jueves, 26 de abril de 2012

Reseña de Diálogos de Filosofía en Anuario Filosófico

En el volumen 45, número 1, 2012 de Anuario Filosófico ha aparecido una muy bella y (excesivamente) bondadosa reseña de mi libro, Diálogos de Filosofía, escrita por José Antonio Santiago Sánchez. En breve se podrá descargar el texto, en pdf a través del Depósito Académico Digital de la Universidad de Navarra (DADUN) (acceso rápido en el menú de la derecha, “documentos incorporados recientemente”). Copio aquí algunos fragmentos de esta reseña:

     Se trata de un extenso diálogo en el que se destacarían, a mi juicio, dos palabras cuyo ayuntamiento, si bien pudiera traer al lector un regusto peyorativo debido a la novela de nuestro Miguel Unamuno, no por menos me resisto aquí a enlazar en un profundo diálogo: las dos palabras son, por un lado amor, y por el otro pedagogía. Porque de amor, amor al Conocimiento, que es siempre amor a la Verdad, trata este diálogo platónico que se urde sin prisas ni pausas entre un aprendiz y su maestro. Pedagogía, cuando el maestro es distinto del profesor encargado únicamente de contenidos informativos o el adiestrador de fórmulas preconcebidas y dogmáticas.

    Y como en todos los libros de filosofía —esto es, de amor a la sabiduría— que se precien, se defiende una tesis: hay que volver a pensar los grandes temas del Conocimiento con mayúsculas: el Bien, la Belleza, etc. Y es preciso hacerlo —esta es la convicción del autor, Juan Antonio Negrete— volviendo a recuperar lo que ya Platón defendiera frente al relativismo sofista.

     Para lograrlo, como sostiene el autor en su diálogo, no existe otro modo que el de tratar el problema de lo Uno y lo Múltiple, problema por excelencia de la filosofía occidental ya desde los presocráticos; el que podría vertebrar la filosofía de Aristóteles, Spinoza o Kant. Y ello al modo platónico, el modo claro y sencillo de toda auténtica filosofía, explicado a un joven que está descubriendo el mundo, pero al mismo tiempo, emboscándose en la densidad misma de los problemas, afrontándolos sin miedo ni recurriendo a profusos armamentos bibliográficos. ¿Cómo dar razón de la multiplicidad sino se hace desde una idea que la haga análogamente comprensible? ¿Cómo entender las ideas sino es desde las cosas mismas? A este movimiento del alma en que consiste conocer Platón lo llamó Dialéctica. Y esta dialéctica es la que a lo largo de todo el libro, un profesor va mostrando con el ritmo mismo del aprender y vivir, a un joven. Y lo hace a través del latido mismo en el que los propios diálogos platónicos nos sumergían en los grandes problemas hace más de dos milenios y medio.

     Porque vivimos una época, en definitiva, de nueva sofística, de miedo a pensar. Frente a todo ello —valiente labor decimos— el autor quiere recuperar de nuevo el eros platónico por el Conocimiento. Esto es lo que siempre ha sido la filosofía: diálogo del alma consigo misma; amor por aprender y enseñar, haciéndolos en su fluir entretejido, en su symploké, una gran Viceversa. Como bien dice el prologuista del libro, Luis Martínez de Velasco, citando unos versos de Antonio Machado:
¿ya se oyen palabras viejas?
Pues aguzad las orejas.

Agradezco enormemente a José Antonio la atención que ha prestado al libro, y estas bellas e inteligentísimas palabras.

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