domingo, 30 de diciembre de 2012

El problema metafísico de la Libertad, III. Precisando las precisiones preambulares


Pido disculpas, pero aún voy a dedicar una entrada más a precisar el problema, tal como me gustaría abordarlo.

Decido coger tal libro porque deseo informarme sobre lo que tal autor piensa acerca del libre albedrío. A continuación, voy a la estantería y lo cojo. Normalmente, no me extraña que suceda materialmente lo que he decidido en mi mente. Si alguien pregunta por qué cogí el libro, responderé diciendo que porque quería informarme sobre lo que piensa ese autor acerca del libre albedrío. Si utilizamos la palabra ‘causa’ (como creo que debemos utilizarla aquí) en el sentido amplio en que una causa C de un efecto E es algo que determina o co-determina que ocurra E, las razones del sujeto son causas de sus actos. Justamente así somos agentes (Donald Davidson ha insistido, correctamente, en este punto: las razones son causas).

Sin embargo, eso que llamamos nuestras acciones (coger el libro) puede describirse, a otro nivel de análisis material, como sucesos químicos o electromagnéticos o cuánticos, donde “coger el libro” o “decidir cogerlo” se convierten (por ejemplo) en sendos enormes bailes de partículas (“en el cerebro”, quizás), en que las nociones “coger”, “libro”, etc. no existen. Ahora, la causa de que se diera el evento microfísico correspondiente a lo que llamamos coger el libro es el estado en que se encontraba la naturaleza en el pasado, o, para decirlo más correctamente, eso más las leyes que rigen la conducta de la naturaleza. Que el cerebro se encuentre en el estado E no es efecto de que el sujeto decidiera nada, sino de que el mundo se encontrase antes en el estado C más las leyes que lo rigen. Si nosotros sabemos (suponiendo que lo sabemos) que una descripción (la microfísica) es “de lo mismo” que la otra (la mental-intencional), es solo porque conocemos ambos cursos de acciones-sucesos y los correlacionamos. Un ser que conociese solo el nivel microfísico de descripción de la naturaleza (si eso es posible) no podría por ello conocer lo que ocurre a nivel mental-intencional, ni un ser que (si eso es posible) solo conociese el mundo mental (no tuviese ni idea de qué es una partícula) no podría figurarse lo que pasa en el ámbito microfísico mientras él piensa o decide.

Tenemos, pues, dos descripciones o niveles de análisis de cosas íntimamente relacionadas, hasta el punto de que cabe la tentación de considerarlas “lo mismo” una que la otra. Pero cada una de las descripciones habita en un mundo de conceptos completamente heterogéneos a los del mundo de la otra, y lo que es relevante en uno de esos mundos, ni siquiera existe en el otro. Ni las intenciones o los razonamientos pintan nada en el nivel cuántico, ni los fenómenos cuánticos pintan nada en un razonamiento (por ejemplo, en mi deseo de coger el libro).

Cuando existen dos descripciones de “lo mismo”, necesariamente surgen las siguientes cuestiones: 
  • ¿Son compatibles ambas descripciones, o bien la una excluye a la otra?
  • ¿Son necesarias ambas, o se puede prescindir de una de ellas (o quizás sintetizarlas en una sola)?

 Por razones lógicas, es deseable no contar con dos descripciones incompatibles. Por razones de economía, es deseable no mantener dos explicaciones si una es prescindible.
Sin embargo, aunque cabría pensar que una respuesta negativa al primer brazo de la primera pregunta implica una respuesta también negativa al primer brazo de la segunda, no es así. Dos descripciones de “lo mismo” (es decir, de dos aspectos, modos, perspectivas… de lo mismo) pueden ser incompatibles y, a la vez, imprescindibles ambas. Un ejemplo es, quizás, la incompatibilidad de las dos grandes teorías físicas de los últimos cien años, la relatividad y la cuántica. Evidentemente, se trata de una situación indeseable: por pura lógica, suponemos que al menos una de las dos teorías es incorrecta, y trabajamos con la hipótesis de reducir esa dualidad.

¿Qué ocurre con la dualidad y la relación entre la descripción intencional de “desear informarse y, por tanto, ver la conveniencia de coger un libro que trata de ese asunto y decidir cogerlo” y la descripción microfísica de lo que pasa en el cerebro simultáneamente? ¿Son compatibles entre sí? Y (sea lo uno o lo otro) ¿son necesarias ambas?

Llamemos ficcionalismo a la tesis filosófica, concretamente ontológica, general según la cual un determinado tipo de conceptos, que quizás usamos habitualmente, en realidad, por razones lógicas o de economía, no deben ser tenidos como reales: son una ficción o ilusión. Un ficcionalismo fuerte argumentará que esas nociones son completamente prescindibles. Un ficcionalismo débil dirá que son nociones que, si bien son, al menos de momento y/o en determinados aspectos, imprescindibles, no son fundamentales, y hay que considerarlas más bien, epifenoménicas.

