jueves, 3 de enero de 2013

El problema metafísico de la Libertad, IV. Últimos preámbulos y el problema de la Compatibilidad de Libertad y Naturaleza


¿Es la Libertad una ilusión? Aunque doy por presupuesto lo dicho en las entradas anteriores dedicadas a este asunto, volveré a exponer (prometo que por última vez) los principales aspectos del problema, tal como yo prefiero verlo. Así, al menos yo me aclaro un poco:

Decimos que un agente es libre (si es que se puede hablar de “agentes no-libres”) cuando tiene la capacidad de autodeterminar su conducta de acuerdo con una deliberación racional acerca de motivos. Pues bien, ¿no será que todo lo que creemos hacer, cuando deliberamos, sopesamos motivos y razones usando criterios morales, etc., es una ficción, o a lo sumo un epifenómeno, cuya “verdadera” explicación es completamente diferente (una explicación natural-“mecanicista” por ejemplo), donde todas esas nociones práctico-intencionales, incluida la de Libertad, no tienen ninguna función que realizar?

¿Por qué cabe esta sospecha? Porque el concepto de acción libre (o simplemente el de acción) involucra al menos a dos “niveles” o ámbitos de realidad, quizás incompatibles o redundantes, e incluso una relación de causación entre uno y otro ámbito que puede resultar difícil o imposible de comprender y aceptar.

En un nivel intencional de descripción, M (de “mental” –porque es en el ámbito de las nociones mentales donde lo intencional tiene su lugar originario-), donde el concepto de Libertad tiene también su lugar primero, el agente evalúa la realidad de acuerdo con criterios y motivos emocionales y racionales, y elabora un razonamiento práctico, cuya conclusión final es un curso de acción deseado. Hasta aquí todo sucede en el ámbito intencional-mental, pero al final, en los casos normales, la decisión tomada se lleva a ejecución, y entonces ocurre en el ámbito físico un suceso (un movimiento del cuerpo del agente) que se considera “efecto” de la decisión tomada (su causa, pues) y que consideramos, por tanto como acto o acción nuestro. En otro nivel de descripción, F, considerando al cuerpo del agente como objeto físico (un complejo quizás de partículas u otras entidades que la ciencia física postule como últimas), el suceso que identificamos con la acción llevada físicamente a cabo, es describible como un evento (complejo) regido por las leyes que la ciencia física maneja como hipótesis mejor confirmada. Aquí, la relación causa-efecto se da entre sucesos físicos, y las nociones y relaciones intencionales no juegan papel alguno. Además, la acción deliberativa (intencional, de nivel M), es correlacionable, según leyes que relacionan los ámbitos mental y material (y por tanto no pertenecen a solo uno de ellos), con sucesos cerebrales o fisiológicos en general, y, por tanto, con sucesos microfísicos.

Dejando a un lado de momento (lo abordaré en otra entrada) el asunto de si se trata de una causación entre niveles, o no, las principales razones para sostener la tesis metafísica de que la Libertad es una ilusión son dos. Una de ellas, quizás la más radical apela a que:

(NO-COMPATIBILIDAD) el nivel intencional de descripción, en que el concepto de Libertad tiene su sentido primario y fundamental, es incompatible con el nivel F, estando F en mejores condiciones epistemológicas para no ser sacrificado.

El otro argumento sería que:

(NO-NECESIDAD) para contar con una explicación completa de la realidad no es necesario postular la realidad del nivel M, basta con una explicación F.

M sería, a lo sumo, epifenoménico. Para dar cuenta de esta epifenomenicidad se recurre a:

(SUPERVENIENCIA) todo cuanto puede decirse en el nivel M puede explicarse como una suerte de epifenómeno del nivel F, de acuerdo con la noción de superveniencia: una vez dados los hechos del nivel F, necesariamente están determinados los hechos del nivel M.

No obstante, para que esta idea tenga toda su fuerza reduccionista (a favor, por ejemplo, de la reducción naturalista) es preciso añadir algo más:

(ASIMETRÍA) Si no se dan los hechos del nivel F, no se dan los hechos de nivel M
La epifenomenicidad de la Libertad se explicaría como un concepto superveniente asimétrico o menos fundamental que la descripción de nivel “inferior” o más básico (por ejemplo, naturalista microfísica). (Por supuesto, es posible la tesis inversa, una superveniencia asimétrica a favor de lo mental, pero dejaré esto ahora).

