En la entrada anterior he argumentado que la Matemática no es, como
creería el racionalismo “vulgar” o “cartesiano”, el estudio de las formas puras,
ni es, tampoco, homogénea a la Metafísica. La Matemática ha parecido, en todo
caso, la ciencia de lo abstracto o general (de la materialidad en su estado más
depurado, des-mundanizado), y cuyo método analítico y axiomático-deductivo es
el de la separación de lo formal y lo material. Concebimos a la Metafísica , en cambio, como
el intento de pensar la realidad más allá de todo supuesto, incluido principalmente
justo ese de la articulación hilemórfica de la realidad. Si esa articulación
debe ser asumida, debe serlo al final de la reflexión, no dada antes por
supuesta. Y esa tesis será dialéctica.
Enumerábamos, hace unos días, otras dos teorías de la Matemática , la Empirista-trascendental
(“kantiana”) y la
Naturalista , y veíamos someramente qué tenían que decir estas
concepciones acerca también de la Metafísica.
Ahora abordaremos algo más de cerca la primera, dando por inválida
la segunda. Las razones para rechazar una explicación empirista-naturalista de la Matemática son las mismas que tenemos para rechazar el Naturalismo en general. Por eso
no lo desarrollaré aquí.
Si la
Matemática no es la Ciencia de las Ideas puras, ¿qué es? Y ¿qué
relación guarda con la
Metafísica ? Algunos filósofos, muy importantes, de entre
quienes han criticado el racionalismo matematicista, curiosamente, aceptarían
que, de ser la Matemática
lo que el cartesiano se figura (una contemplación y análisis de las Formas o
Ideas puras), sería una salvación para la Metafísica. Este
es el caso, por ejemplo, de Kant. Sin embargo, la Matemática , dice Kant,
no es como se la figura el racionalista (convencional), una contemplación de lo
desencarnado y no-natural.
Según el Empirismo trascendental acerca de la Matemática , esta
estudia aquellas características a priori (universales y necesarias) de la Naturaleza , como el
Espacio y el Tiempo. No hay naturaleza sin tiempo y espacio, y, sin estos, no
hay matemática. Un ser que no “viviese” en el tiempo y el espacio (un sujeto
inmaterial e intemporal, como la mente no encarnada de Descartes) no podría
hacer matemática alguna. En verdad, afirma Kant, tampoco ese ser podría
concebir ninguna otra cosa: no hay pensamiento sin tiempo, o al menos a
nosotros, seres finitos, no nos resulta siquiera concebible. Un ser que “intuyera
conceptos” (un Dios), es, para nosotros, algo inimaginable. La creencia
racionalista de que, aislándose uno en su habitación y cerrando los ojos, puede
sacar la Matemática
de su cabeza como Zeus sacó a Palas de la suya, es engañosa, no porque no se
pueda descubrir la Matemática
así (que sí se puede, y no hay otra manera) sino porque ignora que eso es
posible solo gracias a que el Espacio y el Tiempo van dentro de nuestra “cabeza”
como seres inmanentes al tiempo que somos. También Aristóteles dijo que el
tiempo está en la psique.
Por tanto, si la Metafísica es una investigación racional acerca
de aquello que está más allá del Espacio y el Tiempo, la Matemática no puede
hacerse cargo de eso. Y, en verdad, ninguna actividad homogénea con ella, como
lo es todo el conocimiento (uso teórico de la razón) humano. Cuando el hombre
intenta pensar lo absoluto, se adentra en la dialéctica, donde la “lógica”, el
inmaculado principio de no-contradicción, deja de ser válido.
Por supuesto, lo que en el ilustrado siglo XVIII era un
pecado, se convirtió en virtud para el tormentoso e idealista temprano siglo
XIX alemán. Justo lo que Kant ve como una prueba de que la Metafísica está
desencaminada, es para Hegel lo contrario, la prueba de que la Razón va más allá del espíritu
abstracto del Entendimiento matematizante, y sabe hacerse cargo de la Contradicción , como
solo ocurre plena y conscientemente en la Filosofía.
Antes de ver (en una próxima entrada) por qué estoy básicamente
de acuerdo con Kant (y Hegel) en cuanto a su concepción de la Matemática , pero más de
acuerdo aún con Hegel (pero no Kant) en cuanto a la Metafísica , voy a
matizar la tesis de Kant acerca de la Matemática , sobre todo por respecto a la concepción
cartesiana o racionalista.
¿Están, realmente, tan distantes el racionalista cartesiano
(o el logicista moderno) y el intuicionista kantiano o moderno? Me parece
engañoso plantear la diferencia entre ellos diciendo que el intuicionista
reivindica el papel de una cierta experiencia o “intuición”, mientras que el
racionalista o logicista partiría de axiomas puramente conceptuales o
abstractos. Estoy convencido de que un logicista dirá que, según él, se trata,
en la Matemática ,
de un tipo de intuición irreduciblemente no-empírica, pero no de una ausencia
de intuición o fenomenología (una fenomenología de “esencias”, que diría Husserl).