El ficcionalismo débil es, a mi parecer, mucho menos interesante que el fuerte, y quizás es una teoría inconsistente (aunque quizás, también, “imprescindible” en cierto modo, en filosofía). En principio, no está claro cuál es su criterio ontológico. El ficcionalismo fuerte es claro: si un concepto es inconsistente (consigo mismo o con lo mejor asentado) o innecesario, tenemos que prescindir de él. En caso contrario, tenemos que aceptar que es parte de la realidad y no una ficción: imprescindibilidad teórica implica realidad (es su criterio). Si podemos prescindir de Eolo para explicar lo que pretendía explicar, Eolo no existe; si, en cambio, no podemos prescindir del concepto de energía (o números) la energía (los números) existen. El ficcionalismo débil no es tan claro, es un “sí pero no”: no podemos prescindir de los números, o de los géneros, pero los números, o los géneros, no existen. ¿Por qué? ¿Cuál puede ser la motivación de esta segunda actitud filosófica? Es lógico pensar que o bien el deseo de eliminar incompatibilidades o bien el deseo de simplificación y economía. Pero, empezando por lo primero, ¿cómo pueden considerarse irreales cosas que, pese a ser incompatibles, son necesarias para la comprensión de la realidad? El ficcionalista débil debería presentar un argumento a priori (como a priori es su tesis) que muestre que es esperable reducir esa dualidad (que, por ejemplo, los números serán prescindibles si tal o cual). Mientras tanto, es poco más que un acto de fe. 
Pasando al segundo posible criterio, la simplicidad, es obvio que al ficcionalista le mueve la pulsión minimalista y, en último extremo, monista: debemos postular que el mundo es lo más simple posible, uno solo o de un solo tipo de entidad, a ser posible. No parece deseable que haya tipos heterogéneos e irreducibles de entidad. Esa pulsión monista está en la filosofía desde los primeros filósofos, que todo lo reducían al Agua o a lo Infinito. Y me parece correcta. Pero, además de que necesita argumentos a priori que expliquen por qué uno se decanta por esta o aquella simplificación ontológica, es dudoso que considerar real solo a uno de los diversos ámbitos que no podemos eliminar de nuestra descripción del mundo (calificando a los demás de epifenoménicos) simplifique la ontología. ¿Es que los epifenómenos no necesitan un estatus ontológico, aunque sea fantasmal? Por tanto, el ficcionalismo débil es una teoría insatisfactoria, al menos mientras no presente claramente qué criterios ontológicos hemos de manejar para aceptar que algo es real o no.

El ficcionalismo débil puede querer recurrir a una noción últimamente muy explotada: la noción de superveniencia. Consiste en la idea de que, dadas ciertas características de un determinado nivel, necesariamente se dan en otro nivel otras características, o incluso surge necesariamente ese otro nivel. Por ejemplo, dadas determinadas características del mundo químico, surgen necesariamente las características biológicas y el propio nivel biológico, o las propiedades mentales, etc. El atractivo de la idea, para muchos de sus usuarios (de tendencia naturalista o fisicalista), es que parece dar aliento a la esperanza de explicar de alguna manera causal (causación inter-niveles, es decir, causación ontológica) lo que se produce en un ámbito y hasta la propia existencia del ámbito (por ejemplo, lo mental) a partir de otro, considerado más básico y “respetable”. Esa causación interniveles es, piensan, lo más parecido a una reducción ontológica a que se puede aspirar.

Sin embargo, hay que hacer algunas observaciones al respecto:

En primer lugar, la noción de superveniencia es ontológicamente neutral, es decir, no favorece más a una teoría ontológica que a otras. Un idealista puede ser superveniente en el sentido inverso al naturalista: una vez dadas las características del mundo mental, necesariamente supervendrá (o sub-vendrá, quizás) un determinado mundo material. Y un dualista no tiene por qué pensar que la superveniencia amenaza sus tesis.

Segundo: la superveniencia no es (no parece) una relación necesaria. Para demostrar que la superveniencia no es contingente es preciso mostrar, concretamente, cómo un ámbito surge de otro. La noción de superveniencia no ahorra el problema de cómo opera (cómo es posible, cómo es necesario que sean las cosas para que ocurra, en qué modos es posible) la superveniencia.

