "O bien existen animales de formas equinas con un cuerno en la cabeza, o bien no existen". Es decir, Segismundo podría asegurar que la proposición recien enunciada es verdad y que ésta es una verdad sobre el mundo que no necesita del concurso de la empiria.

    Ahora, esta proposición recién mentada es gramaticalmente correcta peEero si sabemos que tiene sentido es porque hemos verificado empírica y previamente que dicha forma o estructura gramatical se adapta a lo real, ahora, no hay modo de dirimir racionalmente y sin recurrir a la empiria, si una frase, siendo gramaticalmente correcta, tiene sentido o no, se adapta al mundo o no, ¿o es que acaso Segismundo podría determinar, sin salir a la calle, que no tiene sentido la proposición que defiende la posible existencia del color más grande habido en los híbridos gelatinosos de las sintáxis deconstruidas?!!

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    1. Una frase gramaticalmente correcta, ya tiene sentido a priori. Otra cosa es que lo que enuncie sea verdadero o falso. Para saber si hay equinos con un cuerno en este mundo, y supuesto que Segismundo no fuese una mente infinita, seguramente necesitaría recurrir a la empiria. Pero para saber que él existe le basta y le sobra con la gramática, o sea, con la lógica,que la tiene entera desde que es capaz de ponerse a pensar.
      Descartes tiene razón en muchas cosas, concretamente en todas aqueollas que no le hacen moderno: que la razón es irreducible, que no hay alternativa al representacionismo (ningún socialismo ni ningún pragmatismo), etc. En lo que se equivoca es en su mecanicismo. Precisamente.
      Pero no hay que preocuparse, porque la historia no existe (¿no?), es decir, no puede haber progreso (esa pésima idea metafísica teleológica).

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  2. ¡Cuidado! yo no he dicho que Segismundo pueda saber si hay o no unicornios afuera, no, no, lo que he dicho es que seguro tú pensarás que Segismundo puede saber que "es verdad que o hay unicornios en el mundo o no los hay" y a eso respondo que para entender, ya no como verdadera, sino como coherente esa frase y no "es verdad que o hay unicornios en el mundo y no los hay" o dice "algo" coherente la frase "donde espumoso el mar siciliano
    el pie argenta de plata al Lilibeo
    pálidas señas cenizoso un llano
    del duro oficio da" (Góngora en Soledades), hace falta haberse socializado y no basta la introspección cartesiana

    Termino:
    La historia no existe (¿no?), es decir, no puede haber progreso (esa pésima idea metafísica teleológica).

    Nada fácil esa cuestión. Yo no sé cómo responderla, vamos

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    1. Héctor, es obvio que cualquier dotado de la más mínima de las gramáticas (la lógica básica) sabe que una frase del tipo "p V no-p" es consistente. Si no, no sabe lo que es "o", y si no lo sabe no puede aprenderlo, porque para aprender cualquier cosa necesita ese aparato.
      Por supuesto, hay muchos seres que quizás no disponen de gramática (los pepinos, por ejemplo).

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  3. ¿Cómo sé que no soy un cerebro en una probeta?
    Coño, ¡¡¡porque no hay probetas tan grandes!!!

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    1. Tienes razón. Aunque con las que hay ya sobra para guardar todos tus razonamientos :)

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  4. Cualquier dotado de la más mínima de las gramáticas...sí, sí, sí, eso nadie lo discute, ahora, la cuestión que das por hecha es que uno se dota por ciencia infusa de gramática que es tan ingenuo como creer que cualquier noción de la gravedad debe ser de la newtoniana parriba... va a ser que no: a lo segundo lo demuestran los perros que cogen frisbees y a lo primero los niño selva...

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    1. Es que la gramática no se puede aprender, porque para aprender algo se necesita toda la gramática.
      No confundas, como habitualmente, la historia natural de cómo los seres vivos han llegado a implementar la gramática, con la posisión de la gramática ni con la gramática misma.
      Y quien tiene gramática y auto-conciencia, sabe que decir "no estoy pensando ahora" es imposible. Lo demás es verborrea.

      Lo de la gravedad esmuy diferente, porque se trata de un conocimiento acerca del mundo empírico, que sí puede ser objeto de ilusión.