La diferencia está en que Kant insiste, machaconamente, en que para nosotros la
única intuición existente es la intuición sensible (y que, por tanto, todo
concepto al que queramos dar contenido, debe ser remitido a una intuición empírica):
todo nuestro conocimiento comienza con ocasión de una experiencia empírica, aunque
no todo él proceda de ahí.
He buscado ansiosamente por todo Kant una justificación de
este aserto, de que no hay más intuición que la sensible. En vano. Todo lo que
he encontrado es alguna pregunta retórica (¿de dónde, si no, tomaría nuestro
entendimiento, ocasión o materia para ponerse a funcionar?) y los (presuntos) paralogismos,
antinomias e ideales de la dialéctica o uso puro de la razón. Me parece
extraordinariamente insuficiente, para el peso que tiene que soportar esa tesis
de la exclusividad de la intuición sensible. La dialéctica solo prueba, en el
mejor de los casos, que la
Metafísica es una ilusión si uno ha tomado por norma de
conocimiento el que es propio del “Entendimiento” abstracto o separador.
Creo que se puede conducir lo mejor del kantismo de lo matemático
a señalar que la Matemática
(y con ella toda la ciencia) implica conceptos “extralógicos” (es decir,
puramente tautológicos o deducibles del simple principio de identidad), que
Kant identifica con el Espacio y el Tiempo, pero que, en la más moderna matemática,
se identifican, más bien, con el concepto de Clase (Quine). Pero ¿es necesario
acercar este elemento extralógico al empírico? Creo que un racionalista puede
aceptar que la Matemática ,
e incluso la Metafísica ,
incluyen necesariamente un concepto de Materialidad (la Khorá
del Timeo, quizás), sin que esto las convierta en ciencia empírica.
Al final, la discusión entre el racionalista y el
trascendentalista, acerca de la matemática, puede convertirse, si no en la
discusión del sexo, sí en la de la materialidad de los ángeles. Porque los teólogos-filósofos
de la Escolástica
discutieron si los ángeles tienen alguna composición de material, por sutil que
sea (así creían los agustinianos, como Buenaventura) o bien no tienen mezcla de
materia, pero sí de potencialidad, como creía Tomás. Y, antes aún, los neoplatónicos
discutieron de si existe una Materia ideal, además de la materia material o
natural. Pues aquí, lo mismo: un cartesiano puede aceptar que la Matemática (y la Metafísica ) comportan
cierta “materialidad”, pero heterogénea a la natural o física. Si en la Matemática hay, por
ejemplo, algo así como un Tiempo, es -puede decir un racionalista- un
trans-tiempo o super-tiempo, el Tiempo de todo mundo posible, no el tiempo de
este mundo concreto. No hay que confundir el tiempo en que el sujeto concibe
una cosa con el tiempo de la cosa misma. Eso, como diría Frege, es
psicologismo.
La excesiva separación de conceptual y sensible lleva al
problema que Kant no logró resolver, o no claramente: la relación entre
Intuición y Concepto. Aunque Kant se deja el cerebro intentando conectar las
formas no-figurativas de los conceptos con las formas sensibles de la intuición,
no parece capaz de mantenerlos a la vez cooperando pero claramente separados, y
al final de su vida se le ve empeñado en deducir la Naturaleza a partir del
entendimiento. Por supuesto, debería haber reconocido aquí un caso dialéctico,
que no se puede solucionar analíticamente (que es como opera Kant en su filosofía,
y él mismo lo dice: analítica trascendental).
Y esto nos lleva a otra objeción a Kant. Incurre en una
completa inconsistencia, porque las propias tesis trascendentales no son científico-naturales,
ni se apoyan en intuiciones sensibles. ¿Qué intuición sensible podemos tener de
las categorías, o de cualquier otro elemento del aparato trascendental? Lo que
no quiere decir que no tengamos una cierta intuición de todas esas cosas: una
intuición no-natural.
Si tenemos que minimizar la diferencia entre Kant y los
racionalistas, en lo que a la
Matemática se refiere, ¿qué decir de la Metafísica ? Creo que
Kant percibió correctamente que la Metafísica es dialéctica (cosa que el
racionalista vulgar no ve, y por lo que se puede decir que efectivamente Kant
despertó de cierta ensoñación “dogmática”). Pero Kant sigue preso de otra
ensoñación, más profunda, de la ensoñación abstracta, al pensar que todo
conocimiento válido es del tipo de la Ciencia , es decir, que opera separando analíticamente,
o dando por separadas, la forma y la materia. Hegel, y mejor aún Platón,
superan esto. El propio Kant, cuando filosofa, es una prueba de que su tesis
antidialéctica está equivocada. Es un dialéctico inconsciente y a su pesar.
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