Volvamos ahora a nuestro asunto, el de la Libertad. Cuando nos referimos al problema de las decisiones de una persona, de un agente racional, usamos nociones como “libertad”, “responsabilidad”, “motivo”, razones”, “deseos”, “sentimientos de arrepentimiento”, etc. El lenguaje moral parece imposible sin todas o la mayoría de estas nociones, y en especial el de Libertad. Pero se plantean las cuestiones, metafísicas, de si tales conceptos son compatibles con lo que sabemos con firmeza en otros ámbitos, y si son prescindibles.

El ficcionalismo librearbitrista será, en general, la tesis de que la noción de Libertad es o Incompatible con lo que sabemos de la realidad, o prescindible, o ambas cosas. El ficcionalismo librearbitrista fuerte, y consecuente a mi juicio, dirá que la idea de Libertad es una ficción, y, si es optimista y naturalista, creerá que podemos o podremos mañana (de momento es un “programa”) prescindir completamente de esa y de todas las explicaciones mentalistas, y nos bastará con explicaciones microfísicas.

Una manera en que habitualmente se ha argumentado la incompatibilidad de la Libertad con lo que sabemos del mundo es señalando que, mientras las mejores teorías que tenemos sobre la naturaleza física abonan la hipótesis determinista, la noción de Libertad, en cambio, implica indeterminación, ya que un ser libre es aquel que puede escoger entre diferentes caminos de acción. La indeterminación de la voluntad sería incompatible con el determinismo natural. Así se argumentaba generalmente hasta el siglo XX, aunque muchos siguen haciéndolo en el siglo XXI. Pero llegó la física cuántica y trajo como consecuencia que la naturaleza no es totalmente determinista, sino que es parcialmente indeterminista: es probabilista. Pese a que Einstein se negase a aceptar que Dios juegue a los dados, la indeterminación cuántica es, en la Ciencia física actual, un elemento firme (aunque nadie sabe qué puede pasar mañana). Sin embargo, y aunque algunos creyeron y creen que la relativa indeterminación cuántica traía una tabla de salvación a la noción de Libertad, porque quizás por esa grieta del mecanismo-determinista podría operar la libre voluntad (como si se tratase de una nueva “glándula pineal” –así por ejemplo, la hipótesis de Penrose de que la libertad será explicable en términos cuánticos-), lo cierto es que la indeterminación cuántica es tan poco útil para la noción de libertad como el determinismo le era amenazante. Simplemente se trata, a mi juicio, de un planteamiento completamente desorientado y “vulgar”, que no ha reparado en la completa heterogeneidad entre lo mental-intencional y lo físico, y en la consecuente dificultad de explicar su “comunicación” o interacción. Tanto si la Libertad implica indeterminación como si no (cosa que hay que discutir), y tanto si la naturaleza física es determinista o no, el problema, si hay problema, es el mismo.

En primer lugar, es dudoso que la Libertad implique la noción de indeterminación. Por supuesto, la Libertad implica la noción de que es lógicamente y mentalmente posible, para un agente, elegir otro curso de acción; pero también implica que el curso de acción que elegimos está completamente determinado si tenemos en cuenta la suma de todos los motivos y razones (todos ellos mentales o intencionales) que determinaron nuestra voluntad. Si alguien hace algo y, ante nuestra pregunta de por qué lo ha hecho, toda la respuesta que puede ofrecer es que no lo ha hecho por nada, es decir, sin que ningún motivo o complejo motivacional le determinase a ello, no hablaremos de una persona que ha actuado libremente, que ha elegido lo que ha hecho, sino de un ser al que le ha sucedido algo al azar, de un ser no dueño de sí mismo. Así que la Libertad implica tanto la contingencia general de lo elegible como la necesidad particular de lo elegido. 

Completamente análoga es la situación en el ámbito material: aunque el mundo material (que sepamos) es tal que podría ser, en general, de otra manera (es decir, es contingente), sin embargo lo que sucede, sucede de una manera determinista o cuasideterminista (la probabilidad es un determinismo relativo: determina exactamente qué ámbito de sucesos pueden ocurrir).

Por tanto, el problema de la libertad no es el problema de la indeterminación de la voluntad frente al determinismo material. La cuestión es, primero, si son compatibles los órdenes intencional y material en que ocurren cursos de acciones y sucesos que consideramos “lo mismo” o aspectos de lo mismo, y cómo se relacionan esos ámbitos; y, segundo, si la noción de libertad es prescindible y en qué sentido.

En este sentido, el problema es análogo al de la teleología: ¿es compatible, y en qué sentido, una descripción teleológica de los fenómenos vitales, sociales, etc., con la naturaleza no-teleológica (suponiendo que sea no-teleológica) de la microfísica? Y ¿es imprescindible la teleología?