Si NO-COMPATIBILIDAD o al menos NO-NECESIDAD son verdaderos, deberíamos razonablemente esperar que

(ELIMINACIÓN) algún día podremos prescindir de los términos intencionales, incluido Libertad, mediante una traducción reductora a términos naturalistas (y microfísicos)

O, como mínimo

(SUPERFLUIDAD) los conceptos ilusorios, como Libertad, serán superfluos a la hora de dar una explicación completa de toda la realidad, pero se conservarían por alguna razón secundaria, como la comodidad o la costumbre.

Mucho menos interesante es la tesis de que,

(ILUSIÓN INEVITABLE) aunque nunca podremos prescindir de esa ficción ni dejar de usar términos intencionales como Libertad para dar cuenta de todo cuanto consideramos relevante, no obstante hemos de considerarla una ficción.

Esta tesis es, a mi juicio, completamente vacua. ¿Qué nos dice acerca de nuestros compromisos ontológicos? ¿Nos permite discriminar lo ficticio de lo que no lo es? ¿No podríamos decir lo mismo (que son ilusiones inevitables) de todos y cada uno de los conceptos que necesitamos para explicar la realidad? ¿No serán simples ficciones necesarias los conceptos de Átomo, Campo, Espacio, e incluso Realidad? Pero, entonces, ¿qué no es una ficción? Esta tesis explica demasiado, por tanto no explica nada. Es la tesis metafísica de que todo es una Ficción.

Vamos, pues, a dejar de lado esta tesis, y centrarnos en combatir la más contrastante y comprometida: la que dice que, puesto que la Libertad es un concepto ilusorio, es prescindible. Así, la Libertad seguirá algún día el camino del flogisto, de Eolo, etc.

Por supuesto, este objetivo solo se cumple si la nueva reducción

(SALVAR LO RELEVANTE) nos permite explicar de manera suficiente todo lo que nos es dado y nos resulta relevante en la realidad.

Hay aquí que hacer una observación muy importante: qué sea relevante y deba ser salvado es, en cierto aspecto, algo relativo a los intereses del sujeto (lo que no quiere decir que sea “subjetivo”: es relevante para un conejo saber cosas distintas que para una persona, pero no es subjetivo que esas cosas sean así o asá –pues en ese caso, no podrían ser relevantes- ni que sea objetivamente relevante para el conejo saberlas). Toda explicación reductora, sea eliminativista o sea meramente deflacionaria, implica una axiología de lo que consideramos relevante. Uno puede pensar que, condenar a los dioses olímpicos al saco de lo imaginario no salva un aspecto muy importante en sus vidas (poético, o religioso). Con el tema de la libertad, por ejemplo, alguien podría creer que todo está salvado si se nos proporciona una descripción presuntamente equivalente pero donde conceptos morales como responsabilidad, acto, etc., han desaparecido y nada hace su papel. Sin embargo, otra persona, más razonablemente, exigirá que la teoría que pretenda explicarlo todo, salve algo tan relevante como el juicio moral. Para demostrar que esta pretensión es imposible de satisfacer y que el juicio moral es una ilusión de la que hay que deshacerse, hace falta mucho más que tener una descripción a otro nivel de presuntamente “lo mismo”. Porque precisamente ya no será relevantemente lo mismo. Así, por ejemplo, una descripción química de una partitura no parece que pueda salvar el contenido estético-musical de la obra. ¿Por qué habría que considerar una mera ilusión este otro nivel, tan relevante y significativo para un sujeto humano? Hace falta demostrar, insisto, que o bien es inconsistente con otras cosas que sabemos más firmemente, o bien es redundante (y, por supuesto, que la propia tesis reductora es consistente y necesaria).

Pues bien, lo que quiero dialécticamente defender en lo que sigue es que

La noción de Libertad, en su sentido habitual y tradicional, es una noción completamente válida y respetable, además de imprescindible para una descripción satisfactoria de todo lo que es relevantemente real para un ser humano.

Creo que se puede argumentar que:

-         la NO-COMPATIBILIDAD de la libertad con la naturaleza, es falsa.
-         la NO-NECESIDAD del concepto de libertad (y anejos) es falsa: el concepto de Libertad es IMPRESCINDIBLE para una completa cosmovisión racional: ninguna otra explicación salva el hecho moral.
-         SUPERVENIENCIA es válida entendida en cierta interpretación, pero
-         ASIMETRÍA es falsa si se interpreta naturalistamente.