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  5. ¿No te das cuenta del absurdo de no tener que aprender la gramática y a la vez haberse encontrado casos de humanos NO socializados que NO han enlazada, ya no certezas cartesianas, sino siquiera frases coherentes?

    Que la gramática NO se aprende necesita presupone, por cierto, que ésta es una estructura algorítmica fíja latiende por debajo del lenguaje, lo cual, aunque ha sido y sigue siendo creído por muchos cient´fiicos, NO ha recibido ni una sola prueba: ¿dónde están los programas/compiladores que verifican que una construcción gramatical está bien hecha?

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    1. Yo no le veo nada de absurdo a que una capacidad innata solo pueda ponerse en práctica en las circunstancias adecuadas. Cuando a un niño se le "enseña" a hablar no se le enseña la gramática, se le enseña a utilizarla en ciertos contextos. La razón por la que no se enseña la gramática es puramente lógica: enseñar lo más mínimo implica poseer ya toda la gramática.
      Es la razón por la que más que socielices a una zanahoria, no le enseñarás a hablar.

      Otro tema es si la gramática se puede formalizar con algún algoritmo (dado el estado en que se encuentra la matemática actual). Aquí hay un problema lógico previo, y es que la matemática solo es posible dentro del marco de la gramática. Y hay otros problemas filosóficos secundarios como lo que se entiende por matematizar o formalizar. Yo creo que hay errores en el punto de partida, es decir, en los fundamentos de la matemática aceptados hoy generalmente. Pero todo esto es independiente del asunto del caracter innato o a priori de la gramática.

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  6. "todo esto es independiente del asunto del caracter innato o a priori de la gramática."

    Asunto que no es cuestión a averiguar sino Verdad Evidente a instaurar por decreto.

    P.D. ¿Nunca se te pasa por la cabeza la posibilidad de estar equivocado en tus querencias filosóficas?. ¿Juegas como yo, en esta plaza, a defender una postura frente a la crítica de cabezas ajenas?. ¿O el mero atisbo de duda te produce un ataque de ansiedad?.

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    1. ¿En qué términos podría discutirse el carácter innato o no de la gramática? Desde luego, no desde la posición de que cualquier teoría es a gusto del consumidor (yo para esto no me molesto en dialogar). Pero ¿podrá decidirse de manera empírica? Obviamente no. En lo que pueda haber de empírico, está más que confirmado que la capacidad de hablar es innata. Pero es que hay una parte, esencial, que es irreduciblemente no empírica: el caracter no contingente de las normas lógicas y gramaticales, como pasa con las matemáticas etc. Es una falacia archiconocida intentar deducir normatividad a partir de facticidad. Así que la discusión sobre la aprioricidad de la lógica, la gramática, etc, es una cuestión que solo se puede dirimir lógicamente, trascendentalmente, por decirlo en teŕminos kantianos. ¿Tú llamas a eso decreto? Bueno, yo creo que tendrás legitimidad para hacer esa operación cuando me muestres una manera de discriminar entre decreto y otra cosa. Porque lo que te veo a menudo sostener es que toda tesis es decreto.

      Yo puedo estar muy equivocado (a diferencia de ti, que, como lo que viertes son opiniones, y todas las verdades son retórica, es imposible que te equivoques, aunque más imposible todavía es que digas algo que pueda aspirar a ser verdadero). Y (que yo sepa, pero quizás un psicoanalista no estaría de acuerdo) no tengo ansiedad por mis "querencias". De joven era nietzscheano. Descubrir que Platón vencía a Nietzsche fue al principio una sorpresa, mitad desagradable aunque, tengo que confesar, otra muy buena mitad muy jugosa.
      Como he dicho otras veces, concibo las discusiones filosóficas como dialécticas, donde las tesis contrarias tienen sus aporías, aunque veo una asimetría (analogía) que inclina la verdad del lado del racionalismo. Pero si abogo nítidamente por las tesis más racionalistas es porque sé que lo contrario (todo lo que sea contingentismo, relativismo, muerte-de-todo, etc) es el pensamiento que por defecto tiene la mayoría de la intelectualidad, y me interesa mucho combatirlo y desmontarlo, porque me parece del todo perniciosos para la vida humana.

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