Argumentaré en la próxima entrada que la noción de Libertad (correctamente entendida):

-         es compatible con cualquier tesis, determinista o indeterminista, del mundo físico, siempre que se den ciertas características de este.
-         que la noción de Libertad es imprescindible para nuestra completa y adecuada intelección del mundo, incluida la actividad científica y filosófica que pretende sustentar al ficcionalismo librearbitrista (o sea, que el ficcionalismo incurre en auto-inconsistencia).
-         Que la relación entre Libertad y Naturaleza (o, más en general, entre lo Intencional y lo Natural) es la de superveniencia no-naturalista de analogía estructural, donde es lo mental-intencional el "analogado primero" respecto de lo físico.

10 comentarios:

  1. Dos descripciones de “lo mismo” (es decir, de dos aspectos, modos, perspectivas… de lo mismo) pueden ser incompatibles y, a la vez, imprescindibles ambas. Un ejemplo es, quizás, la incompatibilidad de las dos grandes teorías físicas de los últimos cien años, la relatividad y la cuántica.
    Muy mal ejemplo: la TR y la QM no son "imprescindibles"; sencillamente, son lo mejor que tenemos de momento en dos ámbitos distintos, pero PRECISAMENTE PORQUE SABEMOS QUE SON INCOMPATIBLES (es decir, porque se puede demostrar lógicamente que no pueden ser AMBAS verdaderas a la vez) sabemos que al menos una de ellas es INCORRECTA, y por lo tanto, tendrá que ser sustituída por alguna otra teoría que sea más correcta.
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    Esto me lleva también a algo que te dejaste sin responder en la anterior discusión: dos teorías podemos decir que son incompatibles SÓLO SI HAY UNA DEMOSTRACIÓN LÓGICA DE QUE SON INCOMPATIBLES; si simplemente son "distintas", manejan "packs" de conceptos muy diferentes, etc., pero NO HAY UNA DEMOSTRACIÓN LÓGICA DE INCOMPATIBILIDAD, pues entonces podemos ASUMIR que son compatibles.
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    El ficcionalismo débil puede querer recurrir a una noción últimamente muy explotada: la noción de superveniencia. Consiste en la idea de que, dadas ciertas características de un determinado nivel, necesariamente se dan en otro nivel otras características, o incluso surge necesariamente ese otro nivel.
    Me parece injusto calificar de "ficcionalista" (ni siquiera "débil") la tesis de la superveniencia. No se trata de que los "niveles superiores" "surjan" o dejen de "surgir": pueden ser TODO LO REALES QUE QUIERAS. Lo que dice aquella tesis es que NO HAY NINGUNA DIFERENCIA EN EL NIVEL SUPERIOR SI NO HAY ALGUNA DIFERENCIA EN EL NIVEL INFERIOR.
    Si me duele el pie, incluso aunque esté amputado, ese dolor no deja de ser TOTALMENTE REAL por el hecho de ser superveniente a ciertas estructuras neuronales. Otra cosa es lo que le pueda pasar a las INTERPRETACIONES METAFÍSICAS de cada nivel: considerar que si me duele el pie es porque hay una "sustancia mental", eso ya no hay razones para admitirlo. Pero el dolor, COMO DOLOR, claro que es real, no es una ficción.
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    Esa causación interniveles es, piensan, lo más parecido a una reducción ontológica a que se puede aspirar.
    Insisto: para mí, no se trata de que el comportamiento químico de las neuronas "cause" el dolor, sino que la experiencia del dolor es una DESCRIPCIÓN-INTERPRETACIÓN de lo que pasa en mi organismo (en el que están presentes todos los niveles) y las reacciones químicas de mis neuronas es OTRA DESCRIPCIÓN-INTERPRETACIÓN de lo que pasa en mi organismo. Y obviamente, una descripción-interpretación no "causa" otra. No es que mis neuronas "hagan" que me duela, sino que mi dolor es la forma que tengo de percibir lo que pasa en mis neuronas.
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    la noción de superveniencia es ontológicamente neutral, es decir, no favorece más a una teoría ontológica que a otras.
    Exactamente: será la investigación científica la que nos permita averiguar qué teorías sobre qué es lo que hay son más aceptables, no el supervenientismo ni ninguna otra filosofía
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    sigo

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  2. sigo
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    la superveniencia no es (no parece) una relación necesaria. Para demostrar que la superveniencia no es contingente es preciso mostrar, concretamente, cómo un ámbito surge de otro. La noción de superveniencia no ahorra el problema de cómo opera (cómo es posible, cómo es necesario que sean las cosas para que ocurra, en qué modos es posible) la superveniencia.
    No entiendo qué quieres decir aquí con lo de "contingente" o "necesario".
    Lo que sí está claro es que el supervenientismo "no ahorra la explicación de cómo opera la superveniencia". La superveniencia, mientras no se pueda deducir el nivel superior a partir del inferior, es una hipótesis: si se muestra que un sistema puede estar en dos estados distintos en un nivel "elevado" mientras está en el mismo estado en el nivel "básico", pues se habrá refutado esa hipótesis.
    Pero creo que te equivocas al pensar en el tema en términos de "surgir": los dos ámbitos están A LA VEZ, el superior no "surge" (más que como descripción PSICOLÓGICA de nuestra sorpresa al verlo aparecer).
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    luego sigo con el tema de la libertad