Esta tesis de la existencia de la Libertad, igual que su contraria, podría recurrir a cierto argumento empírico: consistiría en la predicción de que nunca se dejará de usar el concepto de Libertad ni será sustituible exhaustivamente por una descripción naturalista. El defensor de la ilusoriedad del concepto de Libertad estaría, por su parte, obligado a hacer la predicción de que algún día el término libertad será sustituido por otros no pertenecientes a la psicología “folk”, o se conservará con clara conciencia de su superfluidad, por motivos como la comodidad o la costumbre. Sería de esperar, por ejemplo, que, ya a estas alturas, los neurólogos hiciesen menos juicios morales y más juicios fácticos sobre su estado cerebral. Lo mismo podría decirse de los físicos cuánticos. Sin haber hecho un estudio al respecto, sospecho que eso no es un ápice así. Por supuesto, esto es una ironía, porque sencillamente no se puede comparar una cosa con la otra. Lo cierto es que, como discusión metafísica que es esta, los argumentos empíricos carecen de valor. Es una cuestión puramente a priori si las nociones de Libertad y naturaleza son compatibles. Porque tanto la noción de Libertad como la de Naturaleza son nociones a priori. Una prueba a posteriori de esta aprioricidad, es que la cuestión se viene discutiendo desde que existe la reflexión humana (pero, por supuesto, esta prueba a posteriori es completamente insuficiente e innecesaria). En cualquier caso, si hay argumentos que a priori hacen inconsistente alguna de las posiciones en discusión, sobran ya los argumentos empíricos.

                                             ****

Empezaré por discutir el problema de la NO-COMPATIBILIDAD. ¿Por qué podría la noción de Libertad entrar en colisión con una teoría acerca de la naturaleza física?

La versión de la incompatibilidad preferida por la tradición es, como he recordado en entradas anteriores, la del Determinismo. Argumenta que, mientras el concepto intencional de Libertad implica el concepto de indeterminación de la realidad (para ser libre, debo poder elegir entre diversos cursos de acción), la hipótesis metafísico-natural más compartida es que la naturaleza sigue comportamientos deterministas o cuasi-deterministas. (Si se piensa un poco, se ve que esto no es un hipótesis científica, es decir, algo que se pueda comprobar de ninguna manera, sino que es un postulado puramente metafísico –¿qué grado de necesidad o probabilidad hay para que las leyes mecánicas postuladas por la física se sigan cumpliendo dentro de un segundo?: completamente indeterminable-. Sin embargo, supongamos que sea una verdadera hipótesis).

Otra versión del determinismo, hoy menos de moda, es el teológico: ¿cómo es compatible la indeterminación implicada por el libre albedrío, con el determinismo de la providencia y omnipotencia divina? Ya los teólogos se esmeraron en demostrar que no hay tal incompatibilidad, pues aunque Dios, en su nivel absoluto y atemporal de poder y conocimiento, sepa lo que voy a hacer, en mi conciencia yo elijo libremente, y eso es todo lo que hace falta para mi libertad. Aunque en el caso del determinismo teológico existe el problema añadido de que Dios es causa completamente necesaria de todo lo que ocurre. No obstante, este debate, creo yo (que me perdone toda la tradición) está desencaminado. Supongamos que Dios no actuase deterministamente, sino estocásticamente, digamos (un dios postmoderno, quizás, o nietzscheano). ¿Afectaría eso menos al problema de la libertad, es decir, a la de la autodeterminación de los agentes finitos? De ninguna manera: sería igual de misterioso cómo es que mis decisiones meditadas y motivadas intencionalmente, consiguen causar un suceso físico, por imprevisible que este fuese. Entraría en colisión, igualmente, la voluntad divina (en este caso, el “buen tuntún”) con la voluntad humana. Uno de los dos órdenes de causación parece anular el otro.

La otra cara de esta mala comprensión, es considerar que la libertad es indeterminación. Ya mencioné a Buridán y su asno: es algo ininteligible, y desde luego lo más ajeno al concepto de libertad, que el sujeto “actúe” de manera indeterminada. Como dijo Hegel, la máxima libertad es la máxima necesidad. El ser más libre es aquel que elije necesariamente lo que ve más razonable, cuando ha contado con la mayor información posible.

Como he intentado explicar en entradas anteriores, tampoco en el problema de la presunta incompatibilidad entre la Libertad y la Naturaleza el asunto es el del determinismo. Ni la Libertad implica un verdadero indeteminismo ni el determinismo científico-natural implica un necesitarismo fuerte (sino que la realidad material es, aunque determinista, intrínsecamente contingente –mientras no se argumente lo contrario-). Aunque el mundo material fuese completamente indeterminista (como el dios postmoderno o nietzscheano), la libertad sería el mismo misterio que es, en su relación con la naturaleza. Es más, se puede decir que los conceptos de determinismo, indeterminismo, probabilidad…, tienen un sentido o lugar muy diferente en el ámbito moral, si es que tienen alguno. ¿Qué significa decir que hay una probabilidad P de que el agente A tome la decisión d? Esta es una información extramoral (como sería extralógico decir que un estudiante de lógica de primer curso tiene una probabilidad P de dar la respuesta correcta a un problema). En el razonamiento práctico o moral, intrínsecamente, todo eso carece de sentido. Sencillamente, los criterios, motivos y razones de un agente implican (necesariamente) la decisión.