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  3. El ficcionalismo librearbitrista será, en general, la tesis de que la noción de Libertad es o Incompatible con lo que sabemos de la realidad, o prescindible, o ambas cosas. El ficcionalismo librearbitrista fuerte, y consecuente a mi juicio, dirá que la idea de Libertad es una ficción, y, si es optimista y naturalista, creerá que podemos o podremos mañana (de momento es un “programa”) prescindir completamente de esa y de todas las explicaciones mentalistas, y nos bastará con explicaciones microfísicas.
    Ojo: se puede ficcionalista sobre el concepto de "libre albedrío", pero no ser ficcionalista SOBRE LO MENTAL. Que tenemos pensamientos y deseos, tomamos decisiones, etc., es algo plenamente aceptable para un naturalista; pensamientos, deseos, decisiones... son meramente cierto tipo de procesos que tienen lugar en cierto tipo de sistemas naturales. Pero me parece un error mezclar la discusión sobre si debemos prescindir de los conceptos mentales e intencionales (en general), con la discusión de si podemos prescindir del concepto de "libre albedrío" (en particular).
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    Por otro lado, el carácter intencional de lo mental nos obliga a distinguir LO PENSADO del PENSAR (es decir, muchos actos mentales tienen la cualidad de poseer un CONTENIDO INTENCIONAL, "aquello que" se piensa, se cree, se percibe...): un naturalista no pretende necesariamente eliminar EL PENSAR, el hecho de que hay actividad mental. Pero eso no le fuerza a considerar que el CONTENIDO de esos pensamientos sea necesariamente correcto: la gente puede equivocarse al pensar lo que piensa, por muy real que sea el hecho de que lo piensa.
    En este caso, es perfectamente razonable aceptar a la vez que la gente toma REALMENTE decisiones, y rechazar como una ilusión la creencia de la gente de que sus decisiones son libres (en el sentido de que, a igualdad exacta de las condiciones físicas previas a su decisión, ellos podrían haber elegido otra cosa). Lo que hace criticable este concepto de libre albedrío no es nada que tenga que ver con la "reducibilidad o irreducibilidad de lo mental a lo físico" (pues ya digo que es compatible aceptar que existe lo mental y aceptar que es superveniente a lo físico), sino que el libre albedrío (no lo mental) es incompatible con el hecho de que las probabilidades de que algo suceda o deje de suceder estén determinadas por las leyes físicas.
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    un planteamiento completamente desorientado y “vulgar”, que no ha reparado en la completa heterogeneidad entre lo mental-intencional y lo físico, y en la consecuente dificultad de explicar su “comunicación” o interacción.
    Es que pueden ser todo lo "heterogéneos" que quieras, pero eso no los hace incompatibles. Son heterogéneos porque requieren, para su descripción, de conceptos distintos. Pero eso es algo NORMAL en los casos de superveniencia (el concepto de "líquido" es heterogéneo con respecto a los conceptos cuánticos).
    Lo que sigue sin quedarme claro es qué es lo que pides explicar cuando pides explicar la "comunicación" entre ambos niveles. Para mí, entra dentro de lo razonable que esa comunicación sea ENTERAMENTE MISTERIOSA, en el sentido de que resulte imposible para nosotros "traducir" ambos "packs" de conceptos; tal vez haya una ley matemática que diga que un sistema inteligente sea incapaz de comprender su propio funcionamiento (o tal vez no, pero no me extrañaría que pudiera demostrarse algo así... ni que fuera verdad aunque no pudiera demostrarse).
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    sigo

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  4. sigo
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    la Libertad implica... que el curso de acción que elegimos está completamente determinado si tenemos en cuenta la suma de todos los motivos y razones (todos ellos mentales o intencionales) que determinaron nuestra voluntad.
    ¿Seguro? A mí me parece bastante obvio que, cuando considero TODOS los motivos CONSCIENTES de mis decisiones, en muchos casos SÉ que podría haber elegido lo contrario, y que precisamente por eso estoy seguro de que ha debido haber algunos factores INCONSCIENTES (y por lo tanto, no mentales) que han determinado mi elección.
    Y la psicología está llena de experimentos que muestran que los factores que los sujetos son capaces de tener en cuenta mentalmente NO SON, en muchos casos, LOS QUE EXPLICAN por qué eligen lo que eligen.
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    Si alguien hace algo y, ante nuestra pregunta de por qué lo ha hecho, toda la respuesta que puede ofrecer es que no lo ha hecho por nada, es decir, sin que ningún motivo o complejo motivacional le determinase a ello, no hablaremos de una persona que ha actuado libremente
    Es que para tomar a alguien por un sujeto racional, libre (en el sentido habitual, no metafísico), etc., no hace falta que sus motivaciones conscientes determinen DE MANERA COMPLETA sus actos: sólo es necesario que haya una SUFICIENTE correlación, como para poder mantener una interacción razonable con él. Si te digo "tráeme un clavo de la caja", seguro que, en general (o sea, salvo si lo haces pensando en dar una respuesta filosófica a este experimento), no tienes ningún motivo CONSCIENTE por el que puedas justificar que me ha traído JUSTO ESTE y no cualquiera de los otros 50 que había en la caja. ¡Y gracias a dios! Si tuviéramos que tener un motivo consciente para TODO lo que hacemos (¿por qué no has alargado el paso 2 mm más?, ¿por qué has empezado a rascarte de derecha a izquierda y no de izquierda a derecha?...), sería demasiado exigente.
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    la noción de Libertad es imprescindible para nuestra completa y adecuada intelección del mundo, incluida la actividad científica y filosófica que pretende sustentar al ficcionalismo librearbitrista (o sea, que el ficcionalismo incurre en auto-inconsistencia).
    Pero ten en cuenta que hay varias preguntas distintas: ¿te refieres a la noción de "libertad" como "libre albedrío", o sea, "capacidad de determinar por la propia voluntad que suceda una posibilidad entre varias"? Creo que tú no aceptas esta noción tampoco (como yo), así que conviene que expliques exactamente a qué te refieres con "libertad".
    Por otro lado, puede que la posesión del CONCEPTO de libertad por parte del SUJETO sea necesario para que su actividad mental obedezca la "lógica" que obedece (por llamarlo de alguna manera), es decir, puede que para los sujetos como nosotros sea inevitable "concebirse a sí mismos como libres", pero que (recuerda la distinción, en lo intencional, entre el pensar y lo pensado) ESO sea una ficción: es decir, tal vez nuestra "lógica de la decisión" se base en conceptos contradictorios, aunque pese a ello (o gracias a ello) nos funcione lo suficiente.
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    Es decir, debes distinguir si lo que estás preguntando es si el concepto de libertad es imprescindible EN NUESTRA MEJOR EXPLICACIÓN DE CÓMO ES QUE LOS SUJETOS SON CAPACES DE HACER LO QUE HACEN (en cuyo caso habrá que aceptar que los sujetos son libres), o si estás preguntado si es imprescindible PARA QUE LOS SUJETOS PIENSEN COMO PIENSAN (aunque puede que se equivoquen al pensar así, en cuyo caso no tienen por qué ser libres).
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    En fin, ardo en deseos de ver el resto de las entradas

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  5. Jesús

    Muy mal ejemplo: la TR y la QM no son "imprescindibles"; sencillamente, son lo mejor que tenemos de momento en dos ámbitos distintos

    Evidentemente, quería decir que son imprescindibles hoy por hoy (como quedaba más que claro en el texto, porque yo mismo observo que es una estado indeseable para la ciencia).

    ¿Son compatibles o no? Me da igual, era un mero ejemplo. Por supuesto, no toda teoría distinta es incompatible, si no pretenden tratar de lo mismo al mismo nivel.

    Sobre superveniencia y ficcionalismo. La superveniencia se ha usado de maneras muy diferentes, y algunos (muchos) de sus usuarios son a la vez reduccionistas de lo mental. A mí me da igual lo que quiera ser cada uno. Lo que digo es que la superveniencia, por sí misma, no es suficiente para la reducción ontológica, sino solo, precisamente, para el compatibilismo.
    Son tesis completamente diferentes:
    a) si ocurre X en un nivel, ocurre Y en otro nivel (si la mente está pensando en París, el cerebro estará así o asá –cosa, por cierto, también bastante falsa, pero supongamos que es completamente verdadera-) y
    b) la mente (o la libertad, o lo que sea) es una ficción.

    Ten en cuenta que yo estoy intentado defender la existencia de la libertad, y su compatibilidad con todo lo que sabemos (y podamos nunca llegar a saber –porque se trata de una cuestión metafísica, y no científica como erróneamente crees) de lo material.