Ahora bien, el hecho de que la cuestión del determinismo no sea el verdadero (o la mejor perspectiva del verdadero) problema metafísico de la Libertad, ¿implica que no hay tal problema? No. Sí lo hay. El problema general es si son compatibles diversos órdenes de explicación de “lo mismo”. Si el evento físico consistente en que se mueva mi brazo tiene dos cursos de explicación, uno intencional (basado en criterios morales, razones y motivos) y otro mecánico-natural, ¿son compatibles? Por tanto, el verdadero problema de la Libertad es un caso más del problema general de la compatibilidad o incompatibilidad del nivel Intencional y el Natural.

Dejo para otra entrada cuál es, a mi parecer, la relación que hay que atribuir a los niveles intencional y natural de libertad (un tipo de superveniencia y un tipo de causalidad). Hasta entonces la defensa de la compatibilidad no estará completa, pero de momento intento hacer la parte negativa, es decir, rechazar NO-COMPATIBILIDAD.

Creo que resulta evidente, si se reflexiona un poco, que el problema de la compatibilidad tiene mucha menos entidad de la que se la ha dado. Que dos cosas sean incompatibles exige algo muy fuerte:

Son incompatibles dos cosas, hechos, cursos de sucesos, etc., cuando a la vez tienen propiedades diferentes pero pretenden ocupar exactamente el mismo “lugar” y en el mismo aspecto.

Sería inconsistente que hubiera, efectivamente, dos cursos de sucesos para explicar exactamente el mismo hecho en exactamente el mismo sentido. Es incompatible que uno mismo esté dormido y despierto (salvo si uno de los sentidos es metafórico, o hablamos de grados), que algo ocupe espacio y sea inextenso a la vez, que un ser carezca de inteligencia y tome decisiones, que existan (dado lo que sabemos de física) las brujas, la generación espontánea… y muchas otras cosas.

Pero no es incompatible que podamos dar descripciones válidas de diferentes aspectos de lo mismo (si es que es lo mismo). No es inconsistente, por ejemplo, un análisis musicológico y uno químico de la misma partitura, aunque los conceptos del uno no podrían figurar en el otro. No tiene nada de inconsistente, pues, que existan dos cursos de explicación si cada uno explica cosas diferentes o aspectos diferentes de lo mismo.

En cuanto al problema de la libertad, la relación entre el aspecto y la explicación intencional, por un lado, y el aspecto y explicación físico, por otro, es análoga a la que hay entre los análisis musicológico y químico de una partitura. No tienen nada de incompatibles, puesto que tratan de aspectos diferentes de lo mismo (hay aún que determinar –lo haré en otra entrada- en qué grado y aspecto son lo mismo). Lo intencional describe nuestras acciones, lo natural describe los sucesos correspondientes.

De hecho, NO-COMPATIBILIDAD es inconsistente (no-compatible) con SUPERVENIENCIA. Si unos fenómenos supervienen a otros, tienen que ser compatibles. Por tanto, quien sostenga que dos cursos de explicación son incompatibles, está obligado a prescindir por completo de uno.

Si se tiene en cuenta esto, se ve que la verdadera motivación del ficcionalismo de la Libertad no es NO-COMPATIBILIDAD, sino NO-NECESIDAD:  El corazón del ficcionalismo es el reduccionismo, llevado por la pulsión de economía. La economía está muy bien, siempre que no se tire el niño con el agua de la bañera. En próximas entradas argumentaré que NO-NECESIDAD, referido a la noción de libertad es insostenible.