    En cuanto a “causación” entre niveles. No veo por qué no vamos a hablar de que una cosa causa (no en sentido restringido en que lo decimos dentro de un nivel) otra. Tú mismo (aunque mi interés no es analizar lo que crees tú) usas la expresión “cómo se las apaña el cerebro para que tengamos dolor” ¿Qué quiere decir “apañárselas”, cuando está queriendo relacionar un estado neurológico (químico, etc) con una representación (dolor)? Como no veo la razón por la que tengo que usar el término causa en el más pobre de los sentidos (que lo que hace es esconder problemas) yo seguiré diciendo que, para un materialista, el cerebro causa representaciones. También se puede decir, como dicen los cosmólogos, que el mundo es como es “en virtud de” ciertas simetrías matemáticas, o que ciertas propiedades químicas son la causa de que los vivos tengan ciertas propiedades, o que el deseo de enterarme de algo fue la causa de que cogiera el libro.

    Ahora bien, me parece una ilusión creer que todo lo que hay que investigar es como el cerebro se las apaña para producir dolor. Ese apañarse carece de sentido natural, puesto que una representación no es un estado físico, a lo sumo será correlacionable con un estado físico.

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  6. Jesús, termino:

    Dices después que te parece conveniente no mezclar el tema del libre albedrío con lo mental en general. ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia relevante, que hace que el concepto de libertad sea especialmente inconsistente, y no le pase al concepto de razonamiento? Yo creo que son el mismo problema general, y no ayuda nada considerarlos por separado. Cuando dices qué es lo relevante en este caso de la libertad, dices que es incompatible con el determinismo. Pero ¿no hemos quedado en que tanto el determinismo como el indeterminismo son inocuos (como mínimo para ciertas maneras de entender la libertad –aunque yo digo que para todas-)? ¿Es que si la naturaleza fuera indeterminista se habría avanzado un paso?
    Sigo pensando que, incluso entendiendo la Libertad como implicando indeterminación (que podríamos elegir esto o lo otro) no tiene nada de incompatible con que, a nivel material, todo pase como pasa necesariamente. Ya lo expliqué en otro comentario. Lo vuelvo a explicar: cuando el sujeto está haciendo un razonamiento moral (si debe elegir esto o aquello, y por qué motivos) no añade nada saber que las cosas ocurrirán necesariamente de una manera, incluso aunque sepa ese resultado: las razones morales para decidir esto o lo otro siguen intactas. A lo sumo, el sujeto comprobará o sabrá que la naturaleza no se adapta a sus razonamientos y deseos.
    Precisamente por eso es en último imposible que nadie juzgue a otro, pues, aunque partimos acertadamente de la hipótesis de que los eventos materiales que atañen al cuerpo de un agente suelen implementar lo que el agente decide (como hacemos con todos los signos) no es lógicamente imposible que no ocurra así. Por tanto, quien únicamente se puedde juzgar, en todo caso, es el sujeto que conoce su razonamiento moral que realmente.

    En cuanto a los factores inconscientes, no pertenecen a la libertad. Es obvio que el sujeto actúa en buena medida por factores inconscientes, pero no es cierto que entonces ha actuado libremente. Por tanto, el asunto del subconsciente no viene al caso.
    En la medida en que un sujeto no está motivado por razones conscientes, no es un agente. Es un agente precisamente porque y en la medida en que actúa, es decir, porque se autodetermina (por razones).