4 comentarios:

  1. Como imaginarás, estoy de acuerdo casi en todo, salvo algunas precisiones que hago a modo de resumen (y sin ánimo de ser respondidas, sino más bien de ser tenidas en cuenta en reflexiones posteriores, si te pareciera oportuno):
    .
    1) la tesis de que X sea superveniente respecto a Y no pretende en absoluto que hayamos podido EXPLICAR X a partir de Y; es más, podemos tener razones para creer que no sea posible tal explicación (pues los conceptos del nivel X no podamos definirlos a partir de los del nivel Y) AUNQUE se dé esa relación de superveniencia .
    .
    2) Lo mental puede ser perfectamente compatible con lo físico (y superveniente respecto a esto), perfectamente admisible como "parte del mobiliario del universo", y a pesar de eso podemos poner en duda el concepto de "libre albedrío" como "posibilidad FÍSICA de haber tomado, a causa únicamente de nuestra voluntad, una decisión diferente de la que hemos tomado". Te ruego de nuevo que no tomes los ataques al concepto habitual de "libre albedrío" como una crítica del ámbito de "lo mental". Y te ruego también que te tomes en serio lo que tú mismo dices de que el concepto de libertad es independiente de si el determinismo es correcto o incorrecto, es decir: se trata de entender de qué modo el concepto de libertad es legítimo a pesar de que el concepto de "libre albedrío" (tal como lo he usado más arriba) es una porquería que hay que tirar a la basura


    3) Las relaciones LÓGICAS que se dan entre las proposiciones PENSADAS no se dan entre los ACTOS DE PENSARLAS. De "creo que X" y "creo que X implica Y" no se sigue lógicamente "creo que Y". Esto significa que el paso de unos PENSAMIENTOS a otros no puede ser explicado MERAMENTE como resultado de las relaciones lógicas que se dan entre las proposiciones pensadas en ellos. Es decir, por mucho que te empeñes en decir que la descripción neurológica del cerebro no explica por qué (digamos) los teoremas matemáticos son así o asá (lo que admitiré por mor del argumento), en realidad sucede exactamente lo mismo con la descripción MENTAL o "intencional" (o sea, la descripción de lo que ocurre "en el nivel mental"): tampoco ella explica por qué los teoremas matemáticos son así o asá, ni seguramente por qué tenemos sobre ellos los pensamientos que tenemos.
    .
    4) ¿Puedes explicar un poco más claramente cuál se supone que es el "hecho moral" que hay que salvarlo, y por qué se supone que hay que salvarlo? Te has referido de pasada a él en varias entradas, pero sin mayores explicaciones.
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    Saludos

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  2. Jesús,
    efectivamente, creo que hay un buen terreno en que podemos estar del todo de acuerdo, aunque intentemos explotar las disensiones.

    Sobre todo, creo que compartimos (y es algo que, efectivamente, la presión naturalista puede llevar a ver mejor) que el concepto indeterminista de la libertad, pese a subyacer a muchas versiones populares y no tan populares, deja bastante que desear. Y compartimos que, aunque sean de alguna manera compatibles lo mental y lo natural, hace falta aclarar qué relación hay entre ambos campos de nociones.

    A lo que me preguntas en este comentario, espero dar una explicación más clara (no más convincente quizás) de lo que pienso en la próxima y siguientes entradas.

    Un saludo

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  3. :)

    Pensaba decirte todo esto que iba escribiendo mientras leía:

    "Creo que sí es posible hablar de agentes no libres. Hay fenómenos en la naturaleza que no tienen una causa anterior. Al no haber una relación causal en todos los fenómenos físicos elimina el determinismo. Es decir: existe un equivalente al clinamen epicúreo que permitiría una relación entre M y F, por lo que el primer argumento "radical" quedaría invalidado.

    Respecto al segundo argumento, el hecho de que baste una explicación F no implica que F sea la explicación. Es cierto que M debe producirse en formato F o al menos comunicarse con F en su lenguaje. Tal como está hoy la física, aún quedan muchas opciones abiertas para esto, de manera que me parece prematuro rechazarlo.

    La propia realidad, el propio mundo F también tiene algo de ficticio: el mundo será del modo como lo observemos. Nuestra mirada altera el mundo. "

    pero como veo que el texto cambia de rumbo y tengo que dormir, en otro momento sigo.

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  4. Marta,
    te animo a que compartas aquí todas las reflexiones que el texto y el tema te provoque, aunque, como dices, la cosa evolucione por distintos lugares.

    Cuando digo que no tiene sentido hablar de agentes no libres es porque entiendo agente en un sentido restrictivo, que implica que el agente es consciente de lo que hace. No sé si se puede llamar "hacer" a lo que sucedería con una entidad que, aunque no fuese determinista, no tuviese consciencia de lo que hace. Yo preferiría llamarlo azar, o algo así.

    En cuanto a la reducibilidad de lo mental a físico yo creo que la imposibilidad es a priori,como intentaré exponer en próxima entrada.

    Tu comentario acaba (y estoy de acuerdo) con que el mundo siempre será del modo que lo observemos. Pero este "observar" ¿es mental, es decir, fenomenológico? Creo que sí, porque si dices que es material, entonces no es verdad que F tenga algo de ficticio, ¿no?

    Un cordial saludo

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