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  7. te parece conveniente no mezclar el tema del libre albedrío con lo mental en general. ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia relevante, que hace que el concepto de libertad sea especialmente inconsistente, y no le pase al concepto de razonamiento?
    Sencillísimo: para que X e Y me parezcan incompatibles necesito un argumento ESPECÍFICO que muestre que lo son (o, al menos, que probablemente lo son). Yo conozco un argumento por el que el concepto de "libre albedrío" (como capacidad de la voluntad para determinar la ocurrencia de una entre varias posibilidades reales) es LÓGICAMENTE INCOMPATIBLE con las leyes físicas, sean estas deterministas o indeterministas, y no lo repito por no alargarme más. Pero no conozco ningún argumento por la que el concepto de "razonamiento" (o el de lo mental, en general) sea LÓGICAMENTE INCOMPATIBLE con las leyes físicas.
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    cuando el sujeto está haciendo un razonamiento moral (si debe elegir esto o aquello, y por qué motivos) no añade nada saber que las cosas ocurrirán necesariamente de una manera, incluso aunque sepa ese resultado: las razones morales para decidir esto o lo otro siguen intactas. A lo sumo, el sujeto comprobará o sabrá que la naturaleza no se adapta a sus razonamientos y deseos.
    Lo siento, pero esto no lo veo: no se trata de qué les pasa a las "razones", sino a si cuando yo he DECIDIDO, en base a esas razones, hacer un donativo a Cáritas, pongamos, HABRÍA SIDO POSIBLE QUE DECIDIERA OTRA COSA DISTINTA, SI EL ESTADO DEL UNIVERSO Y LAS LEYES FÍSICAS HUBIERAN SIDO EXACTAMENTE LAS MISMAS QUE FUERON INMEDIATAMENTE ANTES DE QUE YO TOMARA ESA DECISIÓN, Y ADEMÁS LA CAUSA DE ESA DIFERENCIA FUERA, EN ALGÚN SENTIDO RELEVANTE, "MI VOLUNTAD".
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    Naturalmente, a lo que yo aspiro, y supongo que tú también, es a poder mostrar que ESE concepto de "libertad" es una pamplina, y que tiene ALGÚN SENTIDO RELEVANTE decir que mis acciones son "libres" (y en cambio las de la lluvia no), A PESAR de que sea falso que "el mundo podría haber sido distinto a causa de mi voluntad". Es decir, quiero poder mostrar que, si detenemos el mundo un instante antes de que yo tome una decisión y a la vez esta gota de lluvia esté empezando a caer, aunque sea verdad que el mundo es de tal manera que MI VOLUNTAD Y MI DECISIÓN NO PUEDEN SER MÁS QUE LAS QUE SON, y el camino de la gota de lluvia no puede ser más que el que es (o tal vez: ni la gota ni yo podemos hacer NADA para cambiar de ningún modo las PROBABILIDADES de cada camino alternativo), a pesar de eso, MI DECISIÓN ES LIBRE Y EL CAMINO DE LA GOTA NO.
    Ya digo, supongo que tú andas detrás de algo así, y tengo curiosidad por verlo. Por eso me empeño en mostrarte lo de que mezclar "libertad" con "libre albedrío" es un error.
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    sigo

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  8. quien únicamente se puedde juzgar, en todo caso, es el sujeto que conoce su razonamiento moral
    Bueno, en ese tema no voy a entrar: yo más bien pienso que NI SIQUIERA UNO MISMO conoce totalmente su razonamiento, ni moral ni de ningún otro tipo (puedes echar un vistazo a este libro). Por cierto, si tuvieras razón, ¿por qué sólo en el razonamiento moral? ¿Por qué te empeñas en mostrar que estoy equivocado en asuntos metafísicos, si al fin y al cabo, yo seré "el único que conozca realmente mis razonamientos metafísicos"?
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    aunque partimos acertadamente de la hipótesis de que los eventos materiales que atañen al cuerpo de un agente suelen implementar lo que el agente decide (como hacemos con todos los signos) no es lógicamente imposible que no ocurra así.
    Me temo que aquí me he perdido.
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    En cuanto a los factores inconscientes, no pertenecen a la libertad. Es obvio que el sujeto actúa en buena medida por factores inconscientes, pero no es cierto que entonces ha actuado libremente
    Bueno, no lo tengo tan claro (no veo la NECESIDAD de exigir que uno sea consciente de TODO -frente a ser consciente de "una parte significativa"- para que tenga sentido aplicar el concepto de "libre" a una decisión). En todo caso, si fuera como dices, entonces seguro que, como nunca podemos descartar que haya factores inconscientes en TODAS nuestras decisiones (al fin y al cabo, ¡son inconscientes!), sería perfectamente plausible que ninguna acción fuera realmente libre, y entonces, ¿para qué preocuparse por la libertad?
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    En la medida en que un sujeto no está motivado por razones conscientes, no es un agente. Es un agente precisamente porque y en la medida en que actúa, es decir, porque se autodetermina (por razones).
    Mi opinión, en cambio, es que la libertad es más bien una cuestión de más o menos (mis actos son más libres que los de un niño de 5 años, que a su vez son más libres que los de un perro, y los del perro son más libres que los de una medusa), y además, no todos mis actos son igual de libres.
    Es decir, estoy de acuerdo en que "algo es un agente en la MEDIDA en que se autodetermina-por-razones" (aunque hará falta mucho análisis para escudriñar qué carajo quiere decir EXACTAMENTE eso de "autodeterminarse-por-razones", qué relación tiene con CREER-O-PARECERLE-A-UNO-que-uno-se-está-autoderminando-por-razones, etc.). Pero es una MEDIDA: no es NECESARIAMENTE una cuestión de todo o nada.

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  9. Bueno, y feliz año nuevo, con mucha filosofía (porque prosperidad ya no tiene mucho sentido pedir, con la panda que nos gobierna)

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  10. Jesús,
    que tengas tú también buen año, aunque seas un maldito funcionario y profesor(como yo). Muchas gracias por tus comentarios. Mañana con algo de calma los leo con atención.

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